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Capítulo 9: "El espionaje de Annalisa"

04 de Octubre del 2019

Teresa leía el periódico con el cuerpo helado, resulta que hoy los enunciados relataban el horrible acontecimiento sucedido la noche anterior. Resulta que se había encontrado el cuerpo de cinco hombres muertos en Hanckey, y se trataba de nada más y nada menos que los principales inversionistas del laboratorio del cual Andy provenía. 

—El dueño de la empresa también falleció...-—dijo para sí misma no pudiendo detener su asombro e intriga ante la situación. 

Desde que se había percatado del anunció no había sido capaz de volver a tomar la taza de café caliente que de a poco comenzaba a perder su calor al trasmitir su vahó al contacto con el ambiente más bien frío a esas tantas de la tarde al interior de la casa.

Tomó el informe que ya lucía bastante fruncido la cantidad de veces que ella había estado intentando comprender algo de la naturaleza de Andy, pero por más que siempre lo intentaba, siempre daba con la misma conclusión: parecía una humana más. Si siquiera le hubiesen contado la verdad, ni ella misma habría notado que la joven chica era verdaderamente una híbrido.

Revisando los nombres y comparando ambos documentos, pudo comprobar que definitivamente hoy todos los hombres que perseguían a su joven sobrina se encontraban muertos. 

—Hola tia— la voz de Andy le hizo dar un brinco en la silla sobre la cual se encontraba sentada. 

Intentando esconder los documentos, responde rapidamente.

—¡Hija, llegaste! ¿Qué tal tu salida con Eddie?

—Perfecto tia, estoy un poco cansada. Iré con Alex, ¿si?

La castaña lucía un tanto desganada, pero antes que eso, debía preocuparse de resolver lo que se encontraba haciendo.

—Claro, te alcanzo luego.

Andy subió las escaleras abandonando a la tía en la soledad de la habitación.

"(...) Los fugitivos se dieron a la fuga cuando las fuerzas policiales entraron al recinto donde se encontraban actuando en un laboratorio clandestino. Allí se formó una balacera que desencadenó en la muerte de quienes eran considerados los últimos genios en vida del que algún día fue conocido por sus prestigiosos experimentos e invenciones, lo que fue Genetics & Science Laboratory Co." 

Leyó por última vez en el periódico.

Intando relajar sus músculos pero aún no pudiendo conseguirlo del todo, la teñida suspira aliviada ya que lo peor pasó. Eso significaba sólo una cosa:

—Andy, sobrina. Ahora podrás ser libre, no correrá el riesgo de que esos hombres vuelvan a experimentar contigo.

Y suspiró para posteriormente abrazar la foto que vino adjunta junto al informe de investigaciones de la chica al momento que se la entregaron. 

Aquella tarde en la Universidad, Annalisa se encontraba un tanto distraída.

—¿Estás bien?— consultó Andy.

La italiana sonrió despegando su mirada de la pantalla del celular.

—Muy bien. Más que bien, de hecho. Dime algo, ¿has pasado más tiempo con el chico McGonagall?

Andy no quería hablar de ello.

—Sí, creo que ha sido lo normal. Su conducta insoportable de siempre.

No era normal que la inocente chica hablara con tal tono de desesperanza y desgano. Menos aún de insulto hacia otra persona. Por ello se prometió intentar aquella tarde intentar subirle el ánimo a su nueva amiga. Sólo que no sabía que precisamente eso no era lo que Andrea tenía en mente para alejarse de Eddie.

—Amiga, no sé que ocurre. Pero tengo el mejor panorama para alegrar tu día. ¡Saldremos de fiesta!— dijo animada.

Smith se sorprendió ante sus palabras.

—¿Qué? No. Jamás he ido a una fiesta.

—¿Nunca? Bueno, es tiempo de ir a una— aseguró Anna, quien ahora tomaba su largo y ondulado cabello en una coleta.

Andy negó con la cabeza.

—Oh si... iremos a tu casa luego de la clase, para arreglarnos en mi casa. Allí nos maquillaremos y mi padre nos irá a dejar a la casa de Lucy.

¿Maquillarse? ¿Para qué? Así Andy se sentía bien.

—¿Quién es Lucy?— preguntó ingenua.

—Una chica que va en quinto año de medicina. Es amiga de Amy, y como pude averiguar, al parecer debiera asistir Edward.

Eso hizo fruncir el ceño de Andy.

—No lo creo. Él no es de fiestas— aseguró por tanto.

Annalisa revisó su celular.

—Mm, tienes razón. No se ve se trate de esos chicos. Pero Amy se ha pasado diciendo en sus historias que en la fiesta de esta noche llevará a sus dos mejores amigos.— Hace una pausa para después proseguir— Y, por lo que averigüé, ellos son nada más ni nada menos que Hyo y Eddie.

Era increíble toda la cantidad de información que podía encontrarse en redes sociales.

—Está bien.

Y Annalisa repentinamente le brindó un abrazo tan apretado que apenas si pudo respirar.

Al observar la ropa del armario de Andy, Annalisa permaneció dudosa. Temía sus palabras fueran a sonar de mal modo.

—Amiga, creo que hoy yo te vestiré— para finalizar forzando una sonrisa.

Andy le miró confusa.

—Lo siento amiga, pero hoy debemos deslumbrar— dijo la otra haciendo un puchero.

Andy negó repetidas veces con la cabeza.

—Temo por la transformación que me quieres hacer.

Una vez en la casa de Annalisa, Andy quedó impresionada por la multitud y variedad de obras artísticas plasmadas en las paredes de la bella casa.

—Amiga, tengo esto para ti. Te quedará de lujo— dijo la dueña de casa quitando un par de prendas de su armario.

Se trataba de una chaqueta beige de flequillos, una polera de tiras, falda de cuero con un detalle de cierre a lo largo de ella y unos botines negros a juego.

—¿Todo esto?— Andy lucía atónita.

Anna le miró.

—No creo que quieras ir desnuda.

Smith había caminado antes con tacos, pero no lo prefería. Era incómodo, pero aquella noche lo intentaría.

Por su parte, Annalisa se vistió de panties negras, falda cotelé color marrón y una blusa con mangas translúcidas.

—¡Ahora a maquillarnos!

Y allí apareció la cara de horror de Andy. Definitivamente aquel fue el momento en el que más perdieron minutos. Anna tuvo que perseguir a Andy mientras ésta inquieta intentaba levantarse de vez en cuando del asiento donde la italiana le tenía sentada.

Más tarde se encontraban frente a la casa de Lucy. Se trataba de una mansión, muy similar a la de Edward. Habían ya chicos borrachos tirados en el césped, otros cantando y alzando sus vasos de alcohol y bebidas.

Definitivamente ese no era un lugar en el cual ella prefiriera pasar su tiempo.

Su tía había quedado con el corazón en el pecho, le concedió el permiso por un corto rato ya que el peligro se  había acabado. Era tiempo de que su sobrina comenzara a tener una vida como la de cualquier adolescente, ya no de estar encerrada siempre.

Adentrándose en el lugar Andy debía gritar para que su amiga le escuchase.

—¿A dónde vamos?

—Vamos con Leo, allí está.

Leo era un compañero de ambas de la carrera. A la fiesta asistieron estudiantes de todas las facultades. Era acertado decir que ni siquiera la mitad de los asistentes al evento conocían realmente a la anfitriona de la fiesta.

—¡Llegaron, pensé que ya no vendrían!— gritó desde el extremo el chico de ojos verdes y cabello acaramelado y rizado.

—¿Y perdernos tu compañía? ¡Jamás!— gritó Anna.

Allí estuvieron un rato compartiendo, mientras Andy de pronto comenzó a marearse por el olor del lugar.

—Cariño, no te preocupes. Si comienzas a reírte es normal. Los chicos suelen consumir hierva en estas fiestas— le aclaró la italiana.

Andy asintió no pudiendo evitar toser un poco.

El ambiente era un caos. Vasos tirados por doquier, un humo por lo que creía era el consumo de marihuana, aire espeso por el calor de la transpiración ante los cuerpos bailando.

En eso un joven se acercó a Andy.

—Hola, ¿quieres bailar?— le dijo bailando al sos de la canción.

Andy siquiera alcanzó a negar con la cabeza cuando Anna se le adelantó.

—¡Sí, quiere! Y me la cuidas porque sino yo misma te castro.

Un tanto asustado el chico asintió para luego alejarse tomado de la mano de Andy, siendo esta última ahora quien se alejaba rogándole a su amiga que no le dejase bailar con el desconocido.

Pero no fue mala idea. Al cabo de los minutos pudo relajarse y seguir el ritmo de la energética canción electrónica. Ambos bailaban cuando al lado de ella pudo visualizar a su amiga haciéndose paso entre la multitud junto a un chica.

Así pasaron un tiempo bailando cuando pronto las dos parejas se cansaron y decidieron tomar un respiro e ir por algo para beber.

—Puedes ir a la fiesta de mi fraternidad el próximo viernes si así quieres— dijo el chico de cabello rojo.

Ella sonrió.

—Gracias George.

En ello hablaban cuando Anna nota que en lo alto del segundo piso se encuentra Amy junto a Lucy, y a un costado el asiático y Eddie.

No alcanzó a advertir la presencia del multimillonario cuando se percató que la mirada inespecífica de éste de pronto pudo distinguir el rostro de Andy entre la muchedumbre.

Su expresión cambió súbitamente de una de desinterés a una de confusión. Acto seguido el joven parecía hablar con su amigo y dirigirse a las escaleras en dirección a lo que parecía el lugar donde ellos yacían.

Anna iba a avisarle a Andy, pero antes de lograrlo pudo ver a su amiga lo que parecía ser discutiendo con el chico de pecas.

—Qué demonios— dijo, para posteriormente disculparse con su acompañante.

Antes de poder hacer algo el joven se acercaba a su amiga al otro extremo de la barra intentando besarla mientras ella se negaba.

Al ver esto la ira surgió como ninguna en su interior, y yendo a paso apresurado y con más que ira en su ser, pudo ver cómo Eddie llegaba antes que ella al lugar para empujar al pelirrojo separándolo en el instante de la ahora temerosa Andy.

El corazón de Anna palpitaba a mil por hora.

—¡Aléjate, te dijo que no!

Ordenó Edward mientras George le miraba furibundo tras haberse azotado en contra del mesón.

—¡Ella me lo estaba pidiendo!— gritó George.

Y en menos de cinco segundos Eddie plasmaba en su rostro un golpe en la nariz del cretino ante sus ojos.

—Aprende a respetar a las mujeres idiota.

El otro que ahora se encontraba en el suelo limpiando la sangre brotaba desde su nariz, le miró con furia para levantarse y luego marcharse bufando.

Quienes se encontraban alrededor dejaron de bailar por un momento para observar la escena, pero al cabo de lo sucedido y par de palabras suscitadas, todo volvió a como era antes.

Anna se acercó corriendo a Andy, le tomó fuertemente de los brazos y la inspeccionó.

—¿Estás bien? Dios mío, ¿te hizo daño? Ese maldito...

Y antes de terminar su amiga le interrumpió.

—Lo... estoy. Tranquila.

Su voz sonaba más que temblorosa. Y es que su corazón latía muy fuerte y sus piernas flaqueaban a tal punto que estaba segura en cualquier momento podría caer.

Anna recordó la presencia de Edward, y rápidamente se hizo a un lado para permitirle a ambos jóvenes poder conversar.

—Gracias. No tenías que hacerlo— dijo a un hilo de voz.

Eddie se acercó y ahora sólo les separaban unos centímetros de distancia. Sus pechos casi chocaban,  el alto chico inclinó su cabeza para observar a la joven y despejar su rostro del mechón que cubría su rostro.

—¿No te puso una mano encima verdad?

Anna, quien se encontraba viendo la escena en primera plana no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Y es que parecía una verdadera escena de película romántica extraída de Hollywood.

Andy elevó su mirada y dijo.

—No, gracias por llegar.

En aquel momento sus almas se conectaron y sus corazones se volvieron uno, en donde sus latidos mantenían una misma frecuencia y ritmo y las personas que les rodeaban parecieron desvanecerse para dejarles solos en una simple fantasía. Todo eso fue hasta allí, lo que ellos estaban sintiendo. Pero en otra lugar de la enorme mansión otra persona no estaba para nada contenta con lo que estaba viendo.

Amy les observaba con orbes prendidos en ira.

Y es que hoy, Andy se había ganado una nueva enemiga.

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