Capítulo 5: "Escúchame bien"
Eddie, quien se encontraba frente a un espejo levantando parte de su camisa petróleo, dejó escabullir el ligero rastro de lo que Andy pareció asemejar a manchones negruzcos.
Al notar la presencia de la joven que abría la puerta, se precipitó a bajar su prenda llevándose el gran asombro de encontrarse con la persona que menos esperaría fuese la próxima compañía de lo que su padre llamó "despilfarro de vida".
—Esto debe ser una broma.
Ahora, y con el semblante totalmente contrario al inseguro ser mirándose ante el espejo, se alzaba prominente en presencia, más que completamente serio y frío como el alma más deshumanizada jamás existió y pisó la Tierra, yacía en frente a sus ojos el joven con el cual había topado aquellos últimos días.
"Esto no debía de ser casualidad", pensó ella. Y vaya que tenía razón.
—Mi padre me va a escuchar — decidido y abriéndose paso para salir de la habitación.
Andy, quien le seguía a paso acelerado, no podía entender cómo es que el chico podía ser tan poco empático. Su tía le había comentado que tal vez sería dificil él aceptase su compañía en un comienzo.... pero que aseguró luego se acostumbraría.
Ahora ella empezaba a dudar de aquello.
Eddie, de quien ya había aprendido su nombre, y, por cierto, estaba segura sería uno del cual de aquí en más no olvidaría jamás; lucía decidido a no querer su compañía allí. ¡Parecía gracia!, pero era la primera persona a la cual intentaba acercarse por voluntad propia y salir de su mundo de libros y anhelos en sueños despiertos a lo cual estaba acostumbrada, y al parecer estaba resultando ser todo un fiasco.
Llegando al otro extremo de la gran mansión, agitada, y prácticamente dando zancos para alcanzar la velocidad a la cual avanzaba el chico de cabellos oscuros, de pronto se detiene súbitamente para encontrarse frente a una robusta puerta de roble en la cual ingresan sin siquiera llamar a ella previamente.
Allí se encontraba el señor McGonagall junto a Teresa analizando unos papeles en el despacho.
Andy palideció.
—No aceptaré esto —dijo el veinteañero intentando contener su enojo, pero sus palabras y gesticulaciones le traicionaban.
Su padre, quien detuvo la conversación que estaba teniendo con tía Teresa, se disculpa con ella para levantarse del despacho eminentemente.
—Elucidaré algo Edward, y quiero que lo escuches bien porque será última vez que te lo digo. Lamento tenga que decírtelo frente a ambas damas aquí presentes y tener que faltarles el respeto debido a tu necedad, por así no nombrar el coraje de osar ir en contra de la voluntad de tu padre. Pero así y cual te lo dije, mientras vivas bajo mi techo, harás lo que yo diga.
El rostro de Eddie se tornó rubicundo, sus ojos cada vez más profundos y su mirada desafiante. Pero algo llamó la atención de Andy, y es que aseguraría alcanzó a dilucidar por un breve momento los ojos del joven humedecidos.
—Esta jovencita te hará compañía, quiero que le trates bien— y ahora a la castaña— Por tu parte, cualquier maltrato de mi hijo, debes de avisarme. Ya basta de desaprovechar tu vida, veamos si retomando las buenas costumbres que te enseñé en la niñez, logras reorientar tu camino al que deberías.
"¿Eso tiene que ver con que el señor McGonagall haya pedido por especial encargo ella se enfocara en mencionar a Eddie sus conociminetos sobre Literatura? Si era así, ¿por qué? ¿Qué cosa habrá hecho tan mala su hijo para que crea que debe de reorientar su vida, si tiene un trabajo, es ayudante de dos prestigiosos profesores y, más aún, en una de las mejores universidades del mundo?". Eran cientos de dudad las que emanaban de la mente de Andy, quizá el joven había robado, o talvez se involucró en las drogas.
Puede ser eso.
De retorno en la habitación el silencio sepulcral que los invadía ya era lo bastante incómodo como para permanecer un segundo más observando el cómo Eddie estaba dispuesto a seguir sumergido en sus nublados pensamientos mirando furibundo y perdido allá hacia el estante repleto de viejas obras clásicas.
No estaba segura de lo que haría, pero sí que intentaría romper con tal incomodidad.
Carraspeó.
—Muy bien... Creo que no podremos permanecer en silencio siempre, ni tampoco creo pretendas ignorarme para el resto de la eternidad— Aun manteniendo su vista absorta en el estante, ella decidió proseguir— Mi objetivo no es caerte del todo bien, siquiera es necesario si así no lo quieres. Escucha, pretendo brindarte mi amistad si así me lo permites, no tengo muchos amigos, pero pensé...
Antes de acabar, él la interrumpió.
—Hablas mucho, deberías callarte— levantándose del negro sofá para ir a servirse un vaso de whiskey.
"Qué rayos, ¿qué edad tiene? Se ve muy joven, yo aún no ingiero bebidas alcoholicas", pensó Andy.
Y luego de procesar bien las palabras del chico, asombrada, no pudo evitar salir en su defensa.
—Intento ser amable contigo. No me interesa lo que hayas hecho ni por qué deba de estar aquí. Pero sí te dejaré algo en claro: mi familia necesita de el empleo ahora tu padre ha podido otorgar a mi tia, y yo no lo estropearé. Si quieres, ni siquiera te hablaré, traeré mis libros y tu harás lo que te plazca y dé la regalada gana. Podemos simular que estudias si así lo deseas. Pero no permitiré que te interpongas, ¿me oyes?
Luego de botar y exhalar toda la ira de pronto contenida, ni ella misma lograba creer que todo aquello hubiese salido de su boca llevándole a dirigirse de tales modo que ella tan poco frecuentaba. Y así como a ella le causó impresión, a su arrogante acompañante no le hizo de menos.
Eddie la observó detenidamente dedicándole una fugaz sonrisa, para luego, lentamente ir acercándose donde Andy, haciendo que de pronto ella se sintiese insegura e inconcientemente comenzara a dar pequeños pasos torpes en retroceso, hasta pronto encontrarse con la pared.
Él era apróximadamente, unos diez centímetros más alto que ella. Y una vez allí, teniendola acorralada entre sus brazos, dejó el vaso ahora vacío para concentrarse completamente en la ahora indefensa chica de tes pálida.
No había logrado darse cuenta, pero sus facciones eran realmente hermosas, claro que nunca se lo diría. Su aroma dulce y envolvente parecieron por un momento hacerle olvidar la misma promesa que hace años juró no quebrantar.
Aunque en un momento pareció flaquear y ceder ante sus deseos sexuales, la forma de hablar y dirigirse de la jovencita le dejaban más que claro que no era de aquellas que disfrutaban de encuentros fortuitos. Una relación formal talvez. Andy parecía particular, y seguro eso era lo que buscaba ella en un hombre. Los instintos demostró poseer respecto a literatura y obras clásicas le dejaron más que impresionado. Si bien en la clase se contuvo, tuvo que soportar a Campbell y sus comentarios de juicio respecto a las observaciones de visión y análisis crítico respecto a cada uno de los estudiantes. Allí fue cuando Andy se convirtió en la protagonista, si el profesor pudiese haberle aprobado el semestre con dicho informe, lo habría hecho.
Desde que Edward se enteró de la enfermedad que poseía se hizo la idea de que mantener algun tipo de vínculo estrecho con las personas no sería lo mejor. No quería dejar en ellas el vacío irrevocable de la muerte sin retorno. Sabía de eso, puesto qur la pérdida de su mamá era lo que aún hasta hoy en día le hacía llorar en noches desoladas.
De allí en más que decidió solo manrener contacto con sus mejores amigos, padre, tio y hermana. ¿Alguna chica? Sólo mantuvo encuentros sexuales convenidos con simple y mero proposito de placer.
Ahora y teniendo justo a su lado a Andy, y ambos en la misma habitación, estaba más que convencido de que a ésta niña aún le faltaba por conocer mucho demasiado para comprender el mundo de perversidades que él estaba dispuesto a hacer en la cama.
El joven de oscuros orbes la acorraló, y ella sentía que era tarde para escapar. Con su brazo izquierdo impidiéndole la salida, poco a poco fue apróximando su rostro al de Andy. Sólo quería jugar con ella, sabía tendría el efecto de intimidarla con poco, conocía a las de su tipo.
—Tienes hagallas pequeña.
Andy sentía su respiración a unos cuantos centímetros de sí, ¿qué se suponía que debía de hacer en una situación así?. Su corazón comenzó a latir más rápido y sus piernas a temblar, ¿qué pretendía este chico?
Y ya próximo a sus labios, los entre abrió ligeramente para suscitar en un ahogo inaudible.
—Juguemos entonces.
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