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Capítulo 11: "Límite profesional"

Edward observa expectante a Amy en busca de una respuesta, pero ella solo se limitó a negar con la cabeza fingiendo no saber el por qué del extraño comportamiento de Andy.

Pero vamos... el joven chico ya conocía lo suficientemente bien a Rockefeller como para caer en ello. Y aunque no conocía de hace mucho a la castaña, sabía que no era siquiera necesario conocer a la persona afectada cuando de Amy se tratase. Ya que bien tenía conciencia que si a alguien quería herir la de cabellos dorados, lo haría.

Dejando los libros que traía consigo en brazos se limitó a decir con voz ronca.

-¿Qué pasó?

Amy se encogió de hombros.

-¡Vamos Amy, te conozco!, ¿qué le has dicho?

Él bien conocía lo hiriente que podía resultar su amiga cuando se lo proponía, y a pesar que aún no lograba entender bien el por qué de ello ya que Andy no era ni había sido la única de sus amigos a los que Amy había despreciado, en ese momento siquiera dudó en seguir perdiendo su tiempo con la ojiverdes.

-Nada, simplemente estábamos conversando.

Sin encontrar las palabras para cuestionarle sólo lanzó.

-Amy, ¿por qué haces esto?- y rápidamente de la habitación en busca de la joven Smith.

Recorría el pasillo buscando algun rastro de ella, pero no encontró ningún indicio. Fue allí cuando entró a una de las habitaciones con la tenue esperanza de que ella pudiese haberse decidido a situarse allí, pero no. Ella no estaba en el lugar. Se encontraba decidido a marcharse para seguir su busqueda acelerada cuando a través de la ventana logró vislumbrar una silueta vestida de blanco.

Definitivamente era ella.

Con paso apresurado bajó las escaleras para dirigirse a los jardines de la mansión. Pudo identificarla a la distancia sentada bajo un árbol. Y al distinguir sobre cuál de los muchos de éstos que existían en la propiedad, ella permanecía sentada; pareció perder por un momento el aliento. Pero debía de ir con ella, así que retomando el paso, se dirigió a ella nuevamente. Apoyada en el tronco del fuerte y robusto nogal, sostenía sobre sus delicadas manos una flor de diente de león. Lucía cabizbaja, lo cuál sólo podía hacerle venir una pregunta a la mente: "¿De verdad era ella la joven a la cual, hace tan sólo unos segundos, se encontraba buscando?". Jamás la había visto siqueiera asomar un mínimo atisbo de tristeza en sus orbes. Pero hoy... hoy había llegado el momento. Y definitivamente no le agradó para nada.

Siempre vio a Andy feliz y alegre, era dificil imaginarla de este modo. Un nudo se le formó en la garganta, tragó.

-Disculpala, a veces dice cosas hirientes. Pero no es nada personal.

Ella suspiró.

-Creo que es mejor no seguir con esto de las tutorias.

Aguardó unos segundos, y continuó.

-Es decir, podemos hacer esto más fácil y sólo vernos en la Universidad como corresponde. No tenemos que tener una relación más allá de alumna y profesor. Como siempre debió haber sido.

Aquellas palabras le sorprendieron.

-¿A qué te refieres?- dijo algo consternado, intentando mantenerse firme. Se sentía extrañamente inquieto, lo cual era extraño en él. Él siempre mantenía la postura, y así debía ser. O al menos se hizo la promesa que sería.

¿Por qué se sentía así? O la pregunta era más bien, ¿por qué este momento le estaba haciendo sentir así?.

Sí, tal vez estaba emergiendo en su interior un ligero deseo de acompañar a la joven de tes clara y decirle que todo estaría bien. Que en realidad detestaba verle de ese modo.

Eddie carraspeó en un intento de quitar esos pensamientos de su cabeza.

- Pero... en realidad no soy tu profesor- dijo algo nervioso e inseguro.

Ella permaneció en silencio por unos cuantos segundos.

-Sabes a lo que me refiero.

Él no sabía qué decir. ¿Acaso ella quería dejar de trabajar con él?

-¿Por qué yo habría de querer eso?

Decidida no dudó en señalar.

-Eddie, tienes tus sueños formados. Y tienes todos los conocimientos que necesitas... sólo que no los quieres aplicar. Y ni si quiera es en todo. Aplicas todos tus conocimientos, pero lo haces para enfocarlos en algo que realmente te apasiona. Lo cual es admirable.- Y haciendo una pausa para dejar la flor en el cesped, se levanta de donde yacía sentada hace apenas unos instantes para continuar.- Seamos sinceros, no me querías aquí cuando llegué, y ahora tampoco lo haces.

Suspiró.

-Intenté cumplir con lo que me pidió tu padre, pero si no ha de ser de tu agrado esto, creo que es mejor dejarlo así.

Eddie no entendía el por qué de las palabras de la castaña.

-¿Por qué dices esto?, ¿es acaso por lo que te dijo Amy?. Escucha, ella no sabe lo que dice, por favor. Hablaré con ella.

-Edward, no es eso. Amy puede tener una opinión sobre mi. Sé al menos que tu no la tienes, lo cual me sirve de alivio. Pero han sido estos dias Eddie, no compatimos... ¡y para qué vamos a seguir engañandonos con que en algún momento nuestra relación quizá sí se vuelva funcional!

-Andy.

Pero antes que dijera algo más ella habló.

-Desde ahora serás profesor McGonagall y yo, señorita Smith. Nuestra relación será meramente profesional. Lamento haber irrumpudo en tu vida, creo que tus intenciones y anhelos son puros. Persíguelos siempre.

Ella sólo sonrió con ligero atisbo de melancolía.

-Andy...

Pero era tarde, la joven caminaba en dirección a la salida.

Fue a tomar asiento en una de las bancas meintras intentaba procesar lo que acababa de ocurrir. En su cabeza se le era dificil poder distinguir entre cuál de las emociones era la más domiante. ¿Confusión?, ¿angustia?, ¿quizá algo de desesperación?

Sí.

Debía asumirlo. No podía oviarlo como si no lo sintiera si estaba allí latente. Esta vez no. No quería que Andy se fuera. Y aunque no tenía muy claro el por qué, sí sabía que aquella jovencita le había traído a sus últimas semanas un gusto diferente. Un toque especial a aquellos días que aún no podía descifrar.

Una vez ingresó a la casa se encontró con Hyo.

-¡Amigo! Tu tio Peter es el mejor, tiene una reserva de rones desde hace cincuenta años- pero al notar que Eddie realmente le estaba oyendo pero no escuchando, le hizo detenerse.

En mitad del pasillo le sacudió ligeramente para mover su mano diciendo:

-¿Planeta Tierra llamando a Amstrong?

No seguro de lo que el descendiente de familia coreana acababa de decirle, sólo atinó a saludar.

-Hola Hyo.

Extrañado, le siguió el paso a su amigo. Subían las escaleras.

-Sí bro, tu tío me abrió la puerta. Llegué recién, estoy bien.- Pero al ver que Eddie no permanecía fuera de este mundo, extrañado y preocupado preguntó. ¿Qué te ocurre?

Entraron a la habitación de Eddie, Amy ya no se encontraba en el lugar. Se recostó en la cama.

-Me estás preocupando. ¿Llegó Amy?

Llevándose las manos al rostro su cubrió ésta como si con ello lograra dilucidar el ovillo de pensamientos que se formaba en su mente.

- Sí, debe estar con Emi, ¿cómo estás?- dijo aún con el antebrazo cubriendo sus ojos.

-Llegué a tiempo supongo. Ya estudié la materia pero puedo acompañarlos.

Hyo da un brinco del susto cuando sin esperarlo Edward se reincorpora de la cama.

-Se acabó.

Hyo enmudeció.

-¿Ya acabaron? Osea, me...¿voy?- No sabía a qué se refería su amigo sinceramente.

Eddie se acercó al de cabello acebache para sentarse en el sofá de en lado.

-¿Nunca has sentido que algo comienza a consumirte por dentro, como una leve llama que comienza tenuemente a crecer hasta convertirse en fuego indomable?

Hyo dudó en reír. No sabía si su amigo estaba bromeando o no, pero su instinto dedujo que por su extraño previo comportamiento, él se encontraba hablando en serio.

- Ohh... emmm.

Edward se acercó expectante. Hayo respondió.

-No.

Eddie se levantó del sofá. Lucía desesperado. Eso era extraño, Hyo supo en ese momento que algo no andaba bien con su amigo.

-Se fue. Pero... es que no puede. No puede hacerlo. No puede dejarme aquí. Por qué... ¿por qué lo hizo?- Y, al decir esto último, su entonación cambió de angustia y enojo, a incertidumbre y temor.

Hyo se acercó a él y cuestionó demandante.

-¿Quién Eddie? De quién hablas.

Luego de bajar su vista y poder sostener la mirada de su amigo dijo.

-Andy.

Hyo enmudeció. No le hacía sentido, ¿su amigo preocupado por algo así? No es que Edward fuera un idiota con las chicas. Sino que de hace mucho que no se involucraba con alguien, y desde hace mucho más que no le veía ponerse alguien. A no ser que fuera porque la salud de su hermana o ella en cualquier ambito de la vida se viera afectada gravemente.

-Ok... cuéntame. ¿Es la chica tutora verdad? Amy me contó sobre ella.

Y es que en serio el ayudante de la asignatura de la asignatura de Obras clásicas se veía acongojado.

-Pensé que no gustarías de tenerla aquí...- dijo intentando entender.

-Hyo, es dificil.

Pero, ¿qué era dificil? El de orbes negros cuestionó.

-¿Qué ocurre con esa chica Eddie? - conocía a su amigo lo bastante bien como para intuir que algo podía haber empezado a sentir por ella.

-No es eso. Es pronto para saber eso. Pero la necesito aquí, se me es necesario, digo. No quiero que se vaya y que todo vuelva a ser como antes.

Hyo no había oído hablar a su amigo así desde... siquiera lo recordaba bien. Sabía lo de la promesa que su amigo se había hecho consigo mismo en la infancia. ¡¿Cómo no hacerlo si se conocen desde que Edward llegó al vecindario?! Allí fue cuando la familia Park llevó a su pequeño hijo para que se hicieran amigos con el recién llegado nuevo miembro de la familia McGonagall. Desde allí que se hicieron amigos inseparables. Y de hecho, y volviendo al puntapié principal de este párrafo, él nunca había osado hablar de aquel tema con su amigo, pero sí intentaba ayudarlo a abrirse al mundo de maneras ímplicitas. Aunque aún no estaba seguro de que eso diera resultado. Lo que sí sabía, es que si se encontraba ante la situación que ahora sospechaba, aquella chica de primer año lo estaría haciendo. Lo cual era muy bueno.

-No puede ser que no quiera volver, de seguro es conversable.

Edward suspiró.

-La hubieses oído Hyo, sonó más segura que nunca.

Park frunció de pronto el ceño para luego de un par de segundos preguntar.

-¿Por qué quiso marcharse? Bueno, con tu humor, yo tampoco soportaría tanto... - dijo esperando hacer sonreír al menor.

Logró algo similar, Eddie negó con la cabeza.

-Estos días han sido complicados.

-¿A qué te refieres?

- Me gusta su manera de ver el mundo Hyo, es algo de lo cual me había olvidado estos años. Quiero seguir teniendola cerca. Aquel día que visitamos el British Library, su rostro. La emoción, la curiosidad de aprender y saber más sobre el mundo. No sabes cuánto me llenó eso. Ella es... especial.

Al decir ello Eddie sintió un extraño presionar en su pecho. Guardó por unos instantes silencio.

Sin saber qué hacer, pero destinado a romper el silencio que comenzaba a erradicarse en la habitación con tal de librarse de la incomodidad del no saber qué hacer ni qué decir ante tales dichos, sólo dijo lo primero que nació en su cabeza.

- Pero no se lo permitiste.

Eddie volteó a verle confundido.

-Amigo, eso haces siempre. No creas que no me doy cuenta. Sabes que aquí etsoy y estaré siempre, vamos. Abre tu corazón.

Pero aquellas palabras le hicieron querer detener aquella conversación. Definitivamente había que ponerle fin, aquello no era tema para él, eso estaba cerrado. Así debía ser.

Se sirvió un vaso con agua mineral salida del pequeño frezzer que mantenía situado en la esquina inferior del mueble donde yacía el televisor.

Le dio un sorbo, para servir luego el otro y darselo a su compañero.

-¿Querrás estudiar?

Hyo rodó los ojos. Conocía esa parte de su amigo. Intentaba evadir la conversación.

-Eddie, por favor. Es momento de que dejes el pasado atrás.

Pero Eddie no escuchó.

-¿Por qué asignatura comenzamos?- acercándose a la mesa y comenzando a acomodar los libros con los que supuestamente estudiarían.

Pero Hyo le detuvo.

- ¡Eddie! -gritó llamándole la atención.

El silencio se apoderó de la habitación.

-Vamos amigo, sabes que ya es tiempo. Las personas que te reodeamos queremos verte feliz, lo mereces. Permitenos quererte.

En ese momento Eddie le interrumpió.

-Hyo, me voy a morir. ¿Sabes cuántas posibilidades hay de que viva con esta enfermedad?

-¿¡Qué estás diciendo?! No te morirás...

-Lo haré, puedo enfermar por calquiera sea la causa que provoque mi sistema se inmunodeprima. Puedo partir en cualquier momento, y no quiero que sufran. Allí me lo agradecerán. Ya verás.

Edward tomó el ultimo sorbo para acabar con el agua que se había servido.

-Vamos Edward, cambia tu mirada, tienes cientos de posibilidades de sobrellevar una vida normal si es que te cuidas como debes.

Pero el castaño ya no quería escuchar, se acercó a su amigo y tomó de su hombro para decir.

-No deseo hablar de esto Hyo. Iré al jardín unos mínutos. Sabes que estás en tu casa, puedes tomar los libros si deseas por mientras. Vuelvo en seguida.

El joven se marchó mientrás su amigo cabizbajo permaneció observándole hasta verle desaparecer luego de cruzar el umbral de la puerta. Se preguntaba de qué manera podría ayudarlo. ¿Sería posible hacerlo de alguna manera?

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