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Capítulo 10: "Nuevos conflictos"

05 de Octubre del 2019

Desayunaban cuando la tía le inspeccionaba para luego volver a abrazarla. Era la primera vez que le dejaba salir a una fiesta y sucedía algo malo.

¡Genial!

-Tía, tranquila. Gracias a Dios estoy bien- dijo la sobrina restando importancia a lo ocurrido.

Lo último que quería hacer era preocupar a su tía.

Por su parte, la teñida, no paraba de pensar en que ahora debía acostumbrarse a la idea de que los científicos desquiciados estaban en busca de su preciada niña, pero que por el contrario ahora ésta tendría que abrirse paso ante las horribles y despiadadas garras del mundo al cual los humanos llaman vida real.

-Perfecto, tienes razón cariño- para finalizar dando un suspiro intentando calmar los ahogos que le consumían por dentro.

Alex, quien bajaba por las escaleras, interrumpió con su alegre tono de voz característico.

-Tía Teresa, ¿crees que los ovnis provoquen nuestros sueños?

Al oír eso la mayor casi suelta sin querer el café que bebía por las fosas nasales.

-Pues... eso es algo difícil de saber.

"Definitivamente debería existir una escuela para aprender a ser padre... o tio", pensó la teñida. ¿Qué se debía responder ante preguntas como estas?

Andy ayudó a su tía a salir del entuerto en el que les había metido el pequeño.

-Es probable Alex, ¿a qué viene tu pregunta?

El pequeño demoró unos segundos en responder, parecía elegir cuidadosamente las palabras con las cuales expresar su próxima idea.

-Anoche tuve un sueño, y estabas tú hermana. Tenías superpoderes. ¿Y si eres uno de ellos?

Andy comenzó a reír, pero al mismo tiempo Teresa casi muere al beber su café y estar éste muy caliente.

Y es que estaba segura de haber siempre sido lo suficientemente precavida como para que el pequeño nunca se enterara de la verdadera procedencia de Andy. Siquiera de su real naturaleza.

¿Acaso un pequeño niño de tan sólo ocho años podría lidiar con ello? La respuesta era sencilla: no. Apenas ella que tenía poco más de mitad de siglo lo entendía e iba a exigirle a su sobrino que lo entendiera...¡era descabellado!.

Cuando llegó Andy al hogar le hizo creer al pequeño que sus padres habían adoptado a una hermanita para que le hiciera compañía. Y así fue cómo él asumió la integración de Andy a la familia.

Andy, por su parte, siendo siempre codificada con recuerdos de una supuesta vida en un orfanato y recuerdos vagos junto a lo que era indispensable supiera de sus supuestos padres.

La pregunta ahora era: ¿algún día, Teresa sería capaz de revelarle toda la verdad a su sobrina?

Nos trasladamos a la casa de Eddie, allí otra vez comenzaba una más de las constantes disputas que mantenía con su padre.

-¿Un diplomado?- rió sarcástico el padre para luego rodear su escritorio y volver a situarse tras éste- Y me lo ocultaste todo este tiempo...

Eddie permaneció en silencio.

-¿¡Crees que soy estúpido?!- dijo el mismo ahora levantando mucho más el tono de voz-. A parte de perder tu tiempo con insignificantes e incrédulos profesores siendo un simple y miserable ayudante... has decidido esto.

Sus orbes destallaban en ira. Edward sólo le preguntaba en qué momento su padre se convirtió en todo lo contrario a lo que él siempre recordó.

- Es lo que deseo hacer para mi futuro padre. Está decidido.

Dijo el joven de cabellos oscuros y ligeramente ondulados sin siquiera poder mirarle a los ojos. A pesar que ya fuera de costumbre mantener estas constantes discusiones, le seguía doliendo el no poder contar con su padre y éste fuese tan estricto con él.

Cuánto extrañaba a su madre y ser un pequeño niño, que le cobijaran como cuando era tan sólo un pequeño niño.

-Tenemos todo. Prestigio, dinero, clase. Te lo dimos todo. ¿Por qué no deseas trabajar como abogado conmigo hijo? Formaríamos una compañía, padre e hijo. Seríamos los mejores ganando todos los juicios se nos presenten ante los fiscales.

Pero ese era el punto. Él temía ser así. A Eddie no le interesaba ni el dinero, ni pertenecer a la clase alta, ni el prestigio. Odiaba la idea de que hubieran violadores, ladrones y asesinos sueltos en las calles por obra y gracia de su padre. Él no quería eso para su futuro, deseaba algo diferente.

-Padre, está decidido. Perdón por no contarte antes, pero el diplomado lo acabaré y mantendré mis metas tal y cual me las he propuesto.

-Pensé que contratando a esa chiquilla podrías recordar tus raíces.-Dijo casi perdiendo la cordura el padre- Pero veo que no. ¡Me arriesgué sabiendo que es pobre y quizá que ideas pudiese llegar a meterte en la cabeza... si te vieran con ella fuera de aquí. Quizá que dirían de nosotros!-Hace una pausa y finalmente agrega- Con su tía se puede hacer pasar por desapercibido, ordeno que incluya entre sus deberes vestir de cierto modo y listo. Pero con la chiquilla... Ay, mi Dios.

En ese momento Edward enfureció. Se le hacía increíble que su padre pudiera decir aquellas palabras. Incluso sabiendo que él, que era su propio hijo, provino de aquellas raíces que a él le parecían ser tan "indignas".

-No hables así de Andy. Ellos como familia son mejores que nosotros en muchos sentidos. Dime de qué sirve el dinero padre si hay arrogancia entre quienes lo padecen. Y si más allá, ¿incluso el amor entre quienes lo poseen escasea? Cuántos poderosos tienen cientos en millones y no lo aprovechan porque están ciegos en codicia.

Y sabiendo que sus palabras eran en vano y pronto se las llevaría el viento decidió guardar silencio. Pasado unos mínutos en donde el lugar se tornó de un agobiante incómodo silencio, el padre negó con la cabeza y le hizo una seña para que se retirase del despacho para luego beber amargamente el último sorbo que restaba en el vaso con whisky.

Edward salió de la habitación con sus puños apretados en ira para llegar a su pieza y tumbarse en la cama. Tomó su cabeza entre sus manos, entrelazando sus dedos entre sus cabellos.

De pronto alguien llamó a la puerta, y para cuando él voltea logra ver a su hermana.

Ella se sienta al lado de él y posa su cabeza en el huesudo hombro de su hermano.

-Ya se le pasará....- dijo con su suave voz.

Pero él sabía que no era cierto. A pesar de ello valoraba su hermana intentara siempre remediar las discusiones entre ambos. Además, era su cómplice en todo. Habían mantenido esa promesa desde la niñez.

-No estoy seguro. -Intentó forzar una sonrisa soltando una carcajada en sos de decepción.

En medio de su nublada cabeza llena de emociones de furia y frustración, pudo notar que su hermana aún yacía vestida en pijama.

-No son horas para que vista así señorita Emilia.

Él sonrió. Definitivamente con su pequeña hermanita era diferente, lo mismo sucedía con tío Peter y Hyo. Tal vez y un tanto con Amy, pero no mucho. Con ellos actuaba tal y cual era su esencia.

La joven de diecinueve años rompió el silencio reflexivo que les invadía.

-¿Cómo te has sentido? ¿Qué tal los dolores de cabeza? ¿Has sentido vértigos o calambres?

El chico volteó su cabeza y le observó unos momentos.

-Estoy bien.

Al recibir tal respuesta tan escasa de información, la menor giró su cuerpo en la cama. Sabía que su hermano solía guardarse los dolores y sufrimientos para no preocupar a quienes le rodeaban.

- ¿Seguro?

Y en menos que el pudiera hacer algo para evitarlo, la hermana ya se encontraba inspeccionando sus encías y su nariz.

-¡Hey, sueltame! Estoy bien, en serio.

Alejando las manos de la menor de su rostro.

-Perfecto, no te han sangrado. ¿Falta de respiración en la noche?- prosiguió la chica.

-Emilia, ¿comenzaste con tu interrogatorio otra vez?- levantándose de la cama.

Pero la pelirroja le siguió los pasos y tomó su pálido rostro entre sus pequeñas manos.

-Me preocupo por ti.

Él bajó su mirada y apretó los labios para luego decir con ojos compasivos.

-Lo sé... y no sabes cuánto te agradezco por eso.

Ambos se abrazaron.

Y es que Eddie padecía una patología congénita. Tenía aplasia medular, una enfermedad con la cual siempre había luchado y de la cual siempre su madre fue el principal pilar que le sustentaba y hacía tener fe en que pronto podría vencerla. Pero cuando ella falleció, en él se desvaneció toda la esperanza de poder superar aquello que tantas ilusiones le arrebató.

De ahí que decidió cerrarse ante toda persona que intentara abrir sus sentimientos ante él. Lo mismo hizo él. Se prohibió ejercer nuevas relaciones de cualquier índole, cosa que llegado el momento de su partida, fuera mantener la menor cantidad de personas a la cual fuera inevitable hacerles sentir dolor.

-¿Cómo están tus hematomas?- interrogó ahora más bien ruda y con mirada desafiante Emilia- Porque te juro que si esos tarados vuelven a ponerte una mano encima, yo...

Eddie la interrumpió.

-Emi, te estaban molestando. Se lo merecían. Y sí, mis moretones están bien. Pronto sanarán.

Ella tomó del cuello de él y acercó sus frentes hasta que éstas se juntaran.

-Te adoro hermano.

-Y yo, ahora ve a sacarte ese pijama antes que nuestro padre se de cuenta que te permití ir conmigo a la fiesta anoche.

Ella simplemente sonrió.

-Gracias por eso.

Aquella tarde Amy se presentó a la reunión. Se había enterado por algunos rumores de conocidos de la reciente y frecuente visita de una chica a la mansión de los McGonagall, y estaba segura debía tratarse de la desconocida de la noche anterior. Había hablado con Edward, y sabiendo que él tendría planes para esa tarde, conscientemente formuló un placebo para que finalmente él acabara invitándola a la junta con Andy.

-Edward, Lucy no podrá enseñarme Biología hoy. ¿Crees poder ayudarme en casa después de que salgas de la ayudantía con Campbell?

Juntando los trabajos de los estudiantes del curso del profesor Bullock que había estado revisando, contestó.

-Luego de la clase tengo un compromiso. Puedes venir, según entiendo mi tutora estudia Química. Sin duda ella te podrá enseñar mejor acerca de ciencias que yo.

"¿Tutora? ¿Pero él por qué necesitaría de una tutora?", pensó la delgada y alta chica de orbes tan verdes como el mismo agua.

E intentando recopilar más información, sutilmente e intentando no revelar sus celos consultó.

-Ah... ¿y te ayuda en...?

-Literatura.

Ahora eso si que no tenía sentido para Amy. ¿Por qué Eddie se interesaría en contratar a una chica que supiera ciencias, si le va a enseñar sobre libros?

-Oh... comprendo.

A las cinco de la tarde se encontraban ambos jóvenes reunidos cuando alguien llamó a la puerta. Se trataba de Andrea.

-Adelante- dijo Eddie con su voz viril.

Andy ingresó a la habitación.

-Andy, ella es Amy...

La rubia interrumpió para estirar su mano y presentarse ella misma orgullosa ante la castaña.

-Amy Rockefeller. ¿Y tú eres la tutora supongo?

Su mirada era despectiva. Analizaba la vestimenta y forma de lucir de la estudiante de Química, ésta lo notó.

Eddie lo notó y carraspeó no pudiendo evitar fruncir el ceño.

-Muy bien, toma asiento.

Amy se acercó a Edward para susurrar a su oído.

-¿Dónde me dijiste que estudia?

Él le miró indignado y a una voz lo suficientemente baja para que sólo la rubia pudiese oirle dijo.

-¿Qué quieres decir con eso Amy?

Andy sacaba sus libros del bolso de mezclilla.

-Ya sabes. Eddie, te conozco. No quieres mezclarte con esta gentuza.

El joven se sintió más que ofendido. ¿Acaso ella se había puesto de acuerdo con su padre hoy?

En eso estaban cuando Andy voltea y les sorprende.

-¿Está todo bien?- dudosa.

El chico se levantó del asiento de al lado de Amy para alejarse y sentarse en el pequeño sofá de al lado de su cama.

-Sí Andy, comencemos.

Aquella tarde Edward y Andy intercambiaron diversos diálogos formulados en base a uno de los libros que habían escogido del British Institute.

Y es que definitivamente Andy estaba decidida a no ir más allá de lo académico con Eddie, y es por eso que aquel día también se mantuvo muy distante.

En un momento Eddie tuvo que retirarse y ambas jóvenes quedaron solas en la habitación.

-Vuelvo de inmediato. Andy, Amy gusta de preguntarte un par de dudas respecto a Biología.- Necesito decirle algo a tío Peter para que compre ahora que va al supermercado, subo en unos minutos.

Ambas quedaron en silencio. Y una vez solas, amable, Andy preguntó.

-¿En qué deseas ayuda? Ciencias es mi fuerte, puedes consultarme sobre lo que sea.

Pero Amy se levantó repentinamente y de modo amenazante del lugar donde yacía sentada. Así comenzó a acercarse intimidante hacia Andy hasta quedar a centímetros de su rostro y cínicamente tomar de su cabello y enrollarlo en uno de sus dedos.

-Querida, ¿crees que soy tonta? Acaso crees que no me doy cuenta que eres una oportunista que lo único que busca es robar en esta casa.

Andy se preguntaba si eso realmente estaba ocurriendo.

¿Acaso había escuchado bien?

-Disculpa, creo que hay un mal entendido.

Pero la alta rió sarcástica enseñando su perfecta dentadura blanca.

-Vamos, no te hagas la oveja blanca, cuando ambas sabemos que eres el lobo del cuento niñita. Aléjate de los McGonagall, ambas sabemos que en algún momento caerás ante las garras de tus instintos y te consumirán. ¿Robarás dinero tal vez?, ¿o alguna joya de Emilia?

Al oír eso Andrea se levantó rápidamente de la silla quedando ambas frente a frente.

-Qué barbaridades dices. ¡Retráctate!- ordenó Andy.

En eso Eddie golpeó el marco de la puerta.

-¿Está todo bien?

Y en eso Amy se alejó, con sonrisa presuntuosa en su rostro. Ya que si de algo estaba segura, era de querer sacar a esa niñata de su camino.

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