Parte 1
- Sabes que me quieres. Desde que eras niña sueñas conmigo ¿No me reconoces?- quedé atónita y él estaba...lleno de furia, eso era.
- No entiendo. ¿Qué haces aquí?- me miró contrariado, yo todavía no daba crédito a lo que veían mis ojos- ¿Quién o qué eres?- era como si hablase con una sombra.
- Kaitlin ¿No me reconoces?- me miró penetrándome y salió de las sombras, dejando ver a un ser todo rojo o su aura era roja o no sé cómo decirlo. Y ahí lo supe, ahí los recuerdos vinieron; de niña soñaba con él. Yo decía que era mi príncipe rojo- Soy Maximillien Seydoux, tu demonio...mi cielo- pero no podía creerle, esto era real y él estaba fuera de mi mente. ¿Era esto posible?
- Pero yo...yo estoy casada. Tyler está durmiendo, no debe verte- volví mi vista hacia la habitación matrimonial, viendo si mi esposo había despertado.
- Tendrás que elegir entre tus príncipes- dijo y su apariencia volvió a ser como una persona normal- Sabes que puedo satisfacer tus necesidades- me veía con ojos hambrientos y supe a qué se refería.
Tyler y yo no teníamos una vida sexual muy activa. Es que...no sé, él no parecía necesitarlo y de a poco fui adaptándome a eso; después de todo somos esposos y debíamos aceptarnos. Al principio me costó porque soy una mujer joven de veinticuatro años y lo necesitaba, yo estoy segura que mi amor por Tyler es más fuerte. Le prometí un para siempre y estaba decidida a dárselo.
- Sabes que lo necesitas- dijo rozando la piel desnuda de mi brazo con la yema de sus dedos, parecía quemarme y sentí placer por ello pero no iba a reconocerlo, esto era demasiado raro y respeto mi matrimonio.
- Yo amo a Tyler- dije y fui al dormitorio para recostarme junto a Tyler, me acomodé a su lado sintiendo como su cuerpo se amoldaba al mío. Conseguí dormir aunque sea unos minutos.
- Despierta, princesa- sentí un susurro y me faltaba la silueta de mi esposo detrás mio- Vamos, dame el lujo de ver tu mirada- abrí mis ojos lentamente y giré en dirección a la voz extraña.
- Tu...¿Dónde está mi esposo?- me senté rapidamente, casi al borde del paro cardíaco.
-¿Hablas de él?- dijo señalando el suelo,me asomé al borde de la cama y vi el cuerpo sin vida de Tyler junto a la persona extraña, que me acababa de despertar, sentada en el diván de nuestra habitación.
-¿Qué le hiciste?¿Qué es lo que quieres?- dije mientras sentía mis lágrimas caer y el aire faltar a mis pulmones, me dirigía hacia aquel hombre.
- Verás, yo soy Cillian y te quiero a ti- se acercó tenebrosamente a mi y sólo sentí unas punzadas en mi cuello antes de desplomarme.
Dormí mucho, creo. En mis sueños, mi príncipe multicolor que parecía ser Tyler moría tristemente en mis manos tras luchar con el príncipe rojo, Maximillien. Después, todo eran ruidos e imágenes borrosas.
Desde que conocí a Tyler supe que era la clase de hombre que cualquier chica anhela. Era atento y dulce, inteligente y apuesto, tenía muchos proyectos y logró que yo quisiera formar parte de ellos casándome con él. Supo conquistarme con detalles y llenando mis días de color, él era el príncipe de mis sueños, el que reemplazó al amor platónico que tuve con Maximillien. Cuando era pequeña estaba enamorada del monocromático, él era alguien aventurero y hasta oscuro; cuando llegué a la adolescencia me di cuenta que me incitaba de manera diferente, que no era un simple amor platónico y tenía otro tipo de atracción. Allí descubrí que él era un demonio, que las cosas que sentía eran las que provocaba su poder maligno en mi... escapé de él, sabía que no era bueno para mi y desde ese momento no volví a verlo. Me resultaba extraño que apareciese justo hoy y luego ese tal Cillian que mató a mi esposo.
¿Qué tenía que ver Maximillien con esto? ¿Podía ser cierto que fuera una especie de complot? ¿Por qué me arrebatarían mi vida?
Volví a la conciencia, estaba en una habitación que no era la mía. Me encontraba en una cama, vestida con un pequeño vestido de encaje rojo que se amoldaba a mi perfectamente. No me sentía cómoda con esta "vestimenta", si puedo llamarla así porque lo que menos hacía era vestirme, con Tyler no acostumbraba usar esta clase de cosa...él decía que era bella sin necesidad de ponerme como prostituta.
-¿Qué hago aquí, Maximillien?- le dije al verlo junto a mi. Él se veía divertido.
- Estas en la casa de un amigo. Cillian quiere...- pausó y se carcajeó- Él va a enseñarte un poco- una sonrisa perversa salió de su boca y desapareció, sentí a alguien a mis espaldas y al girarme choqué con unos ojos verdes que casi logran que me infarte, tenía el torso descubierto por lo que su cuerpo tonificado hacía que se me erizara la piel.
- Soy Cillian, el amigo de Max,- dijo estrechándome la mano- y tendremos unas cuantas aventuras- sonrió y me tomó de la cintura, besó mi cuello y sentí a algo pincharme levemente- Por cierto, te ves preciosa así, levantarías hasta a los muertos- me ruboricé súbitamente y sentí que me desvanecía totalmente.
Luego de aquella presentación, recuerdo haber despertado en la cama con esposas en manos y pies, mi cuerpo dolía por dentro y fuera. Las cortinas mostraban una mañana otoñal quién sabe dónde, me sentí morir; perdí tanto en tan poco: desde mi vida hasta mi dignidad.
- Es hora que empieces a saber el juego, querida- dijo Max desde la puerta- estás aquí porque no aceptaste mi oferta de irte conmigo. Ahora estás con el sádico de Cillian y él te domará, créeme. Después de un tiempo te gustará y podremos estar juntos como lo deseabas antes- guiñó un ojo y salió del lugar.
- Veo que Max está disfrutando de esto- se acerca a mi y se sienta a mi lado- Mira, no tengo nada en contra tuyo y es más eres muy bonita...pero tratos son tratos y te quedarás aquí hasta hacer de ti una mujer como yo. Te haré a mi manera y sabrás responderme tal cual yo quiera...podríamos decir que serás mi sumisa. Seras mi juguete de temporada- besó mi cuello y comenzó a bajar- Veremos cuanto tardas en enamorarte de mi y cuanto tardo en aburrirme de ti- siguió bajando con sus besos, mientras yo intentaba reaccionar pero estaba totalmente congelada: mi cerebro no respondía. Las lágrimas corrían por mi rostro y Cillian susurró: "Disfrútalo nena".
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