No sé cómo justificarme. Es más, sería un insulto que intentara justificarme. La vi derramar lágrimas y no hice nada.
Aunque si les diré que las palabras que no dije me quemaron por dentro.
Ese día morí un poco. Ese día dejé de ser niño. Ignoré mis sentimientos y mi corazón, como castigo, se encogió un poco.
—Mírenla, está llorando —se burló Jessica de Suhaim entre risas. Ella y sus amigas.
Apreté mi puño. Era demasiado para mi. Me estaba comportando tan vil, tan cobarde... que poco a poco fui dejando morir mi inocencia.
Ling consoló a Suhail mientras yo daba pasos hacia atrás para alejarme.
Tenía muchos ojos sobre mi y, contrario a Suhail, no estaba acostumbrado a la presión pública y cedía facilmente a la presión de grupo.
Yo quería conservar a mis amigos. Yo quería ser genial.
Yo... tenía mucho que aprender sobre el amor, los amigos... y la vida.
Mientras me alejaba, Suhail, valiente, se limpió las lágrimas y se acercó a uno de los carteles:
—"Asqueroza" se escribe con S no con Z —dijo, mirando a Jessica.
¿Por qué tenía que empeorar todo y meterse con ella?
—A nadie le importa, fenómeno —le contestó Jessica, feliz de que yo no hiciera nada pese a que Suhail esperaba lo contrario.
Decepcioné a Suhail.
Me sentía como los mil demonios. Mis manos temblaban. Estaba molesto con Jessica pero, todavía peor, no era consciente de que me estaba convirtiendo en mi peor enemigo.
Hice las cosas mal y las seguiría haciendo mal.
Sam me alcanzó minutos después.
—Pensé que ayudarías a Suhail —dijo, confuso.
¿Por qué pensó eso?
Suhail y yo no somos amigos.
Suhail y yo... Es complicado.
Me gustaba estar con ella. Me preocupaba por ella. Y me gustaba pero... me avergonzaba de mis sentimientos.
Esa es la verdad.
No quería ser ridiculizado por mis sentimientos.
Le pedí a Sam que, sin preguntar por qué, me siguiera hasta la parte trasera del colegio.
Nos detuvimos en medio del espacio en el que el conserje acomoda los recipientes para la basura.
—¿Por qué es...
No dejé que Sam terminara su pregunta. Furioso, empecé a patear todo.
—¡MAX!
Sam me llamó un par de veces más pero lo ignoré. Él se veía asustado. No me importó. Necesitaba dejar salir mi ira...
No me calmé hasta sentir dolor en mis manos. Pateé y golpeé todo hasta el cansancio.
Estaba furioso conmigo y con Jessica.
—¡Pero me las va a pagar! —grité, colocando mis manos sobre mi cabeza.
Me odiaba. No quería pensar. No quería recordar a Suhail llorando.
—¿Que-quién? —preguntó Sam.
Él no podía dar crédito a verme tan furioso.
—Jessica —dije, frotando mis puños para calmar un poco el ardor—. Jessica y esas sanguijuelas a las que llama amigas.
—¿Que-qué vas a hacer?
—Ya verás, Sam. Ya verás...
Cuando regresamos a los corredores del colegio, me percaté de que los carteles con insultos hacia Suhail ya no estaban pegados en las paredes y tampoco habían fotocopias en el piso. Todos habían retomado su camino hacia los salones de clases.
Algún profesor intervino.
Intentando conservar la calma y busqué a Jessica y a su grupo de amigas. Las encontré chismoseando cerca de la puerta de Tercero.
—¡Oh, Max! —Ella me saludó efusiva—. ¿Leíste la entrevista que le hicieron a la mamá de Suhail? Hasta la llamó "Adorable error".
¡¿Qué hizo qué?!
—Dijo que ama a su hija, pero que habría hecho diferente todo —continuó Jessica. Sus amigas rieron. Yo las ignoré y le dirigí una sonrisa a Sylvi—. Es tu vecina, ¿nunca la viste comportarse raro?
—No —dije, aparentemente distraido—. Ahora, ¿qué te parece si todas entran a su salón y me dejan hablar a solas con Sylvi?
Les sonreí a las demás chicas.
Jessica se veía confusa. —¿Hablar a solas con Sylvi?
Puse cara de inocente. —Es tu mejor amiga, ¿no? Quiero que hablemos de tu cumpleaños.
—¡Oh, Max!
Creer que le iba a organizar algún tipo de reunión hizo a Jessica saltar y se apresuró a llevarse con ella al resto de sus amigas, dejándome a solas con Sylvi, quien todavía tenía una sonrisa en su cara porque acababa de guiñarle un ojo.
Esto iba a ser fácil.
—Con que quieres hablar del cumpleaños de Jessica —me susurró, coqueta.
Demasiado fácil.
—En realidad quiero hablar de todo menos de Jessica —respondí yo, rodeándola con mi brazo.
Sylvi se escandalizó un poco, o al menos fingió hacerlo, pero no se alejó.
Punto a mi favor.
—Max...
La vi sonrojarse.
Me acerqué a su oído y susurré: —¿O no quieres que salgamos?
No se sorprendan. Ya dije que era un idiota.
Sylvi sonrió tímida. Aunque era todo menos tímida.
—¿Y Jessica? —me preguntó en voz baja. Pero su tono no era de culpabilidad.. Ella quería hacer esto.
Miré hacia mi derecha e izquierda y dije:
—Pues yo no la veo por ningún lado.
Eso hizo reir a Sylvi y bastó para que se colgara de mi cuello. La besé. Y al mirar sobre su hombro busqué la mirada de Sam. Su cara era de decepción. Lo miré fingiendo no comprender.
Me despedí de Sylvi intercambiando nuestros números de teléfono y regresé al lado de Sam. Él me exigió una explicación.
—¿Qué se supone que estás haciendo?
Puse cara de indiferencia. —Ya les había dicho a ti, a Eric y al idiota de Edgar que me gusta más Sylvi.
—Pero a mi me dijiste que...
Lo detuve antes de que mencionara a Suhail.
—Yo no puedo estar con ella, Sam.
—¿Por qué?
Pensé en mis razones.
—Está loca. Llama la atención de forma equivocada... Ella es... complicada. ¡Es Suhail!
—Es linda.
—De belleza rara —admití, riendo un poco—. Su cara. Su cabello...
—Es diferente.
—Es extraña —dije, molesto.
—Dilo —dijo Sam.
—¿Que diga qué?
—Que te parece fea.
Sentí como si algo me quemara por dentro.
—Sam...
—Di que te avergonzaría decir que la quieres por miedo a lo que digan —continuó—. Admite que no soportarías que se rían de ti.
No, no lo soportaría.
—¿Tú si, Sam? ¿Tú lo soportarías?
Sam hizo que nos detuviéramos y se volvió para mirarme de frente:
—¿Tú crees que no me doy cuenta que Ling me huye porque estoy gordo?
Ouch.
Miré al gordo intentando no verlo tan gordo. Está bien, yo también hacía bromas sobre su peso. Me arrepentí al instante.
—Sam...
—Compuse una canción para Ling —me contó, agregando que tenía que guardar el secreto.
Me sorprendí. —¿Una canción? ¿En serio?
Sam asintió. Se veía triste.
—Pero ella no la va a escuchar porque prefiere verme como lo que cree que soy... que escucharme con su corazón.
La puta madre, el gordo me había salido poeta.
Pasé mis manos sobre mi cara pensando qué decirle. Yo no sabía consolar.
Sam dijo que no era necesario decir nada.
—Ya has defendido a Suhail, Max —me recordó.
Solté una risa seca. Lo que me faltaba.
—¿Por qué de pronto todos me quieren recordar las estupideces que hice de niño?
Sam negó con la cabeza y empezó a caminar más rápido.
—¿A dónde vas?
—Tengo que ir por unos horarios —se despidió.
Pero cuando ya estaba un poco lejos, miró sobre su hombro, como si recordara tener que decirme algo.
—¡Ah, y tú le haces a Suhail lo mismo que Ling a mi! —me recrimó.
Hice una mueca. —¡Suhail no me quiere a mi, quiere a Edgar! —le recordé—. ¡Y ya vete o llegarás tarde!
Al terminar de gritar eso escuché murmullos. Me volví para ver. Se trataba de unas alumnas de tercero que de inmediato fingieron no escucharme.
Maldición.
Les lancé una mirada de impaciencia y se alejaron. Pero no se callarían. Yo sabía que no se callarían.
----------
¡Eso sigue cuesta arriba! :O Gracias por votar ♥
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro