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155. Max

Era uno de esos días en los que si ves un oso de peluche lo coges para golpearlo y sacarle todo el relleno que tiene dentro.

Estaba en el bar del hotel acompañado únicamente por Eric, ambos sentados en una mesa ubicada en una área exclusiva. No quise que nadie nos molestara y son cosas que se permite alguien que tiene dinero... y alguien que posiblemente quiera llorar.

—Te odio —dije a Eric—. Me odio... Odio a todo el mundo. Ojalá el apocalipsis fuera mañana.

Eric intentaba animarme. —Mira...

—Te juro que si dices "No estés triste o Debes superarlo", te voy a matar. Déjame hundirme en mi mierda un rato. No juegues al maldito optimista conmigo.

—No iba a decir eso —Se defendió él.

—Sólo de imaginar que... —Cerré mis ojos sintiendo mi alma doler.

—¿Están follando?

—Iba a decir "Están hablando sobre el bebé", pero gracias por esa imagen tan gráfica.

—Max...

—¡Me encanta imaginar a Suhail follando con otros! ¡Gracias, Eric, en serio gracias!

Eric pateó por debajo de la mesa mi pierna y hasta se dobló portanto reír. —Pero piensa en que debe estar pensando "Oh, Max la tiene más grande que Finley."

—Mucho mejor —recalqué, dejándome caer en mi asiento. Me sentía emocionalmente cansado. El desgaste que deja un concierto era mínimo comparado a sufrir por Suhail.

—Aún no comprendo por qué los vas a ayudar —me echó en cara Eric. En el fondo sonaba The times they are a changin de Bob Dylan como respuesta a mi dolor.

—He pasado la mitad de mi vida jodiendo la vida de Suhail —expliqué, sintiéndome culpable—. Por lo menos quiero hacer bien esto. Ella hubiera encontrado el amor hace mucho de no entrometerme. Le debo mucho. Además, no soy tan imbécil como para meterme con un bebé.

Eric se percató de que nuestros vasos estaban vacíos y llamó al mesero.

—¿Mas jugo, señor? —preguntó este.

—Por favor.

—Y lo peor es que, por estar tú en rehabilitación, no podemos embriagarnos —bufé, saboreando en mi boca el saludable sabor a naranja.

—En serio lo lamento.

—Está bien —Le resté importancia—. Mesero, tráigame todo el maldito árbol de naranja —lloré al otro—. Esta noche necesito mucho zumo.

—En realidad si suena estúpido —rió Eric, avergonzado.

—Mucho, maldición.

—Mesero, al menos mezcle con agua gasificada el jugo —pidió en respuesta.

—Como gusten, señor.

—¿Tú por qué estás mal? —le pregunté a Eric al verlo mirar con un aire nostálgico su vaso vacío—. Luces mal.

—Cosas.

¿Cosas?

Había algo en la actitud de Eric que no me terminaba de cuadrar. E intenté hacerle confesar, más sólo divagó sin decir nada en concreto. Lo haría cuando estuviese listo.

—¿Y qué te pidió Finley cantar? —preguntó, cambiando de tema y haciéndome recordar mi conversación a solas con Finley.

"Te prometo que si la dejo ser ella misma. Le diré que si no quiere comer carne por mí está bien. No pienses que no quiero tener una buena relación con ustedes. Su familia."

—Una cursilería llamada Truly, Madly, Deeply.

—Ya estoy vomitando.

¿Por qué no me extrañó que algo así viniera de Finley?

—En defensa de Savage Garden diré que últimamente escribo cosas más cursis.

—Pero no dices Baby tantas veces o sale un unicornio de tu trasero.

—Yo le hubiera pedido matrimonio con una canción de Marilyn Manson —expuse, agregando detalles sobre cómo luciría el escenario—: Sangre. Muerte. Tripas.

—Y te vestirías como él —agregó Eric, siguiendo mi juego.

Eso me gustó de hablar con él en ése momento. No necesitaba el consuelo espiritual de Sam. No todavía. De momento sólo precisaba de alguien que me escuchara maldecir y renegar.

—Exacto —aplaudí—. Imagíname cantando Sweet dreams sosteniendo el anillo de compromiso con mi lengua. Así lo hubiera hecho Max Solatano.

Los dos reímos y Eric buscó en su teléfono Sweet dreams, en la versión de Marilyn Manson. Pensé en Suhail al escuchar cada nota. Siempre pensaba en Suhail sin importar qué canción fuera. Encontraba la manera de que todas me hagan recordarla a ella. Aún me pasa eso.

—En realidad lo hubieras hecho más cursi que Finley —zanjó Eric, haciéndome reír.

—Sí, mucho más —estuve de acuerdo y brindamos una vez el mesero lleno nuestros vasos. Necesitaba mucho zumo y vitamina C.

—¿No te dejó proponer una canción?

—Fui yo el que no quiso proponer una —aclaré, dejando claro que tal cosa me parecía ridícula—. Es mejor que él elija. Es su momento, ¿no?

—¿Y qué dijo el gordo?

—¿Qué más iba a decir? Que estoy loco...

—Estoy de acuerdo. Al menos canta Ingrata de Café Tacvba al termina Truly, Madly, Deeply.

Volvimos a reír y para hundirme más en mi dolor esta vez Eric buscó la canción que pidió Finley.

Truly, Madly, Deeply —resopló, aún si poder creerlo—. ¿Puedo suicidarme a la mitad del coro?

—¿Por qué siempre quieres dar un toque dramático a todo? —me quejé, pidiendo bajar volumen a la canción. Me bastaba imaginarla—. Y aparta esa sonrisita de tu rostro porque tú y el gordo me harán coro.

—¡¿Qué?!

—Me. Harán. Coro.

...

Tuvimos un par de días tranquilos antes de las fechas acordadas para dar concierto. Con los chicos y Ling salimos a conocer la ciudad por la mañana y por las tardes ensayábamos. Las noches eran caso aparte. No podía dormir por pensar en ella y tampoco quería hacerlo, porque dormir era arrebatarme su recuerdo aunque este doliera.

En uno de los ensayos, durante la prueba de sonido, el asistente de audio me pidió confirmar si aún haría "lo de los globos". El resto del equipo: músicos, coristas, escenógrafos y demás, todos, de igual forma se mostraban a la expectativa. No había pasado desapercibido mi intento de querer impresionar a una chica.

—Se trata de mi hermanastra —aclaré, desilucionándoles—. Los globos los pidió su novio. Él... le pedirá matrimonio.

—No te escuchas tan feliz diciendo eso —me cuestionó alguien. Maldición.

—No es fácil perder a una hermana... supongo.

Únicamente Sam, Eric y Ling sabían la verdad y preferí seguir así. ¿De qué me hubiera servido que todo el equipo estuviera al tanto de cuánto iba a dolerme cantar Truly, Madly, Deeply a Suhail?

—Dijiste que la canción sería Classic —me recordó el encargado de audio desde la consola principal. Él tenía su propio micrófono.

Yo me encontraba de pie sobre el escenario con Eric, Sam y otros chicos que nos acompañan con cableado y demás instrumentos. Estábamos por finalizar ese ensayo. Sólo faltaba tocar Classic.

—La canción ya no será Classic —aclaré, escuchando al momento los lamentos de todos—. La cambiamos por Truly, Madly, Deeply.

—No me jodas.

Reí un poco y asentí. En verdad iba a ser un dolor de huevos tocar y cantar eso.

El lugar tenía forma de anfiteatro, por lo que habían miles de asientos a mi alredor. Asientos aún vacíos. Todavía no me llegaba la energía de miles de voces gritando mi nombre, sin embargo, mi sola voz haciendo eco en el vacío al susurrar Classic, también conseguía afectarme.

—Tocaremos Classic sólo esta vez —informé a todos y el encargado de audio aplaudió. No me atreví a volverme para mirar a Sam y a Eric, que seguramente no darían crédito a mi nivel de masoquismo. Lo único que hice fue caminar unos pasos más hacia adelante y canté—: Got to write a classic —Lo hice incluso antes de que los chicos estuvieran listos para tocar—. Got to write it in an attic.

Simplemente necesitaba escuchar mi voz en eco diciendo eso.

Baby, I'm an addict now —continué—. An addict for your love.

Un instante después de cantar Love mi cuerpo trepitó un poco, pidiendo oxigeno. De pronto me encontré respirando fuerte.

—¿Max, estás bien? —me preguntó con preocupación Sam y lo sentí acercarse mientras yo abría mis ojos para mirar una vez más los asientos vacíos. En el lugar cabían miles de personas, pero en ése momento estaba vacío...

Tan vacío como me sentía yo por todavía no poder asimilar que todo dejaba de tener sentido.


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Sigue la petición de matrimonio. Pregunta: ¿No sintieron demasiado tranquilo el reencuentro de Max & Suhail? Me extrañó que no lo dijeran. Sugiero esperar con cautela el siguiente capítulo, el cual desbordará muchas emociones.

P.D. En esta imagen se puede ver cómo luce el grupo. Buscar: Tatiana M. Alonzo - Libros y dar clic en Unirse

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