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132. Suhail


El diagnóstico de Sam fue traumatismo craneoencefálico y desde el primer día recibió tratamiento de estimulación cognitiva, fisioterapia y algunos fármacos que dejó de forma gradual. Su recuperación tardó años y cambió su vida para siempre, pero vamos, es Sam y todo el tiempo contó con Ling, con Max y conmigo.

Los primeros días Sam no habló con fluidez, pasaba gran parte del día somnoliento y paulatinamente tuvo que ordenar sus periodos de sueño. Se sintió desorientado, no recordaba mucho del día del accidente o del periodo que estuvo en coma. Así pasó tres meses  en una clínica de rehabilitación y tras por fin ser dado de alta le autorizaron continuar su recuperación en casa bajo la supervisión de sus familiares.

—¡Él no puede comer eso! —regañé a Max al verlo entrar de contrabando a la casa de Sam una cubeta de KFC y Cheetos. Todo escondido en la parte baja de su silla de ruedas. 

—¡Está en los huesos! —se quejó,, acomodando mejor todo.

Yo venía desde la universidad y Ling, para facilitar mi ruta, pasó a traer a Max a nuestra casa, pues quedamos de juntarnos en casa de Sam para celebrar que llevaba cinco meses despierto.

Su mamá y su hermana nos recibieron y, como ya era costumbre durante nuestras visitas, nos enviaron a su jardín trasero. Ahí se mantenía Sam intentando resolver cubos de rubik, jugando ajedrez, armando rompecabezas y leyendo. Todo por recomendación de su médico y fisioterapeuta.

La primera en saludar a Sam fue Ling y lo hizo dándole un beso en los labios, llevaban tres meses saliendo. Sam no tuvo que hacer nada, fue Ling la que le pidió estar con él.

La segunda en saludar fui yo, aunque no tardé mucho cerca de Sam porque seguía Max y él, al ver a su amigo, se aferraba a él como garrapata.

—¡Lo acaparas todo! —lo regañó Ling. Max prácticamente estaba sobre las piernas de Sam y no parecía querer levantarse pronto. 

—Yo lo conocí primero —se defendió él—Es mi gordo.

Sam nos dedicó a todos una sonrisa media. Cabe aclarar que esa es la única forma de sonreír de Sam en la actualidad, pues el accidente le dejó una lesión del nervio facial y tiene inmovilidad en la cuarta parte de su cara.

—Admítele, gordo, te ves con más personalidad —lo animó Max, apretujando sus mejillas.

—¿Tú crees? ¿No me veo raro?

—Te ves muy guapo —enfatizó Ling, plantándole otro beso en lo que Max se aferraba al cuello de Sam para que Ling no se acercara tanto.

—Raro te verías si te faltara una de tus extremidades —señaló, recibiendo un codazo mío.

—Tú no eres raro... —lo regañé y Sam estuvo de acuerdo conmigo.

—Puedes usar una pata de palo al estilo pirata. Te verías genial —sugirió.

—Esa es la actitud que necesito, gordo —dijo Max y le plantó otro beso tronador a Sam en su mejilla.

—Antes no me besabas —le recordó Sam, ligeramente abochornado.

Antes, tú lo dijiste...Cuando se marchen Ling y Suhail te doy otro beso, pero en la boca.

—Eso se oyó raro —gruñó Ling y yo asentí. 

Max me guiñó un ojo. 

—Sigo sin creer que ustedes dos estén saliendo —dijo Sam, mirándonos. Él todavía no se acostumbraba al extraño arreglo nuestro.

—"Saliendo" no de forma literal, pero sí... —dijo Max.

—Y es necesario agregar que últimamente te besa más a ti que a mí —añadí.

—¡Oh, mi goshdito! —suspiró Max con exageración y le plantó otro beso a Sam. Esta vez en la frente.

Me sentí feliz de que recuperar a Sam animara a Max. Ni siquiera lo tenía que forzar a visitar a su amigo, Max, por si mismo, se animaba a salir más de casa. 

—Aunque ya no es gordito —dije, retomando la conversación y mirando curiosa lo holgadas que le quedaban a Sam las camisetas.

—Y hoy mismo solucionaré eso —dijo Max, sacando de la parte baja de su silla la cubeta de KFC y los Cheetos.

Eché un vistazo a la ventana trasera de la casa, pero no había nadie. Afortunadamente la mamá de Sam y la hermana estaban lejos, de lo contrario nos hubieran echado. ¡Sam no podía comer comida chatarra!

—¡Mis favoritos! —saltó, mostrándonos otra vez su sonrisa media.

Al menos se veía feliz. Max prosiguió a meter dentro de su boca una alita de pollo. 

 —Hay mucho por recuperar, gordo. Aquí —dijo, apretujando el abdomen de su amigo—. Aquí por ejemplo habían cinco tripas colgando, no dos. Quiero de vuelta a mi Michelin.

—Max... —empecé.

—¿Qué? Es mi Ballena bebé, no jirafita.

Y aunque Ling y yo le dirigimos más miradas de regaño a Max, nos relajó ver y escuchar a Sam riendo. Le hacía bien pasar el rato con el cabeza dura de Max Solatano. 

—¡Anda, gordo —continuó—, cómete todo ese pollo que luego siguen los Cheetos y dos bolsas de M&M's!

Intenté coger para mí una pierna de pollo, pero Max palmeó mi mano. —Son del gordo.

—Que ya no es gordo —le recordé.

—Por eso mismo se lo tiene que comer todo él solo.

—A tu novia no vas a decirle que no.

Tras decir eso, me lancé sobre Max de tal forma que los dos terminamos en el piso, en medio de muchas piezas de pollo.

—¡A tu novia no vas a decirle que no! —insistí, besándolo y los dos reímos. 

Al mismo tiempo, aprovechando que lo tenía entretenido con mis labios, le saqué del bolsillo las bolsas de M&M's y me quedé una yo y le di la otra Ling. Max y Sam, en venganza, se comieron ellos dos solos el resto de piezas de pollo y los Cheetos. 

—Juguemos Verdad o Reto —propuso Ling después de un rato. 

—Bien ¿Verdad o reto? —empezó Max, mirándola. Los cuatro estábamos sentados alrededor de una mesa de jardín. Era una tarde otoñal agradable. 

—Verdad —dijo ella, levantado con honor su barbilla.

—¿Amas a Sam?

¿Pregunta incómoda?

—Mucho —dijo ella, mirando con ternura a quien hoy es su esposo—. Tuve que perderlo un rato para darme cuenta de cuánto lo necesito conmigo.

Después decir eso ella y Sam se besaron. No me quedó duda de que estarían el resto de su vida juntos. 

—Mi turno—dijo Ling, mirándome a mí—. ¿Verdad o reto?

—Verdad —dije, tras pensarlo unos segundos. Sé buena, Ling.

—¿Max es bueno en la cama?

Mi boca cayó hasta el piso, soltando a través de mis dientes unos cuantos dulces M&M's. No podía creer que Ling me estuviera preguntando eso frente a los chicos.

—Buenísimo —respondió Max por mí.

—Le pregunté a Suhail —lo regañó Ling.

—Li priginti i sihiil.

Sonreí con picardía y asentí. —Como una vez dijo él mismo: Esa parte de su cuerpo le sigue funcionando bien.

—¿Lo hacen en una sola posición? —continúo Ling—. Mi pregunta va encaminada hacia saber si se les dificulta... ya saben, por lo de la pierna.

—Sólo tenías derecho a una pregunta —le recordé, mirando con bochorno de ella a Max.

—Anda, contéstale —me alentó Max, conservando su semblante orgulloso. 

—Somos bastante creativos y... dígamos que Max está recuperando su fuerza.

—Fuerza de Hulk —enfatizó él—. Últimamente Suhail grita tanto que tenemos que poner música de Kiss para que Miranda y Bill no nos escuchen.

—¡Tampoco quieren detalles! —lo regañé, sintiendo quemar mis orejas y mi cuello.

Sam tragó saliva. —No puedo creer que hagan cositas después de que peleaban tanto.

—He ahí la magia —respondió Max por ambos—. Había tensión sexual acumulada y hay que liberarla.

—Mi turno —dije, interrumpiendo tan incómoda conversación y miré a Sam—. ¿Verdad o reto?

—Verdad.

—¿Tienes resentimientos contra Max debido a lo que pasaste? —pregunté de forma directa, para sorpresa de Max.

Ling, Sam y yo lo teníamos planeado. Empezamos a jugar "Verdad o reto" para que así se diera la oportunidad de que Sam respondiera a eso y liberara a Max de culpas y carga emocional. 

—No —dijo Sam sin dudarlo y miró de forma amistosa a Max—. No es como si él hubiera deseado que yo pasara por eso... y nuestra amistad de años pesa más que nada. Pesa los kilos que yo ya no tengo. 

Max jadeó un poco e hizo un gesto que lo hizo mover su mandíbula. Pensé que iba a llorar, pero aguantó las ganas y simplemente sonrió. En el fondo supe que lo habíamos logrado, lo liberamos de la culpa.

—Bueno... basta de tonterías —dijo, desviando así su momento incómodo—. Me toca y elijo reto.

Sam y él se miraron de forma divertida. —No vas a hacerlo —le dijo Sam.

Max levantó mucho sus cejas. —Rétame.

Ling y yo nos miramos preguntándonos de qué hablaban ambos.

Sam cogió un poco de aire y habló. —Reto a Max a comerse una buena ración de Cheetos que yo mastique. 

—¿Qué? —solté, asqueada y Ling también les miró con repugnancia.

Sam y Max rieron sin importarles nuestras caras. Lo que siguió a continuación es uno de los momentos más asqueroso que he vivido en mi vida. Sam cogió una gran cantidad de Cheetos directo de la bolsa,  se la metió a la boca, masticó cuatro veces y prosiguió a sacarla con sus dedos ya anaranjados para después meterla dentro de la boca de Max, que la recibió gustoso. Divino, Jesús.

Yo no podía cerrar mi boca al ver a Max masticar y saborear lo que salió de la boca de Sam. Pero no terminaron ahí, tras masticar Max tres veces el puñado de Cheetos, sacó la mitad de su propia boca y se la pasó de vuelta a Sam. Ling y yo empezamos a regurgitar los M&M's mientras los otros dos reían de lo lindo.

¡Pero ahí no terminó todo!

Sam y Max se miraron y dijeron el uno al otro: —¿Estás pensando lo mismo que yo?

No acababan de terminar de decir eso cuando se lanzaron sobre nosotras y nos besaron. ¡Nos besaron!


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JAJAJAJAJAJAJAJA A los miembros del grupo de Facebook les dije que iban a necesitar contener su estómago en este capítulo ♥ :p

Dato curioso: Este momento está basado en una experiencia que yo viví.

¡Gracias por estar votando todos los capítulos! Valoro mucho el apoyo a esta novela :)

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