Capitulo 9
Maratón 1/3
—Ayer Chae compro un conejo, me recordó a ti... —dijo Yoongi en voz baja admirando como Jimin tenía sus ojos cerrados, respiraba tranquilamente y como disfrutaba de sus caricias.
Los dos chicos se encontraban sentados en el sillón del salón viendo caricaturas en la televisión, aunque en verdad no le prestaban atención, solo hablaban de lo que les viniese en mente. Jimin entre las piernas de Yoongi, recargándose en su pecho y el mayor aprovechando a acariciar el cabello de Jimin haciendo que este se tranquilizara hasta el punto de obtener sueño.
Había ya pasado una semana desde que Yoongi había salido con Jimin. Había conocido muchas maneras de evitar que la madre de Jimin se diera cuenta del contacto que su hijo tenía con él. Sabía exactamente a qué hora llegar y a qué hora irse de la casa de Jimin para no ser descubiertos.
Y es que Yoongi estaba impresionado de lo accesible que era Jimin, de lo sumiso que el chico era y eso le fascinaba. Ya que si por el fuera ya se hubiera acostado con Jimin, porque era capaz si él le manipulaba y decía cosas lindas al oído –aunque ya lo hiciera- pero él quería más tiempo, quería enamorarlo perdidamente para luego disfrutar de su dolor al dejarle solo y devastado así alimentando su excesivo ego.
Jimin se removio y sento para ver a Yoongi a los ojos con curiosidad—¿Por qué un conejo te recordaría a mi, Hyung? —Yoongi sonrio y tomo la mano de Jimin y la empezo a acariciar lentamente. El castaño de inmediato sintió su cuerpo temblar ya que aun no se acostumbraba a el trato que Yoongi le proporcionaba.
Aun recordaba cuando le había preguntado a Yoongi el porque era así con él, porque le tomaba de las manos, porque acariciaba su cabello y siempre se apegaba mucho a él. En Inglaterra hacen esto, cosas de amigos Jiminie, se defendió el pálido.
—Porque es pequeño, suave, sus mejillas son regordetas y tiernas, son sumisos y adictivamente peligrosos... como tu Jimin, ¿Puedo llamarte conejito? —pregunto el pálido con una sonrisa ladina y mostrando sus encías, mientras su mano era posada en la barbilla de su menor.
—Conejito s-suena ti-tierno.
—Eso quería escuchar. —Yoongi revolvió su cabello y se levantó, tomo su chaqueta del sofá y la coloco en su hombro, Jimin solo le miro confundido—Ya no hay más soda, iré al supermercado a comprar ¿Quieres algo? —su compañero negó y bajo la mirada tímido mientras se acurrucaba entre las sabanas que se encontraban en el suelo.
Así el pálido salió de la gran casa con billetera en mano, tomo un cigarrillo de su chaqueta y le prendió en el camino hacia el supermercado pensando -como siempre- en la persona que en esa semana no dejaba de inundar su cabeza: Park Jimin.
El castaño le estaba volviendo loco. Yoongi no entendía cómo podía ser tan perfecto, tan ingenuo y tan peligrosamente engañoso. El pálido tenía tantas ganas de besarlo, tocarlo y escuchar su voz suplicante pidiendo más y más. Necesitaba tenerlo bajo sus brazos gimiendo su nombre y perdiéndose en el completo placer brindado únicamente por él. Ver sus labios rojos e hinchados, su frente sudorosa y escuchar sus dulces gemidos...
Contrólate, Yoongi.
El pálido tiro el cigarrillo y lo aplasto con la suela de su zapato antes de entrar al supermercado y tomar una canasta para colocar su compra. Yoongi visualizo un pasillo lleno de golosinas al lado el de las sodas, mordió su labio abultándolo mientras pensaba hasta que se decidió en comprarle algunos chocolates a Jimin.
El pálido admiro la variedad de chocolates en el lugar, no sabía en cual comprarle así que se decidió por uno de cada uno, haciendo que más de veinte chocolates agregara a su canasta de compra, imaginando lo feliz que se vería su pequeño al ver tal cantidad de sus dulces favoritos.
—Esto le encantara a Jimin... —murmuro terminando de agregar las barras a su canasta.
—¿Min? —Yoongi volteo al escuchar su apellido en una voz algo conocida, al instante su sonrisa se borró al ver de quien provenía aquella voz.
—Soy Yoongi, ¿Profesor...?
—Siwon. Parece que no le agrada el hecho de verme ¿No es así? —dijo con burla empezando a escoger diversos chocolates de la estantería donde Yoongi antes se encontraba.
—Digo lo mismo, profesor. —miro como Won escogía con cuidado las barras y los tipos de chocolate cosa que a Yoongi le coloco curioso—¿Qué hace aquí?
—Compro chocolates, ¿Acaso estas ciego? Son para Jimin, le prometí comprarle. Estos son sus favoritos. —dijo con una enorme sonrisa alzando el chocolate y luego colocandolo en su canasta de compra—¿Acaso tu igual le llevas?, te diré algo Mi. Si intentas comprar a mi Jiminie con chocolates solo te aviso de que no lo estás haciendo muy bien que digamos. —Yoongi frunció el ceño al escuchar cómo había remarcado la palabra ''Mi'' en su frase.
—¿Por qué lo dices? —escupió con furia, Won le colmaba la paciencia.
—Jimin odia los chocolates con condimentos, el solo come el chocolate puro. Además de que ahí llevas chocolates con cacahuate, Jimin es alérgico a eso. Suerte con ello Romeo. —dijo Won con burla y odio mezclados en sus palabras haciendo a Yoongi arder de la rabia.
El pálido se rindió y dejo la canasta llena del dulce con enojo. En un movimiento hizo su cabello hacia atrás y con grandes zancadas tomo las sodas lo más rápido posible y las pago. En ese momento sintió la necesidad de llegar con Jimin y sentir que era suyo, aunque lamentablemente aún no fuera así.
Aun sentía la rabia correr por sus venas, solo se preguntaba cómo es que Siwon podía burlarse de el, de Min Yoongi. No entendía como es que se atrevía a interponerse en sus planes, ya que desde aquel día en que Won se dio cuentas de las intenciones de Yoongi hacia Jimin él se había encargado de arruinar sus planes diarios, era como si fuera una cámara humana, vigilando cada paso del menor e interponiéndose en sus momentos a solas. Solo agradecía que los días Jueves Jimin no tenía clases con el, así que tenía la oportunidad de pasar toda la mañana con el sin problema alguno. Aun así dejando a un lado los demás maestros que llegaban a darle clases al transcurso del día.
Cada vez todo se volvía más difícil, ahora teniendo que librarse de un obstáculo más: Siwon, el profesor de Jimin. El cual posiblemente este igualmente detrás del pequeño Park; eso pensaba Yoongi.
Pero él le demostraría lo que podía hacer cuando se proponía algo, no sabía que el con solo el hecho de chasquear sus dedos podía deshacerse de las personas que quiera sin importar que ya que el dinero lo manejaba todo y ese recurso era algo que tenia de sobra.
Lamentablemente no podía actuar ilegalmente hacia Jimin, no podía tenerlo a la fuerza ni hacerle daño, eso podría significar excusa para meterle a la cárcel por el delito de acciones contra un menor de edad y Yoongi no quería ningún documento en su contra. Por eso necesitaba ganar a Jimin, y disfrutar poco a poco de su nuevo juguete.
—Conejito, he venido... —canturreo Yoongi dejando las sodas en la mesa mientras buscaba a Jimin con la mirada, sonrió ladino al ver al castaño completamente dormido en el suelo enrollado en las mantas blancas aun con la televisión encendía y una caricatura reproduciéndose en ella.
El pálido miro la hora y bufo cansado, al notar que solo faltaban unas tres horas para que los padres del joven llegaran. Así que tomo su cuerpo y lo cargo en forma de recién casados para subirlo a su habitación tratando de no despertarle y no ser brusco en sus movimientos.
Yoongi observo por unos minutos a Jimin dormido, admiraba como sus abultados labios se abrían para soltar quejidos y jadeos involuntarios, como restregaba sus ojos con sus manos y se removí incómodo con expresiones realmente tiernas a los ojos del pálido.
Yoongi quito la manta de encima de Jimin la cual cubría los ahora notables muslos del chico que fueron expuestos gracias a su short de pijama la cual se había enrollado por los movimientos de Jimin. El pálido miro el rostro del menor y poso su mano en uno de los grandes muslos del menor.
Nadie se dará cuenta de esto, pensó.
Sus manos se deslizaron por la piel del castaño, trazando cosas indiferentes en ella y disfrutando de la suavidad y de la grandeza de su piel. Empezando a perder el control, necesitando tocar más e imaginándose lo que pasaría si Jimin se levantara y correspondiera, aunque lamentablemente eso nunca llegara ocurrir.
—Mgh... —Jimin soltó un jadeo y se removió bruscamente cambiando de posición haciendo que Yoongi apartara sus manos rápidamente para no ser descubierto si este se levantaba.
—Mierda. —gruño levantándose de la cama de Jimin y volviendo a taparle para así salir con rapidez de su habitación. Empezó a limpiar todo el desastre del salón y tomar sus cosas, apurando el paso por si los padres de Jimin llegaban antes de lo normal, evitando los pensamientos impuros y las ganas de regresar a la habitación de Jimin para perder el control y hacerle lo que siempre ha querido desde el día que le vio.
Yoongi empezó a sentir que debía a parar el paso, se dio cuenta que Jimin era un chico realmente adictivo, como un imán que te atrae hasta estar perdidamente obsesionado y condenado a él. Necesitaba poseerlo y corromperlo lo más rápido posible, como si su cuerpo lo necesitara para poder sobrevivir.
Yoongi se dio cuenta de que Jimin seria en trofeo más costoso y valioso de todos, y que como gran competidor, haría todo lo posible para ganarlo. Lo haría suyo, no lo compartiría con nadie más, no dejaría que nadie le tocase o insinuase. Le demostraría a todo el mundo que Park Jimin es de su propiedad, incluyendo a su hermana.
Avecés las personas quieren algo para sí mismas, que les pertenezca, no quiere que más nadie lo tenga y lo defiende de la forma que sea, quiere estar todo el tiempo con eso que le obsesiona y cuidarla por sobre todas las cosas, siempre te está vigilando, viendo detalladamente que haces y que no haces, piensa que eres de su total propiedad, que no puedes hacer más nada quiere que en todo lo incluyas a él y pienses en el siempre... definiéndose con una simple e imponente palabras: Posesividad.
Porque si, Yoongi se había vuelto completamente posesivo y obsesivo con un joven de 17 años llamado Park Jimin.
¿Me aman? :)
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