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Parte XXIV

Naruto puso la clave en la puerta y la abrió lentamente, escuchó un poco de movimiento en una de las habitaciones y sonrió. Cerró la puerta y lanzó su saco al sofa cuando pasó cerca de él.

Caminó relajado por el pasillo, sonriendo aún más al ver lo que parecía un mantel colgando en la cámara del pasillo. Mientras mas se acercaba, podía distinguir mejor lo que Hinata decía.

— Más le vale a ese idiota no haber puesto una aquí... Lo juro, lo mataré si me ha visto desnuda.. ¡Oh Dios! Más le vale que no lo haya hecho..

Naruto alzó una ceja y se apoyó en el marco de la puerta viéndola arriba de la cama y mirando al techo atentamente. Se cruzó de brazos y sonrió cuando ella apoyó las manos en sus redondeadas caderas.

—¿Qué es esto? ¿Estoy en una clase de programa de la vida? Menos mal que no me he masturbado.. ¿Te lo imaginas?

Él frunció el ceño, sin entender con quién hablaba ella. Pero, disfruto de la vista al ver su bonito trasero bien marcado por esa maya oscura. Podía ver un poco de la piel de su cintura gracias al sostén deportivo que lo dejaba al descubierto.

—¡Dios! Lo mataré si encuentro algo aquí..

— Que bueno que no he puesto nada, entonces —, comentó divertido.

Hinata pegó un chillido y se volteó rápido. Ella enredó sus tenis con las sábanas y terminó cayendo sobre la grande cama. Naruto la observó rebotar en el colchón una vez y luego ella lo observó. Su expresión asustada duró sólo un segundo, para luego mostrar una de enojo.

—¡Tú!— gritó mientras lo señalaba con un dedo—. ¿Dónde diablos has estado?

Naruto alzó una ceja y luego sonrió juguetón.

— Lo siento, cielo. También te he extrañado.

Hinata frunció el ceño mientras se movía y salía de la cama. Se paró en sus pies y caminó hacia él con determinación. Se detuvo cuando estuvo justo al frente, cruzándose de brazos y mirándolo como si pudiera matarlo con sus propias manos.

— Pues yo no—, dijo ella, el enojo goteando de cada letra—. Tengo algunas preguntas que debes contestar.

Naruto seguí con su sonrisa despreocupada y alzó las manos para mostrar las muñecas hacia la dirección de Hinata. Ella observó sus manos, y luego le dió una mirada a su rostro. Su expresión decía que no entendía una mierda.

—¿Por lo menos, me leerás mis derechos?— preguntó con algo de seriedad —. Juro que diré la verdad y sólo la verdad—, comentó solemnemente.

Hinata hizo una mueca, todo su rostro arrugado diciendo que creía que Naruto era un idiota. Él bajó la mirada para ver el escote que mostraba algo de piel tersa y blanca.

— También juro que no me resistiré—, dijo, para luego pasar la lengua por sus labios secos.

—¿Alguna vez hablas en serio?— preguntó molesta, dando una palmada a sus manos para que las bajará.

Naruto hizo un mohín y luego sonrió, estiró una mano rápido para apretar una de sus mejillas que se habían sonrojado. Agitó la carne y se rió cuando Hinata le dió otra palmada.

— Siempre hablo en serio, cielo.

— Pues no lo parece —, dijo apoyando una mano en la mejilla maltratada.

—¿Quiere acompañarme a hacer algo para almorzar o el interrogatorio será inmediato?— Naruto se dió media vuelta y comenzó a caminar hacia la cocina.

Escuchó los pasos de Hinata detrás de él y sonrió al levantar la mirada y ver una servilleta de tela sobre la pequeña cámara.

— Me gusta que le des tu toque a la casa—, se detuvo mirando al repasador color marrón —. Pero creo que sería mejor un color más vivo, ¿no crees?

— Naruto —, Hinata suspiró y lo quedó mirando con una mano apoyada en su cadera.

Él levantó las manos en símbolo de rendición.

— Es una opinión, cielo. Tú decoración, tus colores. No discutiré.

Él se movió a abrir el refrigerador mientras escondía su sonrisa al escucharla suspirar otra vez.

— Te lo juro, me volverás loca.

Naruto sacó la cabeza y la miró por arriba de la puerta blanca del refrigerador.

— Oh, cielo. No te preocupes. Disfrutarás del proceso—, él alzó las cejas y las bajo, una y otra vez, el mensaje sugerente.

Hinata soltó una risotada y él se sintió más relajado. Tomó una botella de cerveza y cerró la puerta. Apoyó el pico en el filo de la mesa y con un golpe seco la abrió. Tomó un largo sorbo mientras Hinata calmaba su risa, le gustaba verla reír. Sus ojos brillaban y su rostro se iluminaba. Tenía una risa algo bulliciosa, se dijo mientras la escuchaba.

Naruto se ahogó con la cerveza y escupió un poco cuando Hinata quiso tomar un respiro de su risa, le salió un ruido parecido a un cerdito.

Él apretó todo su rostro, intentado no reírse cuando vió que ella se tapaba la boca y lo observaba. Y de repente, él comenzó a reír, sin poder evitarlo y ella lo siguió.

—¡Mierda!— exclamo Naruto, agarrándose un costado del estómago cuando escuchó ese chillido de cerdito entre sus carcajadas, sin poder detener las explosiones de risa—. Oh, joder... No. Basta..

Él intentaba calmarse, pero ella seguía haciendo ese ruidito tierno y gracioso. Naruto no podía recordar cuando había sido la última vez que había reído así.

— Ya.. Ya está —, suspiró Hinata, también agarrando el costado de su estómago.

Ella uso su otra mano para limpiarse las lágrimas de risa y cuando levantó la cabeza, Naruto no pudo más que admirar su belleza. Hinata estaba roja, sus ojos parecían lunas brillantes y sus dientes se mostraban perfectos.

Esa. Esa era la expresión que siempre quería ver en ella.

— Bien—, dijo levantando la cerveza y apoyando el pico en su labio inferior —. Deberías traer un cartel en la frente que diga: ADVERTENCIA, NO HACER REÍR.

— Eres molesto—, se quejó ella, pero él pudo notar que había una pizca de broma trás eso.

Tomó su cerveza y se encogió un hombro.

— No eres la primera que me lo dice—, mostró una expresión orgullosa.

— No era un halago—, el rostro de Hinata estaba lleno de diversión.

— Otros podrían no decir lo mismo..

— Bueno, basta—, ella pareció recordar qué estaba enojada antes del ataque de risa—. Quiero mí teléfono de vuelta—, le exigió extendiendo la mano.

Naruto alzó una ceja y luego frunció el ceño.

—¿No tienes tu teléfono?

— No te hagas el inocente —, se volvió a quejar, está vez sin diversión —. ¿Me lo puedes devolver ya?

— No lo tengo—, Naruto hablaba en serio. Él creía que ella lo tenía ya, le pareció extraño que no se lo hubieran dado—. ¿Lo llevaste a la cena?— preguntó antes de tomar lo que quedaba de su cerveza.

Hinata frunció el ceño, y luego abrió sus ojos un poco más grandes.

— En realidad.. No, no lo llevé —, contestó algo confundida —. ¿Pero no me trajeron las cosas de la casa de Sasuke?

Naruto frunció el ceño, su humor se oscureció de repente.

— No volverás a esa casa—, él sacó su teléfono y mandó un mensaje rápido a uno de su seguridad —. Le pediré a alguien que lo busque. Creí que ya lo tenías.

Hinata se mantuvo en silencio y él sólo levantó la mirada cuando su hombre, de manera inmediata, le dijo que lo haría.

— Irán a buscarlo ahora. Lo siento Hinata, no me di cuenta de eso.

Ella asintió lentamente y luego se apoyó en la mesada central, ocultando la mitad de su cuerpo allí. Apoyó los antebrazos en la superficie blanca y se inclinó hacia adelante. Naruto miró los globos de sus senos apretándose y mostrando un poco más de carne.

Bueno, él estaba un poco cachondo, probablemente pensó cuando su estómago hormigueo con un poco de excitación. Necesitaba follar con alguna mujer, no quería arruinar lo que parecía ser la confianza que Hinata tenía con él. Dejó la botella vacía y abrió de nuevo el refri buscando una más.

— ¿Por qué hay cámaras? ¿Y por qué no puedo abrir la puerta de salida?— preguntó Hinata, al parecer sin notar el pequeño nerviosismo de Naruto y señalando hacia atrás con su pulgar.

Naruto volvió a abrir su botella y sonrió, una expresión que era una mala imitación de que era su culpa.

— Las cámaras son por seguridad. Y la puerta... Bueno, ese fue mí error—. Hinata contestó frunciendo el ceño, Naruto bebió un poco y luego hizo otra mueca —. ¿Puede que me haya olvidado de decir que podías salir cuando quisieras?

Hinata se alzó y lo observó ofendida

—¿Qué? ¿Soy prisionera?

— No, no cielo—, se apresuró a aclarar—. Creí que volvería más rápido de mí viaje y no di otras indicaciones. Además que no parecías con ganas de salir, entonces no dije nada al respecto—, él volvió a encoger un hombro.

—¿Me estuvieron vigilando?— preguntó estupefacta.

— Cuidando, cielo. Cuidando —, corrigió Naruto.

Hinata puso los ojos en blanco.

— Pues ahora quiero salir. ¿Alguien me lo impedirá?— preguntó con altivez.

Naruto sonrió, ella era una pequeña fierecilla.

— Claro que no, cielo. ¿Qué quieres hacer?

Hinata frunció el ceño, como si se hubiera olvidado lo que quería hacer. Naruto le dió una mirada a su ropa deportiva y a su cabello recogido en una coleta.

—¿Te gustaría hacer ejercicio?— se aventuró a preguntar —. Si es eso, justo a dos pisos de aquí —, él señaló había arriba—, está el gimnasio. Es compartido con todo el edificio, pero a esta hora no hay mucha gente —, dijo dándole una mirada a su reloj de pulsera.

— Si, eso quiero—, declaró ella, con el ceño fruncido , desconfiada. Se alejó de la mesada—. Me iré ahora.

Naruto vió como le daba la espalda para salir de la cocina y no pudo evitar ver su trasero moverse. Sus ojos hipnotizados. Recién salió del hechizo cuando ella salió de su vista.

— ¡Bien, cielo!—, gritó para que pudiera escucharlo —. ¡Aquí estará tu teléfono cuando vuelvas! ¡Cuídate!

Naruto sonrió, con el pico de la cerveza en su boca y luego tomo un poco más cuando escuchó que la puerta se cerraba.

Continuará...

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