Parte XX
Hinata sintió su rostro quemar mientras entraba por la puerta del comedor, en los brazos de Minato. Él parecía ni inmutarse, pero ella recordaba las palabras de Sasuke. Esperaba que Kushina no pensará cosas raras.
Todo lo contrario, apenas ingresó, Kushina se abalanzó hacia su dirección. Su rostro estaba claramente preocupado.
— Hinata, ¿cómo estás, querida? ¿Te han hecho daño?
Minato se detuvo, aún ella en sus brazos y Hinata sintió que su sonrojo bajaba hasta su cuello mientras miraba a la mujer. Negó con la cabeza, se sentía avergonzada, había arruinado la cena.. aunque obviamente no era su culpa.
— Lo lamento—, vió necesario decir. Al ver la expresión confundida de la pelirroja, ella se encogió un poco—. Por arruinar la cena—, murmuró.
La expresión de Kushina se suavizó de tal manera que Hinata casi sintió una punzada en su pecho. Ella parecía una madre totalmente tiernizada por las palabras de un hijo. Kushina sonrió, de una manera amable y se movió a un lado, guiando a Minato para que la sentará en una silla que Itachi apartó de la mesa.
— Hinata ¿Cómo te encuentras? ¿Te han hecho algo?
Ella parpadeó hacia Itachi, el mayor de los Uchiha parecía preocupado de verdad. Se sintió tan débil, ella estaba nadando y relacionándose en un mar lleno de tiburones y probablemente ella era un pez payaso en medio de bestias. Agitó la cabeza mientras Minato la depositaba con cuidado en la silla.
Le dolía hasta el alma, pero no iba a quejarse. Tampoco se miró las piernas, los cortes que se habían hecho contra las ramas, allí y en los brazos, le ardían y ella era una llorona. Probablemente entraría en un colapso si se veía. También podía empezar a sentir los moretones que se formaban en sus muñecas y en sus tobillos. Levantó inconsciente la mano, para tomarse la parte superior de las mejillas, aún podía sentir la tela apretada contra su rostro. Seguramente también tendría alguna marca, su piel era demasiado sensible.
—¿Ese es el cuidado que prometiste que le ibas a dar, Kushina?
Hinata levantó la mirada y observó al hombre que habló. Ella jadeó con sorpresa, sin saber qué hacía ahí el hermano mayor de Toneri. Él jamás le había caído bien, sentía que mientras su novio había sido la luz, Momoshiki era una oscuridad espesa.
—¿M-Momoshiki?— murmuró asombrada—. ¿Qué haces aquí?
Su ex cuñado tenía una expresión ceñuda y la miró con cierto recelo.
— Tenga cuidado con su tono, Otsutsuki— amenazó Minato.
Momoshiki levantó sus ojos claros hacia el hombre que estaba atrás de ella. No aflojó su expresión.
— Tenía un acuerdo con la señora Kushina. Esto no era parte—, se quejó.
Hinata frunció el ceño, sin entender nada. Ella desvío la mirada hacia la madre de Naruto, ella tenía los brazos cruzados y miraba altivamente, con una ceja alzada.
—¿De verdad teníamos un acuerdo?—, preguntó fríamente —. No recuerdo haber firmado nada—, dijo con una pequeña sonrisa de suficiencia.
— ¡Usted!— gruñó Momoshiki dando un paso hacia ella.
Pero se detuvo cuando se escuchó movimiento y Hinata giró la cabeza para ver a Minato apuntar directamente a la cabeza del hombre. Momoshiki se puso pálido, ya lo era, así que el efecto le dió un color casi grisaseo, algo enfermo.
La mirada de Hinata volvió hacia Kushina cuando ella hizo un ruido, la vió agitando la cabeza.
— Tch, Tch. Tendría cuidado con lo que dice o hace, señor Otsutsuki. Mi marido tiene una exelente puntería y es un caballero a la antigua. No aceptará que me falten el respeto, ¿no, amor?
— Si—, respondió Minato secamente, su voz profunda y dura.
— Volviendo al tema del supuesto acuerdo—, siguió Kushina, aún mirando a la estatua viviente que se había convertido Momoshiki —. Le dije que trajera pruebas ¿Usted considera un audio prueba suficiente?
Hinata se dió cuenta que Kushina tomó algo de la mesa y lo agitó.
— A ver...—, dijo mientras apretaba el botón.
— ¡Papá! ¡Amo a Toneri!
Los ojos de Hinata se abrieron enormes al reconocer su propia voz saliendo del aparato.
— ¡No hay otra opción! —. La voz de su padre siguió.
—¡No puedes estar hablando en serio! ¿Qué tengo que ver con eso? ¡No quiero casarme con él!
—¡Lo harás Hinata! ¿Quieres morir? Porque eso nos pasará si no aceptas.
— Papá..— la voz de Hinata se rompió en un lloriqueo—. Amo a Toneri, ¿por qué me haces esto?
— Lo siento, Hinata. Pero..
Kushina apretó el botón para que se detuviera el audio. Momoshiki tenía una expresión triunfante, pero Hinata no lo notó. Ella tenía la mirada fija en sus manos hechas puños. Observó fijamente los cortes rojos, en las marcas rojas de sus muñecas y sintió que sus ojos se nublaban con lágrimas.
—¿Qué significa esto?— preguntó una voz profunda desde atrás.
Hinata no reaccionaba, se quedó muda y ciega al mundo exterior. Hasta que Momoshiki habló.
— Mi hermano ha tenido un accidente hace sólo dos semanas, pero él de verdad amaba a Hinata. Sólo quería que ellos fueran felices.
—¿Toneri?— preguntó asombrada y preocupada por igual.
Momoshiki volvió la mirada hacia Hinata, pero no pudo ocultar el odió que parecía sentir hacia ella.
— Mi hermano se ha sumergido en una terrible depresión desde que lo dejaste. ¿Y para qué? ¿Tanto que gusta el dinero? Siempre sospeche que estabas con el idiota de mi hermano por eso, pero..
— ¡No es verdad!— gritó Hinata, olvidándose donde estaba. Se levantó y casi cae, sintiéndose débil. Sus piernas temblaban, sintiendo que había vuelto el tiempo atrás y al dolor que había sentido al saber que todo el futuro que había planeado ya no podría ser—. Yo también amaba a Toneri, esto.. Yo no tuve decisión en esto—, dijo sin poder ocultar más sus lágrimas.
Momoshiki ni siquiera movió un músculo para ayudarla o mostrar que creía en sus palabras.
— Menos mal que mi hermano no puede verte—, dijo dándole una mirada de pies a cabeza—. No te costó tanto adaptarte ¿Verdad? He visto como te vistes últimamente... Agradezco que mi hermano no lo haya hecho. Ver a su amada y dulce novia vendida por dinero—, su voz llena de ironía, como un puñal clavándose en su pecho.
Hinata movió la cabeza, no podía aguantar y cuando quiso negar esas palabras, un fuerte sollozó se escapó de sus labios. De repente sintió que su mundo giraba y extendió la mano para sostenerse de la mesa. Pero estaba tan tambaleante que falló y sintió que caía.
Un fuerte brazo la tomo de la cintura desde atrás y la sostuvo mientras ella se deshacía en lágrimas.
— Por favor... Yo no..—, sollozó aunque seguramente nadie entendería o escucharía.
Hinata levantó la cabeza para ver el rostro arrugado con desagrado, nublado por lágrimas, de Momoshiki. Él abrió la boca, pero el hombre que la sostenía habló tan fuerte que todo el cuerpo de ella tembló.
—¡Cállate! ¡Si dices una puta palabra más te daré de comida a mis malditos perros!
Hinata se sobresaltó y miró al hombre que la sostenía.
Naruto parecía a punto de estallar, su rostro generalmente despreocupado, con un bonito bronceado estaba rojo y oscuro. Parecía peligroso, un hombre a punto de matar con sus propias manos. Ella observó su esbelta mandíbula apretada, parecía rechinar los dientes. Él no la observó, sino que miró hacia otro lado.
Hinata siguió su mirada y encontró a un tranquilo Itachi mirando la escena.
—¿Es verdad?— gruñó Naruto mirando hacia su amigo.
Itachi miró hacia Kushina y luego observó a Naruto. Simplemente asintió. Hinata cerró los párpados, podía sentir como los ojos en el comedor la miraban como si fuera una prostituta. Las palabras de Sasuke rebotaron en su cabeza, y las palabras de su ex cuñado hicieron que cada una de esas frases malvadas de su marido, se clavaran en su interior.
Sus rodillas volvieron a ceder, y abría acabado en el suelo si no fuera por el brazo que aún la sostenía.
— Hinata —, se preocupó Naruto, rodeándola con el otro brazo, intentando hacer que se pusiera de pie.
Pero ella no podía, quería que el mundo la tragara. ¿Qué tan cruel podía ser la gente? Se preguntó si de verdad merecía todas esas palabras.
Sintió que todo el mundo la estaba traicionando. Primero fue su padre, al venderla como un trozo de carne. Luego fue Itachi, al obligarla a tener un bebé de su hermano. Sasuke, al humillarla en cada oportunidad. Momoshiki al escupir sus venenosas palabras y decir lo decepcionado que estaría el hombre que ella había amado por tanto tiempo.
Su cuerpo fue girado entre los brazos de Naruto, haciendo que su pecho estuviera contra su torso. Él le dió unas suaves palmaditas en la mejilla.
— Cielo, vamos—, habló tiernamente.
Hinata se aferró a su camisa y oculto su rostro en su duro torso. Se sintió consolada, aunque sea por un segundo. No quería abrir los ojos y ver una expresión asqueada en el rostro de Naruto. No podría aguantar eso.
—¿Estás contenta?— Hinata sintió la vibración contra su rostro cuando Naruto habló con voz profunda —. ¿Qué es lo que quieres?
— Itachi —, llamó la voz de Kushina.
— Aquí está —, dijo él.
— Firma eso, Sasuke —, ordenó Kushina.
Hinata giró un poco la cabeza, sólo para ver cómo Sasuke tomaba una carpeta y leía los papeles.
—¿Qué es esto?— preguntó furioso el menor de los Uchiha.
—¿No sabes leer?— preguntó con sorna Kushina —. Es el nuevo contrato.
Continuará...
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