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Parte XV

Aún se sentía mareada cuando Naruto la ayudó a sentarse en la larga mesa. No había nadie en el comedor, pero todo estaba listo para la cena, aunque la comida no había sido servida aún.

Observó el agua que Naruto le sirvió en una copa mientras ella intentaba controlar el terror. No recordaba como terminó besándose con Uzumaki, pero si recordaba perfectamente lo que eso implicaba si alguien le iba con el chisme a Itachi.

Hinata alargó la mano y tomó un gran trago de agua fría. Ella seguía temblando y suspiró, un poco más tranquila y repuesta. Pero su mano se agitaba cuando volvió a dejar la copa en la mesa.

Naruto se sentó a su lado, él no se sentó mirando a la mesa. Claro que no. Él apoyó una mano justo al frente de ella y la otra en el respaldo de su silla, encerrándola con sus brazos. Su colonia varonil llegó hasta ella mientras Hinata intentaba controlar su respiración.

Dios.

¿Podría zafar de eso?

Sabía que el matrimonio quedaría anulado si Itachi se enteraba de un dezlis de alguno de los dos. El asunto en cuestión era que si era de ella, lo más probable era que terminará en el fondo del lago con su padre y hermana. Uchiha parecía no tolerar esa clase de traición.

Sus manos se apretaron en puños en su regazo sólo con la idea de ver los fríos ojos de Itachi furiosos contra ella por darle una vergüenza así a su hermano. Cerró los ojos con fuerza también, de verdad él lograba ponerla nerviosa.

Hinata se sobresaltó cuando sintió una suave caricia en su bíceps, moviendo el rostro para ver de cerca la cara de Naruto. Él parecía preocupado por ella.

—¿Qué es lo que te dan tanto miedo, cielo?— le pregunto en un suave susurro.

Hinata se mordió el labio y agitó la cabeza levemente.

— No lo entiendes—, fue lo único que podía decir.

Naruto uso su otra mano, con su dedo hizo que volviera a verlo.

— Dímelo. Puedo ayudarte—, le juro él con un seco asentimiento.

Hinata pensó en eso por unos segundos. Preguntándose qué podría hacer él. Por lo que sabía, Naruto era un amigo de Itachi, pero estaba segura que él no le había contado sobre el contrato.

Miró fijamente sus ojos celestes, notando una seriedad que no había captado en él antes. Le hizo recordar que Naruto era mayor que ella, tenía dinero y era tan o más peligroso que los Uchiha. ¿Qué pasaba si lograba hacerse su aliada?

¿Pero que ganaría? Mejor dicho, ¿qué tenía ella para ofrecer?

Hinata sabía que una alianza las dos partes debían salir beneficiadas. Ella no tenía dinero ni propiedades, así que eso quedaba descartado. Era una mujer inteligente y le gustaba trabajar, pero estaba segura que él no necesitaba más empleados.

Notó cómo los ojos de Naruto bajaron a su boca y la mirada se le oscureció con pasión.

¿Ella estaba dispuesta a ofrecer su cuerpo por protección? ¿No estaba haciendo lo mismo con Sasuke?

La mirada de Hinata se movió para ver el delgado dedo, que aún acariciaba su brazo. Sasuke jamás se había preocupado por ella, ni tampoco le había preguntado algo, cualquier cosa, más que si ya estaba la cena.

Sabía que estaba jugando con fuego...

¿Estaba saltando de la olla para caer en el fuego? Probablemente, se dijo.

Se mojó los labios secos y abrió la boca, mirando los ojos celestes clavados en sus labios aún.

— Yo..— ella dudó, finalmente negó con la cabeza —. No puedo decirlo—, murmuró.

Naruto frunció el ceño, parecía un poco molesto. Ella entendió que parecía no estar acostumbrado a que se le negaran las cosas.

— Cielo—, suspiró —. De verdad, puedo hacer cualquier cosa. Lo que sea—, él le dió una mirada significativa y lo suficiente para que la piel de gallina se alzará por todo su cuerpo y sufriera un escalofrío.

Esos ojos decían que podía matar y salirse con la suya.

Hinata volvió a apretar sus manos. Sería mucho más fácil estar con un hombre como Naruto. Estaba segura que no se habría resistido ni una noche si terminaba casada con él.

—¿Es sobre Sasuke?— se aventuró él.

Hinata dudo un segundo y luego asintió, casi imperceptible. Los ojos de él se entrecerraron.

—¿Él te maltrata o algo así?— preguntó con voz profunda y algo peligrosa.

Hinata negó rápidamente con la cabeza. Bueno, él era un hijo de perra la mayoría de las veces. Pero jamás había sufrido violencia física extrema, más que unos apretones. Aunque, cuando ese pensamiento llego a ella, hizo una mueca y una seña con la cabeza de "tal vez".

Naruto hizo un ruido de disgusto, pero luego alzó un poco la cabeza y dándole una mirada más profunda.

— Pero, no es eso ¿verdad?

Hinata se sorprendió que él fuera tan bueno. Asintió de nuevo y luego bajó la mirada a sus manos apretadas. La suave caricia en su brazo volvió, fue algo reconfortante.

— ¿Es sobre la deuda de tu padre con Itachi?

Su cabeza se alzó de golpe, mirándola asombrada. Toda su expresión parecía decir lo que él quería saber porque asintió y se levantó de golpe. Hinata tiró la cabeza hacia atrás, mirándolo sin saber qué haría. Naruto borró su expresión seria, reemplazándola por una sonrisa despreocupada.

— Tranquila, Hinata. Voy a averiguar esto y tendré una solución.

Ella se lanzó, justo cuando él se volvía y atrapó su muñeca. Naruto se detuvo y la miró desde su posición, algo sorprendido por eso.

— Por favor—, le rogó con ojos grandes y asustados—. No hagas nada. Por favor.

Naruto la observó unos minutos, ella no ocultó el miedo que sentía por su familia. No le importaba lo que le pasará a ella, quería cuidar al inconsciente de su padre y su hermana menor. Su padre merecía un castigo, pero no la muerte. Su hermana era tan joven y era la más inocente de todos.

Sintió sus ojos llenarse de lágrimas y las parpadeó.

— Por favor..—, volvió a murmurar.

Naruto aflojó su expresión, pasó su mano libre por su mejilla, justo abajo de su ojo, limpiando la lágrima herrante. Él se llevó el pulgar a la boca y chupo el líquido.

— Tranquila, cielo—, le dijo haciendo un suave movimiento y logrando soltarse de su agarre—. Tengo cubierto esto.

Hinata abrió la boca para preguntar qué haría, pero fue interrumpida.

— Se puede saber ¿Qué es lo que tienes cubierto, Naruto?

Hinata se tensó y movió un poco la cabeza para ver por el costado del cuerpo de Naruto. Ella sintió como se ponía pálida cuando vió a Itachi y a Sasuke.

Pero no estaban solos.

Unos pasos más adelante había una pareja. Pudo reconocer a Minato Namikaze, pero no sabía quién era la hermosa mujer, con largo cabello de color rojo brillante, que estaba a su lado.

Ella la observó fijamente, sus ojos violetas eran llamativos, brillantes y hermosos. Todo en la mujer decía sofisticación, dinero y por sobre todas las cosas, Poder. Tenía una idea de quién era, pero Naruto se lo confirmó al girarse con una sonrisa despreocupada.

— Madre.

Continuará...

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