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Parte XIX


Kushina se volvió con violencia, para observar a su hijo con sorpresa, pero miró hacia su esposo con seriedad.

— Minato —, ordenó.

El hombre rubio asintió y salió caminando, empujando a su hijo hacia adentro del comedor.

Naruto se volvió a su madre y la observó con el ceño fruncido.

—¿Qué haces madre?— preguntó mientras se acercaba a ella—. Debemos buscar..

— Silencio, Naruto — le cortó su madre con poca paciencia.

Naruto apretó la mandíbula y asintió secamente. Sabía que Hinata no había salido de la habitación, o mejor dicho, sabía que ella no dejaria la habitación por qué si. Miró hacia Itachi, notando el ceño fruncido y tenso, tal vez hasta algo preocupado por su cuñada. Pero no pudo evitar su mueca de desagrado al ver hacia Sasuke. Él bastardo tenía una sonrisa dirigida hacia Sakura.

—¿Eres un bastardo?— no pudo evitar preguntar Naruto hacia él, haciendo que su madre se vuelva hacia el menor de los Uchiha.

La sonrisa de Sasuke se borró, un segundo antes de que Kushina lo observará. Naruto hizo una mueca, jamás había perdido la compostura de esa manera. Pero antes de cualquiera pudiera decir algo, una alarma explotó en toda la casa.

Naruto dió unos pasos hacia la puerta justo cuando su padre apareció, con pistola en mano. Asintió hacia Kushina y corrió a la salida, Naruto no podía seguir allí. No podía estar cerca de dos lacras como lo eran Sasuke y Sakura.

Llegó justo para ver como su padre hablaba con Iruka y el viejo mayordomo asintió, caminando tranquilo hacia un lado de la pared y abriendo el comportamiento escondido. Naruto corrió hacia él, tomando algunas armas también, poniendo una en su cadera y otra en su mano diestra, guardando algunos cartuchos en sus bolsillos. Se acercó a su padre que estaba cerca de la puerta de salida cerrada, con el handy en la mano.

— Cierra todo el perímetro. Nadie sale ni entra—, ordenó.

— Copiado.

—¿Qué sucede papá?— preguntó Naruto mientras revisaba el 32 que tenía en la mano. Era algo ya natural, siempre estaban cargadas, pero era un movimiento ya incorporado en él.

— Ven—, dijo su padre caminando hacia el pasillo que llevaba a la habitación que había estado Hinata.

Minato se detuvo en el puerta, y le enseñó una mancha que él no había prestado atención. Era una pequeña mancha de sangre en la alfombra. Naruto se agachó, apretando los dientes. Si no hubiera estado tan enojado por la presencia de Sakura, eso jamás se le habría pasado desapercibido.

—¿De ella?— preguntó, mientras el rostro de Hinata aparecía en su memoria.

La vió casi nitidamente, con los ojos cerrados, su hermoso rostro sonriente mientras ella disfrutaba se algo tan simple como el viento frío de la noche.

— No lo creo—, respondió su padre y abrió la puerta.

Naruto se alzó de su posición en cuclillas y preparó su arma. Era muy difícil, si no imposible, salir de la mansión Uzumaki. El idiota que haya intentando secuestrar a Hinata, estaba en grandes problemas.

Un viento, que no había sentido cuando fue a buscar a Hinata, los golpeó. Su padre fue el primero en entrar, aunque había querido ser él. Minato fue directamente hacia la ventana abierta, que daba al jardín trasero.

— Doble guardia en la parte este—, ordenó por el handy.

— Copiado.

Ambos salieron por la ventana tipo balcon, y algo se atoró en el zapato de Naruto. Él casi cae, pero pateó la tela. Se agachó y la tomó en el aire con su mano libre. Sus dedos se apretaron cuando se dió cuenta que era la tela suave y lila del vestido de Hinata.

Naruto apretó los dientes, levantó la cabeza y miró hacia su padre. Minato lo observaba a su vez, y pareció ver algo en su rostro. Asintió y le hizo una seña para que lo siguiera cuando encontraron pesadas pisadas en su césped. Naruto sacó una pequeña linterna que siempre llevaba en el bolsillo de su camisa y apunto justo con el arma hacia adelante.

Se estaban acercando a los setos de su madre, cuando Minato comenzó a hablar en susurros.

— Las intenciones de tu madre no eran malas.

Naruto le frunció el ceño, agitó la cabeza.

— No quiero hablar de eso—, dijo simplemente.

No tenía cabeza para pensar en las jugarretas de su madre. Algo lo impulsaba a buscar a Hinata, a encontrarla a salvo.

— Parece que te importa la chica—, comentó su padre.

— No es el mejor momento para conversar ¿no te parece?

Hinata retuvo la respiración cuando escuchó la voz de Naruto no muy lejos. Ella tenía una mordaza con tela de su propio vestido en su boca y el bastardo que la había tirado ahí, le había atado las manos en la parte de su espalda y los tobillos.

Quiso hablar a través de la tela, pero sólo salían sonidos amortiguados. El suelo estaba húmedo, tenía frío y estaba más asustada que la mierda. Se detuvo cuando no escuchó nada, pensando que se había apartado, hasta que la voz del padre de Naruto llegó a ella.

— Ella está intentando arreglar el desastre que hiciste con tus jueguitos con los Uchiha.

Hinata frunció el ceño, moviendo la cabeza hacia el sonido. Ella estaba entre dos enormes setos y no podía moverse por la rara posición que lo había dejado.

— Papá, eso no es asunto de ella—, murmuró Naruto. Su voz estaba furiosa.

— Ammah —, quiso gritar, pero sólo el trapo vibró y un pequeño murmullo salió.

— Los Uchiha son amigos...

— Si, claro. No tienes idea—, la voz de Naruto goteaba sarcasmo.

Los pasos estaban un poco más cerca, Hinata cerró los ojos, peleando con la tela en sus muñecas.

— Naruto. Tu madre lo sabe todo.

Los ojos de Hinata se abrieron cuando los hombres se detuvieron. Ella volvió a intentar gritar, pero parecían estar muy lejos aún para escucharla.

— ¿Qué?

— Todo Naruto. Lo sabe todo..

El silencio sólo fue interrumpido por los jadeos amortiguados de Hinata, pero hasta ella llegó la tensión. No sabía de qué hablaban, pero se sentía desesperada porque la encontrarán. Giró en el suelo y se quejó cuando se golpeó contra algo duro. La oscuridad no le dejaba ver qué era.

— Sabe que Sakura te engañó— cortó el silencio Minato—. Sabe la jugada que hizo Itachi con la familia Hyuga. También sabe el contrato que le hicieron firmar a Hinata. Ella pondrá todo en su lugar.

Hinata se tensó con sus palabras. ¡Eso era imposible! Hasta ella se quedó quieta, casi conteniendo la respiración.

—¿Contrato? ¿De qué mierda hablas papá?— preguntó Naruto, Hinata no necesito mirar para saber que estaba sorprendido.

Los grillos cantaron mientras el silencio se propagaba. Le dolían los brazos por la mala posición, la mitad del cuerpo se quejaba por la forma tan bruta que el desconocido hombre la había lanzado hacia allí.

Los pasos volvieron a avanzar, haciendo que Hinata parpadeara y se diera cuenta que debía ser encontrada. Ella volvió a intentar gritar, un ruido un poco más fuerte está vez salió de su boca.

—¿Has escuchado eso?— preguntó Minato.

—¿Qué..

— Shh..

Hinata hizo todo el ruido que pudo, agitándose y golpeando contra los setos, moviendo los pequeños pero abundantes arbustos. Sus brazos desnudos se estaban raspando, podía sentir a su piel quejarse. Probablemente terminaría hecha mierda.

— Ahí — jadeó la voz de Naruto.

Hinata giró la cabeza, gritando a través de la mordaza. Una luz golpeó de repente en su rostro, haciendo que parpadeara, y se detuvo cuando escuchó la maldición de Naruto.

— Cielo, aguanta —, gruñó mientras intentaba hacerse lugar con las abundantes ramas—. Joder.

— Cuidado—, habló la voz de Minato tras Naruto —. Deberemos cortar algunas ramas para llegar a ella.

La luz volvió a golpear en su rostro, ella volvió a parpadear, está vez lágrimas de felicidad por haber sido encontrada brotaron de sus ojos.

— Todo está bien, cielo. Te sacaremos de ahí, ¿si?

Hinata asintió, e intentó hablar, pero un balbuceó salió de nuevo. Con el enorme alivio que había sentido al ver a Naruto, se había olvidado de eso.

— Espera, cielo —, la linterna salió de su cara y se movió por los arbustos.

— La encontramos. Trae algo para cortar ramas. Busquen al intruso—, ordenó Minato por arriba.

Hinata gritó y lanzó su cara hacia atrás cuando sintió que algo tocaba su cara.

—¡Tranquila!— gritó Naruto por algún lugar—. Soy yo. Sólo..—, él hizo un ruido de esfuerzo—. Acércate un poco, cielo.

Hinata dudo, pero volvió a poner su rostro hacia adelante. Se tensó cuando volvió a sentir algo frío en su cara y se dió cuenta que eran los dedos de Naruto. Él tomó el borde de la parte de arriba de la mordaza e intentó bajarla. Él gruñó con esfuerzo y Hinata se aguanto el dolor, pero finalmente él logró bajar la tela que casi ocupaba la mitad de su cara.

Lo primero que hizo fue jadear, con fuerza.

—¡Oh Dios!— lloriqueo.

— Bien hecho Naruto.

—¿Estás bien, Hinata?

— Si, Dios. Por favor, sácame de aquí, Naruto —, pidió ahogándose con otro sollozo.

— Tranquila cielo, ya traerán para cortar esto—, la luz volvió a golpear en su rostro.

Hinata parpadeo, no podía ver nada si la apuntaban directamente. Pero levantó los ojos hacia la luz.

—¿Conocías al hombre, Hinata?— habló Minato —. ¿Qué es lo que pasó?

Ella agitó la cabeza, parpadeando, internado dejar de llorar.

— No sé quién era. Él.. él dijo que le habían pagado. No me dijo nada más.

—¿Pagado?— preguntó Naruto —. ¿Para qué?

— No lo sé —, ella se ahogó de nuevo.

—¿Cómo era, Hinata?— preguntó Minato, su voz casi desesperada—. ¿Cómo era él?

— Él.. él tenía un corte en la cara. Sangre seca, ojos negros. No sé..

Naruto dijo una maldición fuerte y la luz dejó su rostro.

— Debo ver algo. Ahora vuelvo —, dijo simplemente y Hinata escuchó sus pasos apresurados.

— Tranquila Hinata —, la luz volvió de nuevo, la voz de Minato era tranquila —. Ya veo que viene alguien para cortar las ramas. Pronto estarás dentro de la casa.

Hinata se mordió el labio y asintió. No sabía si sentirse muy segura allí. Después de todo...

La habían sacado desde el mismísimo interior de la casa de los Uzumaki.

Continuará...

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