Parte XIII
Hinata observó todo con ojos grandes. La casa era enorme, prácticamente un castillo antiguo. Se sintió en época antigua cuando un mayordomo vestido con un traje negro les abrió y los invitó a pasar a la sala.
Itachi, Sasuke y ella, caminaron por el gran, enorme, recibidor que tenía escaleras gemelas en cada lado, que subían al próximo piso. Había una mesa con flores frescas y las columnas tenían motivos griegos. El suelo de mármol sonaba con sus pasos por sus tacones de aguja. Por lo menos, estaba enganchada al brazo de Sasuke y él le hacía caminar hacia el lugar indicado mientras ella miraba todo el lujo de la casa de los Uzumaki.
Su boca se abrió un poco cuando el mayordomo los dejó en un lugar que parecía más grande que su propia habitación. Sasuke la soltó y se movió junto a su hermano, ambos murmurando en voz muy baja. Hinata no podía ir con ellos, estaba más interesada en las pinturas que había colgadas en las paredes. Todas parecían tan realistas, pero otras eran manchas en un lienzo blanco. Ella no entendía mucho de arte, pero todo era muy bonito.
—¿Quieres vino?
Hinata se volvió y asintió a Sasuke mientras esté tenía una botella en su mano. Caminó hacia él, pero todavía recorriendo con sus ojos toda la habitación. Había una gran chimenea, prendida, que daba calor y una bonita iluminación. Sasuke le extendió una copa grande con vino hasta la mitad y ella la agarro desde el cuello, para evitar calentar el líquido.
—¿Y ahora?— preguntó cuando se detuvo al lado de ambos hermanos.
Itachi estaba muy apuesto, con un traje borgoña, su cabello largo y negro atacado en una coleta baja. Él tenía profundas ojeras bajó sus ojos, pero ya era algo normal. Cuando lo conoció ya estaba así de arruinado..
Hinata oculto su sonrisa tomando un sorbo de vino y luego, asombrada, le dió una mirada a la copa.
— Wow.. está delicioso.
— Intenta no tomar tanto.. cariño.
Hinata miró con una ceja alzada a Sasuke y él le hizo una leve señal hacia Itachi. Hinata puso los ojos en blanco y luego sonrió.
— Claro, nene.
Sasuke le frunció el ceño. Ella había notado en la salida que a él no le gustaba que ella le dijera ese mote. Bueno, si ella tenía que aguantarlo a él, él también tenía que sufrir un poco, ¿no?
Hinata alzó las cejas y se hizo la desentendida, mientras le daba otro sorbo más al vino. Este estaba dulce, con un suave gusto que no sabía identificar, pero era el más delicioso que había probado. Pero se concentro en tomar pequeños sorbos, ella no había comido mucho y tenía el estómago vacío. Sabía que podía ser un poco boca floja si tomaba demasiado vino.
Ella se quedó frente a la chimenea, mientras los hermanos se volvían a juntar en la pequeña mesa donde estaban más licores. Podía escuchar que estaban susurrando, pero demasiado bajo para que ella entendiera algo. De todos modos, sabía que ellos no querían que ella lo supiera, entonces, ¿para que esforzarse?
Tal vez Sasuke estaba intentando convencer a Itachi de disulver la cláusula del embarazo. Esperaba que tuviera éxito, si era por eso.
De repente, la puerta fue abierta y Hinata giró la cabeza hacia allí, algo asustada.
— Bienvenidos.
Un hombre rubio, alto, entro en la sala, su traje azul oscuro y una sonrisa amable. Él parecía ser joven, pero cuando se acercó a ella primero, notó algunas arrugas que le decían que era mucho más grande de lo que aparentaba de lejos.
— Debes ser la novia. Es un placer conocerte. Soy Minato Namikaze —, él tomó su mano libre y besó su torso.
— Por favor , dígame Hinata. El placer es mío, señor Namikaze —, respondió ella con una leve sonrisa y una inclinación de cabeza.
Minato soltó su mano y la quedó mirando, por unos segundos su sonrisa se borró y Hinata sintió que podía leer su propia alma. Pero la sonrisa volvió, como si jamás se hubiera ido.
— Eres encantadora, Hinata —. Él giró un poco, para ver a los hermanos y abrió los brazos—. Los Uchiha, que bueno recibirlos. Felicidades Sasuke—. Él primero saludo con un apretón de manos al menor de los Uchiha y luego se volvió hacia Itachi —. ¿Qué hay viejo amigo?
— Gracias, señor Minato —, respondió secamente Sasuke.
— Gracias por invitarnos, Minato —, dijo Itachi.
— Kushina está con un pequeño asunto, pero estará aquí en unos minutos—. Minato le dió una sonrisa tranquilizadora —. De todos modos, me dijo que podíamos pasar hacia la biblioteca. Desea hablar contigo de algunas cosas—, dijo mirando hacia Itachi —. También contigo, Sasuke.
Ambos hermanos asintieron. Minato volvió hacia ella y sonrió con algo de culpa.
— Lo siento, Hinata. Se supone que es una cena de festejo, pero mi amada siempre quiere terminar con los negocios para disfrutar del placer luego.
Él camino hacia ella y volvió a tomar su mano, dándole un rose de sus labios. Se estiró y agarró la botella, poniendo más vino en su copa.
— Por favor, ¿podrías esperar aquí? Creo que no tardaremos mucho—, aclaró con una sonrisa encantadora y volvió a dejar la botella en la repisa de la chimenea.
Hinata no pudo evitar devolversela.
— Claro que no hay problema, señor Namikaze.
— Dime Minato, Hinata. Eres parte de la familia ahora—, apretó su mano entre las de él y asintió suavemente.
Caminó hacia la puerta y la mantuvo abierta para que pasaran los Uchiha. Itachi asintió hacia ella y Sasuke caminó hasta ponerse a su lado. Ella se tensó, sólo un segundo, cuando él apoyó sus labios en su sien.
— No salgas de aquí y no bebas demasiado —, murmuró con sus labios pegados a su piel. Hizo como si le diera un beso y acarició su mejilla—. Ya vuelvo, cariño.
— Claro—, dijo asintiendo.
Observó como ambos Uchiha cruzaban el umbral. Minato se quedó allí, un segundo mirando el suelo. Él levantó la cabeza y ella se quedó congelada cuando la miró. Esa sonrisa amable había desaparecido, y ella tragó saliva con dificultad.
No la miró con odió, pero su recelo era suficiente para hacerla sentir miedo. Él no disimuló eso, bajó la cabeza lentamente, sin sacarle la mirada de encima mientras cerraba la puerta.
Hinata tomo una profunda respiración cuando quedó totalmente sola en la habitación.
Dios.
Tenía frío en sus brazos a pesar de que la chimenea estaba a su lado. Eso había sido aterrador. Por un momento, él parecía un psicópata listo para darle un tiro en la frente.
¿Dónde carajos se había metido?
Y supuestamente era el más inofensivo, pensó, mientras le daba un largo sorbo al vino por los nervios...
¿Cómo sería Kushina?
Continuará...
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