Capítulo I: Casamiento
Fuerte. Fuerte por varias cosas. Soy amante de las series históricas no se si alguna vez lo dije.
Disfruten. Con damirae y mucho más!
⭐Dejen sus comentarios. Me motivan muchísimoooo!
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Capítulo I: Casamiento
Cancelaron su compromiso.
El mismo Kon no se atrevió a hacerlo en persona.
Envío solo una mísera carta ofreciéndole sus "más sinceras disculpas".
- No deseo casarme con ese tirano.- Suspiró. Intento calmarse. Miro a su madre. - ¡DE NINGUNA MANERA ME CASARE CON ÉL!-
- El conde es un buen partido. Era. Pero lamentablemente incluso él sabe que no nos podemos negar a una orden directa de la Reina.-
- Si fuera otro príncipe lo aceptaría pero Damián. Es el mejor amigo de Kon- el, madre. Sabe cuán unidos estábamos. No puedo creer que me este haciendo esto. Nos este haciendo esto...-
- ¿Unidos? ¿Hija tu estuviste con Kon ...? - Angela ni siquiera podía decirlo en voz alta.
Temía que alguien la escuchará.
- Si. Si. Era mí prometido. Se suponía que debería casarme con él en dos semanas y ahora... Ahora esto.- Le mostró una vez más aquella maldita carta la cual ahora arrojo al fuego.
Su madre la tomo de los hombros y la miro a los ojos.
- Dime ya mismo hace cuánto.-
- Preguntaselo al príncipe, madre. Él sabe perfectamente cuando paso. Incluso quizás hasta nos vio la última vez.-
Angela abofeteó a su hija.
Ella la miro con furia por breves segundos pero luego comprendió que quizás se lo merecía.
- Estoy sangrando si tu preocupación es que este embarazada de Kon. Además para serte honesta ¡Ojalá lo estuviera! Prefiero ser condesa de un hombre gentil antes que una princesa de un tirano. TI-RA-NO.-
Rachel estaba en una crisis de nervios.
Todos los sirvientes escuchaban su nuevo berrinche.
Berrinche...
La hija única de un General de sangre.
Todos sabían que su padre y Talía Al Ghul tenían algo que ver en esto.
Scath era el líder y señor del ejército del reino.
El ejército solo le respondía a él.
Ni Rey ni Reina mandaban sobre sus hombres.
Su ambición era desmedida. Si.
Pero jamás imagino que sería tal como para obligar a la Reina a acceder a tal petición...
- ¿Dónde está mí padre ahora?-
- En el norte. Defendiendo nuestras fronteras según me dijo hace poco.-
- Querrás decir que se anda acostando con perras norteñas, madre. Santo cielos. ¿Hace cuánto no está aquí? ¿Cómo permites esto? -
- Hija lo que hace tu padre es algo natural. Nosotras somos quienes tienen a sus hijos . Ellas son solo diversión casual.-
- Eso es repugnante. -
- Ya sea que te cases con el conde o con el príncipe tarde o temprano....una vez que tengas tus hijos te dedicaras a cuidarlos y naturalmente tu esposo irá a los brazos de otras. Pero eso no importará porque siempre volverá a ti.- Su madre le sonrío dulcemente.
Le irritaba tanto su pasividad...
- Prefiero morir antes que soportar algo así. -
- Hija no digas eso.-
- Te lo estoy advirtiendo. No seré jamás el plato de segunda mesa de nadie.-
Angela se llevó una mano a la cabeza.
Le estaba dando una jaqueca.
Su hija tenía un temperamento tan visceral como Scath...
Y no le sorprendía. Su padre le enseño a regir literalmente.
La llevo a campamentos repletos de hombres desde niña y le enseño a tratarlos como...
...esclavos.
Claramente ese hecho causó estragos en la educación de una dama que jamás entendió que a los hombres no se les miraba a los ojos...
...que a los hombres se les obedecía.
...que a los hombres se les trataba con cortesía. Siempre.
...que a los hombres se les cocinaba.
...que a los hombres se les hacía creer siempre que tenían el poder aún cuando no lo tuvieran.
Rachel vio a su madre pensativa.
Callada.
Pensando en estupideces seguramente.
- Quiero una audiencia con la reina.-
- De ninguna manera.-
- Quiere casarme con su hijo en tres días. ¡Es lo mínimo que merezco! -
- No. Tu no saldrás de aquí al menos que te lo permitan. Si quisiera hablar contigo mandaría un carruaje...-
- Iré quiera o no recibirme.-
- Rachel. Tu solo tienes que preocuparte de tu ajuar. Hoy vendrá la modista.-
- A los gritos le diré a esa ruin chismosa que me acosté con Kon así todo el mundo sabrá que la boda es inviable.-
- Mira. Aún la chismosa más grande de está ciudad sabe cuándo callar querida. Así que no lo intentes. Nadie sería tan estúpida de meterse con tu padre y la reina. Además si estás sangrando nadie se atreverá a decir nada mas.-
- Tengo tres días. Volvere a acostarme con Kon- El y fin del asunto.- Le dijo descaradamente.
Su madre rió ante la audacia.
- Hija a partir de ahora serás cuidada como la mismísima gema que lleva el rey en su corona. Tu no saldrás de aquí más salvo que te lo autoricen. -
- Quiero ver a Damian. -
- Rachel. Será tu marido. Si. Pero aún cuando estés casada con él debes llamarlo "su excelencia".-
La joven mujer quería llorar de la impotencia.
Lejos de querer andar llamándolo así quería verlo para abofetearlo hasta que su mano ardiera.
Angela vió la furia irradiar de su única hija en sus ojos.
- Bien. Intentaré concertar una audiencia con tu futuro marido y la reina.-
- Eso no será necesario, señora Roth.-
Angela al escuchar su voz inmediatamente se inclino.
Rachel no lo hizo. Jamás lo hizo ni lo haría.
Menos ahora de hecho...
- Hija por favor...- Le suplico y no accedió.
De ninguna manera se inclinaría ante ese traidor.
- Está bien. No es necesario. - Le dijo Damián al ver lo que sucedía.
- Su alteza. ¿Puedo servirle en algo?-
Negó.
- Solo déjanos a solas por un momento. Necesitamos hablar antes de la boda.-
- ¿Su señora madre sabe de esto?-
- Por supuesto.-
Ella sonrío aliviada.
- Bien. Me marcharé. Por favor hija comportate. - Le suplico una vez más y se fue.
Ella mantuvo siempre los brazos cruzados desde que lo vio.
Lo miro de arriba a abajo.
Con odio.
Con profundo odio...
- Era lo mejor para el reino y para ambos.-
- ¿Me arrebatas mí libertad a costa del reino? ¡A mí! ¿Cómo se te ocurre? ¡Pensé que éramos amigos! Si es que se puede decir eso. Esto... Esto lo considero una traición. Nunca te lo perdonaré.-
Le apuntó con el dedo en su pecho acusadoramente.
- Nos conocemos de toda la vida. No necesitamos amarnos para casarnos.-
- Necesito voluntad para encamarme contigo y procrear hijos. Santo cielos... - Se masajeó las sienes con violencia.- ... No puedo. No puedo hacerlo contigo. Nunca. Mí cuerpo le pertenece a otro y ya lo sabes.-
Se sentó e intento hallar las palabras correctas en su mente.
- Eso acabo. Kon ya entendió que esto es por un bien mayor. Los reinos necesitan de un ejército. No voy a permitir un golpe de estado por un capricho tuyo, Rachel. Tu más que nadie deberías entenderlo.-
- No te amo. No te deseo. Te odio y no quisiera volver jamás a hablarte siquiera.-
Estaba tan decepcionada.
Tanto que sus nervios le jugaban una mala pasada.
- Tu realmente no quieres decir eso.- Le dijo con suavidad.
Como príncipe podía exigir respeto. Incluso podría exigir un castigo ejemplificador por tales insultos y sin embargo jamás haría algo así contra ella.
- Yo si estoy aliviado de que sea contigo y no con alguien más.- Se levantó y se dispuso a marcharse.
Ya había dicho todo lo que tenía que decirle antes de la dichosa boda.
- ¡¿Cómo puedes casarte con una mujer que no amas? !- Le grito tan fuerte que seguramente los vecinos de la casa lindera escucharon cada palabra.
Él no volteó a responderle.
Él ni siquiera pronunció una palabra.
Él solo se marchó.
Rachel tiro las cortinas de la impotencia.
Jarrones de gran valor yacieron rápidamente en el suelo y su madre no hizo más que contemplar a su obstinada hija desde lejos.
Tarde o temprano lo superaría pensó.
Rachel te haces tanto daño a ti misma...
Una lágrima cayó por el rostro de la mujer.
Le dolía verla así.
Tan miserable y en aquel estado tan deplorable.
Su mano izquierda sangraba.
Se cubrió la boca ahogando un grito.
¿Qué tan lejos podría llegar?
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Cuatro años atrás...
Rachel era una chica afortunada.
Tuvo la suerte de ser amiga. La mejor amiga de la infanta del Reino de Amazonia.
Donna.
Ser amiga de una princesa tenía sus beneficios.
Se codeaba con la Creme de la Creme en la corte.
Ella... "Una sin título".
Hija de una baronesa de pequeñas Tierra y un viejo título.
Una mujer.
Le cepillaba el cabello.
Ambas estaban recostadas en el pasto frente a un lago.
Solo ellas y sus caballos en el medio de la nada.
- Quítate la ropa.-
Rachel ante su petición paro de súbito lo que hacía.
- ¿Disculpa qué?-
- Nademos. El clima es hermoso, Rach. Tengo ganas de nadar.-
- Es que...- Quiso excusarse.
- No. Vamos. Quitemonos estás cosas estúpidas y relajemonos.-
¿No sé suponía que las princesas eran más... tímidas?
Incluso a ella que precisamente no era una doncella le apenaba hacer tal cosa.
- Vamos.- Insistió.
Donna se quitó el corset y camino a la orilla.
- Te vas mojar esa fina falda de tela francesa princesa. Deja ya las bromas.-
Negó.
¿Realmente lo haría?
Si.
Se la quitó.
La princesa amazona estaba allí en prendas de interior.
Pantaloncillos cortos y sujetador.
- Donna. No puedo hacerlo.-
- Estamos aquí solas. En el medio de la nada. Somos mujeres. ¿Cuál es tu problema?-
- Son varios a decir verdad. El primero es que no llevo sujetador.-
La alta mujer se cruzó de brazos.
- ¿Y? Somos mujeres...-
Rachel se sonrojo inmediatamente.
Jamás...
Jamás estuvo totalmente desnuda a la intemperie.
- Por favor. Por favor...¿Qué puede hacer una princesa para que su mejor amiga acceda a su petición?-
Ella suspiro.
- Ya basta. Nada. Solo mira a otro lado.- Le pidió.
Donna miro al cielo mientras la más joven se desvestia rápidamente antes de que se arrepintiera del asunto.
Se le dibujo una sonrisa en los labios pícara que Rachel nunca vio porque tenía complicaciones con el corset de piel que su madre le obligó a ponerse el día de hoy.
- Maldita cosa.- Gruño.
- ¿Quieres ayuda?-
- No. Tu ... Tu solo adelantate. Entra que yo te alcanzo en un minuto.-
Asintió.
Y fue así. Tal como prometió camino al lago para unirsele.
Los pantaloncillos se los dejo al igual que Donna.
Se sentía tan ... Avergonzada.
¿Qué clase de mujer se bañaba con otra en un lago a las afueras del reino?
¿Qué diría su padre de tal cosa?
Estaban cerca del camino real. ¿Y si un soldado las veía?
- Rachel jamás pensé que sobrepensaras tanto un baño con tu amiga.-
La pobrecilla estaba estática de brazos cruzados con el agua hasta la cintura.
- ¿Esto lo has hecho antes?-
- ¡Por supuesto! Themichyra está lleno de estanques dónde nos bañamos con mis hermanas.-
- ¿Cómo puede ser posible?-
- Mí hermano es el único hombre en el reino. Quizás eso ayude a no tener pudor en mis tierras...-
Escucho hablar tanto de Themichyra que no veía la hora de conocerla.
- Enserio. Algún día me gustaría conocer tu reino.-
Donna le regaló una sonrisa amplia.
- Tu eres siempre invitada. Sabes que lo único impide que vengas es tu sobre protector padre, amiga.-
- Soy su única hija. Lo ha intentando bastante con mí madre pero nunca prospero su niño. Su ansiado niño. Incluso tiene tres amantes regulares y no ha logrado nada. Supongo que después de arrebatarle la vida a tantos... Alguien arriba le arrebató la posibilidad de conseguir su varón.-
- Vaya. Pensé que tu creías en un solo Dios como todos por aquí.-
Ante su comentario la chica de ojos azules con tonos amatista a contraluz se acercó más a su amiga...
- No soy tan ilusa como todos por aquí...- La tonada de voz con la que Rachel dijo aquello fue extraña.
Siniestra.
- Escuché que vas a los campamentos de tu padre para darle tu apoyo.-
¿Acaso la gran Princesa Donna Troy le temía a la pequeña y frágil Rachel?
- Nunca ha perdido una batalla desde que me tiene a su lado. -
- Eres como un amuleto entonces.-
- No. Más bien...-
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-...dicen que es una bruja.-
- No bromees. Así no se supone que se vean la brujas.-
- No deberíamos estar aquí.-
El príncipe Wayne y su mejor amigo Kon veían asombrados a dos mujeres las cuales Damián identifico perfectamente bien apenas las vio.
- ¿Qué dices? Es exactamente dónde nos debemos quedar. Vi mujeres desnudas antes pero esta es ... Una ninfa. No una bruja. ¿Cuál es su nombre dijiste?-
- No lo dije. - Estaba por demás entusiasmado. Estaba como si de un momento a otro fuera a brincar al agua sobre ella.
Estaba siendo estúpido y poco caballero.
- Es una dama.- Le advirtió. Él veía a su amigo ojiceleste pero su amigo no dejaba de mirar dijo a la "ninfa".
Al decir tal cosa llamo su atención.
Lo miro por primera vez desde que llegaron allí.
Sus ojos se encontraron con los suyos por fin.
- ¿No sé supone que una dama no debería hacer estás cosas...?-
- Es la hija de la baronesa Angela Roth y de Scath el General de nuestro ejército. Es Lady Rachel Roth.-
- ¿Lleva el apellido de su madre?-
- El General no es estúpido. La del título es Roth y por el es que se resigno a que su hija no llevará su apellido.-
- ¿Así que su padre es un simple soldado que enamoró a una lady?-
- "Simple" soldado es la última palabra que usaría para describir a Scath.-
- Me parece perfecta para el puesto de "condesa" entonces. Estoy seguro que puedo convencer a tu general Dami.-
Kon-el se aprovechaba de su puesto de "mejor amigo" con frecuencia.
Al punto de tener el desacato de llamarlo con naturalidad "Dami" y no "su alteza".
- Esa chica es asunto de estado. Ya te lo he dicho. Es una bruja.-
- ¿Por qué le dirían algo así?-
- Porque curiosamente desde que su padre la tiene a su lado jamás ha perdido ni la batalla más pérdida. Desde que la tiene puede enfrentar una armada de diez mil hombres con diez veces menos de su lado.-
- Eso es genial. Entonces si la desposo mí fortuna seguro crecerá aún más.-
- ¿Tú alguna vez me escuchas?-
- A veces.- Giro su mirada a la joven otra vez. Su cabello mojado ahora estaba adherido como una segunda piel contra la curvatura de su espalda.
Se estaba volviendo loco otra vez...
Quizás es cierto que es una bruja.
Sentía que algo debajo de su estómago se le endurecía.
- Kent. ¿Puedes comportarte? Deja de verla y váyamonos de aquí antes de que se den cuenta.-
- ¿Esto es una orden o una petición? -
- Es una orden.-
- Ay, Santo cielos. No puede ser que no quieras ver eso. - Volteó a verlo otra vez.- Deja de mirarme e ignorar a esa chica. Estamos solo tu y yo aquí. Nadie va a saber que viste desnuda a la hija del general. Y créeme. Si alguien lo supiera te aplaudiría sin dudas. Mira lo que es...-
Para satisfacción de Kon él accedió a hacerlo.
Sin querer...
Sin pensarlo ...
No era tan grave después de todo.
La desnudez no era la gran cosa.
No. No era la gran cosa.
Se sonrojo de inmediato.
No debía verla así.
¿Porqué diablos accedió?
Conocía a Rachel desde niña.
No eran amigos.
Eran conocidos forzosos podría decir.
A su abuelo le gustaba invitarla al palacio.
¿Porqué?
Nunca lo supo.
Pero si sabía que era incorrecto lo que hacían.
Una deshonra a su familia. Incluso tenía el deber de castigar a Kon-el por estar haciendo algo así.
- No sabes cuánto la necesito en mí cama Damian.-
Su tono de voz era con tanta genuina e intensa necesidad que una sensación extraña recorrió el cuerpo de...
- Está fuera de tu alcance.- Le advirtió cortante.
- Estás tan molesto... Lo percibo. Te conozco. ¿No será que la quieres para ti, no?-
- Si la quisiera para mí no estaría aquí desnuda frente a tus narices ¿No lo crees?-
Eso era cierto.
Kon no dejo de verlo. Le intrigaba ese malhumor que exudaba por cada poro...
- En tu lugar me hubiera tomado consesiones ya desde hace mucho con ese pastelito. -
- Deja de hablar de una dama como si fuera un trozo de carne. Es repulsivo.-
Gruño frustrado.
- ...y tu deja de ser un mojigato "gran príncipe". Recuerda que de ti depende el futuro de nuestra nación. ¿Si quiera sabes cómo se hacen los niños? Ahora que hablamos del tema. Se honesto... ¿Sabes cómo satisfacer a una mujer Da...-No lo dejo terminar que se arrojo sobre y lo tiró de su caballo.
Ambos cayeron dándose un sin fin de golpes.
No era la primera vez que terminaban así.
Ambos sangrando y seriamente lastimados.
De hecho pasaba una vez cada tanto.
Cada semana quizás...
Pero está era si la primera vez que terminaban a los golpes por una chica.
Esa bruja...
Kon era fuerte. Sus puños parecían de acero.
Lo golpeo tan fuerte en la mandíbula...
Dolía como el infierno.
Aprovecho que trastabillo para arrojarlo al suelo y golpearlo hasta que sus nudillos sangraran.
¿Cómo se atrevía a poner en duda su hombría?
- Ya. ¿Te puedes calmar?- Kon se puso a la defensiva y solo intento detener sus golpes.
No sobrepasaria aún más el límite que ya pasaron con respecto a otras veces.
No. Nunca sería tan estúpido...
- ¡Ay..u...!-
Damian miro hacia la derecha.
Aún estaba sobre su amigo.
- ¿Escuchaste eso?- Pregunto como si olvidará repentinamente lo que estaba haciendo.
- No. No escuché nada.-
- Shhh. Alguien pide ayuda. ¡Levantate!- Le ordeno.
Kon-el estaba estupefacto.
Damian miro al risco y la vio en el lago dando brazadas esforzadas para no hundirse por completo.
Su amiga estaba nadando a lo lejos y no se dio cuenta de que se estaba ahogando en efecto.
No dudo ni un segundo en tirarse.
Tardo uno. Dos. Quizás tres minutos en llegar a ella.
El lago era profundo y frío.
¿Cómo se les ocurrió?
La tomo entre sus brazos y la cargo encima suyo.
Estaba inconciente.
Era ligera. No le costó llevarla a la orilla.
La princesa Troy se dio cuenta de lo que sucedía. Salió del agua.
Él la recosto sobre el suelo mientras la amazona comenzó a gritar tonterías que decidió no escuchar.
Kon-el bajo llego a todo galope en su caballo y se puso a su lado.
- ¿Está viva?-
- Si pero por poco no se ahogo. Presionaré su pecho. Tienen que drenarse sus pulmones.- Damian se quito la chaqueta y cubrió su cuerpo.
Estaba muy pálida.
- Yo se que hacer. Déjame ayudarla.- Kon se agacho y la vio por breves segundos antes de presionar sus labios fuerte contra los de ella.
- Qué...- Damian estaba sin aliento.
Kon presiono sobre sus pulmones y continuó intentando que ...
Tosió.
Eso era muy bueno.
Presiono sus labios otra vez sobre los de ella.
Tapo su nariz y comenzó a soplar lentamente en ella otra vez.
Su primo era médico. Algunos trucos le enseño de pequeño...
Abrió los ojos de pronto y asustada de inmediato puso una mano en su hombro para alejarlo.
Se intentó levantar pero se tranquilizó al ver una cara conocida y un poco más lejos a Donna.
- Su alteza. ¿Que hace aquí?- Se aferró al pedazo de tela que la cubría.
Quería intentar salvaguardar un poco su dignidad ante ellos.
- No tienes de que avergonzarte. Tuviste un accidente. Yo ...- Kon toco su brazo advirtiéndole que se encargaría de explicarle.
- ¿Cómo puede ser que nunca te vi antes, bella dama?- Le beso su mano derecha sin dejar de mantener la conexión con sus ojos.
Ella se sonrojo.
Donna llevo las manos a su cadera y rodo los ojos.
- ¿Tu me besaste?- Le pregunto al ver sus labios húmedos y sentir un sabor extraño...
...ajeno en su boca.
Sabía a miel.
El chico de ojos color cielo sabía al dulce néctar...
- No lo llamaría un beso. Más bien intente que volviera en sí señorita...-
Tosió otra vez.
Se cubrió la boca con su mano izquierda.
- ...Roth. Rachel Roth ¿Tú quién eres?-
- Soy Kon- El.-
Rachel conocía su nombre.
Le sonaba su nombre en su mente sin embargo era más fuerte el dolor de cabeza que la golpeaba de frente...
Duro. Muy duro.
- Troy debes llevarla a su hogar.-
La princesa amazona asintió.
No le molestó para nada que no la llamara alteza.
Después de todo ya conocía a Damian...
Tomo el vestido de ella y la ayudo a levantarse.
- ¿Quién es él?- Le pregunto a Donna viendo que el príncipe alejo a ese chico rápidamente de ella.
La princesa le ayudo a ponerse su vestido.
Estaba en su mundo.
Era como si no hubiera dicho nada.
Insistió.
- ¿Donna?-
Quería respuestas.
Por alguna razón Damian quería alejarla de él y Donna desde que lo vio no se sentía a gusto con Kon-El.
- Es un galán. Un idiota.-
Eso era raro. Nunca la escucho insultar a nadie...
- ¿Te hizo algo?- Atino a preguntar mientras le ataba las correas de la espalda de su vestido.
- No, Rachel. Solo me invitó a bailar e intento seducirme como a otra decena de chicas esa noche. No tengo dudas de que intentaba lo mismo contigo aún cuando casi te ahogaste en aquel lago minutos antes. Es un idiota. Un desconsiderado. Un maldito creti...-
Ella puso una mano sobre su brazo.
- Estoy bien, Donna. Estaré bien. Ningún hombre además ha jugado conmigo jamás. Si dices que tenga cautela con él. Tomaré tu consejo.-
Rachel le hecho un vistazo desde lejos.
Se subía a su caballo.
El príncipe estaba irritado.
- Me gusta su coraje. Es como si no le tuviera miedo... a él.-
- Debería tener respeto por su señor aún cuando sea un duque o conde o lo que sea debe callar cuando su príncipe habla.-
- Damián esta recién dejando de ser un niño. Kon en cambio es ... -
Interesante.
- Tragar tanta agua del lago te ha hecho mal. - Corto lo que iba a decir.
- Quizás.- Suspiró.
No iba a indagar más con Donna.
Averiguaría más de ese chico por su propia cuenta...
Ella le regaló una sonrisa intentando tranquilizar a su amiga.
- Sería bueno que tuvieras entrenamiento. ¿Realmente no te gustaría venir a Themichyra conmigo? Mañana partimos...-
Negó.
- Mí destino no es ser una guerrera, Donna. Pero si creo que me vendría bien unos consejos de supervivencia. Estoy muy avergonzada. Digo. Tu sabes. Me vieron...-
- El príncipe probablemente si. Pero no te preocupes Rachel. Él estaba enfocado en sacarte de allí y cuando te recostó lo primero que hizo fue cubrirte de inmediato. Damian es un caballero. Un hombre así debes buscarte para esposo.-
Ella la miro con desagrado.
La imagen de ella estando con un chico como él le revolvía el estómago.
- Prefiero otro tipo de prospectos.-
- He notado que lo conoces. Al príncipe heredero digo. ¿Hace mucho?-
Rachel asintió.
- Si. ¿Te interesa Donna? ¿Acaso Themichyra planea una alianza?-
Negó.
- No es eso. De camino aquí hace una semana montamos un campamento. Practicamos con mis escuderas unos movimientos. Él apareció de la nada y me reto a un duelo. Él perdedor sería el primero en caer. Me confíe y en tan solo dos movimientos pudo conmigo. ¿Puedes creerlo?-
- Vaya. Así que se está entrenando duro para ser el próximo Rey...-
- Tarde o temprano deberá ocupar el lugar de su abuelo. Lo sé. Pero nunca vi un chico tan... Triste.-
- ¿Damián triste?-
Donna asintió.
- Al ganarme solo me agradeció la oportunidad y se marcho. No tenía una pizca de felicidad encima. Es como si luchará para probar su valía a alguien más.-
- Supongo que conozco a esa persona.-
- ¿Quién es?...-
Fin del Flasback
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Hoy. - El palacio-.
Talia camino por los pasillos con su largo vestido azul de terciopelo.
Los criados del palacio bajaban su mirada y la reverenciaban a su paso.
- El príncipe fue a ver a Lady Roth.-
- Lo se. Yo misma lo he autorizado. ¿Dónde está?-
- En los jardines del ala este. Entrenando.-
- ¿Ha visto a Kon- El?-
- No sin embargo mís informantes me han dicho que el príncipe ha citado al conde. Según tengo entendido vendrá a más tardar en una hora.-
- Asegúrense de que primero pase a mis aposentos antes de ver a mí hijo.-
- Lo que usted diga, mí señora.- Su sirviente se retiró para darle su espacio.
Ella sonrío al verlo totalmente sumergido en su mundo al entrenar.
Empuñaba su espada con gran destreza.
Casi tan bueno como su padre comenzaba a volverse su pequeño niño...
- Serás el perfecto sucesor de tu abuelo mí príncipe.-
Él la miro molesto. No pudo reprimir ese sentimiento que le causaba su madre.
- ¿Porqué estás aquí?-
Ella ignoro totalmente su tono.
- Hago lo que cualquier madre haría. Te admiro antes de entregarte a otra mujer. Te admiro antes de que ella se apodere de ti y te covenza de encerrarme en un monasterio para deshacerse de mí.-
Frunció el seño ante tal insinuación.
- ¿Qué estupideces dices?-
- Es bonita y ya sabes lo que dicen de ella. Estoy segura de que...-
-¿ Porqué me dices esto? ¿Porque entonces la elegiste a ella? Hazme entender lo que estás haciendo conmigo. ¿Porque Rachel y no alguien más dispuesta a ocupar ese lugar? Ella me detesta. -
- Ella es la indicada. Lo sé desde la primera vez que la vi.-
- ¿Porqué es importante esto para ti? -
- Soy solo una mujer, Damian. Sin marido y con un padre que morirá pronto. Está muy enfermo. Trigon te dará poder para que mantengamos nuestro reino y nadie se atreva a cuestionar nuestra legitimidad.
Mientras tanto tu la debes conquistar a ella.
Porque Rachel tarde o temprano nos dará a los Al Ghul el control de la Nacion y cuando no la necesitemos más haremos nuestro movimiento final.-
- Estoy seguro que su padre sabe lo que planeas.-
- Por supuesto que lo sabe pero está seguro de que no te la ganarás. Es una chiquilla difícil. Todos lo sabemos. Esa es su carta. La lealtad de su hija. Debemos torcerla.-
- Haré mí deber, madre.-
- No será suficiente. Debes enamorarla...-
Envaino su espada.
- Tener un hijo con alguien que no me interesa en lo más mínimo me parece más que suficiente. No haré el ridículo. Me niego a hacerlo con ella o con cualquier otra. -
Ella no podía creer el tono con el que le hablaba.
Jamás se negó a petición alguna que le ha hecho.
- ¿Disculpa? ¿Pero con quién crees que estás hablando?-
- Con una princesa sin marido y con un padre que más temprano que tarde morirá. ¿No es eso lo que has dicho?- Ella quiso golpearlo pero él la detuvo.
Con dureza apretó su brazo.
La miro fijamente.
- Todo tiene su límite y te recomiendo que no sobrepases tu autoridad como princesa o él que te enviará a un convento seré yo ¿Entendido?-
Se safo de su agarre y sonrío.
- Se perfectamente que sabes que es lo mejor. Y en el fondo se que me agradeces que yo parezca la villana en todo esto. Te es conveniente con ella. Con él...-
- Largo.- Le advirtió por última vez y ella se inclino ante su propio hijo.
Frente a la servidumbre que veía desconcertada aquella escena.
- Nos veremos luego, su alteza.-
Eso era lo que era.
En tan solo dos días sería la boda y su padre podría marcharse en paz a sabiendas de que su nieto por fin sentó cabeza.
Rachel Roth era eso. Un boleto a la prosperidad para la familia Al Ghul.
Un boleto que por fortuna divina estaba por su posición bajo su yugo...
Iba a utilizar a su favor lo mejor posible esa carta.
Aún casada con Damián esa niña era después de todo poco más que el servicio.
Se lo iba a dejar en claro desde el primer día.
Nadie me sacará de aquí, hijo mío.
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Hace dos años atrás...
El príncipe tiraba una y otra vez flecha tras flecha.
Todas daban justo en el centro del aro.
Puntería perfecta.
- ¿Hay algo que no pueda hacer bien su alteza?-
Una de las tres mujeres que estaban sentadas sobre una manta admirando su destreza hablo.
- Silencio. - Solo le dijo.
Estaba fastidiado.
Kon-el debió llegar hacía tras la primera campanada de la mañana.
¿Cómo se atrevía a fallarle?
No sé suponía que debía pasar su mañana perdiendo el tiempo en torno a mujeres...
Cerro los ojos e intento concentrarse.
No quería perder el juicio.
No tan temprano al menos...
- ¡Damián! No sabes lo que me paso...-
- Váyanse. TODAS.- Dijo entredientes el más joven y ellas rápidamente levantaron sus cosas y sin mirar a ninguno de ellos a la cara se marcharon.
- ¿Porqué tienes tan poco tacto con unas doncellas como ellas?-
- ¿De verdad no lo entiendes? ¿Qué demonios se te cruza por la mente al llamarme en público por mí nombre? Eso es desacato y debería ser castigado.-
- Solo eran unas pequeñas y lindas doncellas. ¿Con quién me acusarian de desacato? Las aterras. No dirían una palabra que te indispusiera con ellas o su familia.-
Rodo los ojos.
- Quedamos en que vendrías a entrenar temprano. Espero que tengas una buena razón para...-
- ¡La tengo! De hecho no me lo vas a creer.-
- Kent estoy harto de que le des tantas vueltas al asunto y... ¿Qué demonios haces así...?-
Era la primera vez que le daba un vistazo a su apariencia desde que llegó.
- Ayer la vi. Aquí. -
- ¿De quién hablas?-
- La chica del lago.-
Iba a corregir su forma de dirigirse a ella como lo hizo aquella vez pero no lo dejo ni siquiera hablar.
- Me acosté con ella.-
Lo vio con seriedad para luego sonreír y tirar una carcajada.
- Estás alucinando. ¿Confundiste a una ramera con Roth? ¿Tan mal de la cabeza te dejo ese día?-
- No. Ayer estaba hastiado de tu fiesta y perdona si te ofendo con decirlo pero solo quería salir de allí. Fui al jardín y ella apareció de la nada. Me tomo del brazo y me llevo a las caballerizas. Pensé que quería montar a caballo. No sé. Tal vez jugar un pequeño juego del gato y el ratón. Pero ... Pero...-
- Kent suficiente. Estás haciendo el ridículo. Es obvio que estás relatando un sueño hilarante con esa chica.-
- Ella se desnudo frente a mí y fue una locura amigo. Hizo lo que quiso conmigo y... me levanté hace un rato en el establo totalmente desnudo.-
Damian bufo.
- ¿Hasta donde llega tu imaginación santo cielos? Ninguna dama se acostaría contigo antes de un compromiso al menos. -
- Era ella. - Se levantó la camisa. - Mira estos rasguños. Estaba como poseída. Me abordo y ... fue lo mejor que me pasó en la vida amigo.- Se revolvió el cabello mientras una sonrisa se asomaba cada vez más y más.
Nunca lo vio tan contento.
- Rachel se fue temprano con su madre. La he visto irse. -
- Dime dónde vive. Quiero hablar con ella. Me dejó allí solo y con un dolor de cabeza de los mil demonios.-
- No haré eso.-
- Tienes que decirme. Necesito saber porque se fue. Necesito hablar con Rachel y cumplirle. Tu sabes lo que significa esto. -
- Si lo que decís es cierto te metiste en graves problemas Konner. ¿Tu sabes lo que es su padre?-
- Claro que lo sé. Soy un soldado. Lo he visto y es por eso que tengo que verla. Si es su hija tengo que responderle por lo que hice. Lo tengo asumido desde que me levantaron arrojandome una cubeta de agua helada. -
- Has ido demasiado lejos y realmente creo que estás alucinando pero te diré dónde vive para que compruebes con tus propios ojos que fue todo una fantasía tuya esto que dices.-
Damian llamo a uno de sus ayudantes y le arrojo su espada.
- Traiganle un caballo. - Le ordeno al sirviente y este con una señal mando a que dos chicos trajeran a los animales.
- ¿Estuviste con esas chicas ayer?- Kon se animó a preguntar con cautela a su amargado amigo.
- Si. -
- ¿Solo "si" me dirás? ¿Qué es eso? ¿No te divertiste? Eran chicas lindas. ¿Con las tres? ¿Me darías más detalles? Damian...-
Ambos ya estaban en sus caballos.
- No fue nada especial. Eran solo rameras. De esas con las que solo deberías involucrarte para no meterte en problemas. -
- ¿Esto desde cuándo lo haces? ¿Porqué no me has dicho nada? Somos amigos...-
- Es mí vida privada y es algo de lo que no me interesa hablar como a ti. Además esas mujeres no tienen importancia.-
- Tu abuelo te está preparando para una chica. ¿No? ¿A quién tienen en la mira? - Le dio un codazo juguetón. - ¿Una princesa, no? O tal vez... ¿Una duquesa? Tengo varias en mente que serían buenas para ti....-
Cabalgaron a la par.
- ¿No te cansas de decir idioteces? Aún no planean casarme según tengo entendido y esas mujeres solo fueron un regalo más de cumpleaños. No le des más vueltas al asunto.-
Kon comenzó a reír burlonamente.
Damián lo vio sorprendido por su osadía.
-¿Te atreves a burlarte de tu príncipe en su cara?-
Negó rotundamente.
- No me estoy burlando. Estoy alucinado por la suerte tuya. Tu familia te pone mujeres en la cama y te da lo mismo. Yo en tu lugar estaría con una cara muy distinta a la tuya está mañana pero sigues siendo tu. ¿Alguna vez te diviertes?-
- Cállate. - Solo le respondió.
Y hasta que llegaron a la dichosa mansión no dijo nada.
Estaba algo lejos del palacio.
Cerca de la ciudad.
Habían grandes plantaciones alrededor de la casa.
- Así que el General es un agricultor. Vaya...-
- No digas estupideces. Estás tierras son de los Roth. Su mujer es administradora de todo esto. -
Bajaron ambos de los caballos al llegar al frente.
Llegaban unas mujeres con canastas llenas de hortalizas.
Una de ellas se dio cuenta al verlo quien era.
- Su alteza. Santo cielos. Usted aquí y yo así.- Se inclino ante Damián y las mujeres que la acompañaban hicieron lo mismo.
- Levantese Lady Roth y por favor guieme hasta donde esté su hija. El Conde necesita hablar con ella con urgencia.-
La mujer que llevaba un vestido sucio y un delantal lo miro confundida.
- Mí hija está en su habitación. Por favor siganme.- Le dio su cesta a una de sus ayudantes y los hizo pasar a su hogar.
- ¿Hizo algo grave su majestad? -
Pregunto mientras subía los escalones.
- No. Queremos verla a solas si es que se puede.- Ella se detuvo al llegar al primer piso.
Asintió.
- Claro. Miren. Es la segunda puerta a la derecha su habitación. Si necesitan algo me avisan por favor. - Se veía sumamente angustiada. - Si ya hecho algo déjeme decirle que seremos severos con Rachel. Es una chica difícil.-
- No se preocupe Lady Roth. Siga con lo que hacía. Solo tendremos una breve charla con ella.-
- Bien. Con permiso.-
¿Que más podía decirle a un príncipe y a un joven conde? No estaba en posición de negarse a nada que le pidieran...
Una vez que se fue Kon hablo.
- Vaya. Que mujer más dulce. Se ve igual a ella. Físicamente digo. ¿Sabes lo que dicen de las suegras?...-
- Cierra la boca. Te lo exijo. No como amigo. Si no como tú príncipe. Cállate de una vez. No quiero escuchar más. Terminemos con esto.-
Kon resoplo molesto.
Era tan antipático...
Jamás había tenido un amigo así antes y era gracioso cuando lo conocías mejor.
Era un tipo noble en el fondo.
De eso no tenía dudas.
El mayor iba a tocar pero Damián decidió entrar.
- Supongo que está es la clase de consesiones que se pueden dar los príncipes...-
- Entre muchas...-
Al entrar guardaron silencio.
Rachel estaba ahí. Dormida.
Abrazada a una almohada con una sonrisa.
Vestida con algo ligero. Razonable para la época.
- ¿Te parece que se ve como alguien que durmió en un granero contigo toda la noche? -
- No fastidies. -Kon sabía perfectamente lo que sintió.
Lo que vio. Lo que hicieron.
Iba a demostrarselo.
Costara lo que costara.
- Despierta. Por favor despierta. Lady Roth ...-
Ella lentamente abrió los ojos hasta que se dio cuenta que no estaba para nada sola en su habitación.
- ¿Perdón? ¿Les importaría decirme que está pasando?- Les pregunto con calma.
- Tu no estuviste aquí toda la noche. Muéstrame tus piernas.- Le exigió Kon un tanto... Fuera de si.
- Cálmate Kent.-
- No. Rachel tu estuviste conmigo. Díselo.-
- Disculpa pero la última vez que te vi fue en el lago hace días. No salí de mí casa por la noche. ¿Has visto dónde vivo? ¿Cómo podría llegar aquí sola?-
La campiña de los Roth estaba lejos de la ciudad.
- Buen punto. Ahora dejala y pide disculpas por todo este alboroto que has causado.-
Negó.
- Por favor, Rachel. Muéstrame tu pierna izquierda. -
Ella lo miro asustada pero asintió.
- No sé de qué se trata todo esto pero si. No tengo problema en hacerlo. Su alteza disculpeme por hacer esto que no es propio de una dama.-
- Hazlo. No tienes que temer. Esto quedará entre nosotros y este idiota.-
- ¡Damian!- Era un horrible amigo de vez en cuando.
Era como si nunca se pusiera de su parte.
Rachel ignoro el asunto y levanto su vestido de manera que el largo de su pierna quedó expuesto a ellos.
- Eres un idiota. Esto se acabó. -
- No. - Kon tomo su muslo e intento ver rastro de maquillaje o algo...
- Rachel nosotros estuvimos juntos ayer. Yo te marque justo aquí. Lo recuerdo muy bien. Admítelo. ¡Por favor hazlo !...y te prometo que te responderé. Vamos dilo...-
Negó.
- Alteza yo. Yo siempre estuve aquí. Si desea que mienta ante ustedes o ante otra persona lo haré pero yo no me fui nunca de mí hogar luego de volver con mí madre temprano del cumpleaños del príncipe. -
- Tu no tienes que mentir. Santo cielos. Lo sabía Kent...-
La tomo entre sus manos.
- Yo puedo seguir sintiendo el aroma de tu cabello y el sabor de tu piel. Eso no fue imaginación mía...- La obligó a verlo a los ojos.
- Me deja sin palabras, conde.- Ella le dijo aquello en un suave susurro.
- No es correcto estar aquí un minuto más. Nos tenemos que ir.-
- No. Necesito hablar con ella. ¿Me dejarías compartir esta mañana contigo lady Roth?-
Asintió.
- Sería un honor. Pero... ¿Me dejarían un momento a solas para vestirme?-
Ambos hombres se sonrojaron al ver cómo ella se aferraba fuerte con la sábana contra su pecho.
Asintieron y se fueron rápidamente.
Ella sonrío.
Vaya. Que par de idiotas...
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El palacio. Hoy.
- Me dijeron que me necesitaba Lady Talía.-
- Si, cariño. Cierra la puerta y siéntate. Ponte cómodo. No muerdo...-
¿Tan nervioso me veo?
Talia estaba peinandose frente a su espejo.
No dejo de cepillarlo nunca mientras le hablo.
Kon se sentó. A una distancia prudencial de ella.
- Le tengo respeto alteza. Un soldado...-
- "... Un soldado no le teme a nada ni a nadie". Ese cuento me lo sé muy bien. Pero créeme. He visto generales caer bajo este techo como niñas temblando bajo el poder de mí padre.-
No respondió. ¿Que podía decir a eso?
- Hoy estás muy callado, Kon. No te recuerdo así.-
- ¿Porqué solicito verme alteza?-
- Niño impertinente. Aquí la que hace las preguntas soy yo. ¿Cómo te atreves a indagarme? Mí hijo nunca te ha hecho saber cuál es tu lugar pero yo si lo haré y yo, Konner, soy capaz de aplicar la más dura de las penas contra ti por desacato sin que me.
tiemble el pulso.- Ella se levantó y camino hacia él.
Suspiró.
- Soy un soldado de Scath y él único que puede juzgarme en corte marcial es él.-
- ¿Este argumento era tu as bajo la manga? ¿Enserio no tienes algo mejor? - Ella puso ambas manos a cada lado de él y lo miro. - Estás aquí en mí palacio. Tu vida ya está en mis manos desde que pasaste por esa puerta.-
- Eres una mujer.-
- Y tu un hombrecito inteligente que se que no se atrevería jamás a ponerme una mano encima. - Se sentó en su regazo. - Al menos de esa forma.-
Talia paso sus manos por su cabello.
Era tan suave...
Cerro los ojos y se dejó llevar por el aroma de su piel.
La suavidad de su rostro.
- La juventud Kon...- Trazo un camino hasta la comisura de sus labios.- Me fascinan los jóvenes...- Kon con firmeza le quitó sus manos de encima.
- No soy un sirviente. Si no me dice para que me ha llamado entonces lamento tener que decirle que debo dejarla. Su hijo, mí futuro Rey, me espera.-
- Bien. Iré al grano. Tu no estás enamorado de esa chiquilla y quiero saber cuál era tu plan con la pequeña Rachel. -
- ¿Por qué dudas de mí afecto?-
- Porque te conozco. Te he visto desde lejos siempre. Eres de los pocos amigos de mí hijo. Si no es que el único y se que a los chicos como tú no les atrae el casamiento si no es por algo...-
- Ella es una mujer excepcional.-
- ¿Lo dices por lo joven y bonita? Hay cientos de chicas así y de más nivel para ti.-
- Eso es absurdo. ¿Quieres que te crea que la ves como una chica poco especial y que a alguien así desposarias con tu único hijo y futuro Rey, Lady Talia? No me tomes por idiota. -
Kon se levantó listo para marcharse.
- Me iré por unas semanas a los campamentos del Norte si tanto te inquieta mí presencia aquí en la corte. Así que descuida. Nadie aquí se robara a tu chica si es para eso que me llamaste... perdiste tu valioso tiempo.-
- Hay algo que me inquieta de esa niña. Es saber tan poco de ella... Muchos dicen cosas y creo que tu sabes más de ella que su propio padre. Necesito saber quién es Rachel Roth.-
- Lo hubieras pensado antes de deliberadamente decidir convertirla en la futura Reina de está Nación. -
Ella lo tomo de la camisa con fuerza y lo acerco.
Quería que viera sus ojos llenos de furia.
-Pretendía saberlo todo de ella antes de llegar a hacer algo así pero un mocoso decidió proponerle matrimonio, tuve que mandar todo al diablo y hacer algo precipitado antes de que todos supieran de tu linda aventura que llegó muy lejos.-
Una sonrisa se dibujo en sus labios.
- ¿Realmente crees que todo esto tiene que ver conmigo?-
- ¿Qué intentas decir?-
La puerta se abrió sin previo aviso y Damian entro sin ceremonias.
- Kon fue invitado para coordinar los movimientos de nuestro ejército contra los rebeldes y no para perder el tiempo en tus intrigas. Él se irá a proteger nuestra nación y cumplirá tal como yo el deber. Ninguno de nosotros necesitamos escucharte ni un minuto más.-
Se dio la vuelta y su amigo lo siguió sin antes olvidar dar una reverencia a la mujer.
A la mujer...
- Adiós su alteza. -
Solo eres una mujer Talía en un reino comandado por hombres.
Al cerrar la puerta ella solo se quedó viendo al lugar por dónde se fue su hijo.
- ¿Acaso te perdí? ¿Cuándo sucedió eso, mí niño?- Se tocó el rostro.
Lo acaricio.
Quería despertar de esta pesadilla.
Clavo sus uñas en su suave piel fuerte.
Dolorosamente.
Sangro.
- Mí bebé. ¿Qué sucede contigo?-
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Días después
~Abadia~
Rachel estaba estupefacta.
Estaba con un vestido largo que pesaba dos veces su propio peso.
Seis niños detrás de ella la cola de cinco metros.
Tenía una tiara.
Tenía una MALDITA tiara que valía más que su hogar encima.
Su madre estaba a su lado.
- Tu padre no vendrá. Están en pleno combate.-
- ¿Quien entonces?- Solo pregunto.
¿Si su padre no estaba allí quien la iba a entregar al futuro Rey?
- El mismo Rey te entregará a su nieto.-
- Tienes que estar bromeando.- Le dijo en casi un susurro mirando fijamente a la puerta de la iglesia.
Detrás de esa puerta estaba esperándola el mismísimo Rey para tomarla de su mano y hacer que se case con Damián.
Rechazarlo tendría consecuencias mortales claramente.
Si decía que "no". No solo ella sufriría las consecuencias inmediatas si no que su madre también...
Scath no estaba allí para protegerlas.
Y de estarlo ¿Hubiera hecho algo?
No lo creía para ser honesta.
Es decir... No creía que quisiera verla muerta pero de seguro el mismo la obligaría a tomar su mano.
¿Tenía opción?
Te vas a arrepentir de esto...
Alzo su cabeza.
Si. Frente bien en alto.
Camino lentamente.
Las puertas se abrieron.
Una multitud estaba allí dentro esperándola.
Las trompetas sonaron.
El coro comenzó a cantar.
Camino intentando evitar ver a su alrededor.
Lo que no pudo evitar es ver a quienes tenía enfrente.
Damián vestido como un Rey.
Idilico. Impoluto.
Perfecto.
Lo odiaba.
Odiaba ver el perfecto Rey que evidentemente sería.
¿Por qué?
Porque ella sería su reina.
Jamás nada más que eso.
Jamás podría tener la vida que alguna vez deseo con él.
Libertad. Placer. Poder y tal vez ... Amor algún día.
Todo y más acababa en este día.
Damián Wayne era príncipe, futuro Rey, gobernante, soldado, era todo de todos.
Jamás sería solo para ella y ...
...ella deseaba ser algún día todo para un hombre.
Tragó saliva.
No podía hacerlo.
Tenía que hacerlo.
Cerro los ojos un segundo y al hacerlo casi de inmediato sintió un fuerte apretón en su mano derecha.
Abrió los ojos para ver quién era.
El Rey.
Sus manos eran heladas y frágiles.
Estaba delgado.
Lo intentaba ocultar con sus vestiduras.
¿Tal vez estaba enfermo?
Sus ojos eran amenazantes.
- Le debes dar... muchos hijos. Esa es la única orden que te ... daré, bruja.-
Oh, vaya. Así que puede hablar. ¿Pero porqué no se va al diablo su alteza?
¿Eso no le podía decir en voz alta, no?
Después de todo él era el Rey. Un anciano que a duras penas podía hablar.
Un viejo decrépito el cual fue el más digno soldado que está Nación vio nacer pero ahora no era más que un saco de huesos que pronto debía ...
...morir como cualquier hombre.
Su padre podría vencerlo y pulverizarlo con los ojos vendados.
¡Ella misma podría hacerlo!
Te vas a arrepentir de esto....
Asintió y le regaló una sonrisa.
Detrás de él estaba una mujer que llevaba un vestido dorado ceñido al cuerpo.
Era un delirio.
Podría jurar que estaba cocido con hilos de oro.
¿Quería opacarla?
Talia Al Ghul. ¿Quien más podría tener la osadía?
Pocas veces hablo con ella y pocas veces intento hacerlo.
El aire de superioridad que tenía era abrumador y molesto.
Era una maldita perra y todos coincidían con ello.
Pese a ser una princesa las mujeres de la misma corte evitaban codearse con ella.
Todas sabían que involucrarse con Talía Al Ghul era jugar con fuego y pocas estaban dispuestas a jugar ese juego.
Ella se inclino levemente frente a Rachel y levanto rápidamente el rostro.
Era mucho más alta que ella y de un porte más imponente.
La intentaba disminuir en su propio matrimonio.
- Gracias por la Tiara.- Solo atino a decirle y le regaló una sonrisa aún más amplia.
La Tiara era de su madre.
Siempre estuvo en manos de Talía al morir hasta que llegó el día de entregársela a ella.
La futura Reina...
Ra's camino con ella los pasos que restaban hasta llegar a un lado de su nieto.
- Una bella e inteligente mujer pongo en tus manos. Tu..sabes cuál es tu deber. -
Damian asintió y tomo la mano de Rachel ahora.
Camino junto a ella y subió los peldaños del altar.
Ambos se inclinaron ante el obispo y dieron sus votos.
Le quitó el velo a la mujer que tenía enfrente.
A quién no veía hace días.
Estaba preciosa.
Sus mejillas rosadas y sus labios rojos y brillantes.
Deseables.
No era para nada un castigo ni mucho menos un pesar besarlos aún cuando apenas conocía a esa mujer íntimamente.
Jamás habían hablado como amigos.
Eran meros conocidos.
En los últimos días ella lo trato como su enemigo.
Suspiró suavemente.
Cientos de personas los veían.
Se inclino y la beso suavemente.
Fue fugaz.
Apenas tocó sus labios.
Ella ni se inmuto.
Te vas a arrepentir...
Camino junto a él a la salida sintiéndose expuesta.
El velo era de mucha ayuda. Evitaba que todos pudieran ver su cara de disgusto.
Tantas mujeres dispuestas a estar en su lugar y la "afortunada" era una quien jamás hubiera querido estar donde estaba...
Tanta envidia veía en los rostros de varias asistentes.
Más de una la ignoro en los festividades.
Más de una la insulto bastante por lo alto...
..y ahora todas debían inclinarse ante su paso.
Era casi el único beneficio que le veía a todo esto.
Entraron al carruaje y se dirigieron al palacio.
Le dio una pequeña bolsa.
Pesada.
- ¿Qué es esto?-
- Son monedas de oro. El carruaje pasará lentamente hasta llegar al palacio entre la multitud. Ellos intentarán tocarte las manos. Para eso llevas guantes. A quien llegue a ti deberás darle una moneda por asistir a este día tan dichoso y compatir nuestra alegría.-
¿Era una broma?
La gente moria de hambre y darles un poco de oro no solucionaba nada.
Y si no los intentaban matar era únicamente porque los Al Ghul masacraron a unos rebeldes que lo intentaron hace dos años.
Tuvieron un trato ejemplificador según ellos con los traidores.
No solo los asesinaron a ellos.
Si no a sus familias.
En los corredores se decía que todo fue idea de Talía.
Pero solo eran rumores.
Damián era aún muy niño para tomar esa clase de decisiones.
Nadie lo culpaba aún del reino del terror de su familia.
No le respondió.
Dio las monedas a los aldeanos como le pidió y les regaló un par de sonrisas.
- El banquete durará al menos dos horas. Luego de eso podremos irnos. -
- Bien.-
Abrieron el carruaje y la ayudaron a bajar.
El palacio era enorme.
Frío.
¿Milenario tal vez?
Siempre le pareció majestuoso de ver pero jamás pensó que ese lugar terminaría siendo su hogar hasta el final de sus días.
"Hasta el final".
Si.
No había posibilidad de separarse de él ni siquiera
No lo iba a soportar...
A su paso unas mujeres tiraron pétalos.
¿Era necesaria tanta parafernalia?
- Hay príncipes de otros reinos aquí. Incluso tu amiga vino con sus padres.-
Asintió.
No le podía interesar menos confrontar a Donna.
¿Qué le iba a decir?
¿Cómo explicar que hace una semana estaba prometida a Kon y ahora era una princesa?
Incluso los invitados la veían con recelo.
Escucho a más de uno murmurar que seguramente estaba embarazada.
Que por eso el apuro de la corona.
Solo ella sabía que eso era imposible.
Básicamente porque nunca tuvo nada que ver con Damian.
¿Pero porqué otro motivo una mujer y un hombre se casarían con tanta urgencia?
Y es por ello que no los culpaba.
Ella pensaría lo mismo.
Se tenía que tragar su orgullo y ser cortes con todos ellos.
Aún cuando la veían como una mujerzuela que atrapó al futuro Rey.
El tiempo le daría la razón cuando todos vieran que no había heredero en camino pero hasta ese entonces...
...debía soportar aquellos insoportables murmuros.
Le hablaban y ella solo asentía y sonreía.
¿Eso era todo lo que se suponía que debía hacer, no?
Donna se acercó y le murmuró un...
"¿Que has hecho?"
- No lo sé.- No pudo decirle más que su "asistente" la llevo a saludar a otras personas.
Ni sabia quienes eran.
Solo era "linda" y ellos la halagaban.
Hablaban de ella los más viejos como un trozo de carne bueno que debía seguramente dar buenos y saludables hijos.
Lo más osados le decían que era su deber darle un varón a la Nación.
Muchos asumían en su cara que ya estaba en cinta.
Sentía que iba a colapsar.
Se sentía mareada.
La sujetaron con suavidad del brazo.
Se dio la vuelta asustada pero al verlo...
...al verlo sonrío.
Hacía meses que no lo veía.
- Fueron solo semanas. Vaya. Jamás espere verte así.-
- ¿No estás molesto?-
Negó.
Se acercó a ella con distancia prudencial y le susurro...
- Nunca fui celoso. Ahora como imaginarás te tengo que dejar. Pero nos veremos pronto.-
- Voy a esperar ese momento. Le tomo la palabra su eminencia.-
No todo era malo.
Había vuelto.
Sentía como si hubieran pasado meses sin verlo.
Miro a su derecha y vio a Donna quien tenía una mirada preocupada.
En sus labios visiblemente dibujo una clara palabra.
'No'
Ella sabía lo que se le cruzaba por la mente.
Donna sabía todo de ella salvo que se fuera a casar con el príncipe heredero.
Pero eso no era algo de lo que se la podía culpar.
Hacía una semana supo de las intenciones de la corona y estuvo toda una semana enjaulada.
Ni siquiera un mensaje pudo mandar a su amiga.
Nada le fue permitido.
- Linda te ves pálida. ¿Sucede algo?-
Talia Al Ghul volvió a acercarsele.
¿Realmente podía vivir con ella?
Lo veía imposible.
- ¿Dónde está mí madre?- Le atino a preguntar.
Durante la ceremonia ella se sentó junto a esa mujer.
Luego nunca la volvió a ver.
- La baronesa se sentía indispuesta. No te preocupes. Volvió a su hogar. Le dije que se fuera tranquila. Que ya estabas en manos de tu nueva familia.-
Rachel suspiró pesadamente.
- Mí madre es mí familia.-
- No querida. Tu eres hoy propiedad de la corona como esa tiara que llevas encima. El día de mañana tu hijo se casara con una chiquilla y deberás entregársela. Luego cuando eso pase tu ya no servirás para nada aquí.-
- Tu parece que sabes mucho del tema...-
- Cuidado a quienes tienes de enemigo pequeña. Yo se más de lo que quisieras de ti y te recuerdo que no hace mucho rodo la cabeza de una reina aquí en está misma sala.-
Beso su mejilla y se despidió.
- Las fiestas me aburren. Suerte está noche. La vas a necesitar.-
"La noche".
Una vez más caía a la realidad en la que estaba metida.
Los clerigos hablaban con Damián.
¿Que ocurría allí?
Intercambio mirada con él.
Se fue con los hombres a un lugar privado.
¿Qué ocurre?
Sentía que todos la miraban.
¿El Rey?
No estaba allí tampoco. ¿Alguna vez lo estuvo?
El salón de lleno de una bruma espesa.
Incienso.
La música fue más intensa.
Dio vueltas.
Se sentía mareada.
Pérdida.
Sola.
¿Donna?
La busco por todas partes pero era como si todos los rostros conocidos hubieran desaparecido de pronto.
Incluso Damian.
Su esposo.
¿Dónde demonios estaba?
Negó con la cabeza.
¿Qué diablos hacía pensando en él?
A decir verdad no le importaba.
Solo quería irse de allí y eso era lo que iba a hacer.
Camino entre las personas hasta llegar a un corredor que terminaba en el jardín.
Sus pasos se aceleraron.
Ignoro a las parejas que en la oscuridad desataban su lujuria.
Corrió hasta la libertad para ser víctima de la curiosidad.
Escucho su voz detrás de una puerta.
Se acercó al cerrojo.
- Nadie la va a tocar.-
- Es tradición asegurarnos de que la princesa sea virgen. Se le debe asegurar a la Nación un legítimo heredero. Todos nosotros debemos ser testigos de ello. -
Damián miro a la puerta.
Era imposible que la viera.
Pero era como si...
En un rapido movimiento él saco su daga de debajo de su manga y le cortó el cuello al vocero de ellos.
Cayó al suelo mientras aferraba sus manos con fuerza a su garganta.
- Díganme. ¿Estoy siendo lo suficientemente claro? A ella nadie la toca.-
Rachel de inmediato se alejo de esa puerta y se fue corriendo al jardín.
Tenía que huir de inmediato de ese...
...monstruo.
Damián era un despota.
Un pedante sin dudas.
¿Pero un asesino?
Dejo de correr de pronto.
¿A dónde diablos pensaba ir?
El palacio estaba a al menos 2 millas de la aldea más cercana.
¿Qué tontería estaba haciendo?
Cerro los ojos y pensó en él.
Solo tenía que saber esperar.
Solo eso...
Cuando volviera su padre triunfante la balanza se equilibraria a su favor.
- Señora. Su alteza Real la espera en sus aposentos.-
Negó.
¿Qué?
Se dio la vuelta para ver al asistente de la corte escoltado por tres soldados del palacio.
Aquellos que no le respondían a la armada.
Súbditos de los Al Ghul.
De los pocos que tenían...
Asintió.
Camino tras él voluntariamente antes de ser sometida a la humillación de ser arrastrada con él.
Camino y pensó que hacer.
Claramente Damian sabía que no era virgen.
Lo sabía absolutamente.
Y ¿Entonces?
Le estremecía el solo pensar que iba a tocarla así.
Íntimamente.
Luego no iba a haber vuelta atrás.
Luego tendría que ¿Someterse a él cuando él quisiese?
¿Qué diablos significaba ser una reina?
¿Abrir las piernas para él cuando lo requiriera?
Negó otra vez.
Le abrieron la puerta y para su alivio no había nadie más que él.
Los logro ahuyentar...
El alivio duro poco cuando se dio la vuelta y la miro.
Esos fríos ojos esmeralda se posaron sobre ella que...
...llevaba aún esa ridícula tiara y toda la parafernalia Royal que se les ocurrió a las modistas encima.
- Desnudate. -
- No.-
El sonrío burlonamente.
- Tu ya no decides que hacer. Ni siquiera yo soy dueño de mis actos esta noche.-
- Si ni siquiera eres dueño de tus actos significa que eres un rehén de está mierda.-
Raven tomo la Tiara y la arrojo contra un espejo el cual se astillo con el golpe.
- Eres una jodida insolente. Una mujerzuela estúpida que no sabe el gran honor para el cual fue escogida.-
- Muy bien, Damián. ¡Muéstrame quieren eres!
Siempre supe que detrás de esa máscara que llevaste encima toda tu vida detrás habia solo un maldito hijo de puta. Un arrogante déspota con el cual jamás. Escúchame bien. JAMÁS hubiera querido casarme. -
Él la tomo del cuello con su mano izquierda y le mordió el mentón.
No fue doloroso.
No. Más bien fue con firmeza.
Apoyo sus labios.
Suspiró y la soltó.
- A mí si me da gustó que hayas sido tu.- Sonrío. - Contigo no necesito contenerme después de todo. ¿No es así?-
- ¿De qué hablas enfermo?-
La arrojo a la cama y rompió con facilidad los botones de la espalda del vestido y el resto de él.
Ella intento patearlo y golpearlo pero jamás la dejo darse la vuelta.
- NUNCA OBTENDRÁS NADA DE MI. ¿ESCUCHASTE?-
La tomo de la mandíbula.
Alzo su rostro y beso su cuello.
- Podrías luchar más que eso. Lo sé. Te he visto derribar al sujeto detrás de la cantina. ¿Que hacías ahora que lo pienso? ¿Fuiste a ver a alguien esa noche? No fue a Kon...-
- Uno va a una cantina a beber.-
- ¿Una mujer sola a la noche? Una... ¿Lady?- Tomo sus muslos con fuerza.
Estaba entusiasmado con esto.
Tan solo verse así tan rápido le daba vergüenza asimismo.
Estaba rígido y listo.
No quería demostrar debilidad...
- Ahora que lo pienso ibas vestida distinta esa noche. Vestías como una mujerzuela. ¿Cómo se te ocurrió culparlo? - Rachel seguía intentando voltearse y tal vez...
Le quitó el aliento.
Dio un chillido agudo al sentirlo dentro de ella ya.
- No puede hacerme esto.-
- Estás tan mojada mí reina. Tan receptiva a mí. ¿Me vas a culpar a mí también?-
Los fuertes músculos del pecho de Damian estaban contra su espalda.
Ella gemía como perra con cada una de sus embestidas.
- Estás tan apretada y húmeda allí dentro mí reina.- Ella evitaba que sus labios tocaran los suyos.
- Nunca te voy a perdonar esto.-
- Es bueno saberlo. Entonces lo repetiremos seguido si nunca me lo perdonarás de todas maneras.- El choque entre sus cuerpos era lo único que se escuchaba en esa habitación.
La luz de las velas reflejaban sus sombras en la pared más próxima.
Él ahora la tomaba del cabello mientras ella estaba hincada frente a él.
La montaba como a una yegua.
Su mano derecha la sostenía de la cintura.
Tantas veces la golpeó en su centro.
Rachel ya no tenía fuerzas para seguir luchando contra él.
De hecho juraba que luego de que terminara con ella quedaría temblando en esa cama por horas.
Pero mientras tanto no se sentía mal...
Quería tragarse esos gritos de placer que salían de su boca pero era sencillamente imposible.
Estaba extasiada por el sexo brutal que le estaba ofreciendo...
- No soy tuya. Nunca sere tuya...-
Ambos sudaban tanto...
Damián gruñía como una bestia con cada embestida.
Estaba perdido en el fervor de tenerla así.
Para él.
Solo para él.
Entendía a Kon cuando decía tantas estupideces.
De hecho era como lo imagino.
Combativa.
Una fiera.
Sus rasguños dolían más de lo que alguna vez admitiría.
Sus senos eran tan suaves y duros como imagino siempre que serían.
En otro momento se iba a dar el gusto de devorarlos hasta que suplique que pare.
Pero hoy...
Arrojo todo lo que tenía dentro de ella y gritó.
Ella grito tan fuerte que seguro el eco de su gritó llego lejos ...
Muy lejos.
Lo suficientemente lejos como para que todos supieran que el ya había hecho su trabajo.
Y lo suficientemente fuerte como para que sonriera ampliamente.
La dejo caer.
La soltó y ella cayo.
Se dio la vuelta y le regaló una mirada por demás desafiante.
Lo único que provocaba con esa actitud suya era que se le pusiera otra vez dura.
Se revolvió el cabello intentando enfocarse.
La saliva corría por sus pómulos.
Tenía los ojos llorosos.
Se veía tan bien cogida.
- No puedes ni hablar... - Limpio sus muslos cubiertos de sus fluidos con su camisa.
- Esto...-
- Esto ocurrirá mañana, al día siguiente, y quizás lo haga más de una vez al día.-
Ella negó.
Estaba sin aire y enojada.
Muy enojada.
¿Porqué diablos se dejó tratar de esa manera?
- Muchos lo han hecho. No te creas tan especial.-
Él la tomo de la mandíbula y la apretó fuerte está vez.
Para que doliera.
- No intentes enfadarme con mentiras porque Kon me ha contado que aún cuando fornicas como ramera nunca dejaste que acabará en ti. Así que no me harás creer que a alguien menos que a un conde lo dejaste.-
Le soltó la mandíbula y fue a buscar una bata.
- ¿Donde te vas?-
- A mí habitación. Cualquier monarca que pretenda que su relación con su reina dure lo más posible con su mujer sabe que lo mejor es dormir separados.- Aferró su cinturón a su cuerpo.
- Además debe ser una pesadilla intentar dormir contigo. Eres muy escandalosa. Algunos invitados siguen allí abajo. Estoy seguro que más de uno pudo escucharte.-
- ¡YA LARGO!- Le gritó con todas sus fuerzas.
No estaba llorando.
De hecho estaba solo llena de cólera por lo que le acababa de hacer.
Cerro la puerta dejándola al fin sola.
- Estás muy jodido si crees que vas a obtener algo de mí, imbécil.- Murmuró.
Ahora que se que has vuelto las cosas serán distintas, mí amor.
Respiraba dificultosamente aún..
Miro al gran espejo a su derecha.
Se miro...
Realmente estaba muy jodida.
Se quiso poner de pie y las piernas no le respondieron.
Le dolía tanto ahora. Ahora sí sentía todo lo que le había causado.
Estaba muy jodida...
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Al día siguiente...
Se levantó por unos gritos que escucho a lo lejos.
Al principio pensó que eran soldados entrenando.
El palacio estaba lleno de ellos y estaba algo acostumbrada a convivir con hombres de pequeña.
Pero supo que algo ocurría al escuchar caballos aproximándose.
Temprano en la mañana.
Muchos de ellos llegaban.
Se puso un vestido y se acercó a su ventana.
Abrió un poco el ventanal y vio en la entrada al obispo y a todo la cúpula eclesiastica allí.
Los sirvientes corrían por doquier en el jardín.
Frunció el seño.
Necesitaba saber que ocurría.
A juzgar por la altura del sol no era tan temprano.
Es más seguramente era lo suficientemente tarde como para que alguna criada ya hubiera intentado levantarla y ofrecido su asistencia.
No es que era una inútil que no podría vestirse sola pero si pretendían que usará vestidos armados y de corset ajustado no podría atarselo sola.
Era literalmente imposible hacerlo sin ayuda.
Abrió su armario y vio que no había un solo vestido suyo.
Habían. Y muchos...
Pero ninguno de los suyos.
Apretó los dientes.
¿Quien se creía que era?
¿Acaso reviso sus cosas?
Busco desesperadamente por todos lados su caja.
¿Dónde está?
Arrojo todo al suelo hasta que lo halló.
Abrió la pequeña caja con la llave que llevaba en su pecho.
Y allí estaba...
El relicario.
Lo llevo hasta su pecho.
Se sentó en el suelo y se olvidó de lo que iba a hacer.
Necesitaba verlo pronto o perdería la razón.
A solas.
Lo extrañaba hoy más que nunca...
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Los monjes ponían monedas en sus ojos.
Los sirvientes encendían inciensos y algunos lloraban al Rey caído.
Talia miraba de reojo a su hijo.
El nuevo Rey.
- Tu abuelo no murió. Lo asesinaron. ¿Eso lo sabes, no?-
- Si y eso no lo volverás a decir nunca más.-
- Hay que hallar al culpable. El traidor vive entre nosotros.-
- No. El traidor se dejará ver solo con el tiempo. Vendrá por mí y yo estaré esperándolo. No haremos una casería de brujas para que todos sepan que pueden asesinar a uno de nosotros bajo este techo.-
- Lo voy a encontrar y colgaré su cuerpo en el frente del palacio. Lo juro.-
- Veremos quién llega a hacerlo primero, madre. De esto ni una palabra a Rachel.-
- Estoy segura que esa perra tiene algo que ver en esto.-
- No lo creo.-
- ¿Te respondió?-
- Hice mí deber.-
- Maldita zorra...-
Damian bufo ante su comentario.
- Ahora más que nunca es necesario que me de un heredero.-
- Haz lo que sea necesario, hijo. - Lo miro de reojo una vez más y...- Si te da problemas déjamela a mí. Sabré cómo tratarla.-
- ¿Hay sirvientes de su padre entre nuestros soldados?-
- No. Tu abuelo se aseguro de eso.-
- Mí abuelo no se levantó de esa cama en semanas. - Se cruzó de brazos. - Ya tengo por dónde comenzar a investigar.-
- ¿Piensas dormir con ella?-
- No es necesario.-
- Me alegra saber que mí nuevo Rey no se deja llevar por una linda cara. Me siento aliviada.-
- Yo se perfectamente cual es mí lugar. Tu espero que sepas cuál es el tuyo también.- Se dispuso a marcharse.
- Organiza todo. Me prepare para la ceremonia.-
- ¿Quien le dirá a ella?-
- Hazlo tú y procura que se vista como una reina.-
Talia sonrío.
- Lo haré con gusto, hijo. Tu descuida. -
Damian suspiró hondo al escuchar su tono.
¿Cuál era el problema de esas mujeres?
Jamás las entendió...
Y jamás las entendería.
Pero no era su problema ese.
Si ella pretendía sobrevivir en el palacio debía aprender a sobrellevar a su madre.
Y demostrar su valía.
Sola.
Él tenía cosas más importantes que hacer que lidiar en cuestiones de mujeres.
Entro en su habitación.
Se había ido de allí temprano.
¿Qué hace aquí?
- ¡LARGO!- Gritó molesto.
¿Acaso esa mujer no sabía las reglas?
Al escuchar el gritó la joven se levantó horrorizada y el pánico se apoderó de ella.
Tomo una sábana y la envolvió en su cuerpo. Intento encontrar su vestido entre todo el caos.
Realmente Damian veía todo descreyendo su ineptitud.
Era como si nadie le hubiera dicho que era su noche de bodas.
¿Que pensarían si vieran a esta mujer en su cama?
- Tu.- Llamo su atención. No sabía su nombre.- Procura que nunca más te vuelva a ver o sufrirás las consecuencias.-
Asintió enérgicamente y se fue por la puerta interna que había en la habitación.
¿Porqué diablos sintió la necesidad de estar con una mujer luego de estar con ella?
Era como si no hubiera podido dormir sin sentí el calor de una mujer a su lado.
Mando a llamar a una de las mujeres de las sirvientas para calentar su lecho.
Fue una decisión muy estúpida.
Se agarró con ambas manos el rostro.
No paso ni un día con ella y lo volvía loco...
Suspiró frustrado.
Ayer era un príncipe con el deber de tener un hijo pronto.
Ahora era un Rey al que le querían arrebatar el trono sin un hijo.
Su situación era muy delicada.
Rachel le tenía que responder.
Pronto. Muy pronto.
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Una sirvienta se acerco a su señora.
La misa en honor a su padre recién acababa.
Le entrego una carta.
Talia Al Ghul la abrió pese a no tener sello.
Nadie se animaría a enviarle tonterías en un momento así después de todo.
- Supongo que se lo debía. Una respuesta. Su padre fue quien me dijo que pidiera su mano. ¿Usted cree que en mí lugar podía rehusarme? Sin rencores, Lady Talía. Mí pesame. -
Maldito seas Trigon....
Él fraguó todo esto.
Y ahora mí hijo está casado con ella...
La busco entre los presentes.
La encontró.
Se estaba yendo.
¿Esa maldita lo sabía?
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Continuará...
¿Qué tal?
⭐Dejen estrellitas y comenten eh! 😂
Sin amor. Sin afecto.
O tal vez si? De quién hablara Raven,no?
Como verán cada uno tiene sus planes.
¡Que comience el juego de tronos! 🥂😂
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