Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Contigo todo es más fácil

Capítulo 27

Cuando las últimas notas de mi piano se desvanecieron en el aire, el salón estalló en aplausos, pero mi mirada se perdió en la figura de Vanessa, que salía corriendo, las lágrimas cayendo por su rostro. Mi corazón se detuvo por un segundo, preguntándome qué había hecho, qué había cambiado en ese instante que la había llevado a huir de esta manera. Victoria, por su parte, observaba la escena con una calma tensa, como si estuviera esperando algo más. Pero a medida que los aplausos continuaban, no pude dejar de notar cómo   Vanessa y Alfredo se retiraban por otro lado. Un suspiro de alivio se escapó de los labios de Fernanda, y por un momento, parecía como si las tensiones de toda la noche se disiparan, como si ella misma hubiera dejado atrás un peso del pasado.

Ella me miró, sonriendo, y con una voz suave, casi melancólica, me dijo:

—No sabía que tenías tanto talento. Esta noche ha sido realmente hermosa.

Sentí que las palabras de Fernanda eran sinceras, pero había algo más en su tono. Quizás era la emoción de la música, de lo que había presenciado, o simplemente las viejas tensiones que ya no pesaban tanto. Me quedé en silencio por un momento, observando cómo se relajaba  .

Pero entonces, algo inesperado sucedió. Victoria, con su mirada intrigante, se acercó a hacía mi con micrófono en mano, y comenzó a hacerme preguntas, una tras otra, como si estuviera lista para revelar todos los secretos.

—¿Vas a volver a ser modelo? —preguntó, con una curiosidad insaciable. —¿Cómo está tu matrimonio? ¿Por qué volviste? ¿Y qué hay de la música? ¿De los artistas que alguna vez conociste?

Cada palabra parecía más intrusiva que la anterior, pero Fernanda no parecía incómoda. En cambio, parecía sorprendida, casi desconcertada por el torbellino de preguntas que nos envolvia. La miraba, cautiva, mientras Victoria no dejaba de grabar.

Fue en ese momento cuando Fernanda, sorprendida por tantas preguntas, miró a Omar, quien estaba cerca y, como si fuera una revelación, le pidió explicación Omar la alejo un poco de mi.

—Omar, ¿qué tanto hacía Lucas en esos años? —preguntó, con una mezcla de asombro y admiración.

Omar, con su voz grave, comenzó a relatar, como si estuviera contando una historia que no muchos conocían:

—Desde sus 15 hasta los 20 años, Lucas fue modelo. Se dedicaba a promocionar productos, pero también tenía una carrera musical. Tocaba el piano, cantaba... Era increíble. Todo parecía ir sobre ruedas, pero un día, de repente, abandonó todo eso.

Las palabras de Omar resonaron en el aire, y mientras todos escuchaban, me pregunté qué había sucedido en esos años por qué había abandonado lo que había sido mi pasión.
.
—Magnífica —mencionó Omar cuando intenté acercarme—. La fundación obtendrá los mejores beneficios, ¿no te parece? Si te burlas, sobre todo Fernanda debe estar impresionada, ahora que lo mencionas… tu esposa sí lo está, dijo Omar.

—No sabía que ocultaras secretos —dije.

—¿Secretos? Yo, claro que sí —respondió Fernanda, mirándome, parecía salir del atónito—. No sabía que tocaras tan bién, ni mucho menos que te dedicabas a tales cosas en tus tiempos libres. Y ahora resulta que eres modelo… Bueno, aunque debí saberlo si te vi en la revista. Asistencia, para mis adentros, promocionabas perfumería y tocabas el piano. , ¿por qué no tenías una carrera de eso?

—Porque es un hobby, porque conocí a Vanessa, porque arruiné mi vida, porque me tiene escándalos sociales y alcohol, porque me terminé casando.

—¿Te suena? —Omar rió ante eso.

—Después dijo—: Ustedes dos tienen una química de amor que se les nota de aquí a la escala del 20. Deben disfrutarlo, y yo debo agradecerte porque la fundación será lo mejor. Podríamos ayudar a gente maltratada de las comunidades bajas, principalmente la esposa del jefe, Doña Grace, quiere mujeres maltratadas, golpeadas, y niños con hambre. Creo que por eso buscó a tu esposa, porque queramos o no, es un gran referente.

—¿Cómo te sientes? Supongo que tu mirada se relajó cuando los viste partir.Comento Fernanda

—Claro, Vanessa comenzó a llorar —dijo Lucas con algo de sarcasmo—.

—Vamos, se ve que no sabe qué tan complicada vida tiene.

—Wow, ahora resulta que te compadeces. Si la conocieras, si supieras que sus lágrimas son más falsas que el sermón de un cura en domingo… ¿Ahora quieres que me crea que mi ex se conmovió con mi música? Por favor, no digas cosas absurdas.

—Quién sabe, Lucas, tu música puede tocar fibras maravillosas, ¿no te parece?

—En efecto, la música puede ser la fiel compañera de quien se le ocurra y cómo se le ocurra. La música puede ser el mantra de la paz, pero créeme, Fernanda, ella no tiene corazón. Vanessa no piensa, no razona, y no piensa en los demás. No la conmueve nada, mucho menos la música.

—Vamos, Lucas, no seas tan duro con ella. Algo la conmovió, algo la hizo sufrir.

—¿Qué, si no fue la música? Dime, ¿qué fue?

—No lo sé, podrían ser miles de factores. Por ejemplo, tú. ¿Qué tal si se dio cuenta de que estaba perdiendo? ¿Qué tal si se dio cuenta de que eres feliz conmigo y se creyó este matrimonio por contrato?

—Soy feliz contigo, Lucas —repitió la palabra como un eco. La frase era "soy feliz contigo".

—Fernanda, ¿eres consciente de que soy feliz contigo? O mínimo, ¿crees que soy feliz contigo?

—Fue un decir.

—¿Puedes dejar de decir que fue un decir? Si en verdad lo sientes, ¿puedes dejar de decir que en verdad fue mentira? Si en verdad lo quieres, ¿puedes dejar de decir algo y hacerme sentir como si no valiera?

—Claro que vales —dijo, abrazándome—. Siento que me haces feliz. Siento que te hago feliz. Eso va a ser suficiente para sentirme en el cielo y las estrellas.

Fernanda tenía el poder y el don, y yo quería todo lo contrario: quería sentirme amado por ella, quería sentirme único.

Pronto, eran las 12 de la noche. Le propuse a Fernanda despedirnos temprano y desaparecer. De cualquier forma, teníamos un pretexto único: estábamos de luna de miel. Era lógico que yo no tuviera tiempo de vivir en cócteles o en fiestas, pues se podía entender que quería disfrutar a mi esposa. Aunque era verdad que quería disfrutar a mi esposa, no era mentira. Quería estar con Fernanda, quería besarla, quería estar con ella, la anhelaba. Quería correr al hotel, pero, para ser sincero, no sabía a qué quería correr.

—Vámonos ya —le propuse de inmediato—. La justificación será nuestra luna de miel. No tenemos por qué permanecer aquí.

Me dirigí a su esposa, que se encontraba sentada en una de las mesas, cuidando a sus niños

—Nos retiramos —les dije.

—Gracias, gracias por darnos una velada —dijo  mirando a Fernanda—. Créeme, que te buscaré. Te buscaré para que me ayudes a formar su fundación.

—Robert —le hizo una seña con la mano.

El hombre volteó.

—Señor Wolf, nos retiramos. Gracias por la velada maravillosa.

—Bien —dijo Omar—, que tenías manos de ángel.
.—¿Gracias, usted por su cordial invitación, y perdona si en algún momento, algo te hizo incomodar —continuó el gringo.

—No ocurre nada, nada ha cambiado, nada me hizo incomodar, al contrario, ha sido una velada única y especial.

—Déjenme decirles algo —dijo—. No dejen que nada los separe  de este amor que Rocha, desde el principio. Cualquiera que piense todo lo contrario está en un fondo vacío.

—Muchas gracias —nos despedimos.

Esta vez no le permití a Omar, quien nos acompañó a la salida, ponernos un chofer para que nos llevara.

—Gracias, amigo, pero quiero ir solo. Rente un auto en el hotel, ese es el color gris que trae el vale parking. Sera mejor que nos movamos, quiero disfrutar el tiempo.

—Claro, amigo, mañana habrá notas y estoy seguro que la señora buscará a tu señora lo más rápido posible. Espero no le moleste tener alguna ocupación.

—Claro que la tiene —dijo Lucas, defendiéndome—. Pues no sé por qué, pero sentí en algún punto que el comentario le molestó.

—Ella estudia Derecho. Será una buena abogada.

—Claro, no quise decir eso, a lo que me refería es que si no le molesta tener un trabajo tan ocupado, que sobre todo te hará meterte en este mundo más a fondo.

—Justin, ¿cuál es la urgencia? —contestó Don Humberto, algo molesto.

—Perdón, perdón, sé que es tarde. Lucas fue a un cóctel en Cancún.

Abrí los ojos como platos.

—¿Qué? Justin, ¿me hiciste levantarme de la cama para decirme que mi nieto está fuera en su luna de miel? ¿No llevó a Fernanda?

—No hay nada raro. Solamente que en ese cóctel también estaba Alfredo.

—Por favor, dime que no ocasionó un escándalo.

—No parece ser. Iba de la mano de Vanessa, pero eso no es todo. Los medios de Cancún informan…

—Continúa.

—Que su nieto está paseando con Fernanda. Ya no creen que es un matrimonio por contrato. Informan que se aventaron de parapente. Los vieron paseando por el mar.

—¿Mi nieto tuvo enfrente al novio o marido de Fernanda.?

—Y Justin, ¿me estás diciendo que no lo golpeó?

—Sabes que, desde que Lucía y mi hijo murieron, mi nieto no soporta estar en cócteles. Literalmente lo tengo que obligar, y solamente fue de la nada a uno de Cancún, que ni siquiera era parte de lo que yo le exijo. Que camino por la playa cuando no puede meterse al agua porque le recuerda el accidente. Y que se aventó de parapente, ¡es su fobia mayor!

—Vaya, Justin, me has alegrado la noche. El matrimonio por contrato está funcionando.

—¿Por qué dijiste eso? —dijo Fernanda mientras nos acercábamos al hotel.

—Decir que… decir que yo estudiaba derecho,

—No sé, la forma en que Omar dijo lo de apoyo a Grace, como si tú no hicieras más que ser mi esposa, me hizo sentir incómodo Quiero que le quede claro a la sociedad a la que tú perteneces que eres algo más que una cara bonita.

—Es normal que por ahora crean que soy una mantenida. Es normal que no puedan entender por qué me casé contigo, si no tengo nada, si no tengo una maestría, si no soy una mujer leída como las de ellos. La mayoría piensa que te sigo por el cheque.

—Claro que no —respondió —. Tú me motivas, tú eres diferente.

—Entonces, yo, más que eso, eres una mujer admirable,  me ayudas a ser valiente, eres escudera,  me has ayudado a vencer miedos.

Cuando dije "vencer miedos", Fernanda me detuvo.

—¿Miedos? He caminado por la playa contigo. Yo tengo miedo desde el accidente de mis padres, no podía meterme al agua. Tú has hecho cosas diferentes.

—Ah, lo entiendo, pero no hemos entrado... pero al menos estoy cerca y he podido tolerarlo. Sé que pronto entraré en ese tipo de cosas. Me podría meter al mar de nuevo .

—Yo solo te he apoyado. Ahora lo entiendo, y créeme que te entiendo. Entiendo tus miedos, pero créeme, todos le tienen miedo al mar. Incluso tú has pasado por muchas cosas. El accidente de tus padres es algo muy fuerte para todos.

—Es que no es eso, Fernanda. Yo no podía ir a cócteles. Mi abuelo tenía que obligarme. Odio estar en aglomeraciones con la gente —dije con la voz entrecortada y con algo de ansiedad—. Y contigo, hasta un vestido te ayudó a elegir. Contigo todo es fácil, contigo todo es diferente.

—Entiendo, Lucas, lo entiendo, pero lo has hecho por la presión de la sociedad, por aparentar ser un matrimonio...

—¡Basta, Fernanda, déjame hablar! Lo he hecho porque me has acompañado. Lo he hecho porque en este cóctel sabía que te iba a presentar a la sociedad. Porque necesito que te acepten, porque necesito que entiendas y que seas parte de mi mundo. Lo he hecho por ti, porque contigo todo, todo, Fernanda, es más fácil. Incluso vencí mi fobia a las alturas

—¿Te subiste a parapente teniendo miedo a las alturas? —preguntó Fernanda con incredulidad.

—En efecto —respondí—. Quería que te llevaras un buen recuerdo de esta luna de miel. Todo lo he hecho por ti. He vencido mis miedos por ti. Me atreví a ir a cócteles, y este no es el primer cóctel en mi vida, pero sí es el primer cóctel al que mi abuelo no tiene que llevarme a rastras y hasta comprarme el esmoquin.

—Por ti he hecho cosas, porque quiero ser digno de ti, porque quiero demostrarte que te amo.

Fernanda abrió los ojos como platos, y yo no esperaba que eso saliera de mi boca. Me sorprendí a mí mismo al escucharme decirlo, pero ya era momento, ya era momento de decirle:

—Te amo. Contigo todo es más fácil, pequeña. Contigo todo es sencillo. Aquí puedo besarte, amarte, entregarme. Pero no sé si soy digno de quererte, no sé si soy digno de amarte, pero sí puedo afirmar que contigo todo es más fácil.

Acarició mis ojos, me rozó los labios y me miró.

—No tenías por qué hacer cosas que no quieras. No tenías por qué cumplir expectativas ni vencer miedos. A partir de este momento quiero que me cuentes, quiero que me digas por qué tienes miedo, por qué tenías miedo a las alturas. ¿Por qué haces esto por mí?

—Porque empezaré con el miedo al agua, si te parece —dije, tomando aire—. No puedo ver una cantidad tan grande de agua, como el mar, porque mis padres murieron en un accidente de auto. Encontraron su auto hundiéndose en un río, y desde ese momento, pues, el agua en cantidad enorme me da miedo.

—Las alturas son fobia —continué—. La mayoría de las veces me cuesta respirar y me da taquicardia. Pero si te soy sincero... —dije sonrojandome—. Esta vez la taquicardia la causaba tu cuerpo, y no el parapente. Tengo miedo a las alturas, la mayoría de las veces solo me da mucha ansiedad estar allá arriba y la taquicardia. Pero esta vez pensaba en ti. Te tenía tan cerca que solo podía enfocarme en el olor de tu piel.

— Por eso mantuviste los ojos cerrados, ¿verdad?

Volteé un par de ocasiones buscando sus ojos, y estaban cerrados. La verdad me parecía de muy mal gusto y de poco hombre decirte que le tenía miedo, así que me lo callé. Espero que no te avergüence.

—¿De verdad? —preguntó Fernanda, viéndome con los ojos cerrados.

Le afirmé que sí, en efecto, había sido por culpa de la fobia. Pero también tenía razón, era verdad. No obstante, cómo decirle que cuando pensaba en la taquicardia o en que se me iba la respiración, solo miraba su rostro en mi mente y me volvía a calmar. La imagen de ella, en esos momentos, se convirtió en mi refugio. A partir de ese instante, el miedo dejó de ser tan grande. Sabía que, si la tenía cerca, podría enfrentar cualquier temor.

Nos miramos, y por fin sus ojos se abrieron, encontrándome con una mirada llena de comprensión. Un silencio cálido se apoderó de nosotros, el tipo de silencio que solo se rompe con un abrazo sincero.

No tenía que decir más. Con ella, sabía que todo lo que había pasado, todo lo que estaba por venir, valdría la pena.

Y aunque aún no me sintiera completamente digno de ella, en ese momento entendí que no necesitaba ser perfecto para ser feliz a su lado. Bastaba con ser yo, con ser su compañero, el que la apoyaba, el que la amaba.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro