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7.

Simone Masserati
Sicilia, Palermo.

—Ya está casi perdida —asegura.

—No eres así Gia, tu no te das por vencida ¿por qué lo haces ahora?

—Por el mismo motivo en qué tu huiste hace algunas horas. Los sentimientos distorsionan nuestra forma de actuar.

— ¿Cuáles son los requisitos que debes cumplir para adoptarla? —inquiero.

—Las nuevas leyes imposibilitan adoptar a personas solteras y recientemente casadas.

—Casémonos —demando.

Ella rodea los ojos y pasa a sentarse a su mesa.

—Masserati no has escuchado. Debe cumplirse al menos tres años de casados —dice.

—El juez declara fecha con cuatro años de antelación —informo, sin voltearme a mirar su expresión.

—Soy abogada Masserati, cumplo con las leyes, no me río de ellas como tú —responde.

Entonces me coloco de frente a ella. Apoyo las palmas de mis manos en la superficie de la mesa.

—La corrupción aquí está hasta en los jueces. No te tomes a pecho las leyes Piccola bestia.

—Masserati estudié, me esforcé por esto, por convertirme en lo que soy. No puedo tirarlo por la borda. La desesperación no me hará tomar una mala decisión. No soy así, no actúo por desesperación, actúo con conciencia.

—La puta conciencia te va a hacer perder algo que quieres Gia Cambell.

—Nuestra posición es distinta Masserati —reclama.

—No siempre puedes hacer lo correcto Piccola bestia. ¿Serías capaz de sacrificar a alguien que quieres por tu trabajo o sacrificarías tu trabajo por ella?

—Estudié mucho por este título...

Me acerco a ella y tomo su rostro. Conozco a Gia y siempre encuentra tranquilidad en caos. Hoy, justo ahora, ella se siente perdida.

—En la vida se pierden tantas cosas Gia. No importa cuento de esfuercen las personas por alcanzar la cima. Un día, sin darse cuenta, la montaña cae. ¿Y qué mierda queda? Haz lo que tengas que hacer nena, que si algo sale diferente cambio hasta el presidente del país, pero tú y tú prestigio como abogada no lo daña nadie.

Sus ojos se quedan fijos en los míos. Interpretando mis palabras o buscando la luz en ellas. No voy a dejar que pierda más cosas de las que ya ha perdido. Lo quiera lo tendrá. No hay nada, ni nadie en este jodido mundo que pueda cambiarlo.

—Hagamoslo Masserati —demanda—. No sé que demonios suceda pero no estoy dispuesta a perderla. No a ella. No a mi niña.

Asiento.

Me separo de ella y camino hacia la puerta. Tengo muchos pendientes.

—Masserati ¿estás seguro de lidiar con dos? —inquiere y muestra una diminuta sonrisa.

—Lo tendré difícil Cambell, muy difícil —bromeo.

Una vez fuera de la fundación llamo al juez que se encargará del caso y envío a recogerlo. Al pasar la media hora ya mis hombres lo traen con una bolsa en la cabeza. Hago una seña y le obligan a sentarse en la silla del frente.

—Don —pronuncia cuando le retiro la bolsa.

—Necesito un pequeño favor —demando colocando frente a él una maleta de dinero.

—A sus órdenes Don —comenta.

—Voy a casarme mañana. La fecha en el registro asegurará que la boda se desarrolló hace cuatro años —informo.

—Un poco complicado...

Mi mirada lo detiene.

— ¿Algún compañero que no tenga miedo hacerlo? —indago cerrando la maleta.

—Lo haré. Mañana lo casaré con la fecha que desee —asegura.

Asiento. Le entrego la maleta y le hago seña a mis hombres de que apliquen el mismo procedimiento para regresar.

—Michel —llamo a uno de mis hombres—. Coloquen un audífono sin que se de cuenta y lo vigilan hasta finalizar la boda.

Michel asiente y sale tras el juez.
Tomo mi teléfono y marco el número de Benedetti. Con Alessandro en la cárcel necesito otro testigo y quién mejor que el viejo Benedetti. Es un prestigioso abogado y dueño de uno de los bufetes más importantes del país.

—Logan —responde—. ¿Algún problema?

—Sí. Nos vemos en el café en una hora —ordeno.

—Ok.

Voy en busca de Vivian, ella se encargará de lo demás. No me pondré a elegir las flores para decorar, ni un mantel para la mesa. No cuando tengo un invitado estrella en el subterráneo.

—Vivian —la llamo y no contesta.

—No está —contesta Claudio—. ¿Necesita algo?

— ¿Que tal se te da decorar? —indago.

—Estás de broma ¿verdad? Soy la mejor —contesta con mucha suavidad.

—Entonces tú puedes encargarte. Mañana habrá boda. No vendrá nadie, escuchaste. Solo testigos. Así que no te excedas.

Claudio abre la boca y se queda así por segundos. Voy a pasar de él cuando habla.

—Dime que es con Gia.

—Encárgate de eso y no se lo cuentes ni a tu maldita sombra Claudio —demando y él asiente.

Claudio desde pequeño ha sido claro con lo que es. Nunca he tenido problemas con ello, mientras no se pase. Ahora que sé que ha ligado bien con Gia le he advertido, si lo encuentro tocándola lo mato.

Voy a mí habitación a cambiarme. Me coloco el short de mezclilla que utilizo para trabajar en el subterráneo. Me quito el reloj de la muñeca y lo dejo sobre la cómoda.

Bajo hasta el cuarto de torturas y tras asegurarme de que Michel cumplió con su tarea, entro.

Lukas Matthew descansaba sobre la cómoda piedra cortesía para todo aquel que me toque las pelotas.

— ¿Qué mierda hago aquí? ¿Qué quieres de mí? —grita.

—Cállate. Yo hago las preguntas y tú solo respondes —ordeno.

Alcanzo una silla y la coloco frente a él. Me acomodo en ella y lo observo.

—¿De dónde sacaste los papeles de la empresa Dreams? —pregunto.

—No sé de qué me hablas —contesta.

— ¿Para quién investigas? —otra pregunta.

—Sigo sin entender —contesta.

No pierdo la paciencia aquí. Puedo controlarlo.

— ¿Quién está de tras de dicha información? —vuelvo a preguntar. Esta vez se queda en silencio.

—Michel envía a alguien a la casa de nuestro invitado. Los padres llegan hoy de vacaciones. Deshazte de ellos —ordeno delante de él.

—Espera. Mierda —protesta—. Solo quiero tu palabra de que no me pasará nada.

—No estás en condiciones de pedir...

—Por favor, señor. Su palabra —pide.

—Por esto no te pasará nada. Por esto —aseguro.

—El fiscal Otto. Está buscando la manera de entorpecer el juicio pues ha tenido varias pérdidas contra Gia Cambell. En este se asegurará de que pierda. He trabajado con él y esos papeles los he robado. No tiene copia. Era mi carta para tener a Gia nuevamente conmigo.

Y a partir de este momento no estoy seguro de que sea paciente.

Me levanto de la silla y me acerco a él.

—Sueltenle las manos —ordeno y mis hombres cumplen. Él satisfecho espera, creyendo que obtendrá la salida.

— ¿Cuánto tiempo estuviste con Gia? —pregunto.

Él confuso responde.

— ¿Cuántas veces la tocaste? —indago.

—Muchas —contesta y su respuesta ya va provocando muchas cosas en mí.

— ¿Con qué mano la has tocado? —interrogo.

—Imagínese. Con las dos —responde.

Imagínese todo el mundo lo que le pasaron a esas dos manos. Comencé con los dedos. Partí cada uno de ellos. Corte ambas manos.

—Me diste tu palabra —lloriquea.

—No prometí nada con respecto a Gia Cambell —aseguro.

—La viste desnuda muchas veces también —digo más para mí que para él—. Tus ojos están de más Lukas.

Sus ojos pasan de ser parte de su cuerpo a caer al suelo. No quiero nada en él que me recuerde que ha tocado y visto a Gia.

—Gia Cambell era parte de tu pasado, debiste dejarlo atrás —aseguro.

                              ***
Me reúno con Benedetti dónde siempre, en el café que queda cerca del bufete de abogados.

—Logan —comenta y se levanta de la silla para extenderme la mano. Acepto el saludo y me siento.

—Quiere adoptar una pequeña.

—Es soltera, imposible —contesta.

—La palabras imposible no está en mi diccionario. Nos casaremos mañana —aseguro.

—Tienen que cumplir con tres años de matrimonio —dice.

Lo observo a los ojos y le respondo sin decir palabra alguna.

—Entiendo —contesta—. ¿Estás seguro de lo que haces? No me malinterpretes, pero puedes poner en riesgo todo, absolutamente todo. Su trabajo, su futuro y hasta su propio papel de madre.

—Sé lo que hago. Gia no perderá nada.

—Está bien. ¿Qué necesitas? Estoy seguro que no mi aprobación.

— ¿Serás testigo? —interrogo.

—No vas a echar arriba de mi maleta más mierda de la que ya tengo. Así que acepto.

Asiento.

—Enviaré a alguien por ti a las tres —informo y él asiente.

Termino la conversación con Benedetti y conduzco hasta la mansión principal.

El móvil suena y acepto la conversación cuando veo quien llama.

—Dime Gia —contesto.

—Puedes enviar a alguien por mí. Necesito comentarte sobre el juicio —dice.

—En veinte minutos —aseguro y cuelgo.

Llamo a Michel y le ordeno recoger a la abogada. Llego a la mansión y con el primero que me encuentro es con Claudio.

—Te estaba esperando —dice bajito Claudio.

—Deja la intriga Claudio. ¿Qué pasa?

—Acaso no fuiste tú quien ordenó discreción con respecto a la boda —se defiende.

—Habla —ordeno.

—¿En esta rústica, oscura y fea mansión vas a casarte? No hay otra con un río, con un bonito jardín. No sé Masserati, pero aunque no hagas una super boda hazla especial.

—Me vas a dar órdenes a mí Claudio —digo con molestia.

—Estoy dando una sugerencia Don. A ella, si es ella, le gustará.

—En tres minutos ya la conoces.

—Mi impresión —dice—. Usted ordena.

Ordeno a Mattias llevar a Claudio a la mansión del sur. Es la tercera que adquirí. Sé que no hay mejor lugar para esa boda que la última que he construido para ella, pero no permitiré que nadie más conozca ese sitio. Así que lo más remotamente parecido es esa mansión.

A la media hora llega Gia. Entra al despacho sin tocar seguida por mis hombres. Sentado en mi silla observo serio la escena.

Gia ignora a todos y se sienta en una de las sillas de enfrente. Gira su cabeza hasta mirar a los hombres en la puerta.

—No pasa nada. Pueden irse —comenta. Ellos me observan esperando orden y asiento—. Masserati ya hay fecha para el juicio. El jueves veinte —informa.

Ese día no puedo asistir. Las mafias se reúnen para reactivar nuevos acuerdos y propiciar nuevas uniones.

— ¿No puedes cambiar la fecha?

—No. Será ese día. Masserati no necesitamos que estés en el juicio —asegura.

— ¿Tienes todo listo?

—Me ofende tu pregunta Don.

— ¿Y lo de las empresas? —indago.

—Resuelto. No es el papel original, tuve el original en mis manos y aparece otro nombre, pero con el apellido Masserati.

—Michelangelo Masserati, mi padre —aseguro.

—No creo que le hayan podido sacar copia, porque si así fuese tuviese el nombre de tu padre, no el tuyo. Sin embargo, muy similar a ese, bastante idéntico está la propiedad bajo el señor Holmes.

—Llevo años cuidando esto Gia. No permito errores. Esa propiedad no tiene nada que ver conmigo —zanjo—, tampoco con negocios ilegales.

—Si quieres te presentas ante el juez y alegas tus argumentos —dice y frunce el ceño.

—Te estás volviendo muy expresiva —comento.

—Eres como yo Masserati, aunque no haya rastro de expresiones en mi cara me conoces. Mis trucos no valen contigo.

—He preparado todo para mañana —cambio el tema.

Asiente.

—No quiero involucrarte en esto Masserati. Tendrás que ir a encuentros, reuniones, te investigarán. Lidiar con Fany, que no es tan fácil, ya has visto su carácter.

—Si ya lidio contigo, la cría será una pasada.

Ella ríe, sin contención.

— ¿Por qué aceptas casarte? —pregunta y algo me dice que su inseguridad es más por suposiciones que por dudas.

— Porque quiero, porque pasaría —aseguro.

— ¿Por qué estás tan seguro? —pregunta.

—Silencio —ordeno mientras me paro por la ventana. He escuchado ruidos diferentes.

Mierda.

—Vamos Gia, ahora —demando—. Se ha colado la policía.

Bellezas sé que demoro en actualizar, pero aseguro que no estoy en bloqueo, simplemente a veces la universidad me lo complica. Siempre intentaré subir avances a mi Instagram. Quién aún no está allá, les recuerdo naye_escritora.

Esta historia me tiene fascinada como Nuestro Juego, se van a combinar muchas acciones. Emocionadísima con ambas. Escribiendo casi a la par.

Gracias a quién me escribe, quién vota, a quién espera. Mil gracias. Me encanta sentirlos al pendiente de la historia💗

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