Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

22.

Gia Cambell

Horas antes de sacar a Masserati de manos colombianas...

No era buena idea y lo sentía. Esto de alejarnos era una putada. Teníamos que luchar juntos. Nicolle le huía al FBI pero estaba segura que ahora mismo corriendo por este puto pasillo seguíamos en peligro.

El hombre que dio el anuncio antes era el que dirigía a todas las mujeres. Éramos las últimas.

Llegamos al final del pasillo, no había por donde salir. Esto era una puta trampa seguro.

Da tres toques a la pared izquierda y está se abre de golpe.

—Él las llevará hasta la salida de aquí. Ellos las alcanzarán —informa este.

—No dejaré a mi marido —dejo claro.

—Esto no es seguro, ni siquiera en ese túnel. Ve que tu marido sabrá encontrarte. Yo les avisaré a ellos de su paradero —susurra.

—Gia si nos ponemos en riesgo, ellos estarán contra la espada y la pared —asegura Nicolle y tiene razón.

Recorrimos Londres y yo, aunque observo el camino no tengo idea hacia donde nos dirigimos.

Llegamos a un hotel y somos recibidas por un hombre canoso, bajo y gordo que nos entrega una llave a cada una.
Nicolle y yo caminamos hasta el número de habitación. Estábamos una al lado de la otra.

—Me quedaré en esa habitación por si Adriano va a buscarme ahí —comenta y asiento.

Dentro de la maldita habitación lo único que hago es dar vueltas una y otra vez, de un punto a otro. El tiempo corre cruel y yo sigo sin ver a Masserati entrando por esa puerta.

No voy a seguir esperando aquí, iré a buscarlo.

Abro la puerta y al cruzar el umbral me encuentro con Nicolle.

—Regreso —informo.

—Yo también —contesta.

Cruzamos las habitaciones, recepción y salimos al exterior. Tomamos un taxi y le explico el camino de vuelta a la gran fortaleza. El conductor se negó a pasar cuando quedaba al menos un kilómetro. No iba a perder tiempo discutiendo con él. Me quito los tacones y emprendo camino hacia la fortaleza.

Las grandes rejas estaban abiertas de par en par. Esto ya empezaba a ponerme nerviosa. Entramos y mientras divagamos, no nos encontramos con nadie. Dentro, había una gran masacre. Debería ponerme histérica ya pero no veo el cuerpo de Masserati en los caídos. Sigo buscando y me encuentro por la misma ala dónde caminamos antes a él hombre que nos guió. Estaba muerto.

— ¿Dónde están Gia? Se los han llevado joder. Sus cuerpos no están aquí... —Nicolle empieza a alterarse.

—Escúchame mierda. Tienes que calmarte, sino no lograremos nada —digo fuerte agarrando su rostro.

Estaba nerviosa, estaba preocupada, estaba intranquila. Sabía que lo de separarnos era una putada, lo sabía. Pero Masserati cree que tiene que protegerme todo el puto tiempo, él a mí, que debe hacerlo y que aunque yo pueda, él debe.

Tomo la mano de Nicolle y la dirijo de vuelta. Estoy pensando como actuar, que hacer. Necesito aclarar mis pensamientos. Si nos lanzamos al suelo a llorar y patalear no le seremos útiles y perderemos tiempo en encontrarlos y en impedir que le hagan algo.

No volvemos al hotel, nos sentamos en un parque cerca.

—No eres la chica indefensa y miedosa que espera a su marido tranquila, rezando a todos los Dioses que vuelva bien. Eres la guerrera, la valiente, la imparable; la que acabaría con el mundo por él; la que sale a pelear con uñas y dientes porque no lo toquen. Eso eres, eso soy. No vas a llorar, no vas a quejarte, no vas pensar en nada más que no sea encontrarlo. En este jodido mundo todos piensan que la fortaleza y capacidad para acabar con el enemigo la tienen los hombres; pues le daremos una patada a esa puta teoría. Nosotras, mujeres, acabaremos con el enemigo, nos adueñaremos de su territorio y sacaremos a nuestros hombres.

—Lo haremos. Me he burlado de las personas, he mentido, he jugado; ahora que lo único a lo que le soy irremediablemente real está en riesgo, acabaré —asegura ella y yo asiento.

—Hay dos vías: la mafia latinoamericana y el FBI —le digo.

—Yo me encargaré del FBI —comenta ella.

Nicolle le huyó al FBI pero se meterá en él para buscar a Adriano. Una mujer enamorada y loca es peligrosa, ya lo comprobarán.

—Me ocuparé de las mafias latinoamericanas —apunto—. A partir de aquí nos debemos separar. Yo viajaré a latinoamérica.

—Nos reuniremos el quinto día en Italia, en el mismo aeropuerto —explica—. Para precaución nos dejaremos notas en el baño de mujeres.

—Si alguna de las dos no aparece al quinto día, la otra vuelve a aparecer al décimo día y si esto se repite tres veces, entonces esa debe continuar sola porque a la otra ya la han atrapado —comento.

Ella asiente.

— ¿Tienes dinero? —indago.

—El que he robado durante mis diecinueve años. Es suficiente.

—Nos vemos entonces—digo y la abrazo—. Cuídate.

—Tú igual.

Me moví por la ciudad de Londres preguntando por una peluquería. Debía cambiar algunas de mis particularidades antes de ingresar a latinoamérica.

Lacié completamente mi cabello, me hice un flequillo y pedí un color carmelita oscuro. Cambié el color de mis ojos, los puse verdes. Me compré maquillaje y tras un largo trabajo cubrí mi tatuaje de la mano.

Vendí el collar que me había dado Masserati antes de la fiesta. No me presentaría con él en México. ¡Sí, ese era mi primera parada! Me compré ropa deportiva y vestí una lycra negra, una blusa corta, un abrigo encima. Me recogí el pelo en una coleta y saqué pasaje con destino al DF.

El viaje en avión era una puta tortura, porque en ese largo tiempo me permití pensar en él. No tengo miedo de enfrentarme a la mafia latinoamericana, tengo miedo de perderlo a él.

Masserati fue la historia más rara de mi vida, pero la mejor. Me gustó cuando lo vi, con esa postura de rey del mundo y esa mirada analítica. Dicen que polos iguales se repelen y este hombre es mi versión masculina y aún así me atrae de una forma jodidamente bestial.

No me gustó por ser mafioso, ni siquiera por su explicación de conocerme de niña. Me empezó a traer su forma de dejarme ser y a la vez impedir que pasara por encima de él. Me encantó como era de dominante y aún así cedía conmigo. Me volvió loca por dentro con esos toques y aunque la gente no crea que el sexo pueda hacer que te enamores de una persona, yo creo que en mi vida fue un plus a volverme más perdida por él. Me gustó como me intentaba proteger todo el puto tiempo. Me fascinó como se volvió loco cuando me secuestraron y se enfrentó al gran número de balas por mí. Me fascinó ver cómo me miraba mientras me follaba, su forma de decir que estaba hermosa o su manera de decirme te amo.

Es que no puedo engañar a nadie y menos a mí misma. Desde que lo conocí me ha removido el puto suelo y a estas alturas que he vivido con él no puedo decir lo contrario a que estoy perdidamente enamorada del Dios de la Oscuridad.

Y cómo este fue el hombre del que me enamoré y la vida que elegí tengo que ser jodidamente fuerte e inteligente para encontrarlo donde quiera que esté.

Masserati me enseñó sobre las drogas y las armas. El armamento de los rusos ya no llega a manos colombianas por ser el jefe del Clan Hernández el hombre que enamoró a la hija del ruso. Entonces a Colombia puedo proponerle armamentos y a México la droga.

Cuando arribo al D.F pregunto por un hotel. El idioma no lo domino, pero no hay nada que no pueda lograr. Me baso en traductores hasta ubicarme en la habitación de hotel.

Necesito estudiar como no lo hago hace siglos. No tengo mucho tiempo que perder y necesito presentarme frente a los mexicanos.

Descargo aplicaciones que me pueden ayudar con un español básico. No sé cómo lo lleven los demás pero realmente se vuelve un poco difícil.

Me muevo de un sitio a otro en la habitación del hotel repitiendo palabras, diciendo oraciones. Para las tres de la mañana logro dominar algunas cosas.

Como de la comida que he ordenado, no me gusta mucho el sabor característico que tiene, pues me pica un poco la lengua, pero necesito estar fuerte. Si no voy a dormir al menos como.

Pido también a recepción un cuaderno y un bolígrafo. El resto de la noche la ocupé en diseñar mi propia droga.

Masserati me enseñó su última creación y aunque no la había lanzado al mercado, crearé otra. Una relativamente similar, pero con acetona. Esta es la primera que creo y espero que no extinga a medio México. La metanfetamina tiene un período de acción más prolongado que la cocaína, es por ello que en mi invento de ser química, que no lo soy, crearé una sustancia que mezcle de ambas. La mujer del almacén de Masserati me explicó que sustancias no combinar y cuáles son factibles a combinarlas con todo, eso me ayudará al menos no jugar con el consumidor conscientemente.

Eran las diez de la mañana y yo aún creaba la maldita sustancia. Había salido a comprar químicos, había comprado instrumentos. Recepción no se mete en mi cosas, pero me vale terminar esto a las doce.

Eran las doce y un minuto, por fin llegaba el fin del trabajo. Limpié todo y lo dejé impecable. Recogí mi bolso y salí con la llave a mi conquista mexicana:

Conquest.

Entregué la tarjeta a recepción y salí del hotel.

Los barrios más bajos son el camino. Tenía que probar la sustancia. Un señor recostado a un poste con sombrero y botas fumaba tranquilamente.

Tiene porte de ser de los que ofrece, no de los que consume, pero empezaré por algo.

—Buenos días, necesito —le empiezo a indicar con señas—. No sé a quién preguntarle, ni a quién acudir —Si sabe sobre ello, con la simple seña entenderá—. ¿Algún bar?

— ¿De dónde eres?

—Londenense —contesto.

— ¿Qué te hace llegar a estas tierras?

— ¿Qué? —indago.

— ¿Por qué viniste a México? —pregunta.

—Problemas con lo que busco. Inglaterra está en modo pacífico —digo en inglés y él no entiende, así que intento repetir en español. Con dificultades lo logro.

—Vamos al bar Susy.

Asiento y lo sigo. Estoy caminando no sé a dónde con un desconocido, pero si le tengo miedo a esto que es el camino, a la boca del lobo no entraré. Así que no me permito pensar en nada más que no sea en recuperar a mi hombre.

El bar es bastante colorido y créanme que cuando digo que lo es, lo es. En Italia le llamaríamos burdel, no sé si aquí lo hagan o solo empleen la palabra bar como un sustantivo que engloba todo.

Me señala una mesa y tras ocupar asiento nos traen dos vasos con un liquido blanco.

— ¿Qué es? —pregunto en inglés pero al señalar el vaso él deduce.

—Mezcal —pronuncia.

Lo pruebo y las notas cítricas dulces, terrosas y ahumadas llenó mi boca.
Él me extiende su mano sobre la mesa y cuando la levanta un poco veo la sustancia.

—Los mejores productos, la mejor cadena...

—Yo... no quiero consumir, quiero producir —intento explicar en español—. Voy a vivir en México y quiero crear mi propio negocio. Con lo que tengo.

Él me mira serio y no retira su mano, sin embargo, la otra ya corre su chaqueta indicándome una pistola.

—Te la daré y tú pruébala —explico—. O comprueba su calidad —saco de mi bolso un paquete mediano que hice y la coloco debajo de su mano—. Mañana vendré aquí.

—La mafia mexicana no acepta intrusos —comenta.

—Yo seré mexicana, yo no cuento —digo.

Busqué un pequeño hotel dónde resguardarme por un día más. Apenas y dormí una hora. Tenía que crear el arma que presentaría a los colombianos.

Masserati es muy bueno en ello y su forma de explicarme fue eficiente, pero, ¿crear yo misma una?

Lo haré.

Cómo la droga, puedo innovar. No tengo lo necesario para comenzarla desde cero pero si puedo hacer modificaciones.

Esta noche tampoco dormiría, esta noche seguiría trabajando.

I-1867 así se llama la segunda llave que me permitiría dominar, esta vez, territorio colombiano.

Al día siguiente cuando llegue al bar mexicano me recibieron con una bolsa en la cabeza y me sacaron a empujones.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro