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Malia caminaba de una punta de la habitación a la otra, como animal enjaulado, sin desviar la vista de Leonora ni por una centésima de segundo. Leo intercalaba miradas entre ambas, sabiendo que si se lanzaban a matar a la otra no podría hacer nada porque estaba conectado a varias máquinas.

— ¿Debo esperarme que alguien más venga? –Le preguntó su hermana, en ningún momento borraba la pequeña sonrisa que tenía.

— ¿Por qué? ¿Quieres pocos testigos? –Leo supo que no debió hacer esa broma, ya que Malia gruñó.

— ¿Testigos para qué? Si yo soy un ángel –Leonora rió ante su propia broma.— Ya te dije que no soy capaz de hacerte daño, hermanito.

Leonora hizo ademán de que iba a tocar el rostro de Leo, pero no llegó a hacerlo. Su muñeca fue firme y bruscamente sujetada por Malia. Leo tuvo que observar con horror e impotencia como ambas chicas hacían contacto visual, aún peor, como Leonora miraba desafiante a Malia y su sonrisa se ampliaba.

— ¿Me vas a romper el brazo? –Preguntó su hermana, sonando realmente curiosa.

— Malia –La llamó Leo, la coyote le miró.— No vale la pena.

Malia intercaló miradas entre los dos hermanos Calavera y luego se quedó mirando a Leonora, la soltó bruscamente, asegurándose de que alejara la mano de Leo lo más posible.

— Iré a llamar a Melissa –Gruñó la coyote antes de salir de la habitación, dedicándole una última mirada asesina a su cuñada.

Leonora miró a su hermano y rió bajo.

— Me cae bien –Dijo, refiriéndose a Malia.— Parece agradable.

Leo la miró con una expresión seria, su hermana ladeó la cabeza, viéndose algo confundida.

— ¿Qué pasa? –Le preguntó, aún sonriendo.

— Déjate de tu papel de buena, que te conozco –Pidió el beta.— ¿Qué haces aquí?

— Que desconfiado eres ¿No puedes aceptar que vine a verte porque estoy preocupada por tí? –Leonardo negó con la cabeza.— Está bien, lo admito, vine porque siento curiosidad de verte, no todos los días se tiene un hermano Hombre lobo. Y te mantenías demasiado escondido antes, no podía localizarte, por eso que salieras herido en territorio Calavera me dio la oportunidad perfecta de venir a hablar.

Leo no podía decir que estaba sorprendido, se imaginaba que su hermana no estaba allí por un gesto de amor familiar.

— Ahora cuéntame, hermanito –Dijo acercándose.— ¿Qué se siente ser un lobo? Cuéntamelo todo.

— No.

— ¿Qué? ¿Por qué no? –Leonora casi sonaba ofendida.

— Porque eres una cazadora, y no cualquier cazadora, la matriarca de todo un grupo.

— ¡Soy tu hermana! –Le reclamó.— No puedes desconfiar así de mí, soy tu gemela, somos iguales.

— No es verdad –Leo se quitó las máquinas a las que estaba conectado para poder ponerse de pie.— No somos iguales, no nos parecemos en nada, si fuéramos iguales te preocuparías por otras personas, pero no, solo piensas en tí misma, siempre ha sido así y siempre lo será. Nunca vas a cambiar.

La matriarca de los Calavera se había quedado en shock ante las ácidas palabras de su hermano. Leo no sintió remordimiento al ver su expresión hería, sabía que era solo porque había herido su orgullo, no porque se arrepentiera de ser como era. Leonora nunca se arrepentiría de eso.

Leo pudo escuchar los pasos de Melissa y Malia por el pasillo, apresurados hacia la habitación en la que se encontraba.

— Largo –Le dijo a su hermana, esta se quedó de pie donde estaba.— ¡Que te largues, joder, no quiero volver a verte mientras viva!

La puerta se abrió de golpe y Malia entró, probablemente se había apresurado a causa de que Leonardo alzara la voz en un tono tan furioso. Miró a Leonora, la cual se había volteado a mirarle y le gruñó.

— Puedo darme cuenta de cuando no me quieren –Dijo la cazadora, recuperando la compostura.— Malia, fue un gusto conocerte en persona.

— No puedo decir lo mismo –Replicó la coyote, haciéndose a un lado y dejando la salida despejada.

Leonora salió y a los pocos momentos entró Melissa, viéndose confundida.

— ¿Quién era esa chica? –Preguntó, mirando a ambos sobrenaturales.

— Mi hermana –Bufó Leo, cruzándose de brazos.— Es algo intensa.

Malia asintió a lo dicho por el beta y, de repente, se dio cuenta de que este estaba de pie, lo hizo apenas un momento antes que Melissa.

— ¡Tú no te puedes levantar! –Le dijeron las dos al mismo tiempo, yendo hacia donde estaba rapidamente.

En menos de un minuto, Leo estaba de nuevo en la cama con todas las máquinas conectadas a él. Miró a ambas chicas, ellas se veían conformes con lo que habían hecho.

— Esto debe contar como secuestro –Se quejó.

Soltó un quejido desesperado, pero lo único que consiguió fue que ellas se rieran de su sufrimiento.

— Deberíamos llamar a Peter –Dijo, haciendo que ellas dejaran de reír.— Conozco a mi hermana, y sé que no va a dejarme en paz tan fácilmente.

Aquello era verdad. Leonora era muy cabeza dura, si quería algo o a alguien, lo conseguía, no importaba lo que le costara.

NOTA DE LA AUTORA:

Perdónenme por no subir capítulo ayer, estaba ocupada con organizar cosas en mi casa. Espero que esto lo compense un poco.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

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