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9

Pasaron varios días antes de que los dos volvieran a verse. Y no fue porque Liam hubiera sido quien fue a verle, sino porque Peter fue a buscarle.

Liam se había quedado solo en los vestidores y se estaba quitando el uniforme se Lacrosse para poder ponerse ropa e irse a casa cuando Peter se hizo presente.

— ¿Se puede saber por qué desde hace días que no te veo?

El rubio se había exaltado al escuchar el tono de voz del otro. El cual parecía enfadado, nunca había escuchado a Peter enfadado.

— ¿Ocurrió algo? –Preguntó sin entender la razón del mal temperamento del mayor.

— Eso vengo a preguntar –Le respondió de mala manera.— Me has estado evitando desde que te fuiste de mi departamento.

— No te he estado evitando –Repuso Liam, aún algo confundido.— No sabía que querías que fuera a verte.

— Soy tu alfa, si queremos que esto funcione tenemos que convivir.

— Pero Scott solo me llamaba cuando necesitaba algo –Dijo bajando la voz el menor.— Supuse que era algo de alfas y...

— Yo no soy Scott –Dijo frunciendo el ceño.— Y no, ignorar a los betas no es cosa de alfas, es cosa de idiotas. Por eso lo hace Scott.

Liam rió ante aquello y negó con la cabeza, dándole la espalda a Peter y comenzando a ponerse su ropa de calle.

Se estaba terminando de poner unos vaqueros cuando sintió a Peter muy cerca de él, solo tendría que echarse un poco hacia atrás para chocar contra él.

— Ya no hueles a mí –Murmuró soplando su nuca, provocándole un escalofrío.— ¿Recuerdas lo que dije que haría si dejabas de oler a mí?

Liam gimió bajo ante el recuerdo de lo que le había dicho que haría, sintiendo como aquellos vaqueros se le apretaban un poco.

Las manos de Peter le rodearon por la cintura desde atrás y le pegaron a él. Momento en el que el culo de Liam chocó contra la pelvis del mayor.

— ¿Quieres que lo haga, Liam? –Preguntó haciéndole ladear la cabeza para tener camino a su cuello.— ¿Quieres que tu alfa te tomé?

El beta jadeó cuando Peter movió su pelvis y simuló una embestida, mientras que comenzaba a succionar en su cuello.

— Hazlo... –Murmuró mientras cerraba los ojos.

Peter le dio la vuelta y le empotró contra los casilleros, comenzando a devorar su cuello mientras que se deleitaba con los gemidos que el chico soltaba.

Hubieran acabado teniendo sexo allí mismo de no ser porque se abrieron las puertas y escucharon como el Coach entraba gritándole a alguien.

Consiguieron esconderse en un armario antes de que les vieran.

Quedaron uno frente al otro, Liam con la espalda contra la puerta y Peter con su espalda contra el fondo del armario. Era realmente pequeño.

— Liam, no te muevas –Le gruñó en voz baja.

— No me estoy moviendo –Murmuró sin entender.

— Pues una parte de ti lo está haciendo.

El rubio entendió que la seña que Peter estaba haciendo con la cabeza apuntaba a su entrepierna.

— No puedo controlar los movimientos que eso hace –Le respondió de forma irónica.

— Cuando me respondes así me dan ganas de follarte –Le gruñó.— Y esta cercanía me motiva.

Liam desvió la vista cohibido y decidió concentrarse en la voz del Coach, el cual seguía gritándo como loco.

Para suerte de ellos, el hombre no se quedó por mucho tiempo y, cuando supieron que estaban solos, decidieron salir.

Peter abrió la puerta y sujetó a Liam por la cintura para que el chico no cayera hacia atrás.

— ¿Qué harías sin mí? –Le preguntó con algo de burla.

Liam bufó y se soltó del agarre para ir hacia donde estaban sus cosas, terminando de vestirse y guardando el uniforme de Lacrosse en su mochila.

— ¿Debo tomar que te estés vistiendo como un No tendremos sexo en los vestidores?

— Cualquiera puede entrar –Le recordó.— Y ya quiero irme a casa, estoy hambriente y sudado.

— Podrías venir conmigo –Le ofreció sonriendo.— Te duchas y pedimos una pizza o algo, a mí me da igual.

El rubio se encogió de hombros y se colgó la mochila al hombro mientras cerraba su casillero, encaminándose a la salida y siendo seguido por el que ahora era su alfa.

Caminaron juntos hasta el Mustang y Liam se fue hacia la parte de atrás, pero cuando iba a entrar, Peter le detuvo.

— ¿Qué haces? –Le preguntó como si acabara de hacer algo mal.

— Subirme al auto –Respondió con obviedad.

— Sientate en el asiento del acompañante –Le dijo.

— Pero la última vez me dijiste que...

— Ya sé lo que te dije –Le interrumpió.— Pero ahora te estoy diciendo que te sientes a mi lado.

Liam dejó su mochila en el asiento trasero e hizo lo dicho. Acomodándose en el asiento de cuero mientras Peter encendía el carro.

El edificio departamental quedaba alejado de la escuela, por lo que fueron 40 minutos antes de que llegaran. Para cuando llegaron, Liam se había quedado dormido en el asiento con la cabeza apoyada en la ventanilla.

Peter le observó luego de estacionar, viendo las facciones relajadas del chico. A sus ojos, Liam era la cúspide de la adolescencia. Tenía la edad con la que había conocido a Scott pero se veía mucho más maduro que él. Además de tener una musculatura que estaba presente mucho antes de haber recibido la mordida.

Le sacudió un poco para despertarle, quedándose admirando como aquellos orbes azules se clavaban en él como dos cuchillas muy afiladas. Contempló la mirada del chico por un par de segundos antes de que su estómago gruñera.

— Hora de despertar, bella durmiente –Le dijo sonriendo de lado.— Si no nos apresuramos, nadie nos traerá comida.

El beta asintió con la cabeza y se estiró mientras bajaba del Mustang. Cogiendo su mochila del asiento trasero y yendo con Peter hacia la entrada.

Mientras subían las escaleras, el alfa se encontró con un hombre, probablemente uno de sus vecinos, y se quedó hablando con él.

— Tu sube y ve a ducharte, Liam –Dijo arrojándole la llave.— Enseguida voy.

El rubio se adentró en el departamento y dejó su mochila junto al sofá. Luego, se dispuso a ir a ducharse.

Para cuando salió de la ducha, Peter entró en su lugar y él se fue a acostar en el sofá. En la espalda de esta había colgada una tela de color negro, la cogió y se la puso encima para que la luz no le molestara. Al olerla, la tela tenía el aroma de Peter por todos lados. Aquello le relajó tanto que se quedó dormido, escuchando como la lluvia artificial de la ducha resonaba en el suelo del cuarto de baño.

NOTA DE LA AUTORA:

Finstock y sus entradas repentinas. Dios santo, no se puede ser más inoportuno. Liam bebé, tiene sueño, es un amor.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

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