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Se cumplía el cuarto día desde que no sabían nada de Peter. Leo ahora permanecía en la casa de Hale-Dunbar, el rubio le había dado el beneficio de la duda. Deucalion aparecía todo los días, como si tuviera un reloj de cuando era el momento en el que Liam no quería verle para hacer acto de presencia. Pero, aunque el rubio no quisiera admitirlo, el hombre era de bastante ayuda, sabía mucho acerca de los Calaveras y tenía a algunos de ellos brindándole información a cambio de dinero. Malia casi nunca aparecía en la casa y, si lo hacía, se encerraba en la habitación del bebé con Samuel. Obviamente estaba evitando a Leonardo, pero aquello era una distracción en las investigación.
— Tus ojos en los papeles –Había dicho Deucalion para regresar al beta a la realidad. Leo sacudió la cabeza e hizo lo dicho.
Liam se encontraba entre ellos, observando los documentos e imágenes que un hombre desconocido le había traído a Deucalion. Eran diferentes fotografías de lugares y personas, entre ellos una anciana que a Liam ya le habían dicho, era Araya y otro hombre.
— ¿Quién es él? –Preguntó el rubio, señalando la foto.
— Ese es Gerard Argent –Dijo Leo, con una expresión de desconcierto.— ¿Qué hace él con mi abuela?
Ambos betas miraron a Deucalion cuando el hombre soltó un profundo gruñido. Leo se alejó un poco y Liam se giró del todo para quedar mirando al mayor.
— Conoces a ese tipo –Dijo, y no era una pregunta, era una afirmación.
— Es una plaga que llevo tiempo queriendo eliminar –Gruñó el alfa cogiendo la foto y partiendo la parte en la que se encontraba la cabeza de Gerard.— ¿Mocoso, cómo lo conoces tú?
Liam se volteó hacia Leonardo, viendo pálido. No le culpaba, que Deucalion hablara así asustaba.
— Cuando era niño él iba a visitar mucho a mi abuela. Pero luego del incendio Hale hubo una gran disputa y no lo volví a ver, mi abuela lo detesta –Explicó rápidamente. No queriendo producir más ira al alfa.— No entiendo qué hace él en esa foto. Pero si sé cuál es ese lugar.
La atención de Liam y Deucalion estaba puesta a un 100% en Leo ahora.
— Allí llevaban a varias criaturas –Contó el chico.— Es una vieja fábrica a varios pueblos de aquí, mi abuela la compró y la convirtió en una...
— Casa de torturas –Le interrumpió Deucalion, sonando molesto.
— Ella lo llama una cárcel, pero sí, en pocas palabras es una casa de torturas –Asintió Leo, recibiendo otro gruñido.
Liam colocó una mano en el pecho de Deucalion para evitar que se precipitara hacia Leonardo.
— Ya te dije que no lo puedes matar –Le recordó con hastío.
— Déjame golpearlo un poco –Pidió el alfa con una sonrisa torcida. Liam negó.— Que aburrido eres, niño.
— Quieres diversión, ve a contratar un payaso –Le gruñó Liam, quitando su mano de su pecho.— Yo estoy muy ocupado intentando recuperar a mi Peter como para entretenerte.
Deucalion bufó aburrido y cogió otra foto en la que se veía a Gerard para comenzar a doblarla y romperla en cientos de pedazos. Liam continuó viendo las fotos junto con Leo.
— No quiero ser entrometido –Dijo de repente Leo, quien se había acercado para susurrarle.— Pero llamaste a tu alfa mi Peter.
— ¿Tienes algún problema con eso? –Preguntó Liam entre serio y molesto.— Porque si lo tienes siempre puedo dejar que Deucalion te use de saco de boxear.
— Sería un placer hacerlo.
Leonardo literalmente saltó hacia el otro lado de la mesa por encima de esta al escuchar a Deucalion a sus espaldas. Liam rió bajo ante aquello para luego ver como Deucalion cogía otra foto en la que Gerard aparecía y hacía ademán de romperla.
— ¡Espera! –Le detuvo, quitándole la foto de entre las manos.
La comparó con otras en las que también aparecía Gerard. En el fondo de todas se veía aquella vieja fabrica que parecía que iba a derrumbarse si un pequeño viento soplaba.
— En todas las fotos en las que aparecen juntos están en ese lugar –Puntualizó. Leo y Deucalion se acercaron para ver.
— Tienes razón –Dijo el otro beta asintiendo.— ¿Crees que allí lo tengan?
— Es una posibilidad –Asintió Liam.
— Yo sé dónde está ese lugar –Dijo Leonardo, algo emocionado.
— Mi informante también –Le dijo Deucalion con burla.
— Estoy intentando ser útil –Gruñó Leo.— Además, apuesto a que tu informante no conoce las entradas secretas, ya que ni una foto es tomada cerca o en el interior.
Liam puso los ojos en blanco al estar en medio de aquella estúpida pelea.
— Sigan discutiendo y no llegan a la luna llena –Les amenazó.
— Pero es esta noche.
— Por eso mismo –Dijo molesto el rubio, mirando a Leo.— Voy a ir a ese lugar, puedes ayudarme a entrar.
— Yo también voy –Dijo Deucalion.— Tengo cuentas que ajustar con el anciano.
— Como quieras –Liam se encogió de hombros.
— Yo voy –Los tres voltearon hacia la escalera, donde Malia venía bajando.
— Tú te quedas cuidando a Samuel –Le dijo Liam.
— No te voy a dejar ir solos con ellos –Gruñó la coyote.
— Tranquila –Liam sonrió.— No iré solo con ellos.
— Esa sonrisa me gusta –Dijo Deucalion.— ¿Qué planeas?
— Llamaré a algunos amigos.
NOTA DE LA AUTORA:
Tranquilo Peter, tu compañero te va a salvar. Deucalion también va, pero él tiene otros asuntos. Pobre Leo, le hacen bullying.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.
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