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Peter seguía en la veterinaria. Tenía un mal presentimiento, tenía ganas de acabar con lo que estaban haciendo y volver corriendo a su casa. La sensación de que algo iba mal no abandonaba su pecho, haciendo que le costara hasta moverse. Sus movimientos lentos entorpecían a Deaton, quien estaba intentando poner varias cosas en el suelo de la veterinaria para poder realizar un hechizo que les dijera quienes habían sido los que habían entrado a casa del Hale.

El alfa no le había dicho a su compañero, pero había encontrado una pequeña pulsera en la casa. Una que obviamente no era de ninguno de ellos ni de nadie de las manadas, ya que era una pulsera hecha de plata con un pequeño dije que el lobo agradecía no haber abierto. Puesto que contenía una cantidad de acónito en polvo que fácilmente podría haberle mandado a tocar el arpa.

La pequeña campana de la puerta del frente sonó, indicando que alguien había llegado y distrayendo a ambos hombres.

— Espérame aquí –Le dijo el Druida a Peter. El lobo asintió y vio como Deaton desaparecía tras la puerta que llevaba a la parte de adelante.

Le escuchó hablar con una mujer, pero ignoró la conversación y continuó leyendo el libro que indicaba cómo y con qué cosas debía realizarse el conjuro, además de los posibles efectos secundarios de este.

Deaton regresó cargando un gato, el cual le siseó a Peter. El alfa frunció el ceño para luego volver al libro. El Druida metió al gato en una de las jaulas que allí había y luego regresó junto a Peter. Volviendo ambos la atención al libro.

Tenían todo lo necesario y lo estaban ubicando en el suelo. Peter dibujaba un símbolo con sal en el suelo mientras que Deaton leía varias veces el conjuro para no equivocarse al decirlo, eso podría causar problemas.

— Dice que tienes que poner la pulsera en el centro del símbolo –Le dijo a Peter. El mayor asintió y sacó dicho objeto de su bolsillo.

Cuando el alfa iba a dejar la pulsera en el centro de aquél extraño dibujo con sal, un pitido se escuchó a sus espaldas. Volteó hacia las jaulas y vio que el collar del gato era la fuente de aquél pitido. Una luz roja parpadeaba cada vez más rápido a la par que aquél sonido se hacía más agudo e intermitente.

— ¡Cuidado! –Le gritó Deaton.

Ambos se cubrieron el rostro con los brazos a la espera de una explosión. Pero lo que brotó de dentro del collar fue un gas de un color entre el gris y el púrpura.

El gato comenzó a moverse como loco por la jaula mientras que Deaton y Peter fueron hacia la puerta. La cual, por alguna razón, estaba cerrada desde afuera.

— ¿¡Qué diablos, Alan!? –Peter le daba golpes a la puerta, intentando empujar lo que fuera que estuviese del otro lado. Pero fuera lo que fuese era demasiado pesado incluso para Peter.

El gas comenzó a volverse tan denso que les nubló la vista. Peter volteó hacia las jaulas y vio que el gato estaba inmóvil en esta, tirado como si se hubiera dormido o muerto. No lo sabia desde aquella distancia.

— Tenemos que salir –Le dijo con algo de desesperación a Deaton.

Ambos comenzaron a golpear la puerta al mismo tiempo. Deaton se detuvo para buscar la copia de las llaves que, se suponía, debía estar en uno de los cajones. Pero en estos no había nada.

Peter dejó de golpear al darse cuenta que mientras más de aquél gas respiraba, su vista se volvía más borrosa y sus golpes a la puerta iban perdiendo fuerza. Se movió hacia la pared adyacente e intentó abrir aquella pequeña ventana que servía como ventilación pero estaba cerrada. Deaton se le unió menos de un minuto después.

Ambos intentaban abrir la ventana inútilmente, ya que esta parecía estar atascada o pegada. Peter se sentía como si estuviera reviviendo el incendio de la mansión Hale, por lo que su desesperación se incrementó bastante.

De tanto forcejeo que estaba haciendo, Peter fue el primero en caer al suelo de rodillas. Sintiendo la respiración mucho más pesada. Deaton se puso a su lado intentando hacerle volver a sus cinco sentidos, le dio varias bofetadas y le gritaba cuanto podía, pero Peter apenas podía mantener los ojos abiertos.

La otra puerta de la veterinaria, la que llevaba a la parte de adelante, se abrió y dos sujetos con máscaras de gas entraron. El más alto de ellos cogió a Deaton por los hombros y lo alejó del Hale, apuntándole con un arma a la cabeza mientras el más bajo se acercaba al lobo.

— Creí que el gran Peter Hale sería más difícil de reducir –Dijo con una voz femenina que el alfa no reconocía.— Pero creo que, irónicamente, te metiste en la boca del lobo.

Antes de caer inconscientemente, Peter pudo enfocar su vista en el collar que la chica llevaba. El mismo dije de la pulsera y, junto a este, una pequeña calavera plateada.

Aquellos dos segundos de lucidez antes de que su cabeza impactara con el suelo le hicieron saber que estaba en serios problemas. Aunque ahora todo tenía sentido.

(...)

Liam había conseguido que Deucalion dejara a Samuel en el sofá grande. Aún así, no le habían atacado porque el hombre seguía muy cerca del bebé y no querían correr riesgos.

El teléfono de Malia sonó y lo miró.

— Responde querida, es de mala educación dejar esperando a la gente –Le dijo el alfa, haciéndola bufar.

La coyote contestó a la llamada y Liam pudo escuchar la voz de Leo, el cual sonaba muy nervioso. Le pidió a Malia que le pasara con él en ese mismo momento, que eeta urgente, y la chica lo hizo.

— ¿Qué ocurre Leo? –Preguntó, sabiendo que por la agitada respiración del chico, algo iba mal.

— No pude hacer nada, tenían armas y eran varios. Deaton está herido... –Comenzó a decir. Pareció que iba a decir algo más, pero se quedó repentinamente callado.— Se llevaron a Peter.

NOTA DE LA AUTORA:

¡Chan! Más suspenso. Soy malvada, lo sé, pero quiero seguir con la trama antes de darles smut.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

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