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La reunión con los adolescentes había sido, para sorpresa de Peter, bastante agradable. Mason y Corey estaban completamente enamorados del niño, le habían despertado solo para poder tenerle en brazos y mimarle. Aunque no pudieron hacerlo por mucho tiempo, puesto que Peter se los quitó luego de un rato para cargarlo él. Luego el bebé pasó a Stiles y Derek, aunque Derek no pudo cargarlo mucho porque Dalia no dejaba de gruñirle, aunque descubrieron que mientras tenía al bebé en brazos la perra no se mostraba tan hostil hacia él. Incluso dejaba que la acariciara siempre y cuando no intentara tocar sus patas o cabeza.
Luego de la visita, Samuel había quedado tan cansado que se había quedado plácidamente dormido. Dándoles a sus padres la oportunidad de tener algo de tiempo a solas.
Peter estaba feliz como nunca en su vida. Había pasado mucho tiempo sin poder follarse a Liam a gusto, puesto que había insistido en ser cuidadoso mientras el menor estuviera esperando al bebé y, aunque seguía siendo placentero, le faltaba aquél toque salvaje que los caracterizaba a ambos y que ahora había podido recuperar. Ambos estaban en el cielo, en su paraíso personal del sexo.
Luego de aquello, ambos habían quedado jadeando, sudorosos pero aún entrelazados en la cama. Peter se concentraba en repartir besos desde la frente hasta los hombros del menor mientras que este suspiraba, contento con el trato que estaba recibiendo mientras le acariciaba. Aquello también era algo normal en ellos, luego de mucho sexo, se tocaban y besaban hasta que ya no les quedaban energías y quedaban noqueados en la cama. Eso fue lo que les pasó luego de aquella maratón de sexo salvaje.
(...)
Era aún muy temprano cuando Peter despertó. Estaba abrazando a Liam, aún pegándole a su pecho y con su rostro escondido en su cuello cuando escuchó a Samuel gimotear un poco en la habitación de al lado. Habían dejado la puerta del niño abierta para poder escucharle, puesto que las habitaciones habían sido insonorizadas.
Se separó de Liam para sentarse en la cama y buscar con la vista sus bóxers mientras se estiraba. Sintió escalofríos cuando la mano de su beta y compañero acarició su espalda y se volteó a verle con una media sonrisa.
— Buenos días –Le dijo, inclinándose para besarle la frente.
— Hola –Le saludó Liam, aún medio dormido.— ¿Qué hora es?
Peter se volteó a ver el relój despertador que había en su mesita de noche antes de responderle.
— Son las séis de la mañana –Le dijo mientras le volvía a mirar.
Liam emitió un sonido de queja, pero se quedó callado al escuchar los quejidos de Samuel. Estuvo a punto de levantarse, pero fue detenido por el mayor.
— Yo voy –Le dijo Peter con una sonrisa.— Tú duerme un poco más.
Liam asintió con la cabeza sonriendo y volvió a hundir la cabeza en la almohada mientras Peter se vestía con unos calzoncillos y los pantalones que había planeado usar para dormir pero habían acabado en el suelo debido al sexo.
Se levantó acomodándose el pelo y fue al cuarto del bebé, donde Dalia gimoteaba junto a la cuna mientras que Samuel emitía sonidos que era como un llanto muy bajo pero que habían sido suficiente para despertar al mayor.
— ¿Qué pasa pequeño? –Le preguntó mientras se inclinaba para cogerle en brazos.— Ven con papá.
El niño continuó emitiendo aquellos sonidos incluso cuando estuvo en brazos del mayor. Peter no necesitó revisarle el pañal al saber que el niño estaba limpio, le hubiera olido si este hubiera ensuciado el pañal.
— ¿Tienes hambre? –Preguntó como si el niño fuera a responderle.— Ven, vamos a ver que podemos darte.
El alfa nunca iba a admitir que había tenido que buscar en Internet como calentar la leche de un bebé. O quizás lo admitiría en su lecho de muerte, como último acto de sinceramiento. Quizás así se ganaba el cielo.
Maniobrando con su teléfono y el bebé consiguió calentar la leche para su hijo exitosamente. Esperó a que esta se enfriara un poco antes de ponerle en un biberón y comenzar a alimentarle. Por la forma en la que el niño en sus brazos comenzó a succionar, pudo darse cuenta de que, en efecto, el bebé estaba hambriento.
— Tranquilo campeón –Le dijo mientras le quitaba el biberón por un momento.
— No se va a ahogar –Peter se volteó al escuchar la voz de Liam a sus espaldas.— Los bebés no pueden ahogarse, hasta cierta edad pueden respirar y comer o beber al mismo tiempo.
El alfa le miró con una expresión de sorpresa, él no sabía eso.
— ¿Cómo sabes eso? –Preguntó curioso mientras iba hacia Liam.— ¿Y por qué te levantaste?
— Ya no estoy cansado –Respondió sonriendo el rubio.— Me iré a duchar cuando termines de darle el biberón, lo voy a bañar conmigo, así ahorramos tiempo.
— Prepararé café entonces –Ofreció Peter, y Liam le sonrió.
— Siempre sabes lo que me hace falta –Le alagó el rubio mientras se acercaba a besarle.— Por eso te amo.
Liam se agachó para besar la cabeza de su hijo para luego darse la vuelta e ir hacia el baño del primer piso.
— Me voy a lavar los dientes –Dijo mientras salía de la cocina.
Peter continuó alimentando Samuel y, para cuando Liam regresó, ya estaba poniendo el café, aún con el bebé en brazos.
Ambos sintieron el olor que emanó del bebé luego de unos quince minutos.
— Dios santo, nuestro hijo se está pudriendo –Se quejó el Hale, llevándose dos dedos a la nariz.— Liam, nuestro hijo murió y es un zombie.
— No seas idiota, Peter –Pidió Liam, rodando los ojos.— Yo lo cambio y me voy a bañar, tú prepara el desayuno.
El alfa creyó que aquél era un trato justo y comenzó a preparar el café mientras Liam se iba a bañar con Samuel arriba.
— ¡Satomi vendrá al pueblo mañana! –Le dijo en voz alta, sabiendo que Liam le escucharía.— Iré a hablar con ella a la veterinaria de Alan, quiero que tú y Sam vengan conmigo.
No recibió respuesta hasta que Liam regresó a la cocina ya vestido y bañado.
— No quiero llevar a Sam aún –Dijo mientras sentaba al niño en una silla de bebé que el Sheriff les había traído.
Peter le miró extrañado mientras le entregaba una taza de café y se sentaba junto a él en la mesa de la cocina.
— ¿Por qué no? –Preguntó confundido.
— No me siento cómodo teniendo a otros lobos cerca de él –Admitió.— Y no sé tú, pero acercarlo a una alfa me incomoda aún más.
— Siendo sincero, esperaba que dijeras eso –Admitió el mayor.— Tampoco quiero que esté cerca de otros aún, pero quería incluirte en la reunión.
— Prefiero quedarme aquí –Dijo Liam sonriendo mientras le daba un sorbo a su café.— Dios, extrañaba esto, hace siglos que no tomo café.
— Cinco meses no son siglos.
— Lo son para mí –Se quejó.— Tú me hiciste dejar de beber café, eso debería ser pecado.
— Ya deja de quejarte –Pidió el Hale, aunque sonaba divertido.— Fue por el bien de nuestro cachorro.
Ambos voltearon a ver a Samuel, el cual estaba más concentrado en intentar comerse su puño.
— Sammy, no hagas eso –Le dijo Peter, quitándole el puño de la boca. Liam solo rió.
— ¿Seguro que le diste de comer? –Preguntó el menor.
— Me viste hacerlo –Se quejó Peter.— Quizás solo sea una fase, está considerando el canibalismo.
— Pues que lo practique contigo, porque me llega a morder y no llega a la pubertad –Se quejó el rubio, siguiendo con la tarea de beber su café.
— Que amargado estás hoy, cariño.
— No me gusta que me muerdan.
— Nunca te molestó que yo lo hiciera.
Liam alzó la vista de su taza, sintiendo algo de vergüenza.
— Eso es diferente –Se defendió.— Y no hables de eso frente al niño.
— ¿Por qué? No entiende nada –Peter volteó a ver a Samuel.— ¿O no que no entiendes nada? ¿Quién es mi bebé que no entiende nada?
En respuesta, Sam comenzó a lanzar manotazos hacia Peter y Liam no pudo evitar sonreír. Quería acostumbrarse a aquello, quería que su vida fuera siempre así. Y haría lo posible para mantenerla así.
NOTA DE LA AUTORA:
Más fluff domestico, no sé por qué estoy tan azucarada últimamente. Quise hacer smut, pero no me salió, y terminó siendo fluff. Perdónenme hijos, he dejado de pecar.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.
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