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Para cuando llegaron al pueblo en el que vivía el padre de Liam, el menor ya tenía nauseas. Cuando regresaran a Beacon Hills iba a hacerle una denuncia a quien sea que le hubiera dado la licencia a la coyote, porque era obvio que ella aún no estaba lista para tener derecho a conducir.
Milagrosamente, Malia había podido estacionar en el parking del edificio al que el rubio la había guiado.
— ¿Seguro que este es el lugar? –Preguntó la coyote extrañada.
— Así es, es aquí –Asintió el rubio.
Mientras caminaban hacia la puerta del edificio, Malia clavó la vista en el letrero de letras doradas que estaba pegado a una de las paredes.
— Esto es un bufet de abogados –Le dijo a Liam.
— Si, mi padre trabaja aquí –Respondió Liam con obviedad.— Ahora entremos.
El rubio se adelantó y abrió la puerta para que Malia pasara, la coyote hizo una mueca ante el caballeroso gesto que, para ella, era estúpido e innecesario.
— Puedo abrir la puerta sola –Dijo mientras entraba con la cabeza bien alta.
Se internaron en el edificio y una recepcionista les recibió. La chica le sonrió a Liam y miró extrañada a Malia.
— Niño Dunbar –Dijo en forma de saludo.— ¿Qué haces aquí? Tu papá dice que vives lejos.
— Vine a verle por... –Malia y él se miraron por un segundo.— ...un asunto judicial.
La recepcionista hizo una mueca ante aquello, pero les hizo una seña con la cabeza para que pasaran.
— Tu padre está en su oficina –Dijo, repentinamente seria.
Liam asintió con la cabeza y fue hacia la escalera, siendo seguido por Malia.
— ¿Por qué te miro así cuando dijiste lo del asunto judicial? –Preguntó la Hale mientras subían.
— Créeme, no es la primera vez que vengo necesitando un abogado –Admitió Liam.— Aunque es la primera vez que el abogado no es para mí.
Llegaron al final de las escaleras, donde les esperaba un pasillo lleno de oficinas desde las cuales provenían diferente a voces. El rubio caminó hasta la oficina 32, donde se encontraba el nombre de su padre y la rama de la abogacía en la que se especializaba.
Alexander Orel Dunbar - Abogado Penalista.
Malia iba a llamar a la puerta, pero Liam se le adelantó y entró sin avisar.
Un hombre rubio de corte militar les miraba sorprendido desde detrás de un escritorio. Malia observó a Liam y luego al hombre, intercalando miradas un par de veces antes de darse cuenta de que los dos eran realmente parecidos físicamente.
— ¿Qué hiciste ahora? –Fue lo primero que preguntó el padre de Liam.— No espera, déjame adivinar, embarazaste a esta jovencita y ahora quieren demandarte.
— No –Negaron ambos rotundamente.
— ¿Te metiste en las drogas y ella es tu dealer? –Preguntó alzando una ceja.
— No viejo, no consumo drogas –Dijo el rubio poniendo los ojos en blanco.— Mi novio está en la carcel por una falsa acusación de haber abusado de mí, ella es su hija, me trajo hasta aquí porque tú nunca me has llevado a sacar mi licencia.
Malia se quedó en shock ante la forma tan cruda y tranquila en la que Liam le había dicho a su padre que ella era la hija de su novio al que, además, habían denunciado por abusar de él.
Aunque más le sorprendió que la expresión del padre de Liam no dejara de ser neutra. Y su sorpresa iba en aumento porque el padre de Liam Bufó y se puso de pie.
— Debo suponer que ahora vas a querer que saque a ese tipo de la cárcel –Dijo el hombre con hastío.— ¿Cómo me va a pagar?
— Él no te está contratando, yo lo hago –Repuso Liam, cruzándose de brazos.— Me debes suficientes pensiones alimenticias como para cubrir tus honorarios.
— ¿Quieres que trabaje gratis? –El hombre sonaba ofendido.
— Es eso o demandarte por no cumplir con tus obligaciones como padre –Liam le sonrió con sorna.— Es algo que debería haber hecho hace años.
Malia ya deseaba que se la tragase la tierra al estar metida en medio de aquella pelea. Pero no se movió porque Liam se veía demasiado confiado de lo que hacía, mientras que el padre del chico había suspirado derrotado.
— Me vas a hacer viajar quien sabe cuantos kilómetros para ayudar a un desconocido –Le reclamó el mayor.
— Tienes tremendo coche, ni que tuvieras que caminar.
Sin decir nada más, Liam cogió a Malia por el brazo y salieron de la oficina para ir hacia las escaleras, siendo seguidos por el padre del menor.
— Sarah, cancela cualquier reunión que pueda surgirme –Pidió el padre del beta al pasar junto a la recepcionista.— Tengo que sacar a un amigo de mi hijo de un pozo en el que él mismo se metió.
Sin borrar su sonrisa triunfal, Liam fue hacia el Mustang, escuchando como el corazón de su padre se aceleró ante la sorpresa al ver el coche.
— Es el auto de mi novio –Dijo despreocupado antes de subir.
Malia subió nuevamente al asiento del conductor y, esta vez, consiguió sacar el auto del estacionamiento sin ningún inconveniente.
(...)
Peter ya llevaba varias horas en la carcel, estaba harto de estar en aquella maldita celda que le estaba volviendo más loco de lo normal. Pero había prometido no causar problemas, así que intentaba mantener la calma lo más posible.
Se puso tenso al sentir un aroma muy parecido al de Liam, pero sabía que no era Liam, lo cual fue la razón por la que se puso tenso.
Un hombre de cabello rubio y rasgos similares a los de su mate se encontraba frente a la puerta de la celda, le miraba de arriba a abajo con una expresión neutral mientras apretaba los labios con molestia.
— Peter Hale –Dijo en forma de saludo.— Soy Alexander Dunbar, y seré su abogado en esta causa.
El alfa se levantó de donde estaba sentado y se acerco a la puerta de la celda. No podía creer que Liam había llamado a su padre para que le defendiera.
— ¿Por qué hace esto? –Preguntó desconfiado.
— Cualquier cosa por mi yerno –Dijo el hombre con algo de burla tiñendo su voz.— Y porque así me desligaré de un juicio por pensión alimenticia.
Peter ya no sabía si quería abrazar o golper a aquél sujeto.
NOTA DE LA AUTORA:
Peter conoció a su suegrito, el tipo es un idiota, pero es abogado y eso ayuda a Peter en estos momentos. Así que lo va a tener que soportar.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.
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