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Las vacaciones de Liam acabaron más rápido de lo que cualquiera de ellos hubiera disfrutado. Había llegado el momento de que ya no podrían pasar todo el día juntos o, en su defecto, pasar las noches juntos.
Los padres de Liam habían regresado un día antes de lo planeado y, debido a eso, el menor no había podido siquiera despedirse adecuadamente de su alfa.
Ahora estaba desayunando en su casa, preparándose para regresar a la escuela. Su padrastro estaba sentado frente a él leyendo el periódico de esa día mientras que su madre usaba el móvil mientras terminaba de servir el desayuno.
Había olvidado como eran las comidas con ellos. Siempre frías, silenciosas a más no poder, y evitando el contacto visual con los otros lo más que fuera posible.
No creía que fuese realmente culpa de sus padres, ellos a esas horas estaban más concentrados en que tendrían que ir al trabajo hasta tarde y él, sinceramente, tampoco ponía mucho empeño en iniciar una conversación. Podría hacerlo tranquilamente, sabiendo que si hablaba su madre o su padrastro le responderían las veces que fueran necesarias y, así, podría acabar con aquél silencio. Pero él tampoco se sentía cómodo hablando con sus padres. Menos ahora que era un hombre lobo y que, además, era el compañero de un hombre que era apenas un par de años más joven que su propia madre.
Observó el reloj de la cocina y suspiró al ver que ya tendría que irse.
— Ya me voy –Dijo en forma de despedida.
— Intenta no usar mucho el móvil en clase –Le dijo su madre.— No quiero que me vuelvan a llamar porque has estado sin hacer nada durante las clases.
Deseando poner los ojos en blanco, el menor salió de la casa y comenzó caminar por la acera. De un momento a otro, Peter se cruzó en su camino.
— ¿Qué demonios fue eso? –Le preguntó el mayor, soñando muy sorprendido.
— ¿Qué fue qué? –Preguntó Liam sin entender.— ¿Qué haces aquí?
Uniendo los puntos, el beta consiguió sacar una conclusión.
— ¿Me estabas espiando en mi casa? –Preguntó con una mueca.
— Quería ver qué tipo de relación tienes con tu familia –Se excusó el Hale.
— Pues ya viste, no vuelvas a espiar –Sentenció Liam.
— ¿Por qué estás tan incómodo con ellos? –Preguntó sin entender.— Se nota que, si les hablaras, ellos te hablarían.
Liam estuvo a punto de responderle, pero cerró la boca y se llevó una mano al rostro.
— Mira, no quiero dar explicaciones justo ahora –Dijo frotándose el puente de la nariz.— Tengo que ir a la mugrosa escuela.
— Yo te llevo –Dijo Peter sonriendo.— Dejé el Mustang estacionado en la esquina.
Viendo que no iba a conseguir que Peter le dejara solo, Liam se limitó a ir con él hacia el Mustang. Al subir, se hundió en el asiento con pesadez y cerró los ojos mientras tiraba la mochila hacia el asiento trasero.
Peter se subió y le observó algo preocupado. Acababa de notar lo mucho que había cambiado el aroma de Liam.
Antes no le habia prestado atencion al cambio, pero ahora que conocía las dos facetas del aroma del beta, podía diferenciarlos claramente.
Cuando había estado pasando días y noches con él, el aroma de Liam era normal. Pero antes de llegar a ser su alfa y ahora que sus padres habían regresado, el aroma del menor estaba cubierto por una bruma de tensión, de estrés. Un aroma pesado que, a pesar se seguir siendo el aroma de Liam, hacía que tanto Peter como su lobo se sintieran mal.
El alfa le llevo hasta la escuela y se despidió de él con un beso, no le preocupaba que le vieran o algo. Igual nadienles vió porque estaban en el auto.
— Te vendré a buscar luego –Le dijo mientras el menor asentía y cogia su mochila del asiento trasero.
Peter no se fue hasta que vio a Liam entrar a la secundaria acompañado de Mason. Se quedó mucho más tranquilo al ver que el menor iba acompañado por su amigo.
Mientras él se iba, vió el Camaro de Derek ir hacia la escuela y les tocó bocinazos en forma de saludo.
(...)
Liam había agradecido que, al parecer, el único que estaba dispuesto a acercarse a él con el humor que tenía era Mason. Si otro de los estudiantes hubiera querido aproximarse a él, no hubiera respondido a sus actos.
El problema fue que había gente con tan poco sentido común, dígase Scott, no entendían el ceño fruncido que cargaba por los pasillos y salones.
Luego de las dos primeras horas de clase que, para colmo, habían sido de economía con Finstock, finalmente había llegado el receso. Todos sus compañeros habían salido del salón y él se había quedado guardando sus cosas, además de que había escuchado claramente cuando Scott estuvo frente a la puerta del salón.
Esperó varios minutos, creyendo que quizás el alfa verdadero se iría y le dejaría en paz al oler lo molesto que estaba. Pero, como ya fue dicho antes, Scott no es una persona con mucho sentido común.
Molesto a más no poder, el rubio fue hacia la puerta y la abrió de par en par, sorprendiendo a Scott quien al parecer estaba apoyado en esta.
El alfa se dio la vuelta y se adentró en el salón, obstruyéndole el paso.
Liam apretó los puños y dientes mientras intentaba recordar que el homicidio era ilegal. Sintiendo su mente posicionada al límite de su paciencia, le habló a Scott entre gruñidos molestos.
— Muévete o te muevo, McCall.
NOTA DE LA AUTORA:
Liam se enojó, corran ¡CORRAN! Por el amor de Dios, sálvese quien pueda.
Mañana funeral de Scott a la hora que se les antoje, traigan comida y alcohol, yo pongo mi casa para la fiesta. Va a haber juegos de azar y hombresuelos para todos y todas.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.
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