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Liam se había quedado dormido poco tiempo después de haber recibido la primera, y mejor, mamada de su vida. Peter se había recostado a su lado y se había quedado dormido observando a Liam.
A la mañana siguiente, el primero en despertar habían sido Liam, sintiéndose incómodo por sentir su piel desnuda rozándose contra la ropa de Peter, la cual le raspaba y le producía algo de dolor.
Con mucho esfuerzo, consiguió librarse del agarre de Peter y alejarse un poco. Aunque al instante de que miró el rostro del mayor se dio cuenta de que estaba despierto.
Los ojos del Peter estaban clavados en él, viéndose decepcionados porque se hubiera separado.
— ¿Por qué te alejas? –Le preguntó con un tono de niño pequeño.
— Tu ropa me lastima.
Casi al instante de escuchar eso, Peter se sentó en la cama y se desvistió por completo. No hubiera sido necesario quitarse el bóxer, pero Liam no iba a quejarse de la vista que estaba recibiendo.
Peter volvió a acostarse y acercó al beta a su cuerpo, abrazándole mientras frotaba su nariz contra el rostro del menor. El cual se dejó hacer queriendo analizar un poco el comportamiento del mayor.
Luego de todo el asunto de los mates notaba a Peter mucho más cariñoso que antes. Además de que, obviamente, era mucho más servicial y amable con él y con los demás. Le notaba, también, más risueño, y sus chistes ya no eran todos de índole sexual, la mayoría si, pero había adaptado varios de sus chistes a apto para todo público.
— ¿En qué piensas? –Le preguntó el alfa mientras besaba su nariz.
— En que has cambiado mucho –Murmuró Liam aún adormilado.
— ¿Y eso es malo o...?
— Para nada –Sé apresuró a responderle.— Te ves más feliz.
— Estoy feliz –Admitió Peter sonriendo.— Tengo una manada que aunque pequeña es perfecta, tengo un compañero que es perfecto y nadie me amenaza ¿Qué más podría pedir?
Liam creía saber la respuesta a esa pregunta, creía saber que lo que Peter podría pedir sería una familia, recuperar aquella familia que había perdido en circunstancias tan horribles. Pero el menor sabía que eso era algo que él no podría darle.
Como si notara el repentino cambio de humor de su pareja, Peter comenzó nuevamente a besar el rostro del menor, posando sus labios en la nariz, la frente, las mejillas, la barbilla y los labios ajenos. El alfa había descubierto que su nueva actividad favorita era besar aquél que para él era el rostro más perfecto que jamás hubiera tenido el privilegio de besar y acariciar a gusto.
Se alejaron cuando por la ventana comenzaron a colarse los rayos del sol, cada nuevo día le recordaba a Liam que pronto las vacaciones acabarían, sus padres regresarían y ya no podría pasar todos los días y noches con su alfa. Y aquello le molestaba de sobremanera.
— ¿Qué haremos cuando acaben las vacaciones? –Preguntó mientras ocultaba el rostro en el cuello del mayor.
— No lo sé –Admitió Peter.— No creo que a tu madre le vaya a gustar que pases todos los días con un hombre que podría ser tu padre.
— No me importa lo que ella piense –Gruñó el rubio contra la piel del mayor.— Yo nunca le dije nada por las parejas que tuvo, incluso cuando salió con chicos dos o tres años mayores que yo. Así que ella no puede decirme nada.
Peter no quiso dar su opinión. Podía sentir el corazón de Liam latir con enojo, eso le había dejado claro que el rubio no tenía una buena relación con ninguno de sus dos padres, y aquello no le parecía algo bueno.
Peter siempre había sido un lobo, siempre tuvo una conexión muy grande con su familia, sobre todo cuando tenía la edad de Liam. Pero ver al chico tan desligado de sus progenitores, actuando como un omega al hablar de sus propios familiares, hacía que su lobo gimoteaba de tristeza.
Sentía a su mate sufrir por el abandono, ya fuera consciente o inconsciente, que sufría por parte de su familia. Y aquello también le hacía sufrir a él, que olía la tristeza y enfado de Liam y los sentía en carne propia.
— Ya se nos va a ocurrir algo –Dijo intentando cambiar el aroma del menor.
Comenzó a besarle y lamerle nuevamente, queriendo limpiarle la tristeza como si esta se tratara de un mal olor.
El lobo de Liam ronroneó ante los mimos que estaba recibiendo por parte del mayor. Peter le apegó más a su cuerpo y comenzó a acariciar sus brazos y caderas, continuando con los besos en los labios y el resto del rostro.
El alfa no se detuvo hasta que sintió el aroma del menor volver a la normalidad. Limitándose entonces a abrazarle con fuerza.
— Peter, pesas –Le reclamó Liam casi sin aire porque el alfa se había relajado demasiado encima suyo.
Refunfuñando, el pelinegro se movió un poco para no dejar todo su peso sobre el cuerpo ajeno, aunque seguía abrazando a Liam y manteniéndole muy cerca.
— No quiero soltarte –Murmuró el mayor contra el cabello del menor.
— Y yo no quiero que me sueltes –Respondió Liam, volviendo a quedarse dormido.
NOTA DE LA AUTORA:
Capítulo medio corto, pero es que tengo cosas que hacer. Lo siento mucho.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos. Adiós mi linda manada.
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