20
Liam no estaba del todo bien al día siguiente. Casi no había dormido en la noche.
Él no era de tener pesadillas, pero esa noche en particular había soñado con el vívido recuerdo de cuando perdió a Hayden.
A pesar de estar cansado y con un humor de perros, se había obligado a salir de la cama e ir a hacer lo que tenía que hacer. Ese día tuvo que ir a la escuela en busca de una nota de calificaciones y, cuando estaba por irse, se cruzó con quienes menos esperaba.
Kira y Scott venían al final del pasillo, muy acaramelados ambos, riendo y hablando hasta que le vieron. Liam se dio media vuelta y quiso evitarles, pero fue detenido por el alfa verdadero.
Se dio la vuelta cuando sintió la mano del alfa verdadero en su hombro y le miró fijamente, intercalando miradas entre la mano y el rostro de Scott.
— Tenemos que hablar –Dijo Scott con una voz firme.
Liam rió, no creyendo que aquello pudiera ser algo real, y de un manotazo hizo que el alfa le quitara la mano de encima. Scott se sorprendió por eso, pero Liam no le dio tiempo de decir nada más y comenzó a alejarse apresurado.
Consiguió llegar al parking de la escuela, pero Scott le siguió y consiguió adelantarsele. Colocándose frente a él e impidiéndole seguir caminando.
— Hazte a un lado –Le pidió con calma, queriendo permanecer tranquilo.
— Quiero hablar contigo, Liam.
Los ojos de cachorro del alfa le indicaban que de verdad había algo que quería decirle. Liam puso los ojos en blanco y le miró expectante.
— Adelante –Dijo resignado.— Dime lo que necesites, no tengo todo el día.
Scott se rascó la barbilla y se aclaró la garganta, preparándose para hablar.
— Vengo a advertirte sobre Peter.
Y eso fue todo lo que Liam necesitó escuchar para querer golpear al alfa que tenía en frente.
— No me interesa nada de lo que tengas para decirme –Le dijo o, más bien, le gruñó.— Así que ahorrate lo que sea que quieras decir.
El rubio pasó a su lado, chocándole el brazo y comenzó a caminar fuera del parking y hacia la parada de autobus.
— No sé que es lo que él te ha dicho o ha hecho, pero te puedo asegurar que Peter no es uno de los buenos, es un mentiroso innato.
Esta vez, Liam si se volteó a verle.
— Y yo te aseguro que si vuelves a hablar mal de mi alfa te voy a lastimar –Le gruñó furioso.— Así que déjame en paz, Scott.
Liam volvió a darse la vuelta y se apresuró a alejarse hacia la parada de autobuses que se hayaba en la esquina. Scott no le siguió, y agradeció eso, porque si le seguía temía que fuera a reaccionar peor de lo que ya había reaccionado. Y no quería hacerlo porque en la parada había más personas, no quería armar una escena.
Llegó el autobus y se subió casi como si de eso dependiese su vida, pagando su voleto y yéndose hasta los asientos de atrás. Eran cinco kilómetros hasta llegar a su casa, por lo que se puso sus audífonos y comenzó a escuchar música, queriendo pasar el rato.
Cuando se tuvo que bajar, decidió que realmente no quería estar solo en su casa. Por lo que decidió que mejor se iba a otro lado. Siendo ese otro lado el departamento de Peter
Como si el universo le odiara, mientras iba de camino al centro comenzó a llover. Pero no era una llovizna, era como si se estuviera cayendo el cielo.
Al llegar al edificio departamental, intentó secarse lo más posible en la entrada. Pero veinte minutos caminando debajo de la lluvia le habían dejado empapado, así que no hubo mucho que pudiera hacer.
(...)
Al abrir la puerta de su departamento, Peter se sorprendió al ver el estado en el que se encontraba Liam. El chico estaba empapado de pie a cabeza, temblando de frío y apestando al más puro olor a estrés.
— Entra –Le dijo y, antes de que Liam lo hiciera, le jaló hacia adentro.
Le hizo quitarse la ropa, quedando el chico en boxers, y le dio una toalla para que se secara, yéndose luego a preparar algo caliente para hacerle beber.
Liam observó la sala una vez que estuvo seco, divisando un sofá de cuero negro que era más grande que el anterior.
— Bonito sofá –Dijo, aunque a media frase le castanearon los dientes.
— No podía quedarme con el anterior –Repuso Peter desde la cocina.— Ve a sentarte, no te quedes ahí parado.
El beta hizo lo dicho y se fue a sentar. Notando que en la espalda del sofá había una camisa blanca, Liam la cogió y se la puso.
— ¿Siempre dejas tus camisas en el sofá? –Preguntó riendo.— No es que me esté quejando.
Peter se asomó un par de minutos después, trayendo con el una taza humeante. Al oler el contenido, a Liam se le iluminaron los ojos.
— Chocolate... –Murmuró mientras se relamía los labios.
El alfa le entregó la taza y Liam le dio un sorbo, saboreando aquél dulce nectar mientras soltaba un sonido de satisfacción.
Enrojeció un poco al ver que Peter le miraba fijo desde uno de los sofás pequeños.
— No debiste molestarte –Le dijo algo cohibido.
— Había preparado esta mañana, así que solo tuve que calentarlo –Dijo el pelinegro quitándole importancia.— Además, me quedé sin descafeinado, no puedo darte café con tu condición.
— ¿Mi condición? –Liam le miró alzando una ceja.
— Tu Trastorno Explosivo Intermitente –Aclaró el mayor.— Estuve averiguando sobre eso y dice que no es conveniente que tomes café, que puede causarte insomnio.
El rubio se sorprendió ante aquello.
— ¿Te pusiste a investigar del TEI... por mí? –Preguntó, señalándose a sí mismo.
— Por supuesto –Respondió Peter con obviedad.— Un alfa debe saber todo sobre sus betas.
Liam le miró extrañado, por un segundo aquella respuesta le pareció algo ensayada. Fue entonces cuando recordó lo que le había dicho Scott.
...Te aseguro que Peter no es uno de los buenos, es un mentiroso innato.
Bajó la vista a su taza, observando su reflejo en el líquido en el interior.
— ¿Ha ocurrido algo de lo que deba enterarme? –Le preguntó el alfa, apoyando la cabeza en una mano.
El menor dudó, no sabiendo si debería decirle o no. A sabiendas de que Peter notaría si le mentía, decidió contarle.
— Hoy fui a la escuela por una planilla de notas –Comenzó a contar en voz queda.— Y me encontré con Scott.
El cambio en la expresión relajada de Peter fue casi instantáneo.
NOTA DE LA AUTORA:
Maldito Scott, ya tiene que venir a joderle la vida a Liam. Encima le mete cualquier idea estúpida.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.
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