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15

La noche llegó antes de lo que cualquiera de ellos hubiera esperado. Liam había convencido a Malia y Peter se había encargado de conseguir cadenas lo suficientemente resistentes como para mantenerle retenido.

A eso de las ocho de la noche, le pidió a sus ahora betas que le encadenaras a la viga que se encontraba a un lado de su sala. Se sentó en el suelo y sus brazos fueron encadenados con firmeza a la viga.

Malia se esposó a un radiador y Liam a un soporte que sobresalía del suelo. Así pasaron las dos primeras horas, intentando luchar contra las ganas de arrancarse las gargantas entre ellos.

Habían perdido el control, pero había vuelto a sus cinco sentidos cuando Peter rugió de forma gutural. Haciéndoles temblar.

Liam observaba al alfa, el cual intentaba soltarse y rugía furioso al no conseguirlo. La viga a la que estaba encadenado crujía y dichas cadenas se golpeaban entre sí, emitiendo un sonido que solo enfurecía más al alfa.

Malia y Liam compartieron una mirada, sabiendo que aquella viga no iba a resistir mucho si Peter continuaba con aquél continuo forcejeo.

La coyote se estiró hasta conseguir coger las llaves de sus esposas y se soltó, soltando a Liam una vez que estuvo libre.

Ambos se pusieron frente a Peter y volvieron a mirarse entre sí, no sabiendo qué hacer.

— Háblale –Propuso Liam.

Malia dio un paso hacia adelante y se agachó un poco antes de hablar.

— Papá...

Peter volvió a rugir y Liam se puso frente a Malia. Por un segundo había tenido la impresión de que iba a soltarse.

Repentimanete, el alfa se quedó quieto y Liam se asustó.

Se acercó un par de pasos y se colocó frente a él, intentando ver el rostro de Peter, pero este miraba al suelo.

— Hey, Peter –Le llamó con voz suave.— Mírame.

El Hale levantó la vista demasiado lento y le miró fíjamente. Aquella cara le hizo saber a Liam que algo andaba mal.

Con un movimiento rápido, Peter consiguió soltar uno de sus brazos y le cogió por el cuello. Acercándole a él.

Peter le respiraba muy cerca de la cara y Liam giró la cabeza hacia su derecha, donde se encontraba Malia mirando la escena sin saber qué hacer.

— Peter, por favor –Murmuró asustado.— Soy yo.

El alfa gruñó mientras su nariz chocaba contra el hueso de la mandíbula del menor, pero entonces, algo captó su atención.

Una marca en el lado izquierdo del cuello del beta, justo encima del hueso de la clavícula. No era una marca visible, sino una marca de olor.

— Mío... –Murmuró el alfa mientras pegaba la nariz a aquella zona.— Mío.

Liam jadeó sorprendido cuando el lobo le jaló hacia él, obligándole a sentarse en sus piernas, las cuales acababa de cruzar.

El beta volvió a mirar a Malia mientras el pelinegro continuaba con la nariz clavada en su cuello. La chica le miraba sin entender ni la mitad de lo que estaba ocurriendo.

La coyote quiso acercarse y Peter se aferró a Liam con demasiada fuerza, abrazándole con un solo brazo porque el otro seguía aprisionado por las cadenas.

— Espera –Impuso el menor, aunque no quedó claro si se lo decía a Malia o a Peter.

Aún así, Malia dejó de acercarse y Peter dejó de sacudirse como loco.

— No me va a hacer daño –Le informó a la coyote, aunque no estaba del todo seguro de lo que decía.

Peter comenzó a lamer el cuello y oído de Liam mientras le acariciaba con su mano libre. Malia frunció los labios y se dio media vuelta casi al instante de ver aquello.

— Yo me voy a dormir –Dijo encaminándose al cuarto.— No pienso ver esto.

— ¡No me puedes dejar así! –Le reclamó Liam, intentando que Peter dejaba de lamer su oreja, le hacía cosquillad.— ¿Que hago si se suelta?

— Estarás bien –La coyote volteó solo para guiñarle un ojo.— Si se pone muy cariñoso, solo grita. Vendré a arrojarle un balde con agua fría.

Sin decir nada más, Malia desapareció tras la puerta de la habitación. Dejándole a él atrapado entre los brazos de Peter.

Decir que ese era Peter era algo erróneo, porque en realidad era el alfa, no Peter. Y la diferencia se notaba bastante.

— Escúchame, grandote –Comenzó a decir.— No vamos a tener sexo, pero podemos irnos al sofá y estar cómodos. Pero tienes que soltarme.

El alfa gruñó ante lo último y le apretó de nuevo, haciéndole soltar un quejido.

— Apuesto a que esas cadenas son incómodas.

El lobo miró las cadenas y luego miró a Liam, repitiendo la misma acción un par de veces antes de gimotear y aflojar el agarre para que el chico pudiera salir de encima de él.

Dudando un poco, Liam fue hacia donde habían dejado las llaves para las cadenas de Peter, las cuales eran cuatro, dos en cada brazo. Y le soltó.

En cuanto su otro brazo estuvo libre, Peter se levantó y se colgó a Liam al hombro, arrojándole al sofá con brusquedad y luego echándose encima.

— Eso fue completamente innecesario –Gruñó Liam mientras intentaba sobarse la espalda.

Nuevamente, la nariz y lengua del alfa acabaron recorriendo su cuello y oído. Aunque parecía tener una especial fijación por oler la parte de atrás de la oreja de Liam. El beta recordaba haber leído en algún lado que detrás del oído era donde más se concentraba el olor, por lo que lo relacionó con ello.

Liam tuvo que quedarse quieto en el lugar, no porque no quisiera moverse, sino porque el alfa pesaba demasiado y no le dejaba mucha movilidad por la forma en la que le sujetaba.

Las caricias con las garras y las lambetadas le provocaban escalofríos. Pero por alguna razón ya no sentía la garra pinchando en el abdomen, lo cual siempre sentía cuando su lobo luchaba por salir.

En algún momento de aquello, se quedó dormido, demasiado relajado por las caricias y el buen trato. No estaba acostumbrado a eso.

Al sentirle relajarse entre sus brazos, Peter pasó de lamerle a simplemente frotar el rostro contra su cuello, aspirando el aroma de la marca y ronroneando de gusto al sentirlo.

El lobo acabó quedándose dormido a eso de las 3 de la mañana. Veinte minutos después, Malia salió del cuarto procurando no hacer ruido y, al ver la escena, no pudo resistir el tomarles una foto. Y eso fue lo que hizo, iba a usarla para burlarse luego.

NOTA DE LA AUTORA:

El lobo de Peter es un osito cariñosito de pelcuhe gigante, nadie me va a convencer de lo contrario.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

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