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Capítulo 122. En el hospital.


Llegaron al hospital con el tiempo justo. A Isabel le había costado encontrar un sitio donde poder aparcar su coche. El parking del hospital estaba a rebosar. 

Cuando por fin lo consiguieron, ambas mujeres se bajaron del coche a la vez. Laila estaba más nerviosa que antes, y seguía sin saber por qué. Quizás algo en su interior le decía que iba a encontrarse con Alana en el hospital. Lo que no podía ni imaginar era que la iba a ver en la consulta, y además iba a ser ella quien la iba a tratar. 

Laila buscó la consulta del doctor Pardos, pero cuál fue su sorpresa cuando se acercó a la puerta para leer en un papel colgado en la puerta de la consulta que todos los pacientes del doctor serían atendidos por la doctora Del Olmo. Con razón la joven estaba más nerviosa que de normal. Aunque hubiera cambiado de oncólogo, iba a terminar por verla. Laila no estaba preparada para eso, y por algo pidió dicho cambio. No entendía cómo podían torcerse de esa manera las cosas. 

Isabel iba absorta jugando con el móvil, por lo que no se percató de nada. Hasta que Laila se dio la vuelta y le dijo que debían ir a otra consulta. 

-Isa…Tengo que ir a otra consulta…

-Vale. ¿No es aquí? ¿No era la consulta número veintiuno? 

-Sí, así es, pero hay colgado un papel en la puerta donde pone que nos atenderá la doctora Del Olmo. 

-¿Qué? ¿Es una broma?- Isabel se paró en seco y como le costaba creer las palabras de su amiga, se acercó a la puerta donde Laila había leído dicho papel - Joder, ¿En serio? Ésto es una broma del destino, Laila. No puede ser…Te va a atender ella, ni en tus mejores sueños…

-Isa…¿Me puedes acompañar al baño?- le preguntó Laila con un tono de voz algo alto. 

-Claro, vamos - Isabel ya se olía que su amiga no quería pasar por la consulta de la oncóloga. Y de ahí las prisas por ir al baño. No podían ir peor las cosas para Laila…

Una vez en los servicios, Isabel se dirigió directamente a su amiga. 

-Laila, cariño, tenías cita a las doce…Son las doce y cinco. Vas con retraso, y tú en la vida has llegado tarde a algún sitio…¿Qué pasa?

Laila miró a los ojos a Isabel, mientras hablaba titubeando. 

-Pasa…Pasa que no quiero ver a Alana. No después del beso que me dio Laura. Me va a tratar con frialdad y me va a doler…Y no podré con eso. Estoy muy baja de ánimos y verla de esa manera me puede hacer mucho daño, Isa.

-¿Y por qué piensas que hará eso? Laila, cariño, ella es una profesional. Se ceñirá a decirte cómo estás y ya. Fin de la consulta. 

-Sí, pero me va a tratar como a una paciente más…Y para mí ella no es una mujer más. 

-Lo sé, Laila. Pero tarde o temprano te vas a tener que enfrentar a ella. Ha pasado tiempo sin veros, si tu doctor no ha podido pasar su consulta, ¿No crees que todo pasa por algo? Hay más oncólogos a parte del doctor Pardos y Alana…Y justo te tiene que tocar ella, venga hombre…Todo pasa por algo. ¿Y cómo estará ella? ¿Te lo has parado a pensar?

-¿Ella? Después de haber visto lo que todos los andaluces han visto…Creo que no querrá ni verme. No voy a ir a la cita, Isa. Lo acabo de decidir. Voy a evitar pasar un mal trago. No tengo ninguna necesidad, en serio.

-Laila, estoy contigo, no estás sola. Necesitas saber cómo te encuentras. Así que por favor, entremos juntas a esa maldita consulta. Ella te dirá cómo va todo, y ya. Luego nos iremos, o si te apetece te quedas a hablar con ella, eso ya lo dejo en tus manos. 

-Sabes perfectamente cómo me va a tratar…

-Laila, por favor, vamos a dejarlo. Es normal que esté dolida contigo, yo también lo estaría. Si ella aún te quiere, o te quería, ver a la mujer que amas besándose con otra públicamente, no es plato de buen gusto. Así que, entiende que pueda estar mal. Ya se le pasará.

-Claro que lo entiendo, Isa…Por eso estoy así. La cagué pero bien, y ahora debo asumir que quizás le he hecho daño. Aunque tal vez me haya superado y pase de mí olímpicamente. También cabe esa posibilidad.

-Laila, habíais quedado en daros tiempo. Y en eso estáis. Así que, si estáis las dos solteras, tampoco pasa nada si apareces en unas fotos besándote con otra mujer. Además, ahora eres carne de cañón, vas a salir con muchas mujeres más en las revistas. A ver si te crees que sólo te van a juntar con Laura…

Laila sabía que Isabel tenía razón.  Siendo un personaje público, debía prepararse para lo que se le avecinaba, y seguramente la prensa no tardaría en buscarle otras novias. 

-Tienes razón. En fin. Vamos a la consulta, y que sea lo que tenga que ser. Si Alana me trata con frialdad, me lo mereceré. Espero que por lo menos me diga que todo marcha bien…

-Confía en que sí, no pierdas la esperanza, Laila.

Las dos mujeres salieron por fin de los servicios y se dirigieron sin demora a la consulta de Alana. Se sentaron en un par de asientos libres que había en frente de la puerta y mientras oían como una paciente le decía a otra que la doctora iba con mucha demora, Laila suspiró profundamente e intentó controlar los nervios que hacía tiempo que se habían apoderado de toda ella.

Cuando habían pasado unos veinticinco minutos en los que Laila estuvo a punto de levantarse unas mil veces e irse de allí, la puerta de la consulta se abrió y salió la mujer más bella que existía en el mundo a ojos de la profesora. Llevaba el pelo recogido, y bajo la bata blanca llevaba una blusa que a ella le encantaba, como también una falda hecha a medida a las caderas y piernas de la oncóloga.

A Laila le dio tiempo a observarla detenidamente en unos breves segundos, puesto que la oncóloga la nombró a ella, y seguidamente nombró a otras tres pacientes más. A la joven no le pasó desapercibido que la mujer, cuando la nombró, no levantó la mirada del papel que llevaba en la mano con el nombre de sus pacientes, y cuando por fin Alana alzó la mirada intentando no cruzarse con el verde más bonito que había visto en su vida, dijo en voz alta que tal y como las había nombrado, era el orden por el que debían entrar en la consulta. 

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