Capítulo 121. Previo a la cita.
A las doce y cinco Alana tenía la cita con Laila, pero sin ella pretenderlo, alargó todo lo que pudo las consultas con las anteriores pacientes, por lo que terminaría atendiendo a Laila con más retraso del normal. Tenía unos nervios que le costaba controlar y pensó que no estaba preparada para ver de nuevo a la profesora. Era superior a sus fuerzas.
A las once de la mañana tuvo que irse a los servicios aprovechando que había salido una paciente de su consulta. Ya en el baño, respiró todo lo profundo que pudo y luego soltó el aire lentamente. Se encontraba frente al espejo, y aunque le costó hacerlo, terminó mirándose para asegurarse que el maquillaje lo tenía intacto. Sólo le faltaba morderse las uñas, lo que nunca antes había hecho. Se le dio por pensar si Laila sabría que su oncólogo no iba a pasar ese día la consulta, y de saberlo, ¿Estaría dispuesta a tener la cita con ella?
Laila decidió ir al instituto para dar las primeras clases de la mañana. Prefería no pensar que en unas horas tenía la cita con su nuevo oncólogo, y sus alumnos la ayudarían a evadirse y no pensar en ello. Aunque a decir verdad no sólo pensaba en la enfermedad, también pensaba en Alana. Creía que había metido la pata con el maldito beso que le había dado Laura, y aún tenía que hablar con ella para que le aclarara si había tenido algo que ver con que ese beso saliera en toda la prensa local.
Cuando tuvo un pequeño descanso, y estando en su despacho, Lola apareció tocando a la puerta. Hacía tiempo que no hablaban a solas.
-Ey, Lola, ¿Qué tal? En la clase de hoy te vi algo despistada. ¿Puede ser?
-Profe, lo que estoy es cansada. He comenzado a trabajar los fines de semana para ayudar en la economía familiar. Ojalá mi padre encuentre pronto trabajo…
-Lola, ahora quizás estés pasando por un mal momento familiar, pero todo pasa. Te lo digo por experiencia.
-Lo sé. Tú estás pasando por la enfermedad, pero ahora te llueven los pedidos, te estás haciendo famosa y para colmo has encontrado el amor. Es increíble cómo puede cambiarte la vida en nada. Nosotros estamos muy orgullosos de ti. Tenemos una profe guapísima y además famosa.
Laila se quedó sorprendida por el razonamiento de Lola con toda la información que la joven tenía sobre ella. Cómo se podía tergiversar todo, porque aunque sí era verdad que no paraba de pintar y se había hecho conocida, que hubiera encontrado el amor era completamente falso, por lo menos en la galerista. Y Laila se dio cuenta que eso sería lo que creerían todos los que hubieran visto las fotos del beso con Laura. Estaba bien jodida con la oncóloga. Por suerte, esa mañana no sería Alana la que la atendiera en la cita, además, esperaba no verla por el hospital, porque le iba a revolver todo lo que creía que tenía controlado.
Igualmente la profesora quiso ser sincera con Lola y prefirió aclararle lo que la joven estaba confirmando.
-Lola, es verdad que gracias a exponer en la galería Zurita me están lloviendo las ofertas y los pedidos. Y como puedes ver, salgo en las noticias, muy a mi pesar. Odio que hablen de mi vida privada, lo llevo muy mal. Espero que poco a poco se dejen de centrar en quién es mi pareja o con quién me acuesto, y resalten mis pinturas. Eso es lo que quiero. Además, la prensa se inventa muchas cosas para vender más. Con mi representante sólo tengo una relación meramente profesional. Sé lo que habéis visto todos, pero no tengo ninguna relación amorosa con Laura.
-Profe, salís besándoos…¿Han manipulado las fotos?
-No, el beso existe. Ella me intentó besar, pero la aparté al momento. Yo no tengo nada con ella. Simplemente me dio una buena noticia y a ella, de lo contenta que estaba, se le fue la situación de las manos.
Lola sabía por dónde iban los tiros con su profesora, y así se lo hizo saber.
-Entiendo…Sabes, no me pasó desapercibido cuando en la exposición hablaste de tu oncóloga y le diste las gracias por lo que estaba haciendo por ti. Vi perfectamente cómo te miraba sin pestañear cuando estabas hablando de ella. Esa mujer babeaba por ti.
Laila no se lo podía creer. ¿Eso es lo que había percibido su alumna?¿Sería verdad que Alana "babeaba" por ella? Esas palabras la habían dejado totalmente traspuesta.
-No sé qué decirte. No sé lo que mi oncóloga siente por mí. Es verdad que yo le estoy muy agradecida porque es muy buena médica.
-¿Sólo por eso? Vamos profe, no soy ciega. Ella babeaba por ti, pero tú no te quedaste atrás.
-¿Eso piensas? ¿Quieres que te sea sincera? En realidad no puedo compartir contigo lo que ella siente por mí, porque lo desconozco. Pero sí te puedo decir lo que yo siento por ella.
Lola miró a su profesora fijamente.
-Lola, yo sí siento que estoy enamorada de Alana, mi oncóloga. No quiero mentirte. Hoy por hoy, y aunque no estemos juntas, es la mujer de mi vida.
-Vaya, pero…¿Por qué no podéis estar juntas? Esa mujer está loca por ti. Hasta un ciego lo vería.
-No es tan fácil, Lola, siendo mi oncóloga no podemos tener una relación amorosa. Además, ella quiere que me cure. Así que ambas necesitamos tiempo. Sólo espero que nuestros caminos vuelvan a cruzarse.
- ¿Y eso es el amor adulto? Pues vaya mierda, profe. Si las dos os amáis, no entiendo por qué tenéis que estar separadas. No entiendo nada. Y para colmo Laura va detrás tuyo.
-Tendré más cuidado con ella. No quiero que se malinterpreten las cosas y encima que se haga público. Porque la que sale más perjudicada soy yo.
-Gracias por sincerarte conmigo. Eres la mejor profe del instituto.
Laila abrazó suavemente a la joven. Estuvieron unos segundos así, hasta que Lola tuvo que marcharse a la siguiente clase, y Laila al hospital.
Cuando Laila cogió el bolso y se dirigió con Isabel hacia el hospital, sin saber por qué, su estómago se removió inquieto por unos nervios que desconocía de donde provenían. Lo que sí sabía era que no tenían nada que ver con cómo iba a ir la cita con su médico, pero seguía sin saber a qué se debían.
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