Capítulo 117. De vuelta a casa.
La cena transcurrió sin ningún incidente más. A pesar de sentirse avergonzada con Laila, Laura prefirió aprovechar el momento y disfrutar de la compañía de la artista. Para su gusto, la joven estaba preciosa, y amaba perderse en el increíble verde de sus ojos. Era un remanso de paz perderse en su mirada.
Laura no quería que terminara la velada con Laila, por lo que aprovechó para invitarla a tomar algo después de cenar. La profesora estaba cansada, además aún estaba sufriendo las consecuencias de la última quimioterapia, por lo que declinó el ofrecimiento de la galerista para seguir disfrutando de la noche juntas. Necesitaba estar en su cama, con Matiz a su lado.
-Laura, muchas gracias por tu invitación, pero estoy cansada y me duele la cabeza. Me gustaría que me llevaras ya a casa.
-Está bien. No quiero que te canses de más. Vamos entonces.
Las dos mujeres se dirigieron hacia el coche en silencio. Y una vez que la galerista puso el vehículo en marcha, quiso seguir hablando con Laila.
-Entonces, ¿Estás contenta, Laila? Desde luego las cosas están yendo como esperábamos. Poco a poco vas a salir de Andalucía con tu obra. Además de que tus ingresos están creciendo considerablemente.
-Sí, sinceramente, no me esperaba que me dijeras que estaban interesados en exponer fuera de España. Es una oportunidad única para dar a conocer mis pinturas en el extranjero. Pero estoy algo abrumada con todo ésto, es demasiado para mí. Además, hay obras que las voy a vender muy caras. Y como tú dices, no sé qué voy a hacer con tanto dinero.
-Bueno, puedes invertirlo en tener tu propio espacio para pintar.
-Laura, ya lo tengo en realidad. No necesito más, aunque es verdad que dado que el volumen de los pedidos está creciendo, quizás sí necesite un espacio más grande.
-Por eso mismo, piensa que en el futuro quizás termines dedicándote sólo a pintar.
-Laura, la enseñanza me encanta, así que no contemplo, de momento, esa posibilidad. Mis alumnos me dan mucha vida.
-Me lo imagino, pero la vida da muchas vueltas…
-Lo sé - Laila sabía que la galerista tenía razón. No tenía casi tiempo para pintar todas las pinturas que le habían pedido, como para sacar tiempo para trabajar por las mañanas en el instituto. Tendría que darle una vuelta al tema, porque amaba la docencia y no se había parado a pensar en dejarla aparcada, pero dado los acontecimientos, no podía dedicarse a jornada completa en el instituto otro curso más. En ese momento estaba muy cansada, por lo que prefirió no darle más vueltas al asunto. Ya tendría tiempo para hacerlo.
Cuando Laura aparcó el coche, antes de que Laila le diera un beso en la mejilla y se despidiera de ella, la galerista quiso disculparse de nuevo con la artista.
-Laila, siento lo de antes. Te incomodé y era justo lo que menos quise hacer. Me dejé llevar por la emoción del momento.
-Lo sé, ya lo hablamos antes, así que tranquila.
Laura prefirió no ser sincera del todo con ella. No quiso decirle que no sólo se había dejado llevar por la alegría del momento, sino también por lo que sentía por ella. Estaba claro que el sentimiento no era recíproco, y si la galerista terminaba por compartir con ella lo que sentía, ésta podía alejarse y cambiar de representante si se veía acorralada, como hizo con Alana cuando cambió de oncólogo. Estaba claro que a Laila era mejor no agobiarla.
-Vale. Entonces está aclarado. Bueno, espero que descanses, y si necesitas algo, no dudes en llamarme. Cuando me digan cosas de si al final están interesados en tu obra para exponerla en el extranjero, te digo cosas. Pero prepárate porque vas a crecer como artista más rápido de lo que pensamos.
-Gracias por todo lo que estás haciendo por mí. Y sí, tengo mucho en qué pensar - le dijo Laila mientras por fin se despedía de Laura dándole un beso en la mejilla.
Cuando Laila se bajó del coche, Laura no pudo evitar observar cómo la mujer que amaba se iba alejando de ella, mientras llevaba sus inquietos dedos a la mejilla que la artista había besado. Estaba deseosa de que Laila quisiera salir con ella, pero sabía perfectamente que eso no ocurriría nunca. Y le dieron ganas de golpear el volante violentamente. Cuánto le gustaría ser la maldita oncóloga y cuánto deseaba que el corazón de Laila le perteneciera exclusivamente a ella.
Cuando Laila abrió la puerta del loft, ya estaba Matiz esperándola pacientemente. Nada más la vio aparecer, se acercó a ella cariñosamente. Laila lo cogió en brazos mientras dejaba el bolso en la cómoda de la entrada.
Se dirigió con el gato en brazos al sofá, y se dejó caer con cuidado.
-Matiz…Cariño, estoy fatal. No sabes lo que deseo ver a Alana, me muero por verla. Ojalá ahora estuviera aquí con nosotros. Yo sé que la amas, al igual que yo. Esa mujer nos ha robado a los dos el corazón. Pero sabes..Hoy me besó Laura. Me dejó muy alterada cuando lo hizo. En seguida pensé en Alana y no sabes lo que hubiera deseado que hubiera sido ella la que me hubiera besado. Lógicamente le hubiera correspondido al beso, y más. No veo el momento de estar con ella, Matiz. Menos mal que entre las pinturas, la enfermedad y los chicos no tengo casi tiempo para pensar en ella. Pero…Cuando estoy sola, como ahora, no puedo evitar tener a Alana en la cabeza. No me malinterpretes, estoy contigo ahora, pero…Ya sabes, Alana es mi debilidad.
Laila cerró los ojos e intentó dejar la mente en blanco, con Matiz en su regazo. La realidad era que su vida era un no parar, y aún no podía entender cómo estando bajo mínimos con la enfermedad, podía dedicar su tiempo a trabajar en el instituto y en pintar en su tiempo libre. Desde luego el amor que sentía por lo que hacía, le llevaba a sacar fuerzas de donde no las tenía. Y qué suerte la suya el tener motivaciones tan excepcionales para poder seguir adelante a pesar del cáncer que padecía.
Sin ella quererlo, en un momento dado terminó por relajarse dejando la mente en blanco y se quedó dormida con Matiz acurrucado a ella.
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