Capítulo 69. Body Art.
A Alana le asustó ver el rostro enrojecido de Laila como consecuencia de haber llorado durante un largo periodo de tiempo. Le pareció la mujer más indefensa que había visto nunca y se moría de ganas de volver a abrazarla.
-Hola, Laila...¿Puedo pasar?- preguntó la oncóloga con voz temblorosa.
De repente apareció Matiz de la nada y lo primero que hizo fue acercarse a la oncóloga. Ésta lo cogió en sus brazos amorosamente.
-Sí, claro, pero no sé a qué has venido después de lo que ha pasado en tu consulta - Laila se apartó para que Alana pudiera entrar. Luego le dió vergüenza que la oncóloga la viera de nuevo vestida como iba, ya que sólo llevaba una vieja camiseta de tirantes con manchas de pintura, como siempre. A Laila siempre le gustaba ir lo más cómoda posible por casa.
Alana entró a la vivienda y se dio la vuelta para hablar directamente con Laila.
-Laila...Quiero pedirte disculpas por lo que pasó antes. Soy una imbécil. Lo siento. Me siento fatal por no haber sido capaz ni de hablarte.
Laila se encontraba muy vulnerable y no pudo evitar echarse a llorar delante de la mujer, llevando sus manos a su rostro. No quería que Alana la viera así. Pero ésta se acercó a ella, dejó al gato en el suelo y llevó sus dedos a las manos de Laila. Le retiró suavemente las manos del rostro y se acercó todo lo que pudo a ella. Se animó a darle un beso en la mejilla llena de lágrimas, mientras sus manos seguían cogidas a las de la profesora. Entonces fue Alana la que absorbió todo el olor corporal de Laila, y tuvo que reconocer que éste era delicioso para su gusto. Sin poder evitarlo, comenzó a excitarse.
-Laila...Te propongo algo. ¿Te apetece pintarme el cuerpo?- dijo sin reconocerse así misma. Sabía que quizás dejándose pintar por la profesora, ésta podría animarse, y es que en ese momento sólo le importaba que Laila dejara de llorar.
Laila no se creía lo que acababa de oír de boca de Alana, por lo que se separó unos centímetros de ella y la miró a los ojos fijamente. Alana se perdió en el clarísimo verde de los ojos de la joven.
-¿Qué? Alana, me dijiste que no. No quiero que hagas algo que no te apetece hacer.
-Laila, he cambiado de opinión. Quiero verte sonreír, y creo que dejándome pintar por ti, lo puedo conseguir.
-Pero no quiero que hagas algo que no quieres hacer. No debes hacer las cosas para alegrar a los demás...
-¿Y si te digo que me apetece que pongas tus pinceles o tus dedos llenos de colores por toda mi piel?
-¿Estás segura de ésto? De verdad, Alana, me puedo animar con otras cosas, no quiero que te sientas obligada a nada conmigo.
-Hagámoslo. A mí me apetece compartir ese momento contigo y a eso se le suma que te vas a convertir en una artista de renombre, por lo que será un honor que alguien como tú me pinte. Y si te soy sincera, pensándolo mejor, prefiero que lo hagas conmigo a que lo hagas con otra modelo.
Laila sonrió, por fin, a Alana. Se había quedado asombrada de que esa mujer tan imponente se fuera a desnudar ante ella y se fuera a dejar pintar todo el cuerpo. Pero también le llamó la atención que Alana le dijera que prefería que la pintara a ella a que lo hiciera con otra mujer. Eso sí quería decir que la oncóloga tenía sentimientos por ella, por lo que Laila tenía muchas ganas de saber qué sentía realmente la mujer por ella.
-Y yo prefiero pintar sobre tu cuerpo y no sobre otro. ¿Vamos a mi estudio?- le contestó Laila aún con su mano cogida a la de Alana. Ambas se dirigieron al estudio de la profesora, seguidas de Matiz.
El cuerpo de Alana estaba algo tembloroso, pero la oncóloga no sabía distinguir si era porque Laila la iba a ver desnuda o quizás porque la profesora la iba a tocar y además sin ropa. Y de sólo pensar en eso, la mujer dejó la mente en blanco. No se podía creer lo que iba a dejarse hacer sobre toda la piel de su cuerpo. Debía estar loca perdida. Pero si estaba así, era por Laila.
Nada más Alana entró en el estudio de la profesora, por fin su cuerpo se relajó de forma automática. Alana sabía que estaba en el espacio de una artista y ésta sólo iba a hacer su trabajo sobre su cuerpo, nada más.
-Alana, si te parece, voy preparando todo lo necesario para empezar, mientras te vas desnudando, ¿Vale?
-Claro - Alana debía amar mucho a esa joven tan maravillosa para dar el paso que iba a dar, y todo por volver a verla sonreír.
Mientras Alana se quitaba la parte de arriba de la ropa, Laila no pudo evitar mirar de reojo a la oncóloga, y cuando vio a la mujer en brasier, sus ojos se abrieron al máximo. Luego la doctora se retiró los jeans y los dejó doblados sobre una silla. Se encontraba en ropa interior, cuando Laila volvió a centrarse en preparar todo lo necesario para poder pintar a la mujer. Le costó mucho concentrarse en lo que debía hacer, teniendo el monumento que tenía ante sus ojos, porque para la joven, la doctora era una verdadera obra de arte.
Laila por fin se acercó a Alana y no pudo evitar llevar su lasciva mirada a los pechos de la mujer. Ésta, cuando sintió esa divina mirada sobre ella, inconscientemente llevó sus manos a sus pechos, y a la profesora le pareció gracioso que Alana tuviera vergüenza delante de ella.
-Alana, por favor, ¿estás segura de que quieres hacer ésto? De verdad, yo respetaré en todo momento lo que tú desees.
-Sí, Laila, quiero hacerlo contigo - a la oncóloga le llamó la atención que la profesora se interesara tanto por lo que ella deseaba hacer, respetándola en todo momento, y no pudo evitar compararla con María. Lo ruda que era su novia intentando incluso conseguir a la fuerza todo lo que quería. ¡Qué diferente era Laila a María!
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