Capítulo 67. Una esperada cercanía.
Laila volvió a mirar de nuevo a la doctora y le hizo otra pregunta. Necesitaba respuestas a las dudas que tenía en la cabeza.
-Los ciclos de quimio, doctora, ¿en qué consisten exactamente? ¿Cuándo se evalúan?
-Se evalúa mensualmente hasta los 6 meses. Después cada 6 meses se valora, y ya una vez al año hacemos analítica sanguínea completa, ultrasonido abdominal y ginecológico, para cada consulta se lleva estos estudios. También he de decirte que la mayoría de quimioterapias duran de unos tres a seis meses y suelen incluir entre cuatro a seis ciclos, ya que la mayoría de ciclos son de tres semanas. Será como lo hagamos contigo, probando como te he dicho antes con tres ciclos.
-Vale…Doctora. Gracias…- el ánimo de la joven decayó estrepitosamente y no le pasó desapercibido a Alana. Ésta seguidamente le dio cita para la primera quimioterapia, y Laila la apuntó en su cabeza. Luego se despidió de la oncóloga y cuando iba a salir de la consulta junto a Isabel, Alana la hizo pararse en seco.
-Laila, espera, me gustaría hablar un momento contigo.
-Claro, doctora - dijo la joven mirando a su amiga dudosa. No sabía realmente para qué quería Alana hablar con ella a solas, sólo esperaba que no fuera para decirle algo más negativo. Ya había tenido suficiente con todo lo que le había dicho en esa consulta.
-Tranquilas, yo esperaré afuera. Adiós doctora.
-Adiós, Isabel.
Cuando Isabel salió de la consulta, cerró la puerta para darle intimidad a la oncóloga y a su amiga. Ambas mujeres estaban muy nerviosas, aunque Laila además estaba triste, sabiendo todo lo que le esperaba. Alana pudo intuir lo que la joven necesitaba en ese momento, y ella no dudó en dárselo.
-Laila, ¿me permites abrazarte?- le preguntó la oncóloga acercándose todo lo que pudo a la profesora, sin llegar a invadir su espacio personal.
La joven miró a la mujer con una expresión en sus ojos muy triste, y esa mirada le llegó al alma a la oncóloga.
-Sí…Puede, creo que lo necesito…
-Sé que lo necesitas, ven aquí…
Las dos mujeres se abrazaron. Mientras Alana pasó primero sus brazos por la pequeña cintura de Laila, ésta no desaprovechó su oportunidad e hizo lo mismo con sus brazos, pero los pasó por el cuello de la mujer. Si ésta le había pedido abrazarla, ella iba a aprovechar la ocasión de juntar su menudo cuerpo al de la mujer de la que estaba enamorada. Además, sabía perfectamente que dicho abrazo la iba a revitalizar enérgicamente, porque Alana tenía ese poder sobre ella.
-Laila…Quiero acompañarte en tu proceso, me gustaría que te apoyaras en mi cuando lo necesites - Alana necesitaba decirle que podía contar con ella porque quería estar lo más cerca posible de la joven ya que llevaba muy mal ver a Laila tan decaída y triste.
-Doctora, no puedo apoyarme en usted como a mí me gustaría hacerlo - dijo Laila lo más sincera que pudo. Ella quería más de Alana, no era suficiente que estuviera para ella simplemente como su oncóloga. Ambas mujeres seguían abrazadas, con un cuerpo pegado al otro. Laila pasó su rostro por el cuello de Alana, y ésta estuvo a punto de gemir. El roce de la nariz y de los labios de la joven por la piel de su cuello la estaba volviendo loca.
-Laila…Por favor…- contestó la doctora con la voz completamente ronca. Estaba viviendo un sueño en su consulta y con su paciente más especial. No quería despertar de dicho sueño porque no quería soltar a Laila, pero sabía perfectamente que la situación se le estaba yendo de las manos.
-¿Qué pasa, Alana? ¿Sabes que tengo tu olor incrustado en todo mi ser desde el primer día que te vi en la cafetería? - Laila no se lo podía creer. Lo que esa mujer era capaz de despertar y provocarle aún estando con la moral completamente por los suelos. Aún fue capaz de chafar sus pechos con el flamante busto de la doctora- me muero por besar tus labios…- como Alana estaba estática en su sitio, incapaz de mover ni un sólo músculo de su cuerpo, Laila aprovechó y llevó sus hinchados labios a los labios de Alana, y ésta sólo pudo cerrar los ojos y dejarse llevar por la magia del momento que estaba viviendo con la chica de sus sueños, mientras acercó sus largos dedos de forma peligrosa a las nalgas de la mujer.
Laila pasó su inquieta y juguetona lengua por la comisura de los labios de la doctora, mientras ésta seguía completamente quieta en el sitio. Las dos mujeres se habían olvidado de dónde se encontraban y de todo lo que las rodeaba, hasta que a Laila le pareció que se había pasado con Alana porque ésta fue incapaz de devolverle el beso, y eso acabó por trastocar a la joven.
Laila se separó bruscamente de la oncóloga y se despidió de ella.
-Perdona, Alana, tengo que irme - dijo la profesora marchándose sin mirar atrás. La doctora fue incapaz de sacar una mísera palabra por su boca, de hecho estaba completamente bloqueada. Si no había sido capaz de corresponder a la joven con sólo sentir los labios de Laila pegados a los suyos y su lengua hambrienta lamiendo la comisura de sus labios, ¿Cómo reaccionaría si llegaba a tenerla desnuda, toda para ella, haciéndole el amor apasionadamente o disfrutando de ese cuerpazo segundo tras segundo?
Alana se llevó las manos a su rostro y tuvo que contener el llanto como pudo. Sabía que iba a entrar la siguiente paciente y debía seguir trabajando. Se había comportado como una imbécil con su paciente, pero qué podía hacer si el mero hecho de tener a Laila tan pegada a ella la paralizaba. Además, todo había ocurrido muy rápido y sabía que no podía tener nada con la joven, hasta que no dejara de ser su paciente y hubiera dejado también a María. Eran dos requisitos indispensables para poder sentirse libre y dejarse llevar con Laila.
La profesora salió con el rostro desencajado de la consulta de la oncóloga, y nada más la vio Isabel, ésta se asustó. Esperó a salir del hospital para preguntarle qué había pasado entre ellas o qué le había dicho la oncóloga para que saliera con esa cara de allí.
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