Capítulo 58. Laura y Alana.
Laila llevaba un par de días en su casa, con dolores y algo aburrida, porque ni siquiera podía pintar. La suerte que tuvo fue que Isabel, Pilar y Matiz le hacían compañía a diario. Ángela se había pasado a verla un par de veces pero no se podía quedar a cuidarla como ella quería. Por lo menos sabía que no estaba sola en ningún momento. Laura le había llamado esa misma mañana y le preguntó si se podía pasar por su casa a verla. Menos mal que Isabel la había ayudado a asearse antes de irse al instituto. Si tenía visitas, Laila debía estar más o menos presentable, y quería estarlo para Laura. No quería darle una mala impresión.
Laura se pasó finalmente por la tarde, cuando terminó de trabajar en la galería. Estaba muy absorta en la próxima presentación de la obra de Laila. Quería que ésta triunfara, porque sabía que lo podía hacer. La obra de la joven era francamente buena y Laura creía en ella fervientemente. Acabaría siendo conocida fuera de España, era sólo cuestión de tiempo. Pero la galerista iba más allá, quería que se curara completamente de su enfermedad, porque para ella, Laila era una mujer con una vitalidad arrolladora y se merecía tener toda la vida por delante para disfrutarla y exprimirla a tope.
El timbre sonó cuando Laila se encontraba sentada en el sofá con Matiz. Se levantó con sumo cuidado y fue a abrir la puerta, en ese momento estaba sola en su casa, y había quedado con Isa que esa noche no era necesario que se quedara a dormir con ella. La joven llevaba un pijama de camiseta de tirantes y un pantalón muy corto, mostrando sus bonitas pero delgadas piernas. Cuando abrió la puerta, sólo pudo sonreír.
-Hola Laura, vaya, gracias por venir a verme…
-Hola guapísima. Tenía muchas ganas de verte. Estás preciosa. Te traigo unas flores y unos bombones…-Para Laura, era verdad que la joven estaba muy guapa. Laila siempre lo estaba. Estaba más delgada que la última vez que la vio, pero aún así, y para ella, lucía espectacular.
-Gracias, pasa, por favor - Laila dejó entrar al loft a Laura. Ésta se sorprendió gratamente por cómo lo tenía decorado la joven. Tenía mucho gusto, además la decoración era muy sencilla pero a la vez muy cálida. A Laila le llamó la atención que Matiz no se pegara a las piernas de la galerista. Recordó que el gato sí fue cariñoso con Alana cuando ésta estuvo en su casa. Mientras pensaba en eso, dejó en la mesa del salón las flores y los bombones de Laura.
-Vaya Laila, cualquiera diría que este loft es un loft de una artista…
-Para mi vida diaria me gusta el orden y la limpieza. Lo sencillo, me agobia mucho la decoración demasiado recargada. Ya en mi estudio es otro tema. ¿Quieres verlo?
-Verás, hoy vine a verte a ti. Tu estudio lo puedo ver en otro momento, tranquila.
-Estoy contenta de que hayas venido a verme. ¿Quieres tomar algo?
-No, Laila, aún estás convaleciente y necesitas descansar. Tendría que ser yo la que te ofreciera algo para tomar. Estaré poco, sólo quería ver cómo estabas - en realidad tenía muchas ganas de ver a la profesora. Llevaba días sin verla y la estaba echando de menos.
-Bueno, yo ahora mismo no estoy bien, ya me ves. Imagino que en unos días estaré mejor, pero ahora mismo estoy muy floja, con dolores y muy cansada. No estoy durmiendo bien por las noches.
-Lo puedo imaginar…Pero estoy segura que estarás mejor con el paso de los días, es normal que tengas dolores. Laila, me hubiera gustado mucho ir a verte después de la operación, pero…Odio los hospitales. Es como si les tuviera algún tipo de fobia. Si puedo los evito. Nunca voy a ver a nadie.
-Tranquila, ya estás ahora visitándome, así que todo está bien.
-Siento mucho que estés pasando por lo que estás pasando, Laila, con toda la vida que tienes en tu interior. Eres una mujer como pocas, y parece injusto que tengas que vivir todo ésto.
-Laura, la enfermedad no entiende de formas de ser o de si eres buena o eres mala. Nadie se puede escapar de poder tener un cáncer. Me ha tocado a mí, y al final de todo se aprende. Sabes, si me curo, que estoy segura que lo haré, pienso viajar mucho y quiero seguir persiguiendo mi sueño, que es exponer en Nueva York. Y si no puede ser allí, por lo menos que sea fuera de España. Sabes…Quería donar todo lo que pudiera ganar a los más desfavorecidos, pero ahora también quiero donar a alguna asociación contra el cáncer.
-Laila, conseguirás todo lo que te propongas. Te lo mereces.
Las dos mujeres estuvieron hablando un rato más, hasta que Laura pensó que Laila estaría ya cansada, por lo que se levantó del sofá y comenzó a despedirse de la profesora.
-Bueno, es hora de irme. Me alegro mucho de haberte visto.
-Gracias Laura, eres un amor. Vamos hablando entonces para la exposición, ahora mismo necesito más días para recuperarme.
-Por supuesto, Laila, lo primero eres tú. Yo voy avanzando con la preparación de la inauguración. Estoy segura que va a ser todo un éxito. Ya lo verás - Laura se acercó todo lo que pudo a Laila y la besó en la mejilla. No le hubiera importado besarla en los labios, pero sabía que si hacía eso, la joven se apartaría. Muy a su pesar se dio la vuelta y se marchó. Y Laila agradeció que Laura no intentara nada con ella, porque terminaría por rechazar a la galerista.
Laila se fue a la cocina para darle la cena a Matiz, y cuando la estaba echando en el cuenco del gato, volvió a sonar el timbre. La joven se imaginó que era de nuevo Laura, ¿Se habría dejado algo? Dejó lo que estaba haciendo y se fue a abrir de nuevo la puerta.
-Laura…¿Te dejaste algo?- Le preguntó la joven con una preciosa sonrisa a la persona que acababa de tocar al timbre, y cuál fue su sorpresa cuando se dio cuenta que no era Laura la que estaba al otro lado de la puerta, sino Alana, mirándola fijamente y sin saber muy bien qué decir.
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