VIII
Yixing exhaló lentamente, la felicidad y el temor hacían temblar su cuerpo de una forma casi placentera. Enroscó sus brazos un poco más alrededor del padre Junmyeon y restregó una mejilla contra su cabello. Le besó una sien, una mejilla y la mandíbula antes de alcanzar sus labios para depositar en ellos un casto beso.
Aunque tenía prisa por desnudarlo, también quería abrazarlo un poco más, sentir como sus cuerpos se amoldaban, como sus corazones latían uno junto al otro, escuchar su lenta respiración. Presionó su frente contra la de él y suspiró.
—Cuando desperté esta mañana no tenía a donde ir —Yixing dijo en voz muy baja—. Me sentía tan perdido... Vine aquí porque quería verlo, porque cuando me sonríe el mundo parece mucho más bonito, porque aunque no pudiera tenerlo no podía evitar querer estar a su lado... ¿Puede imaginar lo inmensamente feliz que soy en este momento?
—Sí, puedo —Junmyeon musitó y buscó sus labios para besarlos suavemente—, porque yo me siento igual.
Yixing exhaló, dejando caer su aliento sobre los labios del padre.
—Bésame, tócame —Junmyeon suplicó—, te necesito.
No tuvo que pedirlo dos veces, de pronto los labios de Yixing estaban aplastándose contra los suyos. Los besos inocentes se quedaron atrás para dar paso un roce más apasionado que armonizaba a la perfección con la oscuridad que envolvía la habitación.
Junmyeon, con el corazón latiéndole bruscamente dentro del pecho, deslizó sus brazos por los hombros de Yixing y se abrazó a él con fuerza. Un escalofrío recorrió su espina dorsal al sentir la lengua de su cordero deslizándose lentamente sobre su labio inferior.
Yixing lo sintió temblar entre sus brazos y su pecho rebosó de satisfacción. Buscó el broche del alzacuellos y lo soltó, también deshizo los primeros botones de la sotana y cuando tuvo su cuello despejado se lanzó sobre él.
Junmyeon se estremeció de nuevo al sentir a Yixing sobre su cuello. Su boca se llenó de gemidos y aunque intentó contenerlos algunos lograron escapar. Yixing continuó devorándole la piel entre succiones y suaves tirones y su mente se llenó de lujuria. Le arrebató la camisa casi a tirones y recorrió cada músculo de su pecho con las yemas de los dedos.
Yixing gruñó y se lanzó contra sus labios, tiró de uno y luego del otro como si quisiera arrancarlos. Sus manos, que habían estado recorriendo la espalda del padre Junmyeon, descendieron hasta posarse abiertas sobre su trasero.
—Espera —Junmyeon murmuró de pronto y lo empujó suavemente—, antes de continuar dime una cosa, ¿estás viéndote con alguien más?
—No —Yixing respondió con extrañeza. ¿De dónde sacaba aquello?
—¿Estás seguro? —Junmyeon insistió.
—No le mentiría —Yixing aseguró.
—¿Qué hay de Luhan?
El ceño de Yixing se suavizó y una sonrisa ladina tiró de la comisura izquierda de sus labios. La poca luz que se colaba del exterior era suficiente para que pudiera apreciar la adorable irritación que llenaba la mirada del hombre que estaba a punto de convertirse en su amante.
—¿Está celoso, padre?
—Responde.
—Dejé de acostarme con él cuando usted se mudó a vivir en mi cabeza —Yixing declaró acercándose de nuevo para tomarle las caderas con posesividad—. Le prometo que no hay nadie más.
Junmyeon le dio una larga mirada.
—Además de la exclusividad, ¿tiene alguna otra petición?
—No —el padre Junmyeon musitó relajándose un poco—. Solo... sé gentil.
—Eso no tiene que pedirlo —Yixing contestó.
Le tomó una mano y puso un suave beso en el dorso, deseando que sus temores se debieran a lo desconocido y no a alguna mala experiencia.
Junmyeon observó su gesto serio de repente y se preguntó si a Yixing le importaría no ser el primero. Ojalá lo fuera, él no parecía interesado solo en sí mismo, él parecía sinceramente enamorado; sus abrazos, sus dulces palabras... Inesperadamente, Yixing lo alzó en vilo regresándolo de golpe a la realidad. Junmyeon jadeó por la sorpresa y se aferró a sus hombros desnudos. De nuevo se sintió pequeño y asombrado por su fuerza.
Yixing, que lo cargaba sin mayor esfuerzo, lo llevó a la cama y le regaló uno de sus maravillosos besos antes de depositarlo ahí con suavidad. Luego se agachó en el suelo frente a él y le quitó las sandalias, las dejó a un lado y le acarició los pies, los tobillos y las pantorrillas. Junmyeon suspiró, las manos de Yixing estaban despertando un sinfín de sensaciones sobre su piel.
—¿Padre?
—Deja de llamarme así.
—¿Entonces debo llamarlo Junmyeon? —Yixing preguntó y una traviesa sonrisa tiró de las comisuras de sus labios—. ¿Puedo tutearlo?
—Sí.
La sonrisa de Yixing se ensanchó. Se levantó del suelo y gateó sobre él.
—Junmyeon —murmuró sobre su oído y le rozó el lóbulo con sus labios al mismo tiempo que colaba una de sus manos bajo la sotana para acariciarle los muslos—, ¿por qué no usas pantalones?
—Es que aquí hace mucho calor —Junmyeon respondió con los ojos casi cerrados y los labios temblorosos.
Yixing rio suavemente y su mano continuó subiendo por los muslos hasta encontrar la ropa interior. Le arrebató la prenda de un tirón y Junmyeon abrió sus ojos desmesuradamente.
—Prometiste ser gentil —le recordó con una mezcla de temor y excitación.
—Estoy siendo gentil, tu ropa es muy estorbosa.
—También la tuya —Junmyeon murmuró.
Yixing le tomó una mano y la llevó hacia el cierre de sus pantalones.
—Entonces sé gentil tú también.
Junmyeon se las arregló para soltar el botón y luego deslizar el cierre hacia abajo a pesar del temblor en sus manos. Yixing salió de la cama para hacer el resto del trabajo él mismo y tan solo unos segundos volvió a gatear sobre él, completamente desnudo, obligándolo a arrastrarse dentro de la cama. Tomó sus labios en un caliente beso y terminó por tumbarlo sobre el colchón. Mientras lo besaba continuó soltando botones pacientemente con una sola mano y cuando Junmyeon fue más consciente de lo que sucedía, también se encontraba completamente desnudo.
Yixing se metió entre sus piernas, apoyó un antebrazo en la cama y usó su mano libre para acunarle el rostro.
—No tienes idea de las veces que te he soñado —confesó con la respiración agitada.
Junmyeon tomó la mano que descansaba sobre su mejilla y la llevó hacia su pecho. Yixing deslizó su mano lentamente por el pecho de Junmyeon mientras lo miraba a los ojos. Bajó por su abdomen y continuó hasta detenerse en su cadera. Besó un costado de su rostro y descendió por el cuello, repartiendo húmedos besos hasta sus clavículas.
Junmyeon jadeó y arqueó su espalda cuando una corriente eléctrica viajó por su cuerpo y se estrelló contra su pelvis. Yixing tenía los labios alrededor de uno de sus pezones ahora y lo chupaba suavemente mientras enroscaba la lengua alrededor. Junmyeon llevó sus manos a la suave y lacia cabellera negra de Yixing y lo acarició ansiosamente mientras disfrutaba de sus habilidades. Él ni siquiera habría podido imaginar algo tan bueno en aquellas pocas ocasiones en las que se había acariciado pensando en él.
Junmyeon parecía tan descolocado, a pesar de la casi nula iluminación podía notar su rubor y sus ojos cristalizados. Yixing volvió a sus labios y fue recibido de forma hambrienta. Junmyeon abrió su boca, otorgándole la oportunidad de llenar el espacio con su lengua.
Yixing gruñó muy excitado, la lengua de Junmyeon se enrollaba alrededor de la suya una y otra vez, sus uñas estaban clavándosele en los brazos y hombros y aquello envió una corriente de placer a su cuerpo entero. Presionó sus caderas con fuerza, le separó más las piernas y se pegó más a él.
—Me pones tan duro —Yixing murmuró sobre su oído.
Junmyeon, que aún intentaba recuperar la respiración, sintió su erección rozándole la ingle. Llevó la mano hasta ella y la envolvió presionando suavemente la punta. Se desconocía a sí mismo, se sentía tan atrevido.
Yixing emitió un ronco gemido al sentir esas benditas manos tirando suavemente de su erección y no pudo retrasarlo más.
Escupió sobre su mano y la llevó hacia el lugar más íntimo de Junmyeon para lubricar la zona.
—¿Qué haces? —Junmyeon preguntó con la respiración vuelta un desastre.
Yixing lo miró. Era un hermoso desastre.
—Hay que dilatar... —murmuró y notó su repentina tensión—. Confía en mí.
Junmyeon observó sus preciosos ojos que brillaban aún más en la oscuridad y asintió. Tomó una profunda respiración e intentó relajarse, aunque su corazón latía violentamente. Yixing hundió un dedo lentamente en su interior y observó su reacción. La intromisión no resultó ser dolorosa y aquello supuso un alivio, Junmyeon no era fanático del dolor. Yixing hizo girar su dedo y cuando lo creyó conveniente introdujo uno más. No podría decir que era agradable, pero no sentía dolor. Sintiéndose mucho más relajado lo observó mientras lo preparaba para la penetración. Era tan bien parecido; le encantaban especialmente sus ojos y sus labios. Yixing atrapó su mirada.
—¿En qué piensas?
—En que eres muy atractivo.
—¿Intentas coquetear conmigo? —Yixing preguntó con una seductora sonrisa e introdujo un tercer dedo.
—¡Ah! —Junmyeon gimió de pronto al sentir que Yixing lo estiraba, rozando algún lugar muy placentero de paso.
Yixing continuó acariciándolo de la misma manera por un minuto más y Junmyeon apenas pudo quedarse quieto.
—Creo que estás listo —Yixing anunció y su palpitante erección lo agradeció.
Junmyeon se sintió vacío cuando Yixing retiró sus dedos, pero no tuvo demasiado tiempo para protestar, pues pronto Yixing lo llenó de nuevo. Con algo mucho más grande que unos dedos, que le provocó una sensación de llenura, placer y una leve descarga de dolor.
—Creo que... tu grosor es de cuatro dedos, no de tres.
Por alguna razón aquel comentario le causó mucha gracia a Yixing, quien se echó a reír. Las vibraciones de su risa provocaron una suave corriente de placer que a su vez le sonsacó un gemido a Junmyeon.
Estaba ajustándolo de una forma tan deliciosa que Yixing también largó un gemido. Retrocedió un poco y volvió a hundirse cuidadosamente, lo escuchó gemir junto a su oído y repitió los movimientos, Junmyeon gimió de nuevo, aún más fuerte. Esperaba que con ayuda de la lluvia que golpeaba el tejado constantemente los sonidos no abandonaran la habitación, porque no estaba dispuesto a hacerlo callar, al contrario.
Era tan estimulante escucharlo de esa manera, sentir su tibio aliento chocando contra su piel, sus brazos alrededor de su espalda. Yixing aumentó un poco el ritmo de sus penetraciones. Empezó a moverse en un suave vaivén y Junmyeon soltó un prolongado gemido.
—¿Te gusta así? —le susurró al oído.
—Sí —Junmyeon respondió sin aliento.
Yixing le mordió el lóbulo y se deslizó hacia su cuello para repartir más de sus húmedos besos.
Junmyeon se aferró a sus hombros y alzó sus caderas en busca de más contacto. Dios, su cuerpo se sentía más vivo que nunca. La sensación de tener a un amante sobre su cuerpo, aprisionándolo contra el colchón, era la gloria. Y que ese amante fuera Yixing, la persona que su piel y su alma deseaban, solo lograba que las sensaciones se elevaran a potencias inimaginadas.
—Qué bien se siente...
—Eso es, disfrútalo —Yixing murmuró sobre su oído y besó su mejilla repetidas veces, le separó las piernas un poco más y se pegó a él completamente.
Junmyeon jadeó y se aferró a sus hombros.
—Me encanta que seas tan fuerte —murmuró sin aliento.
Yixing lo observó con intensidad por un momento y relamió sus labios. Se arrodilló entre sus piernas y le tomó las muñecas, las presionó contra el colchón, atrapándolas por sobre su cabeza y continuó penetrándolo de esa manera.
Junmyeon se retorció y empezó a producir gemidos más prolongados y con mayor frecuencia mientras movía sus caderas en busca de mayor contacto. Yixing se inclinó sobre su cuerpo y le rozó los labios con los propios sin llegar a besarlo. Le presionó más las muñecas y mordió su labio inferior. Junmyeon gruñó e intentó besarlo pero Yixing se alejó. Continuó sosteniéndolo contra el colchón y se alzó de nuevo.
Junmyeon giró su rostro hacia un costado y una lasciva sonrisa se formó en sus labios. Yixing lo observó embelesado. Retiró la mitad de su miembro, solo para volver a hundirse con una profunda estocada. Observó a Junmyeon apretar los dientes y arquear su espalda. En su bello rostro se dibujaba un gesto de satisfacción tan caliente que seguro provenía del mismísimo infierno.
—Estás disfrutándolo, ¿cierto? —murmuró maravillado.
Retiró su miembro por completo y se ganó una mirada enfadada. Sonrió contento con aquella reacción y lo penetró con fuerza, enterrándose completamente en él. Observó su rostro arrugado, sus dientes apretados y su cuerpo arqueado una vez más y volvió a hacerlo, una y otra vez, marcando un ritmo lento en el que daba una sola estocada y se retiraba lentamente para luego repetir.
No entendía porqué, pero le provocaba mucha excitación que Yixing impusiera su fuerza sobre él. Se sentía tan a su merced, se sentía tan libre aunque su cuerpo fuera prisionero.
—Bésame —Junmyeon suplicó luego de algunos minutos. Lo había besado por primera vez ese día, pero ya se consideraba un adicto, quería perderse en ellos por horas, por días, hasta el final de los tiempos.
Yixing se inclinó sobre él y Junmyeon no perdió el tiempo, se alzó como pudo con sus manos aún sujetas a la cama e hizo colisionar sus labios en un brusco encuentro. Yixing sonrió y le presionó las muñecas un poco más. Junmyeon estaba encantado con la presión que ejercía sobre ellas, era extrañamente deliciosa. Llevó la lengua dentro de la boca de Yixing y la enredó alrededor la suya.
La imperante necesidad de tocarlo obligó a Yixing a liberar a Junmyeon. Tan pronto como se vio libre, Junmyeon llevó las manos a su espalda y se abrazó a él con necesidad.
—Ah, Junmyeon —Yixing murmuró poniendo besos en sus hombros mientras le rodeaba la espalda baja.
Lo levantó con un rápido movimiento y lo sentó sobre su regazo sin interrumpir su unión. Junmyeon volvió a aferrarse a sus hombros como un gatito asustado y le dio una intensa mirada. Yixing se perdió en sus preciosos ojos y le acarició una mejilla.
—No sé qué estás pensando, pero me gusta la forma en que me miras —le dijo.
—Me pregunto por qué me tratas como a un muñeco de trapo —Junmyeon respondió posando una mano en su rostro.
Yixing rio suavemente y besó los dedos que Junmyeon tenía cerca de sus labios.
—Es que no pesas casi nada —aseguró y le chupó la punta de los dedos.
Le tomó las caderas con fuerza y lo ayudó a moverse contra su pelvis. Junmyeon exhaló complacido y se inclinó para besarle un costado del cuello. Yixing gruñó cuando una placentera descarga recorrió su cuerpo entero, presionó con mucha más fuerza las caderas de Junmyeon y aceleró sus movimientos.
La fricción entre sus cuerpos le regaló a Junmyeon aún más placer, pues su erección se encontraba ahora atrapada entre ellos. Instintivamente empezó a restregar su cuerpo contra el de Yixing logrando obtener placer por partida doble.
—Qué bien te mueves —Yixing musitó con delirio y le mordió el hombro—. Sigue...
Lo sostuvo con firmeza y lo observó atentamente mientras buscaba complacerse contra su piel. Siempre le había parecido que su belleza era blanca, casi angelical, pero en ese momento en que por primera vez lo veía entre los tonos azules y negros de la noche, consumiéndose en su propio fuego, le pareció que lucía como un hermoso y erótico demonio.
Dios, y él que había creído que no podría gustarle más.
—¿Yixing? —Junmyeon lo llamó con sensualidad, reforzando su nueva percepción.
—¿Si? —Yixing murmuró dispuesto a darle todo lo que tenía si se lo pedía.
—Suéltame —Junmyeon pidió sin aliento.
Yixing frunció el ceño extrañando con aquella petición, pero retiró sus manos inmediatamente. Junmyeon se acarició las caderas y casi estuvo seguro de que su fuerza bruta iba a dejarle algunas marcas.
¿Qué clase de gentileza era esa? Cielo santo, tanto tiempo llamándolo cordero para que resultara ser un lobo disfrazado. Aunque, bueno, no estaba quejándose; cada segundo le encantaba más y más.
—¿Qué sucede? —Yixing preguntó con preocupación mientras Junmyeon abandonaba su regazo.
Aunque su fugaz preocupación se desvaneció por completo cuando lo observó adoptar una posición muy sugerente en la cama.
Junmyeon se apoyó sobre sus antebrazos y rodillas, abrazó su almohada, alzó su trasero y separó las piernas para que Yixing volviera a acomodarse entre ellas. No tuvo que pedirlo, Yixing se encontró entre y sobre él antes de que acabara de acomodarse.
Yixing se arrodilló frente a su bonito trasero y lo expandió clavando los dedos en la piel pálida. Joder, su pene se puso como roca. Usó su saliva de nuevo para lubricar su erección y la llevó al interior de Junmyeon sin ninguna consideración.
Junmyeon se estremeció visiblemente y un precioso gimoteo escapó de su boca mientras en su espalda se formaba una curva perfecta que Yixing observó con una mirada hambrienta. Deslizó sus dedos lentamente sobre la piel desnuda y le separó las piernas un poco más antes de pegarse completamente a su cuerpo.
Junmyeon gimió contra la almohada sin ningún recato, también la mordió en un intento por contenerse, aunque terminó por rendirse al devastador placer. Sentía que iba a enloquecer, las penetraciones aumentaban su fuerza y rapidez velozmente, empujándolo al límite. A eso había que sumarle los besos y mordidas que su espalda recibía cada tanto, y por si todo lo anterior no fuera suficiente, a Yixing se le ocurrió empezar a tirar de su olvidado miembro.
—¡A-ah! ¡Yi-xing! —Junmyeon exclamó, con los ojos fuertemente apretados, a punto de perder la cordura. Estaba siendo penetrado de una forma brutal, su cuerpo iba y venía al antojo de su incansable amante que parecía tener como objetivo destruirlo por completo.
—¡Ah, carajo! —Yixing gruñó al sentir como Junmyeon se contraía cruelmente alrededor de su miembro, como si quisiera arrancárselo.
Se percató de la humedad que llenaba la palma que aún tenía cerrada sobre la erección de Junmyeon que ya perdía fuerza y no vio razones para retrasarlo más. Lo embistió con vigor unas pocas veces más y pronto encontró su liberador orgasmo.
Junmyeon se desplomó sobre su almohada y apoyó un costado de su rostro en ella. Yixing se dejó caer de espaldas a su lado y giró su rostro para mirarlo. Ambos compartieron una mirada llena de complicidad mientras recuperaban el aliento.
Yixing se arrastró más cerca de Junmyeon y empezó a depositar cortos besos por su hombro y brazo. Con una sonrisa, Junmyeon lo empujó para devolverlo a su posición anterior, pero Yixing tiró de él y lo acomodó entre su brazo y su pecho.
Junmyeon tomó la manta que guardaba bajo la almohada y la extendió sobre ellos. Se miraron por un instante y ninguno pudo ocultar la inmensa felicidad que los embargaba. Junmyeon acarició el grueso labio inferior de Yixing y se arrimó más a él para besarlo. Yixing dejó que experimentara con sus labios y con su lengua por largo rato, hasta que pareció demasiado agotado.
—Tal vez deba marcharme ahora —Yixing anunció con pesar y la desilusión que llenó la mirada cansada de Junmyeon fue casi desgarradora—. No quisiera meterte en problemas.
—Pero...
Junmyeon calló. Yixing tenía razón, lo mejor era dejarlo marchar, no debían arriesgarse de más, pero...
—Pero espera a que pase la tormenta, es peligroso conducir así.
Apenas llovía. Yixing contuvo una sonrisa y asintió. De todos modos él tampoco quería marcharse.
Junmyeon se acomodó sobre su pecho y suspiró. Yixing le tomó una mano y entrelazó sus dedos, pronto una cálida calma se extendió por todo su cuerpo.
—Ya sé a dónde puedes mudarte —Junmyeon musitó de pronto a medio camino entre la consciencia y los sueños.
—¿A dónde? —Yixing preguntó con curiosidad.
—A un pueblo en el sur que está lleno de cafetales.
—¿Vendrás conmigo?
—No —Junmyeon murmuró con los ojos cerrados—, tú vendrás conmigo.
Yixing lo miró y casi tuvo que sostenerse el corazón con las manos, porque el desgraciado amenazaba con salir disparado de su pecho como un cohete.
º º º
Gracias por leer!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro