Capítulo 44 - Secretos
Diana
- Dos bebés-. Repetí suavemente sin poder creerlo.- Voy a tener otro hijo con Harry-. Sintiendo que mis ojos se desbordaban de las lágrimas, sonreí emocionada.
- ¿Para cuándo vas a desayunar?-. Escuchando su voz, tensé mi cuerpo. No me acostumbraba a tenerla revoloteando a mi alrededor aún.- Es fundamental que lo hagas por los bebés-. Dándole la razón, giré mi cuerpo para verla sentarse al borde de la cama. Escrudiñando su atuendo, levanté una de mis cejas al verla con una bufanda cuando la habitación tenía calefacción.- ¿Sucede algo?-. Con su ceño fruncido, ella acercó uno de los platos con frutas y me lo ofreció. Aceptando una rodaja de manzana, la mordisqué lentamente mientras pensaba cómo hacerle la pregunta que ya se desbarrancaba de la punta de mi lengua.
- No quiero ser entrometida pero ¿Por qué Erick te lastime físicamente? -. Ella miró fijamente por un momento la pared para luego levantarse y alejarse de mí. El ruido de sus tacos fueron amortiguados por la alfombra y cuando pensé que no iba a lograr que hablase, volvió para tomar mi brazo.- ¿Qué haces?-. Bajando mis pies a la alfombra me mantuve firme sobre ellos.- No iré a ningún lado contigo-. Sin inmutarse de mis palabras, tomó una bandeja que estaba cubierta por una lámina de film y se acercó con este para destaparlo y dejar que el olor a mariscos se extendiera por la habitación. Velozmente las primeras nauseas atravesaron mi garganta para hacerme sentir mal y poco después, sin poder contener lo que había logrado comer corrí hacia el baño y lo devolví todo. La doctora West sin alertarse entró y recostándose sobre la puerta que la cerró a sus espaldas, suspiró lentamente antes de contarme toda la verdad de su historia con Erick.
- Lo siento pero era necesario que lo hiciera. Afuera, hay cámaras y micrófonos-. Mirándome por un largo rato, dejó que me repusiera y limpiara mis labios que conversaban todavía el sabor amargo de aquel momento. Minutos después cuando tomé asiento sobre la tapa del váter, ella se agachó para abrir uno de los armarios que allí se encontraban.- Esto te hará bien-. Sacando una caja mediana, dejó a la vista dos paquetes de galletitas de chocolates.
- ¿Cómo... cómo sabes que me gustan estas galletitas?-. Abriéndolas rápidamente, tomé una y cerrando mis ojos, disfruté de aquellos pedazos de chocolate derritiéndose en mi boca.
- Conozco todo sobre vos, Ana-. Deteniendo el frenesí que me provocó el chocolate, procesé aquella palabra en mi mente. Era la primera vez que me llamaba por mi verdadero nombre.- Desde que me volví cómplice de los planes de Erick, supe todo sobre ti y más cuando te viste relacionada con Hea, el único bebé que pude retener en mi vientre y al cual amé con todo mi alma-. Anonadada, mantuve a medio camino la última galletita. ¿Había escuchado bien? ¿Ella había sido la mujer que estuvo presente en la vida de Hea como su madre? Quitando las migajas que habían quedado esparcidas sobre mi pantalón, me preparé para escuchar aquello que seguramente cambiaría mi perspectiva de vista de todo lo que había vivido hasta ese momento.
- Todo comenzó cuando...-.
Lizzy
¿Dónde estás, hija? Volví a preguntar retóricamente mientras sostenía entre mis manos algunas de las fotos recientes que había tomado cuando estuvo en casa. Recorriendo su rostro alegre con uno de mis dedos temblorosos, me dejé atrapar por varios recuerdos. ¿Cómo puede ser que Erick nuevamente se haya salido con la suya? ¿Cómo puede ser que no haya podido hacer nada para mantenerla a salvo de su maldad? ¿Cómo puede ser que...?
- Deja de reprocharte, Lizzy-. Escuchando la voz de Nick, traté de borrar aquellas palabras de mi mente pero ya era demasiado tarde debido a que las lágrimas gritaban el dolor y la desesperación en la cual me veía sumergida internamente.- Cariño, debes mantenerte fuerte y tener fe en que todo saldrá bien-. Susurró, envolviéndome entre sus brazos tibios y serenos.
- ¿Acaso puedo tenerla cuando sé que está en peligro? No quiero perderla nuevamente, Erick. No lo soportaría-. Sollozando, tomé los costados de su camisa para apretarlos debido a la impotencia que sentía. Ni siquiera podía ser útil para la investigación que empezó Jace ni bien supimos que ella había desaparecido.
- Tampoco quiero, cariño pero debes entender que nuestros sentimientos no serán muy útiles si queremos ayudar en algo a Jace. Tal vez, haya alguna pista que nos lleve al paradero de Erick y solo es cuestión de pensar con la cabeza en frío-. Asintiendo, besé sus labios antes de intentar retomar el control de mis emociones.- Cuando estés mejor, ven a sala ya que llamaré a Jace para saber si hay alguna novedad-. Levantándose, apretó cariñosamente por unos segundos mis manos antes de retirarse de nuestra habitación.
- Bien... Es hora de actuar, Lizzy-. Me dije, antes de limpiar mi rostro surcado de dolor.- Es hora de enfrentar a Erick-. Mirando mi reflejo en el espejo, me prometí no volver a caer en sus trampas y menos dejar que siguiera siendo el dueño de mi sufrimiento.
Jace
- ¿Cómo puede ser que no los podamos encontrar? ¿Acaso se los ha tragado la tierra?-. Mirando fijamente a cada una de las personas a cargo de la investigación, esperé encontrar determinación pero lo único que vi reflejado en sus pupilas fue temor e intranquilidad.- Está de más decir que si algunos de ustedes no quiere formar parte de mi equipo puede pasar por la oficina del jefe e irse.- Sin tomarme la molestia de ver el rostro de aquellos que se retiraron, me mantuve un rato en silencio.- Quiero listo el informe de las personas que estuvieron aquel día en ese club y las grabaciones de las cámaras de seguridad dentro de dos horas, ¿entendido? Pueden retirarse-. Ni bien abandonaron el lugar, me permití escuchar los latidos moribundos de mi corazón. Desde que había confirmado mi peor suposición, me sentía envuelto en una densa nube de congoja y nada más que su regreso haría que recobrara la paz que hace horas Erick me arrebató.
- ¿Todavía sigues aquí? Necesitas descansar, Jace-. Rodando los ojos, traté de no hacer caso a las palabras de mi hermana por más que fuese un peso muerto debido a mi cuerpo cansado.
- Aunque quisiera, no puedo. Hay mucho que hacer-. Tomando mi computadora portátil y algunos papeles, me levanté para trasladarme a mi oficina mientras que ella me seguía taladrando con sus palabras.- No gastes energía, Ara. Sabes que no te haré caso-. Acomodándome en mi propio asiento, esperé que se fuera y aunque así lo hizo, poco después volvió con dos vasos de café en mano.
- Como no puedo convencerte de dormir, espero que el café sea un buen aliado para tu tozudez-. Dejándolo sobre mi escritorio, se sentó en uno de los sillones para responder algo en su celular que comenzó a vibrar ni bien tomó asiento.- Parece que los papas de Diana quieren hablar contigo pero les da buzón-. Maldiciendo en voz baja por olvidarme de ellos, busqué mi celular pero ni bien lo prendí, volvió a apagarse. ¿Algo más debía sucederme?- ¿Tienes un cargador a mano para prestarme?-. Obteniendo una respuesta afirmativa de su parte, esperé que volviese con él. En cuando los minutos comenzaron a pisotear mi poca calma, decidí calmarme tomando algunos sorbos de la bebida que Ara había traído. Sintiendo poco a poco más relajado, no protesté en cuanto mis ojos se cerraron.
En cuando Ara volvió, sonrió al ver que el calmante había hecho efecto. Por unas horas, iba a descansar para estar mejor en cuanto los informes llegasen y debiera volcarse a ellos exhaustivamente. Cerrando la puerta de su oficina, se quedó en el pasillo para esperar que llegase su otro hermano, Luke, y se hiciere cargo de la situación como así también de la llamada pendiente a los padres de Ana mientras que ella, por su parte, le tocaría ir a la casa de la mamá de Harry para averiguar cómo estaban los niños y comentarle cómo estaba el panorama, pese a los pocos avances que habían logrado en estas horas a contrarreloj.
Harry
- ¿Por qué estamos en tu casa, Harry? ¿Por qué mamá no está con nosotros?-. Fueron algunas de las preguntas que hizo Lux en cuanto se dio de la ausencia de Diana y de la especial atención que estaban recibiendo de mi familia.
- Lo que pasa es que...-. Buscando algo para decirle, fui salvado por mi madre que había horneado algunas galletas de chocolate para ellos.- ¿Quién quiere galletas?-. Yendo hacia ella, tomé algunas para dárselas a Ed y a Lux que se mantenían en la alfombra sin moverse aunque tuviesen muchos juguetes a su alrededor. Tal vez, extrañaban a su madre tanto como yo pensé.
- ¿Volvió a hacerte las mismas preguntas?-. Susurró mi madre, llamando mi atención. Asintiendo, solo atiné a tomar una galletita y comerla. Necesitaría energía para no decaer frente a los niños que ya de por sí estaban desanimados. Escuchando el timbre, le di a entender a mi madre que iría y fue así que poco después me encontré cara a cara con Araceli.- Hola. Por favor, pasa-. Dejándola entrar, cerré la puerta de entrada y caminé junto a ella a la sala. Ni bien Lux la vio, sonrió y se abalanzó a sus brazos. Por otra parte, Ed intentaba llegar a su lado para subirse a su regazo.
- ¿Qué tal la están pasando? Parece que muy bien, ¿no?-. Observando las galletitas, se sentó en la alfombra para permitir que ellos siguiesen a su lado.- ¿Están ricas?-. Recibiendo una luego de su afirmación, probó un trozo tratando de seguirles el juego.
- Están ricas pero no son tan buenas como las que Alex le regaló a mamá la semana pasada -. Escuchando las palabras de Lux, negué con la cabeza. Ninguna galletita comprada por ese hombre iban a superar las que mi mamá hacía de forma casera.
- Lux, creo que esas no son las palabras correctas para agradecer a Anne que les haya preparado algo dulce para comer-. Haciendo una mueca, se disculpó con su mirada. Tal vez, ella también sabía valorar las cosas caseras aunque nunca supe mucho de la existencia de sus padres y menos de la relación que tuvieron con ellos.
- Lo siento, Anne-. Susurró, antes de ir a abrazarla.- Prometo nunca más comparar tus galletas con otras-. Besando su mejilla, tomó asiento junto a su hermano para luego comenzar a jugar con los juguetes que tomaron relevancia cuando Ara llegó.
- A veces me olvido de que Lux es bastante sincera con lo que dice-. Sentándose en uno de los sillones para hablar con mi madre que estaba intrigada por su visita.- Me olvidé de decirles que todavía no encontraron pistas sobre el paradero de Erick pero están trabajando el ello y dentro de unas horas, ya podrán acceder a las cámaras de seguridad del club para saber quiénes se encontraban esa noche del partido en el predio-. Recordando que Diana iba continuamente al lugar y que allí se encontraba con una sola persona, todas las fichas cayeron sobre mí.
- Fue él... ¡Fue Alex!-. Exclamé, ganándome la atención de ellas.
- ¿Quién es Alex?-. Intrigada, Ara sostuvo su mirada sobre mi rostro que ahora se encontraba pálido. ¿Cómo no me di cuenta antes? ¿Cómo fui tan idiota?- Harry, necesito que me digas todo lo que sabes. Puede ser una pista clave para la investigación-. Esperando que acomodara mis ideas, marcó a su hermano para que tomara nota sobre lo que iba a decir.
- Todo comenzó el día en que Nick no asistió al entrenamiento porque estaba enfermo y...-. Contándole todos los detalles hasta mínimos de aquel día, me detuve en cuanto escuché la voz de Jace.
- ¿Cómo es posible que me hayan adormecido?-. Levantando mis ojos de aquel celular que se encontraba sobre la mesa de la sala, pude ver cómo Ara se encogía de hombros.
- Lo hice por tu bien, hermano-. Respondió, una vez que Luke logró calmarlo al decirle que él se había mantenido al mando de todo.- Además, fuiste más útil así que estando despierto ya que conseguimos una pista clave-. Poniéndole al tanto de la situación, Jace escuchó atenta mente lo que anteriormente les había dicho a ellos-.
- ¿El día del partido lo viste?-. Preguntó, luego de maldecir en voz baja. También lo hubiera hecho si fuese quien me enterara de que ese tipejo había tenido algo que ver con la desaparición de Diana.
- No, no lo vi y menos cuando estaba concentrado en el partido-. Recordando que mañana tendríamos que jugar la semifinal, cerré los ojos al pensar que no podría ayudarlo si lograban tener algún dato más certero.
- Bien, entonces buscaremos en los registros para saber qué socios estaban ese día y hablaré con Nick para obtener más dato de Alex y su vida. Por lo que tengo entendido se llevaban bien-. Remarcando las últimas palabras con enojo, supuse que a él también le molestaba la idea de que alguien tan cercano traicionara la confianza de Nick cuando todos sabíamos que él es un hombre intachable.
- Por favor, mantennos al tanto-. En cuanto Ara cortó la llamada, atiné solamente a divagar entre mis recuerdos felices para tratar de convencer a mi corazón que Diana volvería. La esperanza era a lo único que me podía aferrar en aquel momento en la que la oscuridad indómita invadía nuestra vida.
Diana
- Para ese momento, ella ya estaba tan influenciada por Erick que no dudó en irse con él y dejarme sola. Él me dijo que era normal que una adolescente buscara su origen. Fue así que él la llevó a conocer a tu madre el mismo día que te echó de su casa-. Dejando que un par de lágrimas se mezclaran con su dolor, estrujó con fuerza por algunos segundos su pañuelo.- Lo que no sabíamos era que ella iba a morir días después a causa de todas las ideas cargadas de rencor y envidia por parte de él que sólo buscaba hacerles daño, sin importarle si su propia hija sufría en el proceso-. Quebrando en llanto, la abracé pese a que no sabía si eso sería suficiente para anestesiar aquellos recuerdos.
- Lo siento mucho, Isa-. Llamándola por su nombre que hace minutos me había dicho, seguimos entremezclando nuestro sufrimiento hasta que ella retomó el control de sus emociones.-Siempre pensé que había sido la única persona a la cual había hecho sufrir con bastante empeño y cizaña pero, por lo que me cuentas, ella también pagó caro, pese a que era su hija de sangre-.
- No supo medir su odio, Ana y eso llevó su alma a la perdición-. Asintiendo, dejé en evidencia que estaba de acuerdo con sus palabras.- Por eso, es que quiero ayudarte-. Desconcertada frente a su oferta de libertad, la quedé mirando con mi ceño fruncido por un rato. ¿Acaso era una trampa?- Estás en todo tu derecho de desconfiar de mí pero solo trato de remendar algunos de mis errores más graves-. Levantándose del piso, sacudió sus pantalones de la suciedad que pudiese haber en el piso y poco después, comentó el plan que tenía en mente.- ¿Estás de acuerdo?-. Dudando, me contuve algunos segundos de decir que sí pero hubo algo en sus ojos que me convencieron de hacerlo ya que ambas no estábamos jugando nuestro pellejo.
- Está bien, acepto-. Recibiendo algunas instrucciones de su parte, me quedé en el baño simulando que seguía con nauseas ya que al dejar un poco abierta la puerta los micrófonos tomarían el sonido de mis arcadas falsas. Mientras llevaba a cabo aquel simulacro, la doctora West aprovechaba para infiltrarse en el despacho de Erick y así desconectar por unos minutos las cámaras de la habitación en la que me encontraba y del pasillo que nos llevaría hacia la salida.
- Lo logre. Recoge tus cosas rápidamente que voy para allá-. Al escuchar su voz por el parlante portátil que ella había traído al baño, troté rápidamente hacia la repisa que tenía a un costado de mi cama provisoria para tomar un bolso que tenía ropa y otros accesorios para mi uso. Tiempo después, ella volvió a entrar con una llave en su mano.
- Vamos, no hay tiempo que perder. En el garaje se encuentra mi auto-. Sujetando suavemente mi brazo, cerró la puerta y comenzando a caminar rápidamente, pasamos varias habitaciones hasta llegar a otra puerta en la que se encontraba un cartel señalando que luego de bajar unas cortas escaleras nos íbamos a encontrar con el garaje.- Ya estamos cerca-. Sonriéndome cautelosamente, me ayudó a descender cada uno de los peldaños.
- ¿Cuál es tu auto?-. Con la adrenalina corriendo por mis venas, no pude contener la euforia de saber que pronto estaría libre.
- El último de la primera fila-. Presionando el botón para desbloquear las puertas, abrió la puerta del conductor ni bien yo abrí la del acompañante.- Por favor, abróchate el cinturón que vamos a salir-.
- Eso está por verse, doctora West-. Ahogando un alarido de terror, giré mi rostro para encontrarme con Erick y sus ojos cargados de hielo.- Les daré un minuto para que bajen-. Sosteniendo una pistola entre sus dedos, apuntó su cabeza. Sin dudarlo, volví a bajar y una vez afuera, fui apresada por uno de sus hombres que aparecieron de la nada como fantasmas.
- Es lamentable saber que me traicionaste por ella-. Dijo, en cuanto ambos estuvieron conmigo frente a su auto.
- Y lo volvería hacer si con ello salvara de tus manos el único legado que tendrá Hea, nuestra hija-.
- ¡Cállate! ¡Ella no es tu hija!-. Levantando su mano, Isa golpeó su rostro con una sonora cachetada.
- Sí lo es, Erick. La críe por más de 16 años para que tú me la arrebataras en un solo día por tu odio desmesurado por una mujer que no te ama y no te amará nunca-. En cuanto sus palabras cortaron la quietud corporal de Erick, este levantó el arma para golpearla en la mejilla fuertemente. Ni bien su piel absorbió el impacto, cayó al suelo sin quejarse mientras que por su nariz goteaban las primeras gotas de sangre a causa de tanta violencia.
- ¿Isabel?-. Sin recibir una respuesta de su parte, comencé a forcejar con el que me tenía apresada para socorrerla pero en cuanto tuve la mirada gélida de Erick sobre mi rostro surcado de desesperación, supe que todo iba a acabar mal.
- Ya saben que hacer-. Sin tener tiempo a rechistar, un pañuelo blanco fue colocado sobre mi nariz y aunque me contuve de inhalar aquel olor característico del cloroformo, fui apresada nuevamente entre sus garras al mismo tiempo que Erick me regala una de sonrisa de pura maldad, lo que era un indicio nada bueno.
Nuevo capítulo, ¡Sí! Espero que les guste y puedan votar o dejar algún comentario sobre lo que piensan que pasará en el siguiente que es el último ya que luego viene el epílogo.
Muchas gracias por estar y darme su apoyo.
Ana
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