Capítulo 10- Esto es lo que soy, Jace.
Ana
- ¿Estás segura de que me queda bien? - Alisando los pliegues del vestido, sentí mis manos sudorosas. Quería dar una buena impresión pero temía la reacción de Jace. Además, este valía un montón de dinero como para estar desperdiciándolo como si nada.
- Más que segura, Ana. - Ella tomó otras prendas para pasármelas antes de entrar al vestidor, nuevamente. - Es hora que cambies esa ropa que no te favorece en nada.
- Pero me gusta... Además, no hace mucho tuve a Ed.
- Hace casi un año, Ana. - Rodando los ojos, entendí lo que quiso decirme poco después. - La mayoría de las mujeres recuperan su peso en pocos meses y, sin duda, tú lo has recuperado como para estar ocultándolo.
- No busco llamar la atención y menos de los hombres, Ara.
- Lo sé pero deberías cuidarte más para mi hermano aunque si te vistieras como una vagabunda, él te querría con la misma intensidad.
- ¡Oye! - Riéndome, comencé a probarme cada una de ellas para terminar con esta tediosa tarea. Quería volver a casa y preparar la cena para Jace.
- Por cierto, ¿Qué haré de cenar, Ara? No vale de nada cambiarme si en la cena soy un desastre.
- Existe algo que se llama "Contactos" y nunca fallan, querida. - Guiñándome un ojo, hizo que girara. - Bien, este también te favorece.
- ¿Hemos terminado, Ara? Ya estoy cansada de tantas compras...
- Por el momento, sí. - Sonriéndome, se dirigió hacia la vendedora para pagar. - Cierto... La tarjeta de Jace, dámela.
- Cierto... - Sacando mi billetera, busqué entre las demás tarjetas y antes de tomar la suya, me detuve. - No la he traído, toma esta. - Pasándole una mía, la oculté entre las demás. Si él confiaba en mí yo debía respetar tal voto. Mientras que esperaba que ella volviera tomé a Ed entre mis brazos y acaricié su cabello castaño que me hacía recordar a su padre. Suspirando pensé en todo lo que había pasado y, entre largos suspiros cargados de pequeños fragmentos de nuestra historia y las cicatrices latentes de mi propio corazón, tomé una decisión rotunda que llevaría a quebrarme para siempre o resurgir de aquel abismo que ya comenzaba a asfixiarme.
- Ana... ¿me escuchas? - Ella agitó su mano delante de mi cara hasta que lograr que despertara de mi pequeño colapso mental.
- Sí, sólo estaba pensando. - Y no era para menos ya que, en aquel lugar, abandonaba finalmente todo vestigio de amor por un hombre que provocó que probara un gran trago amargo de lo que es la vida y el propio amor.
Jace
- Jefe, estamos bien. - Repetí por vigésima vez. - He reforzado la seguridad y ella siempre sale con alguien más. - Haciendo un gran esfuerzo escuché sus repetidas indicaciones para mantenerla a salvo hasta que pudiéramos localizar a su padre que, momentáneamente, había desaparecido de Argentina. - Todo está en orden, nos mantenemos en contacto. - Lo que me faltaba... - La presión constante que ejercía este tipo me ponía nervioso. ¿Cómo podía ser tan escurridizo como el agua? ¿Cómo podía desaparecer con tan sólo un soplo mínimo de viento? A veces, pensaba que tenía un pacto con el diablo para manejar tan libremente y no ser detenido cuando toda la policía nacional e internacional lo buscaba.
- ¿Nos vamos? - Girando mi rostro, asentí a mi hermano. - Por cierto, Ara me ha llamado y dice que Ana tiene una sorpresa para ti... Quizás, valió la pena darle hasta el último centavo de tu tarjeta dorada, hermanito. - Riéndose, corrió hacia nuestro coche que se mantenía todavía en aquel departamento policial luego de un día tan aburrido. Seamos sinceros, en Londres no hay tantos sobresaltos aunque siempre algún asalto puede tomar parte de tu tiempo.
- Por cierto, deberíamos parar en algún local de flores. - Luke ocupando el lugar de conductor, me obligó a ser su acompañante. - Si quieres conquistar a Ana debes comenzar a mostrar tu interés y darle ciertos presentes que la hagan sentir especial ante tus ojos.
- ¿Quién eres y qué has hecho con mi hermano? - Ajustando su cinturón de seguridad, traté de hacerle una broma aunque más que bromear sólo trataba de no evidenciar el asombro que había causado en mí. ¿Por qué no se me ocurrió antes los detalles?
- Bien, seguiré tu consejo...
- Es la mejor decisión que has tomado, hermano. - Guiñándome un ojo, salió del estacionamiento para luego introducirse en una autopista que estaba casi desierta ya que la mayoría había salido de su horario de trabajo hace dos o tres horas.
- Esta es una buena florería así que ahora te toca escoger. - Bajando, caminé con cierto recelo hacia el lugar pero una vez que entré y observé con detenimiento los arreglos florales, con cierta duda, elegí unos tulipanes violetas y blancos.
- Buena elección para salir de las típicas rosas rojas. - Entrando nuevamente en circulación, comencé a sentir mis manos sudorosas ya que no recordaba cuanto tiempo había pasado desde que regalé flores a una mujer, específicamente, a mi única esposa. Ella era una persona muy dulce, alegre y que amó a nuestra hija hasta el punto de dar su vida. Sí, ser la esposa de un agente tenía sus ventajas como sus desventajas mortales.
- Espero que no sólo haya cambiado de apariencia sino de comida porque tengo mucha hambre y no quiero comer verduras o pasta con salsa. - Riéndome, bajé del auto aunque la ansiedad me seguía carcomiendo por dentro.
- Y eso que no has comido brotes tiernos que ella misma cría en su pequeña huerta ecológica. - Al ver su cara drenada por el escepticismo, negué con la cabeza. Debía decirle la verdad aunque me gustaba verlo sufrir por algo tan insignificante.
- ¿Crees que nos haré comer eso? ¡Ya estoy muy delgado, Jace!
- Hermano, es una broma. Además... - De repente, la puerta se abrió, mostrándome a una nueva Ana. Mi barbilla, literalmente, no cayó al piso porque era algo imposible pero algo tenue como un cosquilleo recorrió mi estómago al observarla detalladamente. - Estás hermosa, Ana...
- Gracias, Jace. - Sus mejillas se tornaron a un rojo intenso, demostrándome el efecto que había surgido en ella mis palabras. - Por favor, pasen. La cena está casi lista...
- Este gran cambio te favorece y mucho, Ana. - Luke guiñándole un ojo, tomó a Ed para comenzar a jugar con él.
- ¿Puedo hablar contigo a solas?
- Claro. - Tomando mi mano, me condujo hacia el balcón. - Tú dirás...
- No sólo quiero volver a decir que estás muy hermosa sino que también quiero entregarte esto. - Dejando a la vista el ramo de flores, esperé su reacción.- Ojalá, se han de tu agrado.
- Son preciosas, muchas gracias por el gesto. - Acercándose, besó mi mejilla. - Aunque me cueste decirlo, me he arreglado para ti. Quería sorprenderte, Jace.
- Pues, lo has logrado y a lo grande. - Acariciando su mejilla, busqué sus ojos huidizos para transmitirle el amor que sentía por ella. - Te amo y siempre, con o sin ropa nueva, te aceptaré a mi lado. - Acercándome, besé sus labios que sabían a menta.
- Jace... Quiero intentarlo. - Sosteniéndole la mirada, fruncí el ceño. - Quiero ser tu pareja, si es que sigue en plan lo de ser novios.
- Ana, ¿estás segura de esta decisión? - Sus pupilas despedían destellos de miedo y de algo más que no logré descifrar.
- Sí, más que segura.
- Bien... Te lo pediré oficialmente, ¿quieres ser mi novia?
- Por tercera vez, sí. - Sonriéndome, se acercó para plantar sus labios en los míos. Sin duda, la alegría que desbordaba de mi corazón hizo que mi alrededor y la mirada curiosa de mis hermanos se esfumara. Era nuestro momento y debía disfrutarlo al máximo.
Harry
- ¿No deberíamos avisar? - La mirada inquisitiva de Liam se clavó en mi rostro antes de bajar del taxi que nos había llevado desde el aeropuerto hasta mi casa.
- ¿Por qué lo dices? Al fin y al cabo, es mi casa.
- Lo sé pero puede que estén en algo importante y...
- ¡Ya! ¿Pueden dejar esto para después? ¡Me estoy haciendo pis! - Niall exclamó como si explotara en cualquier momento su vejiga. Rodando los ojos, coloqué el código para que la puerta se destrabara y nos dejara pasar. Segundos después, las risas inundaron nuestros oídos y dejando a un lado las maletas, me dirigí con los chicos hacia la cocina donde nos encontramos con la familia de Jace reunida junto a una chica pelirroja que se encontraba de espaldas. ¿Y Diana? Fue lo primero que me pregunté.
- Buenas noches... - Sonriendo a todos, sentí la tensión de Jace aunque su rostro parecía sereno y feliz. - Recién acabamos de llegar, sólo quería decírselos...
- No hay problema, esta es tu casa... - Jace sonriéndome, tomó a Ed que se encontraba a su lado. - ¿No es así Diana? - La chica misteriosa giró su rostro, mostrándonos su verdadera identidad. Tanto los chicos como yo quedamos estupefactos ante tal cambio.
- Hola chicos. ¿Todo bien? - Levantándose, saludó a cada uno pero conmigo mantuvo distancia. - Harry, tanto tiempo... Espero que estés bien.
- Sí, estoy bien. - Mis ojos recorrieron los contornos de su figura que ahora se encontraba más definida. - Por cierto, luego debo hablar contigo de algo importante.
- Ya habrá tiempo para eso, Harry. - Interrumpió Jace para posar su mano en la cintura de Diana. - Ahora, quisiera pasar más tiempo con mi novia. - Sin poder articular otras palabras, dejé que se retiraran. ¿Desde cuándo había perdido la capacidad de responder? Girando sobre mis talones, caminé hacia mi habitación ya que algo que no lograba entender sucedía en mi interior y no se trataban de celos sino más bien de una ruptura, de algo que desde hace tiempo no sentía, precisamente, desde que Ana había fallecido. La cuestión más importante ahora es... ¿Por qué lo sentía nuevamente y con ella?
Nuevo capítulo. ¡Sí!
Sé que es corto y ha pasado bastante tiempo desde que he actualizado pero por mi poco tiempo, es todo lo que puedo hacer. Ojalá, pueda acomodar mi vida y dedicarme a esto de manera particular pero eso lo dirá el tiempo.
Por el momento, disfruten de lo poco que puedo compartir con ustedes.
PD: Foto de Lily con su cambio de look. ♥
Ana. x
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro