LXXXIV
Navidad.
Se supone que es un día lleno de felicidad, regalos, risas, y amor.
Hace ocho años, yo hubiese estado totalmente de acuerdo con eso. Kim y yo pasábamos las mejores navidades juntos. Sólo nosotros dos, lejos de nuestros padres y el dolor que especialmente el mío causaba.
Hace ocho malditos años, Jeon Jungkook habría despertado con la ilusión de un bello día, de risas sin fin, de regalos hechos con cariño, y suaves besos en sus labios.
Sí. Nochu habría disfrutado tanto de la imagen que en este momento tengo ante mí: un Kim Taehyung sonriente, extendiéndome un regalo.
Pero ese Nochu está muerto.
El idiota frente a mí lo mató...
Y me duele tanto empezar a perdonarlo...
Dos malditos meses dándome regalos, haciéndome reír, jugando con Hannie, llevándola al parque...
Dos malditos meses sin que Gyeom me obligue a amarle, y que me deje caer en sus encantos nuevamente.
Como en este maldito momento, que me extiende una caja con una sonrisa.
Su puta sonrisa hermosa...
-¿me vas a dejar con las manos extendidas? - pregunta con un adorable puchero, mientras yo gruño ante su falta de madurez...
Y por lo lindo que se ve...
-¿qué tipo tontería me has regalado esta vez, mh? ¿Tendré que ir por aspirinas de nuevo porque has puesto un cohete dentro por segunda vez? ¿O voy a tener que comprar una jaula para la nueva rata que venga atrapada aquí? - pregunto al tomar la caja envuelta en un lindo papel morado.
Risas.
Pasadas y presentes.
Siempre la misma broma en navidad.
Adoptamos esa estúpida tradición luego de que, en una broma, me regalaste una rata. Era pequeña, pero no dejaba de ser rata. Además, unos años antes, se le ocurrió la magnífica idea de regalarme cohetes; sin embargo, se calentaron tanto que me terminaron explotando en la cara, y tuve que ir a urgencias de inmediato.
Fue divertido...
-¡hey, lo he hecho con cariño! No es ninguna tontería... Además, ¡el día de la rata te la pasaste bien! Lograste que me mordiera...
Sí... Fue una navidad inolvidable. Me vengué de él y la rata lo mordió. En lugar de llorar, sólo rió. Se rió y puso al animal dentro de una pequeña caja. Luego nos pusimos a jugar. Él me leyó muchas historias, me llevó de su cena navideña a las tres de la mañana... Me hizo reír. Cada segundo de ese día me reí a su lado. Aún si mi padre me golpeó por llegar tarde, aún si la rata se murió tres horas después... Fui feliz. Muy feliz.
Quiero sentir esa felicidad de nuevo... ¿Está mal? ¿Está mal desear cambiar todo?... ¿Estoy mal? ¿Soy yo quien hace las cosas mal?
Al diablo.
-no quiero tu regalo, Kim. Dáselo a Min, o Park. Incluso se lo puedes dar a Bogum. Dáselo a quien quieras, menos a mí. No hay necesidad. No lo necesito - murmuro, devolviéndole el paquete.
Él no lo toma. Se me queda mirando con algo similar a la pena. Trato de acercarme, obligarlo a tomar el regalo, pero se aleja. Se aleja y sonríe, mordiendo su labio.
¿Cuántas veces lo he visto hacer eso durante estos dos meses? ¿Cuántas veces le he tenido que curar el labio porque se lo hace sangrar? ¿Cuántas veces más tendremos este tipo de situaciones?
No sé. No quiero saberlo.
-maldita sea, Kim... ¡Carajo, sólo toma el maldito regalo!...
Nos quedamos en silencio. Mis manos tiemblan, y él sigue alejándose cada que doy un paso.
Así que hago lo que no quería.
Se lo aviento a sus pies.
-vete. Te he aguantado mucho desde octubre, así que vete...
No se mueve.
Algo en mí tampoco quiere que lo haga.
Algo en mí desea abrazarlo, pedirle que traiga a Hannie, y que nos pongamos a jugar a ser una familia normal.
Sé que no se puede. Lo sé, juro que sí. Yo sé...
Así que grito.
Le grito mil cosas, las cuales no siento. Grito mil maldiciones, mil ofensas, mil dagas en forma de palabras. Le grito para que se vaya, pero el muy maldito sólo sonríe. Me sonríe. Me vuelve loco... Me deja sin palabras.
-wow, Nochu... Tienes buenos pulmones. ¿Por qué nunca consideraste ser cantante? - me dice, sonriente, luego de que acabara de gritar -. Estoy seguro que habrías ganado todos los premios existentes... Pero prefieres las cosas que tengan más que ver con el cuerpo, ¿verdad, Nochu? Baile, taekwondo... Y también te gusta pintar. Yoonie me dijo, y de verdad me alegro mucho.
Gruño, y estoy casi seguro que le he mostrado los dientes como si fuera un maldito animal.
-no. No hagas eso, no hagas como si supieras todo de mí, como si me conocieras. ¡No, Kim, no me conoces! ¡No conoces nada de mí, nada! ¡Ya no!
Él ríe. Suave y dulcemente. Se agacha para recoger el regalo... Y me lo vuelve a extender.
-¿no lo quieres abrir tú? Está bien... ¡Será como la navidad de hace diez años! ¿Recuerdas? Unos niños te... Mh, no importa. El chiste es que tú y ellos terminaron con yeso. ¡Tuve que abrir tus regalos, fue lo mejor! Lo recuerdas, ¿verdad Kookie? ¡Anda! Fue la vez que me diste esos horribles y calientitos calcetines rojos, y esa bonita chamarra de cuero. Te emocionaste mucho cuando yo te di ese álbum de Justin Bieber... ¿Recuerdas?... Kookie... ¿Lo recuerdas? Debes recordar, yo... Nosotros... Fue la mejor navidad... ¡Lo fue! ¿Verdad? Casi nos caemos del techo cuando escapamos del hospital, y por poco me mato cuando caí de la bicicleta en el puente... ¡Pero fue increíble! ¡Sé que te va a encantar lo de esta navidad, Kookie! No hace falta que tú abras los regalos... En serio, si no quieres... Yo puedo hacerlo. ¡Sip, lo haré! ¡Veamos, veamos!
A pesar de mis quejas, Kim destroza el bonito papel.
Harto, y sin querer ver el regalo que ha preparado para mí, me dirijo con furia hasta la puerta; sin embargo, él me detiene, poniendo eso frente a mis narices...
Suelto un jadeo.
Mis piernas desean fallar.
Empujo su mano con ese hermoso detalle bruscamente, incluso mi puño se alza para golpearlo, aunque me detengo cuando él se cae, y se hace pequeño en su lugar.
Abro la puerta.
Su voz me congela.
-¿recuerdas cuando trataste de robarlo? ¡El Señor Kang se molestó muchísimo! - ríe con cansancio -. Lo intentaste una o dos veces más... Creí que lo harías de nuevo; no obstante, pareciste olvidarlo. Yo también intenté robarlo una vez... No sé si te acuerdas de la vez que traía un ojo morado... Pues... No fue Mark, como te dije... O sea, sí. Me dio una paliza ese día, pero el ojo morado en realidad fue gracias al señor Kang... Me descubrió tomándolo, y bueno...
Avanza. Sal de este maldito cuarto... ¡Jeon, mierda! ¡Avanza, por favor! ¡No lo escuches, no lo veas! ¡Basta, mierda, ya basta!
Pero ignoro esa voz. La ignoro y me mantengo con un pie fuera de la habitación, temblando... Escuchando.
-después de unos años entendí por qué el señor Kang lo mantenía tan bien cuidado - se apresura a decir, notando que no tengo intenciones de irme... Aún -. Joder, de verdad es caro... ¡Pero lo conseguí, Kookie! ¡Mira, mira! ¡Tengo el rolex que querías! ¡Te juro por Dios que es original, de verdad! Bebé... Quiero decir... Nochu... Mira... ¡Mira, por favor! ¡Kookie, cariño, es el Rolex Daytona "The Unicorn"! ¡Era mentira que sólo existía uno en el mundo! ¡El señor Kang tenía otro! ¡Kookie, mira! ¡Es el reloj que querías hace diez años, te lo juro! ¡Mírame, por Dios! ¡Lo conseguí, Nochu!... Amor... Por fin te lo conseguí...
Nos quedamos en un silencio únicamente interrumpido por unos quejidos de dolor mal disimulados.
Conozco ese sonido.
Lo conozco demasiado bien... Siempre lo hacía cuando los idiotas de la secundaria lo golpeaban hasta el cansancio, cuando quería contener el llanto, cuando...
Cuando me veía herido y quería soltarse a llorar.
Odio ese ruido, odio saber que le duele que lo ignore, odio querer abrazarlo... Aborrezco tanto romper este maldito silencio:
-mi padre me obligó... Él me obligó a parar. Si por mí hubiera sido, yo lo habría robado en cuatro o cinco intentos más - confieso con la voz temblorosa -. Yo lo hubiera logrado... Pero él... Él...
Esta vez mis piernas no aguantan mi peso. Caigo. No sólo caigo al suelo, también caigo a un negro abismo de recuerdos.
Me hizo daño.
Ese puto día me hizo más daño del que pude soportar... Del que cualquier niño de dieciséis años podría soportar.
Ni siquiera yo, siendo ya un adulto, lo aguantaría.
Nadie podría...
Ese mes me alejé de Kim, falté a la escuela, no salí de casa, y me mantuve escondido de mi padre.
-¿fue cuando saliste de viaje a Ilsan por todo un mes?
Me río.
Oh, vaya que me río.
Me río de su idiotez...
-jamás fui de vacaciones a Ilsan. La primera vez que fui a ese lugar fue para matar a un tal DakWoo.
Su rostro pierde color.
No estoy seguro si quiero hablar de esto...
-cuéntame... Por favor, Jungkook... Cuéntame, dime qué pasó... Dime por qué te duele tanto hablar de eso...
Tomo aire.
Me estoy ahogando...
Mo ahora, no frente a él. No. Hace diez años, con mi sangre, frente al maldito de mi padre.
Porque ahí está. Se burla de mí... Saca ese puto cinturón...
-¿sabes qué accesorios nunca he usado desde ese día? Cinturones... Me queman. Siempre me lastiman... Aún duele.
-Kookie... Cielo...
-no, Kim... No lo entiendes. Aún duele. Me duele... Me duele cuando los uso... En serio me duele.
Y es cuando lo entiende.
Con gran cuidado bajo el cierre de mi pantalón y dejo caer un poco éste. Sus ojos se cristalizan cuando una cicatriz abarca un buen pedazo de mi cadera.
Río suavemente cuando se arrastra velozmente hacia mí y pasa sus dedos por la marca, aunque mi burla se ve interrumpida cuando un pinchazo de dolor me recorre.
-no dolía - susurro -. No me dolía antes... Pero desde que el dolor volvió a ser real, jamás deja de lastimarme... Ese maldito hierro candente siempre vuelve a marcarme...
Se rompe.
Kim Taehyung se rompe en mil pedazos, y llora entre mis brazos por una hora entera. Cada segundo de ese lapso de tiempo se mantuvo besando cada una de mis cicatrices, acariciando especialmente la que me dejó mi progenitor hace tanto tiempo atrás. Esa marca que no me permite arrepentirme de haber matado a ese bastardo, esa que fue hecha cuando el maldito lunático, después de casi matarme a golpes con el cinturón, me clavó sin pestañear una vara ardiendo al fuego vivo.
Tengo suerte de estar en pie.
-lo siento - susurra -. Lamento tanto no haberla visto antes, no sentirla...
-¿lamentas no haberla descubierto mientras tomabas mi cadera para hacer tus estocadas más certeras? ¿Eso lamentas? Pues no te preocupes, Kim. Nadie lo notó. Ni Gyeom, ni los jefes de la Organización, ni Hoseok. Todos creyeron que era una sombra. Y lo es. Ahora lo es. Es una maldita sombra de lo que soy, de lo que tuve que hacer. No necesito a nadie. Jamás necesité a nadie... Y no necesito tu regalo. Quédate ese rolex. No me interesa.
Lo alejo de mí, me levanto, y le doy la espalda. Él se queda en silencio un largo rato...
Hasta que escucho un cascabel.
Con movimientos tímidos, Kim se para, y coloca frente a mí la única fuente de paz cuando él no se encontraba.
El Señor Felpudo me saluda tiernamente, y se coloca entre mis piernas.
-creí que notarías su ausencia - murmura -. Recuerdo que insistías mucho en tenerlo cerca...
Ignoro sus palabras.
Simplemente no puedo evitarlo...
Porque ese osito de peluche hermoso de color miel se parece tanto al que Gyeom me dio en mis sueños...
Sus ojos carentes de vida y de un intenso negro me absorben el alma, me hipnotizan... Me vuelven a traer paz.
Aquí está, mi lindo Señor Felpudo, Don Pudi, Fel... Tantos nombres que le puse...
Tantos recuerdos que me trae uno en especial...
-¿extrañaste a Byeol?
....
Re sí, ya me fui hasta Navidad jsjsjs. De cualquier manera, no falta mucho. Ustedes finjan que ya es Navidad y todo arreglado!
Pues nada! Tengan bonita semana, cuídense, tomen agua, y nos leemos pronto!!!
§†Val†§
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