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༺ treinta y tres ༻

La primavera había llegado por fin, mi estación favorita, con todas sus flores y el cálido sol. Pero el polen no fue lo único esparcido. Creció un rumor, más bien una creencia, sobre que "el Hijo de la Luna" se había comprometido con el rey y de ahí mi nueva institutriz sobre política.

Por supuesto Yoongi y yo sabíamos que íbamos en serio, que todo terminaría en matrimonio, pero yo seguía con mi anular desnudo para aquel entonces.

Taehyung y Hoseok volvían de su luna de miel esa semana. El alfa se lo había llevado a conocer el sur del país; las playas y la gastronomía marítima, así que en casa se había notado su ausencia. Sobretodo cuando me tumbaba solo en mi cama.

El único consuelo que le quedaba a papá era que, aunque hubiera dicho adiós a uno de sus cachorros, había recibido a un nuevo miembro. El general Kim Namjoon estaba, oficialmente, cortejándolo. Por supuesto los cachorros estaban más que felices por tenerlo cerca, pero a mí simplemente me importaba la felicidad de Jinnie.

Yoongi, aprovechando la presencia de su (ahora) mano derecha Namjoon, se había dejado ver por mi casa varias veces. Había enamorado a la familia entera menos a papá, él seguía vigilándolo por si volvía a ocurrir un episodio parecido al de los meses anteriores, pero nunca se opuso a nuestra relación.

Yo le extrañaba. Entendía las responsabilidades que tenía como rey, pero seguía queriendo a mi alfa cerca. Aún así no fallé a mi palabra, no consentiría aparecer por el palacio hasta que supiera que Yoongi me esperaba en el altar.
Por eso era él quien acudía a mí, escapándose de sus obligaciones por unas pocas horas al día.
Aquella noche fueron piedrecitas en mi ventana lo que me avisó de su presencia.

Normalmente se presentaba de día para brindarle confianza y respeto a la figura de mi padre y para dejar claras sus intenciones, así que me sorprendió encontrarlo en la parte trasera de mi casa, escondido entre los árboles del jardín con solo la luz de la Luna iluminando su rostro.

──¿Qué se supone que estás haciendo? ──susurré en tanto me ajustaba el batín para cubrir mi ropa interior y me acercaba a él.

Yoongi tiró de mi brazo para esconderme con él tras unos arbustos, sólo entonces reparé en su cabello; corto y negro. Se sentía como al principio; dos mentirosos atrapados en medio de la guerra, cruzando sus caminos para no volver a separarlos.

──Necesitaba verte, siento aparecer así ──farfulló en el mismo tono de voz. No queríamos despertar a nadie──. Omega tengo muchas cosas que decirte.

──¿Tiene que ser en mitad de la noche? ──comenté con una risita──. Podrías haber esperado al amanecer.

──No ──replicó y me sujetó los brazos con relativa fuerza. Estaba serio, atabalado──. Es decir, podría, pero sé que no dormiré bien hasta que te lo diga.

Me hacía gracia el hecho de que evitase mi mirada, cuando nos habíamos pasado horas y horas juntos en otras ocasiones. Era casi adorable.

Con cuidado sujeté su rostro y me puse de puntillas en mis pies descalzos para alcanzar sus labios en un suave beso. Sólo uno, lo justo para calmarlo.

──Tranquilo, tenemos toda la noche para hablar, ¿qué tienes?

Sutilmente dejé que mi aroma lo rodease cual nube, sabía que lo necesitaba. Al hacerlo él se pegó más a mí y acarició mi nariz con la suya. Eso pareció ayudarlo a hablar.

──Primero de todo y lo más importante: estás precioso hasta con pijama, ¿cómo lo haces?

Me esforcé por no soltar una carcajada.

──Deja de flirtear conmigo y cuéntame de una vez.

──Vale, vale. ──Se mordió el labio inferior unos segundos, para pensar, pero no pude resistirme a besar ese gesto──. No me lo pones fácil, omega. Y mucho menos en estos días.

De haber tenido más luz alrededor él habría visto mi sonrojo, pero por el momento lo único perceptible fue mi nariz arrugándose de ternura. Hasta que comprendí.

──¿En estos días...? ──Torcí el mentón, como un cachorro──. ¿Te refieres a...?

Yoongi se abalanzó sobre mi cuello para mordisquearlo y hacerme cosquillas con su aliento. Se me escapó una risa suave.

──Exactamente a eso me refiero, omega.

──Oh, ¿cuándo empiezas? ──pregunté con genuino interés, tanto que se notó en el dulzor de mi aroma.

Pero lejos de darme una respuesta, o siquiera mostrarse entusiasmado por pasarlo conmigo, hizo una mueca y se alejó para mirarme mejor.

──No sé si es buena idea que pase mi celo contigo, Jimin ──murmuró al estrecharme un poco.

──¿Qué?, ¿por qué? ──Parpadeé varias veces en un intento de comprender, pero ninguna respuesta válida se me ocurría.

──Omega aún no estamos casados. Aún no "eres mío" ──explicó.

Jamás había rodado mis ojos con tanto fastidio.

──¿Y crees que cuando pasé el fin de semana encerrado en tu alcoba personal, con mi celo en auge, la gente pensó que nos quedamos quietos todo el día?

──Es diferente, ya estabas allí y...

──No lo es, Yoongi ──repliqué mientras negaba con la cabeza, para más énfasis.

──No quiero tratarte como a un concubino, ¿vale?, eso es todo ──contestó él con un bufido.

Pude ver la molestia en su tono, en su aroma, pero no hacia mí.

──Es que sería distinto. No me sentiría como tal... ──insistí.

──Pero el mundo te vería así y- yo- no quiero que te miren con otros ojos o intenten apartarte de mi lado, es-

Lo interrumpí con un beso. No podía seguir escuchando todos aquellos pensamientos intrusivos sobre algo que ni siquiera había ocurrido. Lo que importaba era el presente, que estábamos juntos y nada más.

──No me importa lo que el pueblo opine, de haber sido así jamás me habría enlistado en el ejército ──expliqué con tacto, separándome de sus labios lo justo para vocalizar──. A veces hay que seguir los instintos, sin pensar tanto.

Suspiró. Después me miró en silencio y terminó por sonreír.

──¿Sabes?, vas a ser un rey consorte perfecto ──susurró.

──Tengo mucho que aprender ──repliqué.

──Quizá, pero es curioso que yo he aprendido más en lo que llevo conociéndote, que en todos los años que llevo reinando.

Aquellas palabras calaron en mí. Me sentí bien, no sólo por el reconocimiento, sino por el significar algo, por ser útil para mi pueblo.
Me abracé a su pecho sin intenciones de soltarme, era mi lugar favorito.

──Te amo ──dije en bajito, casi con vergüenza.

──Yo a ti también ──murmuró sobre mi cabeza, antes de dejar un beso allí──. No puedo esperar a reinar contigo, en serio, vamos a ser muy felices.

Asentí. En parte me daba miedo, era algo demasiado grande para casi cualquier persona, sobretodo por mi humilde origen. Pero, por otra parte, también deseaba contribuir en mejorar el reino, en particular para los omegas y las personas de clase baja.
Haría todo lo que estuviera en mi mano para que la discriminación no fuese un tema común en las conversaciones de los poblados.

──Por cierto, ¿qué querías decirme? ──murmuré en algún punto del silencio, aún abrazado a él, con los ojos cerrados de lo cómodo que estaba.

Yoongi se inquietó, lo pude notar en la tensión de su cuerpo.

──Quizá es mejor no estropear el momento ──murmuró.

Alcé la mirada desde su pecho, pero no consentí a despegarme.

──¿Tan malo es?

──Cielo...

Sonreí. Nunca antes me había llamado de esa forma, o de cualquier otra cariñosa.

──... hemos vencido en la guerra, el reino del norte ha caído pero su territorio no le pertenece a nadie ahora. ──Hizo una pausa y yo decidí no interrumpirle por el momento──. Los territorios extranjeros querrán tomar posesión del territorio, si no nos damos prisa nos robarán lo que hemos ganado a pulso. Y si alguien consigue ventaja...

──Significará otra guerra ──acabé yo.

Yoongi asintió. Hubo un silencio entre ambos, uno en el que se pudo entender que compartíamos el mismo miedo a perder al otro.

──No podemos dejar que eso suceda ──dije.

──Para eso debo comenzar cuando antes las exploraciones. ──Tragó saliva y dejó un puñado de besos en mis mejillas antes de seguir──. Odio tener que admitirlo, pero debería acompañar a los grupos escogidos para ello.

Algo en mi pecho dolió y fue más allá de mi lobo triste por la noticia.

──No podré soportar estar lejos de tí por tanto tiempo, no de nuevo ──susurré a duras penas, aferrándome a su hanbok como si así pudiese detenerlo a él──. Llévame contigo.

──No omega, es peligroso ──murmuró un tanto molesto por la petición──. Pero sí hay algo que puedes hacer...

Fruncí mi ceño y me enfoqué en él, pero era difícil con un lobo que enseguida se alteraba. Que bicho tan pesimista.

──He pensado que podríamos casarnos antes de que me marche, no quiero presionarte, pero de esa forma si llegase a pasarme algo tú podrías-

──Ni se te ocurra seguir por ahí, Min Yoongi ──mascullé entre dientes, pero sin alzar la voz──. No te va a pasar nada porque voy a estar a tu lado para asegurarme de ello.

No había rastro de duda o miedo en mí, era plenamente consciente de ello, pero al parecer Yoongi no. Él buscó la indecisión en mis ojos.

──No te permito acompañarme ──gruñó──. Te quedarás aquí, a salvo.

──¿Desde cuándo me das órdenes?

Calló porque sabía que yo tenía razón. Puede que fuese mi rey, pero le conocía más que nadie y no era sólo un monarca para mí, era mi alfa, mi prometido y mi destinado. Él sabía que sería inútil prohibirme algo.

──Si te llegase a pasar algo a tí moriría de la tristeza, no puedo ni siquiera pensarlo ──farfulló──. Tenemos tanto por hacer juntos. Tanta familia que crear. Tanto que crecer.

Sentí un nudo en la garganta, uno de los peores que había tenido que tragar en toda mi vida.

──Casémonos y vayamos juntos, para asegurarnos de que volvemos a casa de una pieza. ──Al ver que nada en él cambiaba, me puse de puntillas para unir nuestras frentes──. Por favor, Yoongi, alfa, por favor.

Estiró su mentón apenas para unir nuestros labios en un encuentro fugaz pero crucial; una forma de pactar aquello.

──Omega. ──Cerró sus ojos un momento y prensó sus labios antes de seguir, para tomar valor──. He esperado este momento demasiado tiempo, no imaginas cuánto. Pensé que sería perfecto, con tu familia alrededor, mi mano derecha, un bonito hanbok y unas coronas en nuestras cabezas... Así que lo siento por las circunstancias.

Con cuidado se apartó, deshizo nuestra postura solamente para rebuscar algo en el cinturón de tela que llevaba atado al torso. Sacó una cajita dorada. Las lágrimas acudieron a mis ojos.

──Esto lo llevo conmigo desde que terminé con el harem, esperando el momento oportuno para hacerte saber cuál es mi deseo. Me pesa tanto... Ha sido el anillo de mi familia por generaciones, igual que el pasador real que te entregué. Es momento de que también te pertenezca a ti, Jimin.

Suspiró, pero no como cuando alguien está agotado tras un día largo, o cuando una situación le agota. Si no que dejó ir el aire con alivio, incluso sus hombros se relajaron.

Sin ningún tipo de prisa ancló sus dos rodillas al suelo y realizó una inclinación hasta el mismo. Probablemente yo sería la única persona que vería al rey haciendo aquello y viviría para contarlo.
Después dejó solamente una de sus rodillas en la tierra; la otra pierna le sirvió de apoyo para abrir la cajita y mostrar un anillo dorado con un diamante perfectamente pulido en el centro.

Olvidé cómo se respiraba.

──Mi amor, mi destinado, mi omega, mi favorito, mi príncipe, mi héroe, soldado, Hijo de la Luna y futuro rey de Corea. Park Jimin de la casa Park. Si es tu voluntad unirte a mí por el resto de nuestras vidas me harías la persona más dichada y orgullosa del mundo. ──Su voz pareció quebrarse y tuvo que carraspear para seguir──. Con esto presente, me encantaría dedicar el resto de mi existencia a adorarte, cuidarte y amarte con todo lo que soy. Por eso te pido que me hagas feliz y que me permitas hacerte feliz al casarte conmigo.

Juré que el mundo se había detenido en ese mismo instante. No sentía ninguna de las partes de mi cuerpo, era como si mi alma estuviese en un lugar distinto, pero de algún modo mis piernas consiguieron doblarse para estar a su altura. Y de alguna forma mi mano izquierda se ofreció con la palma hacia abajo, esperando a ser decorada con la joya.

──Solamente podría darte esta respuesta a ti, Min Yoongi ──susurré con una voz que no sabía de dónde había recuperado, tras soltar un par de lágrimas──. Quiero casarme contigo. Quiero vivir a tu lado. Quiero reinar. Quiero que formemos una familia. Lo quiero todo junto a tí.

Yoongi sonrió con una mezcla de alivio y sorpresa, quizá por mi respuesta, o por la forma en que lo había expresado. Fuera cual fuese, deslizó el anillo por mi anular y allí se quedó este, dispuesto a no ser quitado ni aunque la muerte nos separase.

Después sellamos la promesa con un beso, un encuentro dulce pero no por ello menos pasional de nuestros fríos labios en mitad de la soledad y el silencio del jardín, en una noche mágica e inolvidable de primavera.

MARATÓN 2/3

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