༺ quince ༻
En algún punto de la noche sentí una presión en el colchón de la cama, así que desvelé poco a poco. No veía demasiado, pero por suerte los efectos del vino se me habían ido, así que gracias a una pequeña línea de luz a través de la entrada vi la sombra de una figura a mi lado.
Al abrir del todo los ojos y fijarme en sus facciones dormidas, ahogué un grito que le despertó un poco.
──Silencio ──se quejó.
Pensando que era el rey llevé la mano a su hombro para empujarlo fuera de la cama, pero entonces noté su cabello corto.
──¿Agust? ──susurré.
Él abrió un ojo con una expresión molesta.
──No he dormido en toda la noche, si me haces el favor de callarte...
Pero no me importaba lo que dijese, me acerqué a él y le di un pequeño golpe en la frente.
──¿Cómo sabías que estaba aquí? ──pregunté en un susurro.
Él sonrió pero detuvo la expresión por un bostezo repentino.
──Un pajarito me lo dijo ──musitó──. Y también me dijo que me echabas de menos.
Le volví a dar un golpe, esa vez en el pecho con cuidado de no hacerle demasiado daño.
──Eso no es verdad ──mentí.
Lo cierto era que en pocos días se había ganado mi aprecio de cierta forma. Podía ser muy molesto, pero al menos era uno de los pocos alfas que se fijaba en mi persona y no en mi apariencia, como Hoseok. Además me había escuchado hablar de temas personales y me había acompañado al conocer a Red. Por no hablar de que había confiado en mí para llevarme con él al norte sin conocerme apenas.
Con todo eso en mente y sintiendo la culpabilidad de haberme apartado de él esos días, me acerqué a abrazarlo como había hecho anteriormente en mi tienda.
──Tengo frío ──justifiqué del modo que él había hecho.
No lo vi porque mi cabeza quedaba en su cuello, pero por su voz advertí una sonrisa.
──Hace una noche heladora ──comentó con diversión──. Yo también te echaba de menos, descuida.
El escucharlo mi corazón dio un vuelco y me obligué a apartar el rostro de su cuello para mirarlo de cerca. Le debía una explicación, o así lo sentía.
──Ya, siento no haber salido de noche, necesitaba unos días para aclararme... ──Suspiré──. Creí que todos los alfas eran iguales, pero me equivoqué ──susurré, comparando las diferencias entre él y el rey.
Agust volvió a sonreír.
──No importa, cuando lo quieras podrás encontrarme detrás de tu tienda, ¿vale? ──murmuró──. Sé que tienes muchas cosas en la cabeza.
Cerré mis ojos mientras hablaba, motivado por el tranquilizador sonido de su grave voz, pero aún así sonreí por la idea de volver a verlo.
Sabía que aquello no podía ser una prioridad, tenía que centrarme en la guerra y ganarla, pero con su nariz rozando la mía y sus fuertes brazos sujetándome era difícil no dejarme llevar.
──Por cierto, ¿cómo está tu herida? ──susurré entonces.
──Sanada por los enfermeros reales ──comentó──. Ahora sólo se perciben mis hermosos y marcados músculos, beta.
Agradecí la poca luz cuando sentí mis mejillas encenderse con una risita.
──Estúpido ──murmuré.
Cuando volví a dejar la cabeza en su cuello percibí el aroma a bosque, así que supe que había estado allí.
──¿Has ido al norte hoy? ──pregunté.
Noté su cabeza asentir contra mí y una de sus manos acariciarme la espalda distraídamente.
──Sí, estuve bastante tiempo y pude escuchar algunas cosas importantes ──comentó un poco más serio──. Su rey moverá las tropas en dos días.
──¡¿Qué?! ──espeté, sentándome en la cama de la impresión.
Agust en seguida me cubrió la boca con una mano y la otra me empujó de nuevo contra el colchón, vigilando que nadie se aproximase a la tienda.
──Ten cuidado ──susurró.
Le di un golpe pequeño en la mano para que me soltaste, y cuando lo hizo gruñí un poco por la noticia.
──Dos días es demasiado pronto, ni siquiera sé si puedo montar encima de Red para luchar ──farfullé.
──Pues eres nuestra única esperanza. ──Hizo una pausa──. Sin presiones.
Después de rodar los ojos hundí el rostro en la almohada, completamente frustrado y nervioso. Aún no estaba preparado.
──Muy gracioso ──gruñí.
Él soltó una pequeña risa y frotó mi cabello para despeinarlo un poco.
──¡Oye! ──Me quejé en un murmullo.
Recibí una pequeña risa de su parte, lo que me hizo volver a sentarme y soltar el recogido reglamentario, seguramente hecho un desastre para esas alturas. Automáticamente mi cabello negro cayó ondulado hasta mi pecho.
Agust me observó en silencio con la poca luz que entraba, tras sentarse también en la cama, cosa que consiguió inquietarme un poco. Después peinó uno de mis rebeldes mechones y lo dejó tras la oreja, rozando mi mejilla en el proceso. Noté en ese instante mi piel erizándose y mi corazón acelerarse, pero aún así llevé mi diestra sobre la suya, posándola con cuidado. Nuestras manos eran realmente distintas; la mía era más pequeña de una forma casi cómica, lo que me hizo sonreír.
De nuevo pensé que no podía dejar espacio al amor en mi vida, simplemente era incompatible y peligroso dado el hechizo que llevaba en mí, pero no pude apartar la mirada de la de Agust, ni tampoco lo frené cuando se acercó, o cuando tomó mi rostro con delicadeza y lo atrajo a él, o cuando sus labios tocaron los míos con paciencia.
Aquel beso fue como un soplo de aire fresco, como si todo lo que me preocupaba podía desaparecer con tan sólo probar sus carmines, tan suaves que parecían terciopelo y tan firmes que me robaron el aliento.
Unos segundos después Agust se separó un poco, dejando un sonido casi lascivo como punto y final, sin embargo yo quería más. Nunca había tenido un primer beso, un primer amor o siquiera interés por alguien, pero sentí que no tenía suficiente y que podría morir si no volvía a besarlo, así que antes de escuchar algún comentario impertinente que lo estropease volví a juntar nuestros labios.
Aquel había sido un acto instintivo, más pasional, de modo que nuestras bocas se movieron con más rapidez y necesidad, al igual que sus manos me aprisionaron con fuerza contra su cuerpo.
Sin embargo, en mitad de la torpeza de mis labios por ser la primera vez, decidí poner yo la distancia, llevado por un hormigueo interior que me asustó. De nuevo me repetí a mí mismo que debía dejar los sentimientos a un lado.
──Jiming ──llamó él en un susurro.
Entonces miré sus ojos, después su nariz redondeada y por último sus finos labios, comprobando que cada tramo de su rostro me gustaba. Pero no era suficiente. Las tropas se movilizarían pronto y debía prepararme a mí y a Red para la lucha.
──Lo siento ──farfullé──. Ha sido un error, tengo que... tengo que irme.
Agust me soltó automáticamente, aunque percibí un gruñido en su pecho que me estremeció. Yo me apresuré a recoger mi cabello como pude y ajustarme el hanbok para salir de ahí, sin detenerme a ver su reacción.
──Yo no lo siento ──murmuró, caminando deprisa a la salida tras de mí──. Beta, me gustas desde que te vi, no me arrepiento de nada y...
──Perdón. ──Le corté, girándome a punto de salir de la tienda──. En mi vida no hay espacio para los cuentos de hadas, Agust ──susurré──. Eres un alfa increíble y cualquier persona será afortunada de estar contigo, pero nosotros sólo podemos ser amigos.
Noté sus comisuras estirar hacia abajo en una mueca y su ceño fruncirse. Esa expresión me entristeció, pero me negaba a llorar frente a él, así que parpadeé seguido para ahuyentar las lágrimas.
──¿Por qué? ──murmuró, dando un paso hacia mí──. Sé que también sientes algo por mí y entiendo que es complicado ahora... ──Otro paso──. Pero después de esto, cuando acabe la guerra, Jiming me gustaría que acept-
──No. ──Lo corté por segunda vez, con la mano en el pecho, como si el corazón se me pudiese caer en cualquier momento──. Después de la guerra volveré a casa y cuidaré de mi familia, no puedo dejarlos tan fácilmente.
Él se peinó el cabello hacia atrás y miró a su alrededor como si buscase algo, quizá alguna excusa o una salida a la situación, pero yo tenía muy clara mi decisión.
──Agust ──susurré, llegando hasta él y tomando su rostro por última vez, por mucho que doliese──. Encontrarás a alguien mejor que yo, alguien que pueda darte su corazón libremente.
Él bajó la cabeza hasta apoyar su frente en la mía, casi pareciendo un cachorro indefenso.
──No quiero perderte ──susurró.
Mi corazón volvió a saltarse un latido cuando sentí su aliento contra mis labios, pero conseguí negar.
──No lo harás, te lo prometo, somos amigos.
Él asintió, dejando algo de espacio antes de besar mi mejilla y regalarme un último abrazo. Entonces me disculpé con una mirada y luché contra sus tristes ojos y contra algo en mí que me empujaba a esconderme en sus brazos, para salir de allí lo antes posible.
Este es uno de mis capítulos favoritos hasta el momento, espero que les haya gustado, no olviden dejar un voto y un lindo comentario si así fue ♡
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