༺ dos ༻
El plazo de inscripción terminaba en dos días, y yo ya me veía suficientemente preparado. Mi musculatura había aumentado pese a no alimentarme demasiado bien y dentro de lo que cabía había adquirido fuerza.
Por suerte era ágil de naturaleza, así que podía correr y cruzar obstáculos sin problema, además el arco era casi mi tercer brazo y la espada la dominaba medianamente bien.
Estaba casi listo, solamente faltaba una cosa: borrar cualquier pista que indicase que era un omega.
Tras la colina vivía una sabia del pueblo, algunos decían que era bruja, así que me arriesgué y tome una gran cesta de champiñones y hierbas recolectadas para ir a verla.
El camino duró una hora, y llegué lleno de barro porque la noche anterior había llovido, pero llegué. Era la única casa por allí, pequeña y salía humo de la chimenea, así que pensé que era probable encontrarla allí.
Cuando toqué, la puerta se abrió unos segundos después y comprobé que nadie la había abierto manualmente, lo que me envió un escalofrío a todo el cuerpo.
──¿Se puede? ──pregunté por educación.
Me asomé al interior, del cual venía un aroma profundo a jengibre y algo más que no identifiqué, pero no era un olor bonito. Una anciana removía un cuenco enorme en la chimenea y antes de toser movió la mano para darme paso.
──Le estaba esperando joven Jimin, de la casa Park ──murmuró con la voz rota de la edad.
Con cuidado entré e intenté no sorprenderme demasiado por el interior de la vivienda o el aspecto de ella. Realmente era una bruja.
──¿C-cómo sabe quién soy? ──murmuré mientras caminaba hasta ella.
La anciana me sonrió, dejando a la vista unos dientes amarillos.
──Yo sé muchas cosas, jovencito, ¿qué me has traído?
"Oh, con que eso no lo sabía", pensé.
──Le traje setas y hierbas, no aspiro a nada más, espero que pueda servir como pago...
──¿Qué es lo que quieres cambiar por esa cesta? ──inquirió ella, mirando el líquido que removía.
Me tragué una arcada provocada por el olor y cuando me recuperé pude contestarle.
──Quiero... que anule mi naturaleza omega, no quiero ser omega ──pedí en un susurro, por instinto.
La anciana sopló a la chimenea y apagó las llamas fácilmente, lo que me sorprendió. Después se giró en su asiento de madera y me indicó que me acomodase en otro frente a ella.
Después de sentarme, esperé respuesta, pero ella se dedicó a observarme primero.
──Hijo, ¿sabes qué es la casa Cisne Negro? ──preguntó como si fuese algo obvio.
Negué. Las casas solían ser apellidos, familias, pero aquello nunca lo había escuchado.
──Mi casa es especial, no puedes percibir mi aroma, ¿verdad? ──Negué de nuevo──. Eso es porque no tengo un lobo interior. No soy beta tampoco, soy humana, ¿lo entiendes?
Parpadeé varias veces, intentando asimilar aquello. ¿Completamente humana?, ¿era posible?
──La casa Cisne Negro es una casa de brujos y brujas, jovencito ──continuó──. La magia corre por nuestras venas humanas, no la sangre de lobo, ¿lo entiendes?
Asentí. Me había quedado más que claro que era una bruja.
──Bien. Mi casa es la única humana, por lo que no puedo hacerte humano sin que hayas nacido de un Cisne Negro y yo no puedo hacerme un lobo interior sin tener esa sangre. Así como tampoco puedo hacerte alfa o beta por el mismo motivo; tu origen, ¿entiendes? ──explicó──. Sólo puedo anular tu lobo temporalmente, es decir, dormirlo. La genérica no se modifica.
Asentí varias veces, tenía sentido y podía funcionar. Tampoco es que quisiera dejar de ser yo mismo, sólo necesitaba morir en la guerra o superarla en el mejor de los casos, y para alistarme necesitaba neutralizar los instintos.
──¿P-por cuánto tiempo podría anularlo? ──pregunté, moviendo arriba y abajo mi pierna.
La batalla podría durar semanas, meses, años... nadie lo sabía.
──Eso depende de ti y tu lobo, jovencito. ──Rió con ronquera, tosiendo después──. Mira, los lobos son animales fuertes. Puedo dormirlo, pero no eliminarlo, así que si encuentra a otro lobo que lo despierte, volverías a ser un omega en todo su esplendor.
Tragué saliva sonoramente. ¿Otro lobo?
──¿Se refiere a...?
──A tu pareja. Eso es algo que ni siquiera yo puedo ver, muchacho, si tu lobo le encuentra... El hechizo no es tan fuerte para dormirlo tanto.
──Entiendo. ──Suspiré──. Bueno, tengo que intentarlo.
¿Que posibilidades había de encontrar a mi pareja en el campo de batalla?; no le había encontrado en más de veinte años, no lo haría ahora.
──Entonces comencemos, primero quiero ver la calidad de esas setas, después te beberás una poción.
Con cuidado le tendí la cesta, esperando que fuese suficiente. Después sólo recé para que la poción no fuese ese líquido de aroma asqueroso que había en la chimenea.
Me acerqué a la plaza principal con el hanbok más decente y limpio que conservaba, gris y formal. Allí estaban las mesas temporales de los oficiales del ejército, las que la mayoría de personas evitaban y miraban mal al pasar.
Sin embargo yo, el más pequeño y menudo de los presentes, caminé con firmeza y prisa, apretando en puños mis temblorosas manos. Cuando estuve delante del oficial, él me miró como si fuese un cachorro perdido.
──¿Buscas algo? ──cuestionó con desdén.
──Sí ──repliqué con el ceño fruncido, inclinándome──. Un formulario para unirme a las tropas reales, por favor.
Él alzó una ceja y me miró de arriba abajo, suspirando.
──Mira chico, si no tienes dinero puedes aprovechar tu belleza, la guerra no es un juego ──comentó, echándose atrás en el asiento──. Yo pagaría por tí, beta.
Tragándome las náuseas y las ganas de gritarle, sonreí forzadamente.
──Deme el formulario ──exigí con la mano extendida.
No era un omega, hacía algunos días que había ido dejando atrás mi aroma e instintos poco a poco hasta no sentir nada. Me sentía extraño, era una sensación de vacío sin igual, pero sabía que no había otra opción. Por suerte nadie en casa me había preguntado por esos síntomas.
El alfa al final buscó entre los papeles lo que pedí y me lo entregó a regañadientes.
Allí mismo rellené rápidamente con una pluma de la mesa lo necesario: nombre, edad, beta o alfa, lugar de procedencia...
Mis manos temblaron al escribir, incluso cuando dejé el papel en manos del oficial, pero todo mi cuerpo se estremeció cuando me giré y a través de las personas de la plaza alcancé a ver a mi hermano Taehuyng.
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