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༺ cinco ༻

Hoseok y yo decidimos practicar para calmar los nervios; el rey estaba a punto de llegar. Y odiaba a alguien era a ese alfa, el que había instaurado los prejuicios con los omegas.

La espada que me otorgaron era pesada, así como la armadura, pero tenía mucha confianza al saber que el material no se rompería con tanta facilidad como la madera. Sólo necesitaba práctica.

Hoseok se posicionó frente a mí y me sonrió mientras empuñaba la espada y se cubría tras el escudo, el cual cubría la mitad de su cuerpo, pero a mí me escondía casi entero.

──Intentaré no hacerle mucho daño, beta ──bromeó.

Era el único soldado que conseguía sacarme una sonrisa. Realmente tenía un humor excelente y había sido el único en no juzgarme por mi apariencia.

──Lo mismo digo ──respondí con una risa.

Me gustaba esa posición; no ser menospreciado y tener opción a replicarle a un alfa. Se sentía bien, era... Casi poderoso.

Él fue el primero en moverse. Atacó con un movimiento simple, lo cual fue fácil de esquivar, pero la punta de su espada golpeó con un sonido seco en mi escudo. Hoseok era ágil, sus movimientos eran tan suaves y ligeros como una pluma, parecidos a los míos, sólo que su complexión más amplia no le permitía escabullirse con tanta facilidad.

Bloqueé su espada de nuevo con el escudo y ataqué su costado, que aunque podría haberle hecho un buen corte, frené para no tocarlo. El propósito de la práctica era adquirir destreza, no lastimarnos, necesitábamos estar sanos para la batalla.

──Ah, bien hecho ──masculló, concentrado.

Sonreí en apenas una mueca, antes de seguir calculando la distancia y empujar su espada con la mía. Al desarmarlo, apunté a su cuello.

──Eliminado ──murmuré.

Hoseok abrió la boca para decir algo, pero unos aplausos lentos lo frenaron, igual que me hicieron bajar la espalda.

El general Kim se acercó con pasos calmados hasta quedar a nuestro lado, cruzándose de brazos. Automáticamente recompusimos la postura y saludamos con una inclinación.

──Quién diría que el pequeño beta sería tan bueno ──comentó con una sonrisa, sorprendiéndome──. Dejen de jugar, el rey está aquí.

Asentimos al unísono y recogimos las armas en seguida, siguiendo rápidamente al general en dirección a la entrada del campamento. Allí vimos acercarse unos cuantos carruajes reales, lo que me erizó la piel.

El rey. El rey estaba ahí. Y se suponía que debía protegerlo, ganar en su nombre, pese a odiarlo tanto.

──Que caballos tan bonitos ──susurró Hoseok a mi lado.

Sus comentarios solían hacerme reír, pero en ese momento mi cuerpo estaba tan paralizado que ni siquiera pude mirarlo.

Mis ojos se clavaron en el carruaje del medio, con detalles en oro, de dónde abrieron la puerta y apareció el monarca, con su recogido y atuendo más costoso que mi propia vida. Tras él aparecieron los Hwarang.

──Inclínense ante su majestad el rey Min Yoongi ──anunció un general.

En otra ocasión quizá habría tenido la valentía suficiente para no inclinarme, pero aquella vez mi espalda se dobló de forma automática.

Y cuando pensé que todo habría pasado y que podría volver a mi tienda para recibir la porción de mediodía, los ojos del monarca atravesaron la multitud y chocaron con los míos.

Inmediatamente aparté la mirada y agaché la cabeza, sintiendo mi corazón latir tan rápido como podía. Debía mantenerme alejado de ese alfa; si me observaba demasiado no podría ocultar ser un omega, esa mirada no podría sostenerla por más de unos segundos.

Cuando volví a alzar el mentón, él ya no estaba allí, así que pude respirar con normalidad. Al parecer todo estaba en prefecto estado, nadie más que yo mismo se había percatado de mi momento de debilidad.

──¿Cuánto cree que costará ese caballo? ──murmuró Hoseok, aún a mi lado, señalando con el mentón uno de los animales del rey.

Le propiné un amistoso golpe en el brazo y forcé una sonrisa calmada, dando media vuelta.

──Ni se te ocurra acercarte a ese carruaje. ──Reí.

Hoseok tardó unos segundos en seguirme, pero mientras lo hacía comenzó a hablar sobre su pasión por los animales.

Sin embargo, mi cabeza estaba en otra parte.

Había adquirido una rutina monótona. Me despertaba temprano para desayunar y después practicar hasta mediodía con Hoseok, después pasábamos toda la tarde con otros soldados, a veces sólo charlando y otras planeando estrategias. Incluso el general Kim se unía al grupo. Por la noche, bebíamos bastante alcohol por el frío y la soledad del campo de batalla.

Sin embargo, no terminaba de sentirme parte de ellos. Aunque me hubiesen aceptado y tratado como un soldado más, en mi interior siempre había algo distinto.

Una noche comenzaron a hablar sobre sus relaciones, la mayoría con omegas y pocos con betas. Pero en algo todos coincidían: yo debía estar loco para seguir soltero.

──De verdad, no necesito a nadie, estoy bien y por ahora mi prioridad es cuidar de la familia de mi difunto hermano ──comenté por enésima vez, calentándome con una lámpara de aceite.

Algunos rieron, dándose por vencidos, y otros simplemente dejaron el tema para pasar a otro soldado.

──Oiga, no sé si es indecoroso preguntarlo, pero realmente quisiera saber más de mi prometido ──murmuró Hoseok, acercándose a mí en el improvisado tronco que usábamos de asiento.

Mientras miraba el pequeño fuego sonreí para mis adentros. Me gustaba su interés por Taehuyng, realmente se le veía... Encandilado.

──Le puedo asegurar que si muestra este mismo interés en él cuando le vea, caerá a sus pies ──confesé. Debía aprovechar que Tete no me escuchaba para exponerlo──. Y le gustan las cosas alegres, las flores, la buena comida...

Mientras nombraba todo aquello que mi hermano amaba, sentí un vacío en el pecho. Echaba de menos a mi familia, más de lo que aparentaba.

──Vaya, sí que lo conoce bien ──murmuró, sonriendo──. Tomaré nota. Quiero hacerle feliz, ¿sabe?

No lo dudé. Apenas conocía a Hoseok, pero sabía que podía ser un buen alfa para Taehuyng, y es más de lo que podía pedir. Necesitaba a ese soldado vivo para el final de la guerra.

──Le hará feliz ──afirmé, consiguiendo una expresión alegre de su parte──. No sé qué vio en él, pero serán felices ──bromeé.

Él se quedó pensando, como si de verdad estuviese sopesándolo.

──En realidad, he visto muchas cosas en él ──susurró, mirando el suelo──. Hace tiempo que quería pedir la bendición a su cuñado, pero no me atrevía por ser indigno de alguien como Taehyung.

Aquello me sorprendió gratamente, haciéndome fruncir el ceño de curiosidad.

──¿Cuánto hace que se conocen? ──pregunté, confuso.

Hasta donde yo sabía, mi hermano supo de Hoseok solamente cuando se presentó con un anillo.

──Hace años que lo vi por primera vez, pero aún no tenía suficiente confianza para acercarme a él ──comenzó, sonriendo conforme explicaba──. Él estaba recogiendo flores en la frontera con mi pueblo y casualmente pasaba yo por allí. No tenía nada más que las flores que había recogido en el camino, pero no dudó en dárselas a una cachorrita que lloraba ──suspiró──. Se marchó sin nada, pero yo jamás olvidaré ese gesto, por pequeño que pudiese parecer.

Pude imaginarme perfectamente aquello, era algo que mi Tete haría, o cualquier otro miembro de mi familia. Puede que no tuviésemos mucho, pero sí teníamos un gran corazón.

──Ahí lo supo, ¿verdad? ──murmuré, adivinando la respuesta por su expresión──. Que era su omega.

Hoseok asintió y miró el anillo de su mano, acto seguido jugando con él.

──Prometo cuidar de él ──susurró.

Solté un soplido como risa y palmeé su hombro varias veces, asintiendo.

──Más le vale ──bromeé con parte de verdad.

Hoseok me lanzó una última mirada que no logré descifrar, parecía ser una mezcla de miedo y respeto. Creí haberme vuelto loco, ¿Cómo podría yo intimidarle a él? Apenas le llegaba a la barbilla.

Después seguimos escuchando a nuestros compañeros en silencio, pero me sentía tan exhausto que no tardé demasiado en levantarme y despedirme de los presentes para ir a dormir.

Mientras volvía a mi tienda, sentí una especie de vibración en el pecho, como un presentimiento de que algo malo sucedería, así que me propuse dormir bien.

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