Capítulo 3
La rosa puede machitarse, pero la belleza permanece si es eterna.
El sol ilumina la habitación, gracias a que Nora corrió las cortinas para que la luz entrara. Dijo que eso crearía un ambiente agradable y tranquilo.
Puedo ver en detalle lo que hay en cada rincón de este lugar. Las flores se enredan en las columnas y se extienden por las paredes, dando la sensación de que la naturaleza y el castillo son uno solo.
Se notaba que el lugar era antiguo; sin embargo, estaba bien cuidado y se sentía cálido. La nieve seguía cayendo, pero no tanto como en días anteriores. Quité las sábanas de mi cuerpo y me levanté, acercándome a la ventana. Ofrecía una maravillosa vista al jardín. Todo se veía blanco debido a la nieve, no obstante, las rosas rojas resaltaban, dándole color a todo.
Contuve la respiración al ver la silueta de la bestia. Estaba de espaldas a mí, encorvado sobre las flores. No podía ver ese rostro que me llenaba de curiosidad y, al mismo tiempo, de terror. ¿Sería tan tenebroso como lo describía la gente del pueblo? ¿Su mirada sería capaz de dejarte petrificado de miedo porque en ella puedes ver tu muerte? A pesar de que me aterraba, quería comprobarlo por mí misma todo lo que se decía de él.
Tal vez el golpe afectó alguna parte de mi cerebro. Debía mantenerme alejada, o al menos durante un tiempo. Tenía que planear cómo ganarme su confianza para luego matarlo. La idea de matar a alguien me llenaba de pánico. ¿Y si todo fallaba?
No, no puedo pensar en fallar.
Su cuerpo se enderezó, y contuve la respiración. ¿Habrá sentido mi mirada? Debería moverme de la ventana, pero no podía. Era más alto de lo que recordaba de aquella noche. Llevaba un abrigo negro que se ajustaba a su gran cuerpo, y el cabello lo tenía suelto, de ahí sobresalían sus cuernos.
Tragué grueso. Su cabeza se giró un poco, y pude ver su perfil, aunque no tan detallado debido a la lejanía. Se quedó unos segundos en esa posición, y pensé que levantaría la cabeza para mirar la ventana en la que me hallaba, pero no lo hizo y se alejó a pasos apresurados.
Cuando ya no pude verlo, me alejé y me apoyé en la pared, mirando al vacío y preguntándome por qué mi corazón latía tan rápido.
—Tiene un hermoso cabello, señorita. Parece una cascada de oro —murmuró asombrada, peinando mi larga cabellera con cuidado, como si tuviera miedo de dañarla.
Observé a la hija de Nora, el ama de llaves del castillo. La pequeña me devolvió la mirada a través del espejo. Su lengua asomaba entre sus labios, gesto que decía que estaba concentrada en lo que hacía. Era como un duendecillo, como los cuentos que me leía mi madre cuando era pequeña.
—Tu cabello es igual de hermoso —dije, admirando su cabello platinado. Sus mejillas se tornaron rosadas, y sonrió. Ella era muy tierna y amable. Colocó unas pequeñas flores que recogió del jardín, poniéndolas con delicadeza para que no se estropearan.
Una vez que estuvo satisfecha, sonrió y se bajó del banquillo que trajo para poder estar a mi altura.
—Te encantará el lugar, es muy grande, y también hay un laberinto. A veces entro ahí para esconderme de mi madre. Me gusta cuando llega la primavera, así puedo bañarme en las cálidas aguas del lago —comentaba con entusiasmo mientras me ayudaba a seleccionar un abrigo para ponerme encima del vestido.
A ella le encantaba hablar y ayudar en todo; su energía era muy contagiosa.
Era la primera vez que saldría de esta habitación. Estaba completamente recuperada y no corría ningún riesgo. Nora se encargó de traerme todas mis comidas y ayudarme con el baño, ya que los primeros días no tenía fuerza ni siquiera para sostenerme.
Todos fueron muy amables y me cuidaron como si me conocieran de toda la vida. Todavía seguía pensando en por qué la bestia permitió que me quedara en su castillo.
Nadie hablaba mucho de él, preferían evitar cualquier conversación que girara en torno a él y a la historia de este bosque. No insistí, porque se notaba que eran muy leales a su señor, y yo no deseaba incomodar a nadie.
Salimos de la habitación, y seguí a Énora. El castillo se encontraba en silencio, como siempre, a la bestia no le gustaba el ruido. Este lugar no era como me imaginaba; un lugar oscuro y tenebroso. En cambio, había mucha luz. Los colores blanco, dorado y negro predominaban en cada parte de aquí. Al igual que en la habitación en la que he estado ocupando estas semanas, algunas paredes estaban cubiertas de enredaderas con flores de varios tipos. No obstante, las decoraciones eran escasas y no tenían nada personal en ellas.
Salimos por la gran puerta principal, y respiré el aire fresco. La fría brisa me provocó un ligero escalofrío, y suspiré. Extrañaba ver la luz del sol fuera de esas cuatro paredes; mi piel se encontraba pálida, aunque no me veía enfermiza como la primera semana.
Hoy no cayó nieve, por lo que es fácil caminar por la propiedad. Es un lugar hermoso, rodeado por la naturaleza. Hay varios animales que nunca había visto en mi vida, al igual que algunas flores exóticas. Todo parece sacado de algún cuento mágico, y me agradaba.
Me agaché, recogiendo una rosa y llevándomela a la nariz e inhalando su suave aroma.
—¿Te gustan? —cuestionó, saltando entre las rosas, pero con precaución de no dañar ninguna.
—Sí, nunca en mi vida he visto un jardín así de hermoso. ¿Quién lo cuida?
—Su majestad le gusta pasar su tiempo cuidando el jardín. Madre me dijo que le recordaba a su madre.
—¿Su madre? ¿Qué le sucedió? —Me levanté, siguiendo sus pasos y adentrándonos a lo que supuse que era el laberinto.
—No lo sé, no es algo de lo que se hable y yo no había nacido cuando sucedió en el otro reino —Se encogió de hombros y luego señaló un punto —. Nunca vayas por ese camino, hay algunos animales salvajes que podrían atacarte —dijo, cambiando de tema, aunque me causaba curiosidad el otro reino.
—¿Cuál es el otro reino? ¿Está en algún lugar de Francia? —Hizo una mueca, dudando en contarme.
—Es algo que no debemos revelar a los humanos, lo siento.
Asentí, aunque eso aumentaba mi deseo de saber más sobre los habitantes de este castillo y su señor.
Luego de pasar el rato con Énora, almorzamos junto a su madre y el personal del castillo. No querían que yo comiera en la cocina junto con ellos, no obstante, no deseaba comer sola en ese enorme comedor.
La bestia comió en su habitación; de hecho, no lo he visto en ninguna parte.
Ya es de madrugada, por lo que todo el mundo duerme, sin embargo, tuve una pesadilla y no he podido volver a dormir. Por lo que fui a la cocina y me serví un vaso de leche en la oscuridad.
Al volver a mis aposentos, me detuve en la biblioteca. La luz de las velas se filtraba por la puerta entreabierta y sin notarlo, mis pies se movieron.
Sin hacer ruido, abrí un poco más la puerta y asomé la cabeza. No había venido a la biblioteca, por lo que me sorprendió la gran cantidad de libros.
Por segunda vez en el día, vi a la bestia. Estaba de espaldas a mí y sentado en el escritorio escribiendo algo.
Observé cómo mojaba la punta de la pluma en la tinta, y sus dedos la sostenían con firmeza.
Me quedé un rato, observándolo hacer esta acción varias veces hasta que su voz me sobresaltó, no esperaba oírlo.
—Sé que estás ahí, sal —ordenó, deteniendo lo que estaba haciendo. Su voz era profunda, y solo pude parpadear varias veces, sin moverme —. ¿No escuchaste lo que dije?
—Y-yo, lo siento. No quería interrumpir —murmuré, sintiéndome apenada y entrando en pánico. Estoy sola con la bestia.
—Entra, ahora.
Inhalé, tomándome un tiempo y pensando en salir corriendo. ¿Pero a dónde correría? Este era su castillo y su bosque, podría encontrarme en cualquier lugar y tal vez luego matarme por no cumplir su orden.
Con duda, entré a la biblioteca, aferrándome a mi bata. Me sentía expuesta; abajo solo llevaba una chemise larga y holgada, no era apropiado para que otra persona me viera así.
Mis pasos fueron lentos, y me detuve a centímetros de él. Por unos momentos nadie dijo nada, y la bestia se quedó en la misma posición.
Temblé, no sé si por el frío u otra cosa.
—Señor... —Mis palabras se atascaron en mi garganta cuando se paró y se giró sobre sus talones, mostrando su rostro ante mí.
Di unos pasos hacia atrás y tuve que levantar la cabeza para poder verlo. Tragué con dificultad; era aún más grande y fuerte. Podía aplastarme con su mano si quería.
Esperaba con su apariencia fuera diferente, que se viera como un monstruo. No obstante, su rostro era parecido al de un humano, solo que, con cuernos, cola y un gran tamaño a diferencia de los hombres del pueblo. Su piel estaba cubierta por una fina capa de vello, sus ojos eran tan oscuros como la propia noche, y sus orejas eran puntiagudas al igual que Énora. Tenía la mandíbula robusta y marcada.
—Lo siento, no quería interrumpirlo, señor —Bajé la mirada, evitando observarlo y retrocediendo cuando se acercó, pero eso no impidió que siguiera avanzando.
—¿Cómo te llamas? —No sé por qué, pero sonaba enojado, lo que solo logró ponerme más nerviosa de lo que ya estaba.
—Brielle, señor —susurré, tan bajo como pude.
—Mírame —Sostuve con más fuerza mi bata —. Mírame cuando te hablo —gruñó molesto.
Apreté mis labios en una fina línea e hice lo que ordenó. Mi boca se abrió sin saber cómo reaccionar al sentir su tacto caliente sobre mi piel.
—¿Me tienes miedo, dulce Brielle? —inquirió, inclinando la cabeza hasta que estuvimos lo suficientemente cerca para sentir su aroma. Temblé y no sé si fue por el miedo.
Su pulgar delineó mi labio inferior y yo me quedé como una idiota, sin moverme y con la respiración agitada.
—Cierra la boca, Brielle —Debía de admitir que mi nombre se escuchaba bien saliendo de su boca.
—¿Por qué? —pregunté como estúpida en un hilo de voz, en sus ojos brillaron con algo que no pude descifrar.
—Porque solo me tienta a besarte.
Sentía que me faltaba el aire y mi rostro se puso caliente. No respondí y salí corriendo de esa habitación con el corazón acelerado y todavía sintiendo el calor de su piel. Cerré la puerta y me metí en la cama, escondiéndome entre las sábanas.
Dios, me doy cuenta de que la bestia no me había asustado de la manera que esperaba. Mi cuerpo se sentía en llamas a pesar del frío de la noche.
Tenía que planear cómo matarlo y huir de este lugar.
¡Hola, pequeñas bestias! Espero que se encuentren bien.
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Qué creen que suceda entre Bastián y Brielle?
Voten y comenten si les gusta la historia.
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Les quiere, March.
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