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15


Para cuando Yoongi llegó, el olor de comida caliente lo recibió.

Frunció su ceño cuando notó que la casa estaba limpia, no había ningún sirviente allí para ellos. Caminó hacia el comedor y se topó con unas manos y brazos abrazandolo desde atrás, su cuerpo se tensó; ¿qué buscaría ahora?

— Jimin... ¿a qué se debe ésto? — Se lo quitó de encima y se giró para ver a su esposo con una camisa entallada y un pantalón ajustado.

— Hola amor. — Jimin se acercó y le quitó el saco, luego la corbata. — Preparé carne de cerdo. Seguí la receta de internet y estuve a punto de quemar la carne. — Rió bajo y besó rápido en sus labios.

— No voy a firmarte el puto divorcio. — Gruñó mirandolo a los ojos.

— No quiero eso. — Jimin le tomó ambas manos y se lo llevó hacia la silla. — Quiero que estés conmigo, que comamos juntos, debes estar cansado...

Yoongi sentía su cuerpo rígido, le costaba contenerse para no gritarle, golpearlo o decir alguna mierda por el estilo.

— ¿Entonces que quieres? — Yoongi sentía que en algún momento su marido iba a clavarle una espina.... otra después de lo de NamJoon.

— ¿Me dejas darte de comer? — Jimin se sentó en su regazo y apoyó su cabeza en aquel hombro.

Yoongi llevó su mano a la mandíbula de Jimin y la tomó duramente.

— Si estás jugando conmigo voy a matarte. — Gruñó y Jimin se recordó que era un hombre herido, acarició aquella mano y sonrió como pudo.

— Te dije que eres mi único amante desde la noche en Los Ángeles. — Jimin besó aquella palma. — Eres mío y yo soy tuyo Yoongi.

Jimin se acomodó y cortó un poco de carne para llevarlo a la boca de Yoongi.

— Abre la boca, prueba lo que hice para tí.

— No quiero.

Jimin lo miró a los ojos... era un niño en el cuerpo de un hombre, necesitaba amor... un amor verdadero.

— Bien, lo comeré yo. — Sonrió Jimin y se llevó un trozo a la boca. — Le coloqué picante... y salsa... no se... es un sabor rico. — Jimin volvió a comer y jadeó de gusto.

Cuando giró la cabeza, Yoongi estaba lamiendose los labios, Jimin le acercó un trozo y rozó suave sus labios.

— Solo un trozo...

— No...

— Tu estómago hace ruido. — Jimin rió y besó su mejilla. — Por favor...

Yoongi gruñó y abrió la boca de mala gana.

— Quiero hacerte el amor... esta noche. — Susurró Jimin. — Sé que crees que no existe diferencia alguna pero la hay y quiero demostrartelo.

Yoongi miró hacia el plato, sin decir nada, sin hacer gesto alguno, sin querer decir o hacer nada.

— ¿Me dejarías?

El silencio se apoderó de todo, Jimin notó que poco a poco (mientras pasaban las horas) Yoongi bajaba la guardia.

— Las odio.... odio tus palabras — Susurró Yoongi y Jimin lo abrazó como pudo.

— Yo te amo... amo tus palabras y te amo a tí.

Cuando Jimin elevó su rostro,  unos labios llenos chocaron con los de él.

Yoongi intentó tornar el beso apasionado, duro, carnal... pero Jimin apoyó su mano en su pecho antes de subirla hacia la mejilla para seguir el beso lento, suave, despacio.

Demás fue para ambos que unos minutos después estuvieran en la habitación matrimonial,  Jimin sacandole la ropa suavemente,  acariciando cada centímetro de piel expuesta,  Yoongi lo miraba con miedo; atento a cualquier cosa... ¿Por qué Jimin no lo notó antes?

— Te amo... dejame amarte... — Susurró a Yoongi y entonces una mano temblorosa de Yoongi se levantó... la mano del brazo reconstruido. — Te amo... — Acarició aquel brazo, luego el otro.

Yoongi sintió que una pared se rompió en mil pedazos mientras que Jimin besaba aquel brazo, aquel cuello.

— Jimin... — Intentó gruñir su nombre sin éxito.

— Dejame amarte. — Murmuró y le tomó la mano para llevarlo a la cama y sentarlo.

Yoongi le quitó la camisa primero, luego (después de vario tiempo) desabrochó aquel pantalón.

Por primera vez Jimin fue acostado suavemente en aquella cama en donde habia pasado noches enteras llorando y sintiendose solo, pero ahora no. Ahora estaba acostado suavemente, sintiendo el peso sobre él,  disfrutando de aquellos besos en su cuello; acariciando su espalda.

— Amor... — Jadeó al sentirlo dentro suyo, después de varios segundos de haber sido preparado.

Jimin susurró suave al oído de Yoongi.

— Hazme el amor... hagamos el amor... yo no voy a herirte nunca...

Fueron minutos y minutos transformados en horas que Jimin fue embestido,  besado, tocado, todo aquello lentamente.

— Yoongi.... — Gimió, moviendo sus caderas junto con las contrarias.

— Ah... ah... — La voz de su marido salía ronca, baja. — Jimin...

Aquellos cuerpos se amaron por un tiempo indeterminable y, cuando llegaron al orgasmo, Yoongi escondió au rostro en su cuello.

Yoongi estaba llorando... pero esta vez estaba Jimin a su lado, abrazandolo, sosteniendolo entre sus brazos.

— No te merecías nada de eso. — Murmuró Jimin, sus ojos llorosos.


VOTEN Y COMENTEN MUCHO, SINO LO HACEN ME ELECTROCUTO.

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