‹ O8 : marshmallow.
Antes de salir de casa, se asegura que el costal de comida para Kuma quedé en un lugar muy alto, para que no lo alcance. Jennie lo mira con ojos entrecerrados, con algo de recelo por haberla mantenido despierta limpiando su desorden por la madrugada.
Durmió apenas tres horas y su cabeza duele.
—Más te vale que todo esté como lo he dejado, perro malcriado. —Kuma echa las orejas hacía atrás y suelta un gemido lastimero—. No, sigo enojada contigo.
Aún con esas palabras, Jennie lo acaricia antes de salir para su último día de talleres. Después de eso, habría evaluaciones en la Universidad, pero no se necesita la presencia de modelos hasta el siguiente curso, por lo que sus vacaciones comenzarán el día de hoy.
En el camino, Jennie piensa en la decisión que tomó la noche anterior. Cierra los ojos y analiza, estúpido Kuma. Si no fuera por él, probablemente hubiera tardado más en dar el sí, aunque dentro de ella desde el comienzo quería aceptar.
Está en el área de ayudantes, ha llegado temprano y sonríe al ver el locker de Rosé. Se ha agregado un sticker, uno de los osos escandalosos.
—¡Jennie! —esa voz, dulce y aguda.
Vienen llegando, de la mano. Lisa sonríe y saluda con su mano, aún medio dormida pero feliz de ver a Jennie.
—Hola, chicas. ¿Cómo durmieron?
—Excelente con la noticia que nos diste ayer. —Lisa dice, yendo a su propio espacio para dejar las cosas que trae consigo. Está vez, Jennie espera por ellas.
Al llegar al salón habitual, se encuentran con una cantidad muy grande de alumnos, algunos ya tomaron asiento en sus respectivos lugares mientras que otros están siendo guiados por JooHyun.
—¡Que bueno que llegan! Hoy será un día largo pero productivo. La clase es al desnudo —JooHyun sonríe ampliamente, observando mejillas rojas en las extranjeras—. No hay tiempo que perder, vayan a prepararse.
Jennie va caminando, con las manos en la cara. No sabe si está lista para verlas desnudas de nuevo, no cuando desea tenerlas para ella sola.
No cuando el reloj marca las siete y diez de la mañana.
—Tranquila, Jennie. Solo no mires mucho. —susurra Rosé en su oído de manera juguetona. Jennie la mira con recelo buscando ayuda en Lisa, pero ella está peor; respirando agitadamente y todo.
—Ya basta, hay que cambiarnos. —dice Lisa.
Jennie aguanta la risa y le da un codazo a Rosé, quien entiende al instante.
—Lili, es más bien todo lo contrario.
Los alumnos escuchan un chillido que viene del fondo, donde están las modelos. Jennie y Rosé ríen de ella y una en una van entrando al cuartito para después salir solo cubiertas por una bata blanca.
—¡Bien, muchachos! Espero que hayan traído sus materiales porque está sesión será larga. —JooHyun se encuentra en el centro del lugar, detrás de ella hay un colchón con una sábana beige y otras dos más están en los brazos de Jennie—. A ver chicas, recostadas en el colchón, está vez podrán adoptar la posición que gusten. Solo necesito sus rostros y torsos frente a nosotros.
Jennie es la primera en acomodarse sobre el colchón. Ya no hay tanta timidez como antes, ahora solo un atisbo de incomodidad de que tantas personas la vean desnuda, pero se va tan pronto como Rosé se recuesta a la altura de la boca de su estómago.
Casi quiere suspirar, pero no puede. Había pasado tan solo una noche de la noche y ya las había extrañado mucho. Lisa por su parte se acuesta detrás de Jennie, con ayuda de algunas almohadas queda casi sentada con Jennie recargada en su torso.
Ellas saben que va a doler mantenerse así por mucho tiempo, pero no les importa cuando están presionadas entre ellas, Jennie siempre en el medio. JooHyun deja caer una sábana naturalmente sobre ellas.
Queda perfectamente, cubriendo parte del trasero de Rosé y las piernas de Jennie. Lisa queda completamente expuesta a excepción de las partes de piel que cubre la mayor.
—Bien, comencemos.
Jennie está a punto de quedarse dormida, algo que no pueden ver los demás es como Lisa abraza su cintura y acaricia suavemente. No puede evitarlo aunque quiera, no quiere hacerse ver tan cómoda en frente de todos aquellos que pintan sus cuerpos.
—Jendeukie, no duermas. Ya casi será el desayuno. —Rosé le advierte y la mencionada abre los ojos, aguantando el bostezo.
La sesión fue larga, agotadora pero se terminó de una sola vez. Salen después de tres horas enteras y las modelos se encuentran estirando los músculos, Lisa siendo la más adolorida de todas por aguantar el peso de Jennie estando sentada y sin algo fijo en que recargarse.
—¿Hotcakes o huevo? —pregunta Rosé viendo la carta de la cafetería de la escuela. Están muy agarrotadas para caminar a algún lugar diferente.
—Hotcakes.
—Huevo.
—Okay, Lisa hotcakes y Jennie huevo.
—¿Y tú? —pregunta Lisa jugando con los dedos de Jennie sobre la mesa, demasiado absorta del ambiente. Viendo sus dedos delgados y largos, pasando la yema de los propios sobre las uñas que están creciendo.
Rosé se enternece al ver a su novia tan interesada en Jennie. No se siente celosa, ni tampoco enojada. Se siente completa. Es complicado, lo ha pensado durante dos días enteros. Todo ha pasado tan rápido y sabe que seguirá ese ritmo hasta que Jennie termine su mudanza.
Sin embargo, ella no está cerrada a lo que pueda pasar. Pero ella no puede tomar decisiones sola, no cuando lleva tanto tiempo siendo solo ella con Lisa. Así que suspira y le contesta a Lisa que ella solo quiere un cóctel de frutas.
—Entonces primero tu ropa primero ¿Verdad? —Lisa confirma una vez más mientras pone una cantidad preocupante de miel de maple a sus hotcakes.
—Sí —afirma antes de extender la mano en su dirección—. Cariño, dame eso. —dice Jennie. Sin pensar, sin analizar el apodo demasiado amoroso que le ha dicho a Lisa. Quien con los ojos parpadeantes y expectantes, le da la miel sin rechistar.
Rosé aprieta los labios con una sonrisa. No puede esperar a ver que es lo que les espera en un solo lugar, con vacaciones de por medio.
Cuando llega el segundo taller, un equipo de maquillaje se encarga de ellas. Es el último y hay más personas. Es una macro clase donde incluso se han unido más personas como modelos, una escenografía extendida con elementos por aquí y por allá.
JooHyun dirige como si fuera una orquesta a punto de salir al mundo. Ella coloca a las modelos en el punto central de la obra. La composición es perfecta, hay varios puntos de fuga implícitos en el espacio.
La profesora se encuentra emocionada, extasiada.
El trío solo quiere ir a casa y comenzar la mudanza, demasiado cansadas y abrumadas por todas las cosas pasando en tan pocos días.
Pronto se encuentran listas. Al ser el último taller del curso, hay mucha exigencia. La concentración envuelve el ambiente, los modelos, incluyendo a Rosé, Lisa y Jennie están expectantes a que esto termine.
—Cuiden las proporciones. Es imperdonable que a estas alturas del partido no estén promocionando correctamente. —Las declaraciones de Bae JooHyun son contundentes y afiladas.
Pasa por aquí y por allá en el salón. Jennie la observa, tan comprometida. No puede seguir con su inspección porqué alguien la llama.
—Jennie. —es la voz de Lisa.
—Gracias. —completa Rosé por su novia. No pueden voltearse a ver, no pueden salir de ese trance. Pero saben lo que hay detrás de eso.
—Gracias a ustedes. —dice Jennie, casi sin mover los labios porque JooHyun está observando.
Al término de la clase, todos aplauden.
—Gracias, gracias a todos los que asistieron. Sé que las sesiones fueron muy apresuradas y que para crear arte se necesita tiempo, dedicación e inspiración, pero se han logrado excelentes resultados gracias a su cooperación —JooHyun dice, está en el medio del lugar y todo su alumnado y modelos alrededor de ella—. A nuestros modelos participantes el día de hoy, gracias también.
>> Pero sobre todo a nuestras bellas chicas, sin ustedes jamás se hubiera podido hacer esto. Todos démosle un aplauso.
Jennie se sonroja y Lisa no soporta la atención que están recibiendo, pero Rosé quien está en el medio se regocija en ella. Abraza a sus chicas por los hombres y las atrae.
Es temprano aún, las chicas van tomadas del brazo de la otra. Entrelazadas y unidas caminan hacía el departamento de Jennie, sin importar que tan largo sea el camino.
Al llegar, Kuma corre hacía la puerta y Jennie lo saluda.
—Siéntanse en casa, chicas. Ya vuelvo. —Rosé asiente y va a la cocina por un vaso de agua mientras Lisa saluda a Kuma también.
—Hola, cosita. Le diste muchos problemas a Jennie ayer, eh. Pero ya tendrás compañía, tu no te preocupes.
Kuma hace un circo, se echa al piso con el estomago hacía arriba, mucho menos panzón que la noche anterior y se retuerce para que Lisa lo acaricie.
—Ay sí, sí.
Jennie observa a Lisa desde la habitación. Todo está cerca así que es cuestión de que asome su cabeza y se encuentre con la escena más tierna del mundo. Al otro lado, Rosé observa también y le sonríe a Jennie.
—A ella le encantan los perros. Tenía uno cuando estaba en Nueva Zelanda. Se llamaba Love pero tiene mucho sin verlo, ya sabes, por lo de sus padres.
Jennie asiente comprensiva y regresa su vista a Lisa. Como balde de agua fría se enfrenta a una realidad que no ha pensado. ¿Cómo ella va a encajar en todo esto? Rosé y Lisa han sido Rosé y Lisa desde la preparatoria.
Traga grueso y deja pasar ese pensamiento. Sale de la habitación con ropa más cómoda. Unos short que llegan arriba de la rodilla y una camisa de tirantes.
—Vamos a hacer esto, chicas. —dice, llamando la atención de Lisa.
En menos de diez minutos se encuentran en la habitación de Jennie.
—¿Te gusta este? —pregunta Rosé mientras enseña un pantalón algo desgastado.
Están descartando ropa que ya no usa Jennie para hacer la mudanza más ligera y acomodan todo en cajas con nombre para facilitar su acomodo en su nuevo hogar.
—Mmmm, no tanto. —Jennie dice mientras dobla algunas camisas.
Lisa lleva un rato enterrada en el closet de la mayor, tiene mucha ropa para un armario tan pequeño. En su tarea de organizar sudaderas y chamarras, se encuentra con un suéter precioso.
—¡Jennie! ¡Este es precioso! —dice Lisa asomando la cabeza, tiene las piernas cruzadas y está sentada en el suelo. Se ve adorable.
Jennie sonríe y Rosé hace un puchero, sí que lo es.
—Quédatelo. —le ofrece simplemente, sabiendo que a ella se le verá mejor.
—¿En serio?
—Claro, con la condición que compartas con Rosie. —Jennie dice y es jalada a un abrazo por la rubia sentada a su lado. Jennie adora que Rosé comience con el contacto físico ya que no está en su persona ser muy cariñosa.
Rosé se encarga de eso y Jennie está más que feliz. Se está encariñando a una velocidad que no puede controlar.
Se hace de madrugada, están agotadas pero toda la ropa de Jennie ya está dividida y organizada. Se acuestan solo con una camisa grande que Jennie les prestó.
—Iré al sofá, para que estén cómodas. —ofrece Jennie, pero la mano de Lisa la jala a la cama. Es pequeña. Mucho, pero se las arreglan para dormir. Abrazarse toda la noche les facilita la tarea de encajar en esa cama.
Al día siguiente despiertan, un poco adoloridas pero felices. El sábado es el día perfecto para organizar todo. Rosé se encuentra en la pequeña cocina preparando café mientras Lisa y Jennie están sentadas en el sofá comiendo de los huevos revueltos que hizo Jennie.
En la televisión hay un programa de competencias, pero es más de comedia que de otra cosa.
—¿Te gustan estos programas, Jendeukie? —pregunta Rosé con una pequeña risa, sorprendida de lo absorta que la mayor se encontraba.
Jennie se sonroja y asiente:
—Sí, es que son fáciles de ver. A veces no me gusta ver cosas que me hagan sentir triste o pensar mucho.
—Eso tiene sentido.
Lisa tiene las piernas encima de las de Jennie y llegan hasta las de Rosé. El desayuno es más sencillo de lo que ha sido toda la semana pasada, sin embargo están felices y cómodas.
Una media hora después ya se encuentran empacando todos los utensilios de cocina de Jennie, al igual que otros artículos de uso común. Cuando mueven el sofá, pueden ver una gran cantidad de juguetes de Kuma.
—¡Este perro desobediente! Me escondía los juguetes para comprar nuevos. —Jennie lo señala con el dedo, amenazante. Lisa recoge a Kuma del suelo y lo abraza, cubriéndolo de la furia de su madre.
Para las cinco de la tarde, han bajado casi todas las pertenencias de Jennie y otras más que dejarán en un refugio para personas que no tienen hogar.
Afuera está SeulGi colocando todo lo posible en la cajuela de su auto.
—Gracias por ayudarnos, SeulGi —Rosé levanta una caja del suelo, pero el peso la hace tambalear y SeulGi le ayuda antes de que caiga—, te daremos unas galletas cuando Jennie esté instalada.
—¡Yo no sé hornear! —se queja la mayor y Lisa le da unas palmaditas en el brazo antes de atarla al compromiso.
—Pues vas a aprender, cariño. —Jennie sonríe sarcásticamente a Lisa, pero después lo hace genuinamente.
Son las nueve de la noche, SeulGi las ha ayudado hasta las seis pero se ha ido. Están recostadas por la sala, demasiado agotadas por trabajar sin descansar.
—No creo poder moverme en dos días. —Jennie dice con una voz ahogada, está boca abajo en el sillón y no puede respirar bien pero no piensa cambiar su posición.
Lisa está recostada en el suelo, con las piernas y los brazos abiertos mientras que Rosé está sentada en el otro sofá con Kuma en sus piernas. Suena el timbre y pelean por quién debería recibir la comida que pidieron.
Al final se levanta Lisa y comen en la sala. La conversación es amena y se ríen entre ellas. Es muy temprano y ya están en la habitación de la pareja.
—¿Entonces mañana llega tu cama? —Rosé pregunta mientras acaricia el cabello de Lisa.
—Síp. —responde Jennie simplemente. La cama de Rosé y Jennie es más grande así que podrán dormir bien. Acordaron contratar una camioneta de carga para las cosas más grandes de Jennie, como su cama, escritorio y mesitas de noche.
—Yo creo que no la vas a necesitar. —dice Lisa sonriendo de lado y alzando una ceja. Si no estuviera tan cansada hubiera aprovechado para seducir a las chicas, pero cada movimiento duele en su cuerpo.
—¡Lisa! —grita Jennie escandalizada y Rosé suelta una carcajada por ver el rostro rojo de Jennie.
Duermen plácidamente y así es como Jennie comienza su nueva vida con la pareja que le movió su mundo en cuestión de días.
Las vacaciones también son un factor importante, JooHyun ya había transferido su sueldo y las horas que estuvieron en los talleres.
Es un martes por la tarde cuando Lisa se da cuenta que lidiar con Kuma no es tan fácil como parece. Ha pasado una semana desde que el dúo se integró a su hogar.
—¿Qué voy a hacer contigo, Kuma? —dice Lisa, están en el patio y hay un montón de tierra regada y algunas de las plantas de Rosé han sufrido mordeduras severas del pequeño pero peligroso terrier.
Rosé no está y tampoco Jennie, han salido a comprar algunas cosas del supermercado pues la comida se acabó relativamente rápido gracias al hambre de Jennie.
Se adaptan muy bien después de todo, aunque es una experiencia nueva Lisa ya ha fijado los días donde se juntará el dinero del alquiler, servicios y han decidido que cada dos semanas comprarían todo lo necesario para sobrevivir.
Algo que Lisa no consideró en sus cálculos fue a Kuma, el desastre que ha hecho definitivamente va a molestar a Rosé. Así como Kuma es todo para Jennie, las plantas son todo para su novia.
—¿Cómo le vas a explicar esto a Rosé, eh? —Lisa podría parecer loca por hablar con un perro, pero ella está segura que él la puede escuchar.
Kuma está sentado, haciendo ojitos tiernos y moviendo la cabeza cada vez que Lisa habla. La puerta se abre y las risas de Jennie y Rosé delatan que han llegado.
—Ahora sí te llego la ley, Kuma. —dice Lisa seriamente, espera que Rosé no enloquezca.
—¿Lisa? —Kuma escucha esa voz y corre debajo del sillón de la sala. Rosé lo ve esconderse y ríe—. ¿Ahora que tie-... —la pregunta queda al aire cuando Rosé ve la escena frente a ella.
Lisa tiene un recogedor lleno de tierra, hay macetas tiradas y restos de algunas de sus plantas regadas. Sus ojos siguen el camino de huellas de tierra que ha dejado Kuma al esconderse bajo el mueble.
—Rosé... —Jennie dice su nombre, viendo todo el desastre desde atrás. La mencionada no dice nada y va al cuarto que comparte con Lisa, a pesar de que Jennie duerme casi todos los días con ellas.
La puerta se cierra y Jennie comienza a buscar a Kuma, está enfurecida.
—Jennie, déjalo. A Rosé se le pasará.
Jennie se toma el cabello con las manos.
—Puede, pero eso no recuperará sus plantas ni el tiempo que ha invertido en ello. —Jennie siente mucha culpa, no sabe cómo controlar la adolescencia (o desobediencia) que está atravesando Kuma.
Lisa sonríe con empatía, ella sabe lo emocional que puede ser Jennie, la ha conocido en está semana que ha estado con ellas. Se preocupa mucho por los sentimientos de los demás, siempre atenta pero más discreta que Rosé en ese sentido.
Jennie siente los brazos de Lisa abrazándola. No hay palabras de por medio. Una hora después Rosé sale de la habitación un poco más relajada.
Va al patio y puede ver a su roomie sentada en el suelo, arreglando lo mejor que puede las plantas que se salvaron.
—No es necesario, Jennie.
Rosé se sienta a su lado y casi puede sentir la culpa que rodea el cuerpo de Jennie.
—Sí lo es, Kumahizo esto. Dime el nombre de las plantas y traeré unas nuevas.
—Jennie, mirame. —la voz de Rosé es firme, pero no es grosera.
Alza la mirada y se encuentra con los ojos intensos de Rosé, siente ganas de llorar. Ella de verdad quiere ser una buena compañera, no quiere que desconfíen de ella ni tampoco que la echen.
—Puedes hacerlo si tu quieres, pero no estoy enojada. No niego que me molesté, pero podemos encontrar soluciones.
—¿Cómo cuál? —dice Jennie respirando profundo tratando de controlar sus sentimientos. Desde que conoció a la pareja no puede retenerse mucho, perdiendo la práctica que había ganado desde la adolescencia.
Con ellas se permite ser vulnerable.
—¿Cuántos meses tiene Kuma?
—Dieciocho.
—A lo mejor tiene frustración, tu sabes. —Rosé se ríe y se sonroja, se cree una tonta por sentir pena por esto. Ella puede echarle la culpa a que no ha habido nada entre las tres.
Ni siquiera con Lisa. Hay un acuerdo mutuo y silencioso entre todas ellas. Quieren esperar para acostumbrarse a este nuevo cambio, después habría tiempo para desquitar todos estos días. Aunque a Lisa le cuesta mantener sus manos fuera de las chicas por mucho tiempo.
—¿Sexual? —Jennie suena más relajada y la risa de Rosé la contagia.
—Sí, sería bueno esterilizarlo.
Jennie lo piensa, tal vez YeRim pueda ayudarla así que le hace una llamada.
—Hola, perdida. —su voz tan joven y juguetona. Rosé alza la ceja y ríe ante el sonrojo de Jennie.
—Hola, YeYe. ¿Estás ocupada?
—Nop, ¿Qué necesitas?
—¿Será que Kuma ya puede ser esterilizado?
—Sí, de hecho pudiste hacerlo desde que cumplió los siete meses. —dice YeRim a través del teléfono.
—¿Cuánto por hacerlo este fin de semana?
—Nada si adoptas a Kai. —Jennie rueda los ojos, se despide y cuelga la llamada.
—Hay que conversar con Lisa, de por sí Kuma ya es suficiente para todo este desastre. —dice Jennie mientras Rosé la jala a un abrazo apretado y reconfortante.
Cuando Kuma es castrado, todo se relaja. Es más tranquilo y obediente, sin embargo la llegada de Kai al departamento lo tiene un tanto territorial.
No hay mucho de qué preocuparse, Lisa estuvo encantada de aceptar con tal de tener más compañía canina. Eso sí, tendrían que ser educados ambos perros.
El primer mes de vacaciones pasa con rapidez, se turnan para las sesiones de entrenamiento de sus mascotas y nada puede ir mejor. Excepto cuando Lisa es despertada por risitas cómplices en la madrugada.
De vez en cuando, Jennie las acompaña para dormir juntas. Pero hay veces donde necesita su espacio a solas, y ellas la respetan. Hoy no ha sido la ocasión, se fueron a dormir las tres juntas pero cuando Lisa busca el calor de aquellos cuerpos divinos, no encuentra nada.
Va descalza y ya sabe donde se encuentran. Cuando llega a la cocina, el refrigerador está abierto y ellas sentadas en el suelo. Comen algunas fresas y las sumergen en Nutella.
Lisa rueda los ojos con fastidio, ahora sabe que las costumbres de Kuma vienen del ejemplo. Las chicas no se dan cuenta de la presencia de Lisa y hablan en voz baja.
En el mes que llevan viviendo juntas, no solo se han convertido en compañeras de vivienda, sino en amigas y confidentes. Las tres tienen sus momentos para hablar y abrirse poco a poco.
Lisa se adentra a la cocina de una vez por todas y solo hasta ese momento se dan cuenta de la presencia ajena. Jennie pega un brinco por el susto. La luz de la nevera no ilumina muy bien el cuerpo de Lisa.
—Estas no son horas de andar comiendo. —Lisa pone una mano sobre su cintura.
—Perdón, amor. —los ojos de Rosé se hacen más grandes, asimilando a Kuma cuando quiere algo. Jennie permanece callada y ha dejado de masticar la fresa que tiene en la boca.
Lisa entrecierra los ojos y niega con la cabeza.
Dos minutos después está comiendo también, a veces le da una fresa a Jennie y otra vez a Rosé o ellas se la dan en la boca también.
—¿Cuándo te vas? —pregunta Rosé mientras embarra mucha Nutella en su fresa.
Jennie arruga la nariz, había olvidado que visitaría Nueva Zelanda en unos días para encontrarse con su hermana mayor. No le gusta mucho ir a Nueva Zelanda, pero la última vez TaeYeon había ido a Corea.
—En dos semanas. Estaré el fin de semana allá —Jennie baja la mirada y traga saliva, las chicas notan su evidente cambio de humor. Pero Jennie trata de ocultarlo—, no me extrañen mucho.
—¿Quieres hablar? —pregunta Rosé, acercándose más a ella y tratando de buscarle la mirada.
—N-No, estoy bien.
—Cuentas con nosotras Jendeukie. —Lisa toma su mano y da un suave apretón.
Jennie respira profundamente.
—Pues nada, solo que tal vez tenga que ver a mi papá.
—¿Él te hace daño? Dijiste que no es una persona agradable. —Lisa pregunta, queriendo proteger a Jennie pero con miedo de entrar en un tema sensible para la Coreana.
—Antes, bueno. No. O sea sí pero ya no.
Rosé y Lisa comparten una mirada en silencio, si Jennie continúa la dejarán hablar.
—Cuando era pequeña, mi mamá murió por un paro cardiaco. No supimos qué lo ocasionó —Oh, ellas no esperaban que iniciará de esa manera. Toman las manos de Jennie y le dan aliento—. El punto es que mi padre cayó en una depresión muy fuerte, TaeYeon y yo le recordábamos a ella todo el tiempo y eso lo llevó a una larga, larga etapa de duelo que cada vez fue de mal en peor. Nosotras éramos niñas, no entendíamos porque mamá no volvía y porque papá de repente nos ignoraba.
—Ay, Jennie. —Rosé siente que quiere llorar, pero no puede hacerlo, no cuando Jennie está abriendo su parte más vulnerable frente a ellas.
—Cuando cumplí unos trece años, TaeYeon ya tenía quince. Papá empezó a compararme con ella. No era buena en la escuela ni tampoco en deportes, lo único que hacía bien era bailar y a veces rapear, a papá nunca le gustó eso así que siempre tenía un comentario agresivo contra mi.
<<Se puso peor cuando conoció el whisky. Una vez golpeo a TaeYeon por defenderme después de que él dijera que solo era una niña estúpida. Recuerdo que ella dijo "jamás seremos mamá porque murió, pero que triste es que ya no seas papá aunque tu no hayas muerto". Eso fue el colmo para él y la abofeteó hasta que mi hermana terminó cubierta de moretones.
Lisa se ha levantado del suelo y va al baño, regresa con pañuelos para Jennie, quien no se había dado cuenta que ya estaba llorando. Todo esto enterrado hace mucho tiempo en su persona, sin ver la luz y sin haberlo dicho en voz alta.
Rosé se encarga de limpiar sus lágrimas y Lisa deja un beso en la cabellera de Jennie. La nevera ya ha sido cerrada y no hay más fresas que comer, solo escuchan a Jennie en la oscuridad de la noche.
—Trate de defender a TaeYeon, pero no pude y me lleve uno que otro golpe en el proceso también. Habíamos perdido a mamá pero también a mi papá. Las cosas se pusieron tensas, no hablábamos entre nosotros y pasaron los años. La mejor compañera que encontró mi padre fue la bebida hasta que TaeYeon se fue. Yo me quedé sola con él, nunca me dió un abrazo, ni tampoco me apoyó como hija en la muerte de mi madre —Jennie echa la cabeza hacía atrás, había olvidado todo el dolor que tenía guardado en su pecho—. Así que vine a Corea, deje a papá solo y ya no sé nada de él.
Rosé traga grueso, ahora entiende porque Jennie es tan desconfiada y cuidadosa. No sabe qué efecto tuvieron ella y Lisa en la mayor para lograr que vivieran juntas.
—¿Quisieras volver a hablar con él? —Lisa está limpiando el rostro de Jennie y después la abraza, Rosé se une y se quedan un buen tiempo así.
—No lo sé. Creo que me gustaría saber si sigue vivo.
—Tal vez algún día.
Esa noche, Jennie durmió entre mimos y susurros de apoyo.
"Nunca más estarás sola, Jendeukie".
"Eres hermosa".
"Llegaste a nuestra vida para mejor".
Y aquella frase que dijo Rosé antes de dormir, es una que Jennie no puede olvidar.
"Nos completas"
Lisa ya no puede soportarlo, es algo que ha estado creciendo en su pecho desde hace muchos días. El periodo lo hizo pero y cuando ella salió, Rosé entró también.
Habían pasado tres días de la noche que pasaron en la cocina, el ambiente melancólico había pasado y ahora ya no podía controlar sus manos.
Rosé y Lisa habían decidido no incluir a Jennie por ellas mismas, dándole la oportunidad de elegir cuándo unirse a ellas, abiertas a cualquier posibilidad.
—Rosé, por favor, follame. —Lisa dice, restregándose en la pierna de su novia. Están sobre el sofá, Jennie salió con YeRim desde hace unas horas.
Rosé no necesita palabras para responder, con urgencia saca la camisa de Lisa y baja los tirantes del brasier, revelando sus pechos y pezones erectos. Lame con lentitud, adorando lo desesperada que está Lisa.
—Oh cariño, te extrañé tanto. —dice Rosé. Ni siquiera había pasado tanto tiempo de sus últimas relaciones sexuales. Habían hecho el amor a las dos semanas de que Jennie llegó. Fueron muy ruidosas con toda la intención de que Jennie se enterará, pero al ver las mejillas sonrojadas y la mirada evitativa por la mañana, decidieron tener piedad de la mayor.
No es que Jennie no quisiera unirse, ella lo desea, pero había guardado distancia por mero pudor, que no duraría mucho.
Rosé chupa aquel pezón con decisión, Lisa jala su cabello y gime cada que aquella parte es jalada entre los dientes. Pronto se encuentran solo en bragas y Lisa frota su mano por dentro de la ropa interior de Rosé. No aguanta los gemidos y deja chupetones en las clavículas de Lisa.
Están tan absortas que no escuchan unas llaves moverse desde la entrada de la casa. Jennie abre la puerta y se quiere desmayar, menos mal YeRim no la acompañó hasta allí.
La pareja no se da cuenta de la mirada lujuriosa que les da Jennie, solo pueden seguir con roces violentos pero placenteros en sus clítoris.
Jennie se empieza a calentar, escucharlas es una cosa pero verlas desde afuera es otro nivel. Pezones erguidos y orgulloso, caderas serpenteantes y agitadas hacen que se empiece a desnudar.
A este punto, Lisa ya la ha visto.
—Ella ya llegó, cielo. —susurra en el oído de Rosé, quien está de espaldas a la puerta.
Rosé siente escalofríos por todo su cuerpo, saca a Lisa de sus piernas.
—Tardaste en decidirte, Jennie. —se burla mirando como ya está en ropa interior también, deseosa de conseguir algo de aquello que tanto anhela.
—Vamos a la cama.
Con la petición de Jennie, dejan toda su ropa tirada. Las sábanas son suaves y tersas, está vez todo tiene más fuerza, más pasión y hay un ambiente distinto. Uno de confianza y entendimiento mutuo por todas las partes, ya no es necesario la confirmación verbal para chupar aquí o para besar allá.
Lisa abre las piernas y se deja chupar por Rosé, mientras que Jennie ya está encargándose de su pechos.
—¿Querías esto? ¿Solo para ti? —acaricia su entrada cuando Rosé se ha movido hasta la altura de sus chicas.
—S-Sí.
Rosé ríe y besa a Lisa, dejando que pruebe su propio sabor.
—Ahora lo tendrás, cariño.
Cuando Rosé dice ese apodo, Lisa es penetrada por los falanges húmedos de Jennie. A un ritmo lento pero fuerte, curva sus dedos a la vez que sacude ligeramente su mano, enviando vibraciones por todo el cuerpo.
Lisa es una obra de arte, arquea su espalda y mueve sus caderas en busca de más, Rosé no la deja respirar con sus besos hambrientos y su mano rozando su botón sensible.
—¡Ah! ¡Madre mía! —está vuelta loca, las dos mujeres están todas para ella, es un desastre cuando se viene. Aprieta los ojos y Jennie tiene que sostener sus caderas para mantenerla hasta el final.
Se recuestan en la cama, respirando agitadamente, con la vista borrosa. Rosé está feliz, a gusto, pero Jennie se sube encima de ella y a juzgar por su mirada ha llegado su turno.
Lisa y Jennie son delicadas con ella, haciendo todo con suavidad y sensualidad. Desde los besos que Lisa reparte en sus piernas hasta las manos de Jennie abriendo sus muslos.
Hacen que clave la planta de sus pies en el colchón y esté bien abierta, así caben las dos en medio. Lisa es la primera en probar, gime al sentir aquel sabor amargo en sus papilas gustativas.
Jennie se une a ella, de vez en cuando sus lenguas se encuentran al trazar el mismo camino. Se besan cada cierto tiempo y después vuelven a Rosé.
Se aferra a la almohada cuando ya no puede resistir esa tortura, necesita más velocidad, algo más. Las chicas se están burlando de ella desde abajo.
—Mírala, ya está temblando. —dice Jennie con un tono juguetón.
Lisa decide terminar con ella de una vez, Jennie se hace a un lado pero sigue chupando a Rosé. Los dedos entran, Lisa es rápida con su objetivo; quiere escucharla gritar.
—¡Dios! ¡Lisa! Más, más.
—¿Más qué? —pregunta Jennie, con su carne entre los labios.
—Más, más. —no conoce otra palabra en estos momentos, hasta que grita los nombres de Lisa y Jennie mientras pierde la visión y el habla. Está temblando y abrazan su cuerpo para relajarla.
Se quedan en esa posición, compartiendo las piernas de Rosé. Pasan minutos y minutos sin hablar, solo sintiendo la cercanía de la otra.
Jennie está acomodada en el centro de la cama. Rosé y Lisa no le darán tregua. Hay un momento donde es posicionada en cuatro, ella se deja mover confiando plenamente en ellas.
Siente lenguas danzando por toda su intimidad, dedos preparando su canal vaginal. Es penetrada, no sabe por quién, no le interesa mucho cuando es follada así de rápido, de sucio. Su cara se presiona contra el colchón, respirando agitadamente y sudando.
—Nos encantan, Jendeukie. —susurra Lisa y deduce que es la provocadora de las nalgadas que ha recibido.
Es follada por mucho tiempo, cambiando posiciones, llegando al orgasmo incontables veces. Siente que ya no aguanta cuando Lisa frota tres dedos en su vulva y con su mano libre presiona la parte baja de su abdomen.
Hace calor, mucho calor. Rosé la está penetrando, están cansadas, agotadas. Han estado en el cuarto por lo que parece una eternidad, pero necesitan uno más de Jennie, uno donde grita obscenidades y que todos sepan de quien es.
—¡Ya basta! Dios me voy a morir. —se aferra a los antebrazos ajenos, sus pechos rebotan con el constante movimiento de cuatro manos trabajando sobre ella, sin descanso.
Cuando llega al último orgasmo, es bellísimo. Su pecho está rojo, sus pezones erguidos y cualquier roce la hace temblar y soltar pequeños chorros de fluidos en las manos ajenas.
La oscuridad llega, sus cuerpos sudados, cansados y agarrotados sólo pueden ceder a las constantes caricias que se propinan entre ellas. En aquella cama, yacen tres cuerpos que sin saber se estaban conectando a un nivel profundo.
olvidaba el sube y baja emocional que era este capitulo.
¡Gracias por leer!
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