‹ O3 : hold your impulses.
La escuela aún no tiene muchos alumnos, es muy temprano todavía. Sin embargo, Rosé y Lisa se encuentran sentadas en el pasillo del salón donde los talleres se llevan a cabo. La cabeza de la rubia está recostada en los muslos de Lisa, que acaricia su cabello con delicadeza.
—O si quieres, podemos cambiar de vecindario. —llevan hablando sobre sus opciones bastante tiempo, y es que tienen mucho libre pues el aventón que les da SeulGi es para estar en las instalaciones de la universidad a las seis de la mañana, una hora más temprano.
Ellas aprovechan las veces que su vecina se ofrece a llevarlas, odian tomar el autobús y lo evitan todo lo que pueden.
—¿En serio, Rosé? —Lisa no está molesta, pero ella definitivamente no quiere dejar su actual vecindario—. No, tenemos que buscar otro lugar.
Rosé suspira audiblemente y se sienta de un solo movimiento, sorprendiendo un poco a Lisa.
—¿No es ilegal echarte de un lugar cuando tienen contrato? —la pelinegra se encoge de hombros—. Pfff, no podríamos pagar un buen abogado.
—Exacto. —otro suspiro y Rosé se recuesta nuevamente—. No debimos mandar ese mensaje, de seguro la asustamos. Nos conocemos desde hace un día.
Anoche el arrepentimiento fue la causa de su insomnio y eso sumado a levantarse temprano las tiene un poquito sensibles, además de la posibilidad de perder su hogar por una negligencia.
—Hoy le pediremos disculpas, cariño. No dejes que eso te coma la cabeza. —Rosé toma una de las manos de Lisa y la lleva a sus labios, la deja ahí por unos segundos para después envolverla en su propio cuello.
Cuarenta minutos después, la escuela se ve con más vida. La clase está a punto de empezar y Jennie hace acto de presencia. Está vez recogió su cabello en bulto desordenado; algunos mechones se escapan del agarre pero eso no parece importarle a cierta Neozelandesa que la admira desde el otro lado del salón.
—¿Por qué la miras tanto? —la pregunta de Lisa la saca de su trance, ciertamente han estado en una tensión desde que conocieron a su compatriota. Hay algo en ellas que es diferente, pero aún no saben que es.
—¿No te parece linda?
Esa es una muy buena pregunta, piensa Lisa.
—Claro que lo es. —y de esa manera, Jennie siente miradas insistentes en su cuerpo. Cuando busca con los ojos, se da cuenta de que la pareja la mira. Sonríe un poco y alza la mano en forma de saludo.
—Tenemos que hablar. —Lisa le dice a su novia, sabiendo que el rubor en ambas mejillas no es normal. Lisa necesita entender porque no puede cerrarse con Jennie, y necesita entender porque su novia tiene actitudes coquetas con una desconocida; Rosé es muy especial para compartir un utensilio utilizado por otra persona, solo lo acepta de ella.
Que para variar, es su primera opción para salvar su lindo y amplio departamento.
Rosé entra en pánico ¿Hablar? ¿Sobre qué?
—Si tu lo dices. —Lisa frunce un poco los labios pero no puede reclamar su tono sarcástico pues Bae JooHyun llega al salón.
—Muchachos, avancemos rápido. Todos vayan por su recipiente con agua, ayer no pudimos concluir la clase de acuarela y hoy tenemos que hacerlo en tiempo record. —JooHyun reparte actividades y pronto el montón de alumnos se empiezan a mover. —Jennie, ven aquí. Bien, ya que están las tres juntas; tienen unos atuendos color negro. Necesito que en sus expresiones se refleje frialdad y lujo. Está vez por favor no se distraigan, ayer tuvimos tiempo pero hoy no.
Cuando JooHyun comienza a preparar el lugar donde posaran, las modelos se acercan al cuarto de limpieza.
—Ustedes primero. —Jennie se recarga en la pared a un lado de la puerta, no sabe que pasa en el ambiente de la pareja pero definitivamente hay algo ahí.
—Bien. —Lisa abre la puerta y puede ver tres piezas de ropa con el nombre de cada una. Está a punto de cerrar la puerta cuando Rosé entra al reducido espacio—. ¿Qué? —pregunta en un tono serio, observa como su novia cierra la puerta detrás de ella.
Se acerca lentamente a ella y Lisa se tensa, su cercanía la pone de nervios aún después de tanto tiempo. Rosé la toma de la mandíbula suavemente y hace que la mire.
—No me gusta estar así contigo —Lisa solo le puede responder con silencio—. Perdóname, hablaremos a la hora del desayuno si te parece bien.
Lisa mira directo a sus ojos y puede ver cómo se ensanchan, como tratando de leer la mente y Rosé no es consciente de cómo su mirada se transforma cuando está concentrada, la pelinegra siente un escalofrió en la espalda.
—Está bien —dice Lisa con un leve suspiro y la voz más neutral—. Ahora sal de aquí, me tengo que cambiar y se hace tarde.
Rosé niega y posa una de sus manos en la mejilla sonrojada de Lisa, acerca sus labios y los toma entre los suyos. Lisa trata de detenerla pero su corazón late tan rápido que le impide moverse, así que se sostiene de los hombros de su novia. La contraria toma su labio inferior para succionar de manera húmeda y sensual.
Antes de que Lisa pueda deslizar su traviesa lengua, Rosé se separa y le sonríe.
—Nos vestimos al mismo tiempo, así ahorramos unos minutos. —Rosé guiña el ojo y quita su camisa.
Jennie se queda estática en la pared cuando ve a Rosé entrar después de Lisa, no quiere pensar en la posibilidad de lo que está pasando ahí dentro, su mente jugando una mala jugada. Y no sabe cuanto tiempo pasó pensando en la pareja de manera indebida, solo sabe que la puerta se abre y de la pequeña habitación salen ambas extranjeras.
Ambas están sonrojadas y aunque Jennie no quiera mirar demás, en cuestión de segundos mira dos pares de labios. Están rojos.
Es su turno de entrar y poner su atuendo, Lo hace rápido, no quiere estar ahí por mucho tiempo. Cuando está lista, todos los alumnos están listos en sus caballetes y en el centro del lugar hay tres bancos altos.
Lisa y Rosé están de espaldas, cuando Jennie se sienta en el tercero no ve a ninguna de las dos. Ninguna puede ver a las otras y silenciosamente lo agradecen.
—Hoy trabajaremos con oscuros usando acuarela. Se aplicará el pigmento por capas, recuerden delimitar su área de luz antes de comenzar a pintar, la acuarela no se puede borrar.
Pasan una hora y media, ninguna modelo ha movido un dedo. Sus expresiones siendo distantes y frías acatando al pie de la letra la petición de la maestra. Aunque Jennie está cansada, no encorva la espalda y aunque Lisa quiere tomar a Rosé y llevarla al cuartito, se contiende y solo endurece su mirada.
—Hoy nos tomaremos veinte minutos, por favor sean puntuales. —JooHyun rompe el silencio, no puede permitir que se acabe el tiempo sin tener un avance considerable.
Rosé destensa sus músculos y se levanta del asiento, siente sus piernas tambalearse. Están entumecidas por tanto tiempo en la misma posición. Busca a Lisa con la mirada y puede ver como estira los brazos, a su lado Jennie se encuentra con los ojos cerrados haciendo respiraciones y moviendo su cuello de un lado a otro.
Observa cómo sus músculos se tensan y destensan con cada movimiento. Cuando la contraria abre los ojos, Rosé desvía los propios y se encuentra con los de Lisa. Tienen que aclarar las cosas pronto.
—Nos vemos en un rato. —Lisa se despide de Jennie, por ella y por Rosé. Toma la mano contraria y la arrastra a uno de los jardines de la universidad.
—¿No vamos a comer? —pregunta Rosé cuando Lisa se sienta en una banca de piedra bajo la sombra de un frondoso árbol.
—No.
—¿Y bien? —Rosé se sienta a su costado y toma su mano.
—Estoy sintiendo algo... —Rosé la mira con atención, dándole el tiempo suficiente para que pueda continuar—. Y sé que lo sientes también. Solo te he visto sonrojarse así con una persona, y esa persona soy yo.
—Lisa...
—Déjame terminar. —Lisa pide apretando levemente la mano de su pareja—. No sé qué está pasando, literalmente la he visto por menos de un día pero me intriga, me intriga mucho. Y quería decirlo, antes de que fuera demasiado tarde.
Rosé guarda silencio.
—Creo que es atracción —deduce Rosé, esperando estar en lo correcto al ver los ojos preocupados de Lisa—, gracias por decírmelo. Yo tampoco sé qué pasa, pero lo que sé es que no solo lo sientes tú.
—Esto no es normal, Rosé. —Lisa suena muy preocupada y Rosé se acerca aún más a ella—. Tu deberías ser la única que me cause esa intriga.
—Alto, cariño. No nos vamos a torturar por esto, es normal sentir atracción hacía otras personas. Mientras no hagas nada por esa atracción, es normal. —Lisa no está muy convencida pero aún así asiente.
—Yo puedo ver que también la ves. Es decir, la tipa es bellísima, pero en tus ojos...
Rosé se sonroja, ella no quiere aceptarlo pues significa afrontar varias cosas en su relación ¿Acaso no son suficientes la una para la otra? No, eso no es. ¿Será que las cosas en la cama no están funcionando? No, eso tampoco es. Definitivamente no es la razón.
Rosé no puede seguir pensando sus opciones, pues la persona que ha rondado en su mente junto a Lisa, está caminando hacía ellas.
—¿Puedo hablar con ustedes?
Y es lo que menos quieren escuchar en este momento, no quieren hablar con ella. No cuando es su tema de conversación. No cuando al menos una de ellas siente atracción por ella.
—¡Claro! Siéntate. —Rosé se mueve a la derecha, por lo que el espacio que queda es entre la pareja. Jennie se sienta donde la rubia le indica.
—Mmm, bueno. Ayer dijeron que quería ser su roomie y honestamente no sé si me están jugando una broma. —Jennie juega nerviosamente con las manos en su regazo, tratando de quitar piel muerta alrededor de sus uñas, signo de ansiedad.
Rosé y Lisa comparten una mirada. Ambas saben que la atracción por la Neozelandesa debe de quedar en segundo plano cuando corren el riesgo de perder su hogar.
—Sí, mira te explico. —Lisa comienza, no sin antes asegurarse de que Rosé está de acuerdo con esto—. Nuestro casero aumentará el alquiler de nuestro departamento para el mes que entra, dijo que si no le decimos que nos quedemos, nos echará.
—¿En serio? —Jennie abre los ojos con sorpresa—. ¿Eso es legal?
—¡Es justo lo que dije! —Rosé levanta las manos con exasperación, esperando que aquel hombre tuviera un día muy malo.
—Bueno, el punto es que no podemos con los gastos. Llevamos unos años aquí pero no conocemos tantas personas, creímos que sería buena idea ofrecerlo a ti. —es el turno de Lisa de dejar salir sus ansias—. Eres del país de Rosie, pareces buena persona y trabajas en una universidad prestigiosa.
—Obviamente fue irracional preguntarlo así, lo sentimos. —Rosé se disculpa y hace una pequeña reverencia con su torso, Lisa le sigue la acción—. Puedes olvidar eso.
Jennie ve sus cuerpos levemente inclinados, y mierda ella no se puede resistir a la tentación:
—Chicas, está bien. Qué les parece si en la noche tratan de convencerme. —Jennie tapa su boca en el momento que se da cuenta a lo que suena eso, el trío se sonroja furiosamente.
Eso no ayuda a la situación de la pareja.
—Me refiero a que podemos discutirlo. Últimamente mi lugar se ha vuelto menos espacioso. Pero les advierto que no dejaré a Kuma. —Jennie hace énfasis en eso, ella no puede dejarlo.
Rosé suspira con alivio, hay una posibilidad.
—¿Te gustaría ir a cenar a nuestro departamento?
—Sí, así lo conoces y podemos conocernos nosotras. —Lisa sugiere con la esperanza de poder hablar con Rosé antes de que anochezca.
Jennie asiente y está un poquito emocionada. Su única amiga en Corea es YeRim y es muy difícil pasar tiempo con ella pues está en los últimos meses de su universidad, así que Jennie espera poder llevarse bien con ellas.
Jennie ha decidido ignorar el crush que tiene por la pareja, pero no le dura mucho.
El tiempo de descanso se termina y para cuando están en el salón nuevamente, el lugar ya no se siente tan tenso. Aunque sus miradas siguen siendo frías a petición de JooHyun, hay algo cálido en el pecho de las chicas.
Mientras la clase continúa y se escucha la voz de JooHyun dar instrucciones, lo toman como un tiempo de meditación. Rosé llega a la conclusión de que, tal vez, solo tal vez, Jennie le llamó la atención desde el momento que la vio en su celular respondiendo mensajes.
Llega a la conclusión de que no es normal pedirle comida con tanta confianza, no el pedirle en sí. Rosé sabe que es el hecho de aceptar algo que estuvo en su boca antes. Rosé suspira y ahora tiene sentido lo que había entre Lisa y ella. Era algo mutuo, pero ellas no lo sabían aún.
Lisa por otro lado, trata de convencerse de que esto es normal, de que sólo visitará su casa y considerará ser su roomie. Ella no estaría haciendo esto si no estuviera desesperada. A ella le hubiera gustado buscar cuidadosamente a su compañera de cuarto, pero la verdad es que Jennie les había caído como anillo al dedo.
Jennie se queda en blanco, ni un solo pensamiento llega a ella.
El taller termina a las diez y media de la mañana, fue una sesión bastante larga. Pero no tienen mucho tiempo de descanso, tan solo media hora antes de entrar al siguiente.
—Chicas realmente lo siento, pero con el problemita —JooHyun hace un gesto con su mano mientras habla—, necesitamos cubrir el tiempo perdido. La siguiente clase solo posaran con sus manos.
JooHyun termina de dar los avisos y les pide que vayan a descansar. Está vez, Rosé y Lisa van a los baños más alejados de la universidad para poder tener un poco de privacidad.
—Esto es lo que haremos, vamos a ignorarlo. —dice Lisa, refiriéndose al inconveniente con Jennie.
Rosé no está muy de acuerdo, ella siente que habría posibilidad.
—Okey, está bien. —sin embargo su lado racional está con Lisa. Se acomoda en el lavamanos que tiene detrás de ella mientras Lisa se echa agua en la nuca.
—Solo la conocemos desde hace dos días, es lo mejor. —y por la manera en la que Lisa se mira en el espejo, Rosé sabe que se está tratando de convencer a ella misma—. Si es nuestra compañera en el apartamento, le diremos las reglas y trataremos de no ser extrañas.
—Como tu digas, corazón. —Rosé rueda los ojos con diversión. En el fondo sabe que Lisa va a ceder. Ella la conoce.
Al principio, Lisa se niega a lo que siente, a lo que desea. Después de un tiempo, lo empieza a aceptar poco a poco hasta que explota y quiere tenerlo en sus manos. Rosé no la presiona, al final de cuentas las cosas pueden cambiar.
El día transcurre con normalidad. El siguiente taller se trata de lápices a color, la tarea de los alumnos es trazar y colorear las manos de las chicas. Se tienen que separar y modelar para pequeños "equipos" dentro del taller. Es de lo más fácil que han hecho en dos días.
Solo dejan quietas las manos.
Jennie no sabe en qué momento cae la noche y la última sesión termina. Al medio día había sido invitada por las chicas a un nuevo restaurante, está vez uno de baguettes y burritos. Platicaron sobre su ritmo de vida y costumbres en casa.
Llegaron a la conclusión de que no eran muy diferentes, solo que Lisa encuentra un pequeño problema en el hábito de snacks nocturnos que tiene Jennie. Definitivamente tener a dos mujeres hurgando en el refrigerador a media noche sería una molestia para su delicado horario de sueño.
La última clase fue sobre técnicas de perspectiva, fue definitivamente la más cansada del día pues permanecer paradas en distintos puntos del salón para que los alumnos las colocaran en la composición fue la gota que derramó el vaso.
La pareja está lista para irse, Jennie está terminando de guardar su termo con agua. Cuando está lista, Rosé y Lisa comienzan a caminar.
—Mmm, necesito darle de comer a Kuma antes de ir con ustedes.
Rosé y Lisa se miran, mierda. Ellas a veces no necesitan palabras.
—Te acompañamos.
Jennie sonríe y salen de la escuela. La noche es agradable, es fresco pero no hace frío. Toman el autobús que va a casa de la mayor. Rosé y Lisa no piensan en lo desagradable que es cuando Jennie cuenta la historia de cómo adoptó a Kuma de un callejón maloliente.
Honestamente, Lisa se moría de ganas de saber dónde vivía Jennie desde que la escuchó hablar por teléfono.
—Es aquí, no tardo mucho. —Jennie abre la puerta y se quita los tenis. La pareja les sigue el paso—. Pasen ¿Quieren algo de tomar?
—Estoy bien, gracias.
—Yo quiero agua por favor. —Rosé pide y se contiene de dar el tour por el pequeño, pero muy pequeño espacio de Jennie.
—Pueden sentarse. —Jennie señala su sofá de dos espacios. Va a la cocina y Rosé se pregunta dónde está el famoso pomerania—. ¡Kuma! ¡Ven aquí!
Oh, ahí está.
Del cuarto del fondo sale una bola de pelos a toda velocidad.
—Creo que estaba dormido. —dice Jennie echando un vistazo a su sala, donde Rosé y Lisa la esperan. Kuma agita la cola y da saltitos.
Lisa se percata de que Jennie primero le sirve su comida, y hasta el último sirve el vaso de agua para Rosé.
—Ya vengo, iré a dejar mis cosas.
—Es muy pequeño. —susurra Rosé en el oído de Lisa, quien asiente ante su obvia afirmación.
—Kuma se ve lindo. —No se dan cuenta que están dando su opinión sobre el lugar de Jennie, aceptando que tal vez sí sería buena compañía para ellas—. Y parece ser muy limpia.
—¡Estoy lista! —la reina de roma aparece con los mismo jeans negros que vestía anteriormente, pero su camisa ancha es remplazada por una blusa de tirantes ceñida a su cuerpo. Lisa traga saliva y siente como Rosé aprieta su muñeca con algo de fuerza.
—Vamos. —Rosé dice con una sonrisa.
Jennie se da cuenta que el departamento de Rosé y Lisa no está a más de quince minutos caminando. La pareja decide guiarla tomando cada uno de sus brazos, son cálidos. Jennie está en medio y a sus costados Rosé y Lisa la sostienen firmemente.
Analiza ciertas cosas en el camino. Las enumera en su mente:
Hay tiendas de conveniencia cerca.
El conjunto de departamentos al que llegan, tiene áreas verdes para Kuma.
Rosé y Lisa la hacen sentir cómoda.
Y la lista de cosas buenas continúan. Al entrar al lugar, hay una diferencia abismal entre su departamento y este. La entrada es mucho más amplia, tienen un comedor de cuatro sillas, una sala completa y una cocina completamente equipada. El lugar no parece tener más de cinco años de construcción.
—Mira, tenemos dos cuartos. Por obvias razones solo usamos uno. —se ponen cómodas e inician el pequeño tour por su hogar—. Tendríamos que compartir el baño que está en el pasillo, pero en general es muy espacioso.
—Sip, además el patio puede ser donde Kuma pase el tiempo.—Lisa continúa después de Rosé—. Y bueno, lo hablamos anoche y no nos molestaría si traes al tal Kai también.
Jennie para su inspección en el patio.
—¿Cómo sabes eso? —pregunta con un poco de diversión.
Lisa se pone colorada y Rosé no puede evitar reírse de ella mientras se sienta en una silla del patio decorado con plantas cuidadosamente atendidas por la castaña.
—Bu-Bueno yo, yo lo escuche.
—Ustedes me espían. —dice Jennie al aire, pero la mirada que comparte la pareja no es de mucha gracia—. Hablemos de dinero.
—Sí, de eso. —se apresura a decir Lisa antes de que un silencio incómodo se instale en el ambiente.
Jennie no es estúpida, ella está eligiendo parecer despistada ante el comportamiento de aquellas mujeres.
Terminan sentadas en la sala, Lisa a un lado de Rosé quien tiene recogidas las piernas en el sillón.
—El alquiler es de trescientos mil wones al mes, antes estaba en ciento cincuenta mil. —Lisa comienza a explicar—. Las cantidades las puedes verificar en el contrato. Los servicios van a parte y se dividirán dependiendo del consumo de cada uno. —Rosé asiente ante los cálculos de Lisa.
—Mmmm. —Jennie pone la mano sobre su cabeza y peina sus cabellos, tendría que gastar aproximadamente cincuenta mil wones extra al mes, con todo y servicios. Piensa en su único cuarto y como su cocina comparte lugar con la sala. Y no quiere hablar del micro baño que lleva usando por varios años.
Rosé y Lisa la miran atentamente, esperando otra respuesta por su parte.
—Tenemos algunas reglas, si es que te gustaría mudarte. —Lisa toma la mano de Rosé y comienza a jugar con sus dedos. Rosé se deja hacer—. No puedes traer a cualquier persona a casa, y sabes; parejas tuyas. Nos importa mucho quien entra en esta casa.
—Me siento afortunada. —Jennie siente su corazón latir fuertemente al ver como el par de mujeres le sonríe—. Bueno, igual yo no. Yo no —Jennie carraspea—, no suelo hacer esas cosas, estoy muy ocupada con la universidad.
Rosé siente el apretón de Lisa en su mano, la siente caliente. Tratan de aguantar sus impulsos.
Después de un rato, se dan cuenta de que ya casi son las once de la noche. Es hora de regresar a casa.
—Avísanos cuando llegues. —Lisa le dice a Jennie en la puerta del departamento.
—Sí, lo haré. Pensare sobre esto.
—De todas maneras eres bienvenida cuando quieras, como roomie o amiga. —Rosé ofrece cordialmente.
Jennie dice adiós y Rosé cierra la puerta.
—¿Y bien? —pregunta mientras caminan a la cocina.
—Creo que no es tan descabellado. —dice Lisa, mientras siente como Rosé la abraza con algo de fuerza por la cintura—. Sería cuestión de discutir los gastos a profundidad, pero está bien.
Rosé se separa y apaga la luz y ambas entran en su habitación, listas para dormir. Puede que sea la hora, o el día tan agotador que tuvo, pero no piensa en sus próximas palabras:
—Sí, imagina cómo se vería en short cortos caminando por la cocina.
Lisa detiene sus acciones por un momento, Rosé traga la saliva y se recuesta en la cama. Terminan en su habitual camisa larga y bragas.
—Rosé... —la mencionada voltea a ver a Lisa, tiene las pupilas dilatadas, lo puede notar aun cuando está oscuro.
—Lisa lo siento.
—Shhh. —la menor pone un dedo sobre sus labios y toma la camisa de Rosé. El calor del lugar sube poco a poco—. Bésame.
Rosé lo hace, maldición desde que compartieron ese beso en privado ha tenido esa sensación incómoda entre sus piernas. Toma a Lisa por las caderas, y a juzgar por los movimientos descuidados, hoy será algo apresurado.
Lisa le sigue el ritmo, está vez nada la detiene para introducir su húmeda lengua a la cavidad bucal de Rosé, demasiado impaciente. Siente como su novia empieza a tocar sus muslos, ambas están recostadas, pero Lisa quiere verla de frente.
Se sube al estómago de la rubia y la posición permite que se desnuden con facilidad. De haber sabido, ni siquiera hubieran puesto sus pijamas, pero maldita Rosé y su imprudencia. Lisa comienza un vaivén en el abdomen, se siguen besando y Rosé aprieta el culo ajeno entre sus manos.
—Rosé —el nombre sale de los labios de Lisa con un jadeo—. Rosé ¿Tú la imaginas en short cortos?
Oh, Lisa está excitada. Rosé lo sabe porque en el momento que esa mujer se calienta, se vuelve el ser humano más impredecible. Eso sumado a la pasión de Rosé, las hace imparables en la cama.
—Tal vez. —Rosé se sienta aún con Lisa en su regazo, guía sus caderas a un ritmo más acelerado mientras comienza a besar los pequeños montículos. Pezones duros entran en la boca de una Lisa malditamente necesitada de su novia.
—Dime, dime que esto no está mal. —pide Lisa con el ceño fruncido al sentir como Rosé jala su botón rígido con los dientes—. Dime que también lo pensaste.
Lisa lo aceptó muy rápido está vez, Rosé se siente aliviada. Ella no hubiera podido ocultar mucho tiempo su deseo por la pelinegra. Solo estaba esperando a Lisa para dejarse llevar.
—Cariño, lo sentí desde el primer momento. —Rosé baja a Lisa de su regazo y quedan de frente. La mayor toma la mano de su novia y la lleva a su húmeda vagina, ella haciendo lo propio en Lisa.
Gimen a tocarse. Siguen el ritmo que a la otra le gusta. Rosé se introduce en Lisa con dos dedos y Lisa frunce el ceño con la boca abierta. Por un momento detiene sus movimientos, pero ella también quiere complacerla.
No van a durar mucho, el ritmo sube gradualmente y sus paredes parecen estar sincronizadas: se aprietan al mismo tiempo y comienzan a sudar sobre las cobijas que adornan su cama.
—N-No. Dios, no podía dejar de ver su espalda. —Lisa se retuerce mientras intenta hablar y Rosé siente su orgasmo construyéndose en su estómago.
Se empotran con pasión, pensando en su nueva amiga. Están frente a frente y hay momentos donde se miran a los ojos. Mueven sus caderas a la par, buscando esa sensación que las hace delirar.
—Gime su nombre. —Rosé le pide—. Y yo lo haré también.
El nombre de Jennie se repite una y otra vez en la habitación mientras se hace un desastre húmedo. La cara de Jennie, el cuerpo de Jennie, todo de Jennie ronda en la mente de la pareja mientras tiemblan de placer.
***
Cuando la castaña llega a su propio departamento siente que alguien la llama, pero no hay nadie con ella. Sacude la cabeza y entra directo a su habitación. Escribe un mensaje.
Jennie:
Llegue
No recibe respuesta hasta dentro de unos minutos. Frunce el ceño al ver el mensaje que recibió de sus amigas.
Rosé:
Nosotras también
Jennie bloquea el celular y se deja caer en el colchón con Kuma a un lado.
—¿A dónde? —le pregunta a su hijo perruno, pero la ignora y se acomoda en los pies de su humana—. En fin, ¿Tú te quieres mudar?
Kuma no contesta y Jennie cierra los ojos tratando de ignorar la extraña sensación que le trae recordar sus brazos rozando con el de Rosé y Lisa.
¡Gracias por leer!
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