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‹ O1 : you can watch me.

Ser una modelo para artes plásticas no es difícil. Bueno, solo cuando te tienes que desnudar por primera vez. No es que Jennie sea insegura, no. Claro que no, solo que su primer desnudo llegaría pronto.

Hasta el momento solo había posado con sábanas sobre su cuerpo o lindos vestidos. Su convenio con la universidad de artes más prestigiosa del país le deja un cheque gordo. Era la recompensa de haber dominado su cuerpo a tal grado de no moverse por una hora. Generalmente solo tensa y destensa los músculos para sentir un poco de alivio.

—Entonces, ¿Aceptas? —la señora Bae le pregunta. Bueno, más que señora, maestra reconocida en la universidad—. Será una semana de cursos intensivos. Estarás con otras dos modelos que trabajan en el turno matutino. —explica a detalle, sus grandes ojos negros la miran esperando ver un astibo de aceptación.

—¿Tendré descansos entre los talleres? —antes de aceptar cualquier oferta, siempre se asegura de sus condiciones—. Y me gustaría saber de cuanto estamos hablando.

La maestra Bae la sigue mirando, entrecierra los ojos y suspira.

—Claro que sí. Serán tres horas por taller. Un grupo por "jornada" —dice haciendo comillas con sus dedos—. Obviamente en esas horas habrá descansos tanto para ustedes como para los chicos. Del cheque no te preocupes, se te pagarán al triple las horas. Sabemos que tus jornadas son cortas y bueno, estamos hablando de que poses desnuda para algunas clases.

Jennie se rasca la cabeza, está sobre-pensando sus opciones. Tenía sentido pues después de estos talleres la universidad salía de vacaciones de verano y no habría clases hasta dentro de dos meses y medio. Su contrato estipulaba que las vacaciones no serían pagadas.

Ni modo.

—Está bien. —la maestra Bae aplaude emocionada.

—Muy bien querida, te esperamos el lunes por la mañana a las siete. —¿Tan temprano? Kuma estará enojado con ella, nunca sale de casa tan temprano.

Se despiden y Jennie se dirige a la estación de autobús. Aunque tenía dinero suficiente para poder comprar un carro, no quería gastarlo. Su sueño era tener un departamento propio, uno bonito y bien equipado.

Además el transporte no era tan malo, bueno, casi nunca. Había días como ese viernes donde el camión se llenaba a tope y su cuerpo quedaba entre otros más. Se aferra a la bolsa que cuelga de su brazo izquierdo y suspira cuando por fin puede bajar. Camina unas cuadras y llega a casa.

Kuma saluda con brincos y sollozos lastimeros. Jennie sabe que en realidad tiene hambre, y bueno tal vez si la extraña un poquito.

Después de su rutina habitual se recuesta en su cama. Su departamento es pequeño y apenas alcanza para ella y su mascota, sin embargo es cómodo y acogedor. Cierra los ojos y lo último en lo que piensa es que pronto estará bien.

El lunes por la mañana es agitado, demasiado. Está casi arrastrando los pies, tuvo que levantarse a las cinco de la mañana para preparar todo; bañarse, dejar comida para Kuma, preparar su desayuno y un snack. No tenía idea que iba a comer por la tarde.

Después de unos minutos caminando por el gran campus, llega donde están los casilleros para maestros y ayudantes. Va al propio y deja su bolsa. Toma su celular y su liga para el cabello. Mandó algunos mensajes, aún hay tiempo.

Una voz dulce entra al lugar.

—Pues no sé, Lisa. Tal vez necesitaremos buscar un nuevo roomie. —Jennie no puede evitar voltear a ver a la chica desconocida, su mirada se dirige a la pelinegra de cabello largo que está caminando a su lado. Se tensa un poco cuando la rubia va a su casillero. Está a lado del suyo.

Honestamente Jennie siempre tuvo curiosidad de saber a quién le pertenecía el espacio decorado con stickers. Le parecía un poco infantil. Por el contrario, la otra desconocida va al casillero que queda frente al de Jennie.

—Eso lo sé, pero no quiero a cualquiera. —Jennie vuelve su atención a su teléfono, no está bien espiar conversaciones ajenas—. Tiene que ser mujer.

—Odio que TaeYang nos haya subido el alquiler. —Jennie escucha a la de voz más chillona. Cierra su casillero y se dirige a la primera clase.

Al llegar puede observar que la mitad del alumnado ha llegado, también la maestra Bae. Era muy pequeña para su edad, no pasaba los cuarenta pero era seguro que rebasaba los treinta.

—¡Querida, llegas a tiempo! —desde que aceptó la oferta de los talleres, Bae ha estado muy entusiasmada con su presencia. Aunque solo hayan pasado tres días.

—Buenos dí-... —no puede terminar su saludo cuando una voz recién conocida interrumpe los murmullos del salón.

—¡Ya llegamos! —la rubia del camerino grita, le gusta hacer grandes entradas. A su lado la otra chica es más discreta y callada. Jennie puede notar sus brazos entrelazados cuando caminan.

—Maravilloso —los ojos de la maestra Bae se iluminan—. Jennie, ellas son Rosé y Lisa. —se dirige a Jennie y señala a cada una—. Serán tus compañeras está semana y ellas posan por las mañanas.

No tiene tiempo de agregar nada más, un alumno llega y le pregunta unas cosas. Jennie se incomoda un poco cuando sus dos acompañantes la miran.

—Yo te vi en los casilleros, somos vecinas. Como ya sabes, me llamo Rosé. —sonríe radiantemente cuando se presenta—. Ella es mi novia Lisa.

Lisa no dice nada y sus mejillas se tornan de un tono carmesí. Jennie le sonríe con timidez también.

—Mucho gusto.

Lisa frunce un poco el ceño cuando la escucha hablar.

—¿Eres Coreana? —pregunta de manera muy directa y recibe un pequeño codazo de su novia—. Perdona, es que tienes un acento.

Jennie se ríe un poco, ella noto el acento de la pelinegra también y aunque el de Rosé pasa casi desapercibido, también se dio cuenta.

—Soy Coreana, pero me crie en Nueva Zelanda.

¡Oh, yo también! —el fuerte ingles de Rosé casi la hace desmayar, nunca pensó que su idioma materno sonará de esa manera—. Lisa viene de Tailandia.

La maestra las saca de su ambiente diciendo que la clase va a comenzar. Llama a la tríada y en privado les dice que esta primera clase será con vestidos sueltos.

—Vayan a cambiarse mientras hablo con ellos.

Aceptan y se retiran, hay un solo cuarto en el salón, que cuenta como cuarto de servicio. Se turnan para pasar.

—Muy bien chicos, para este taller vamos a dibujar con grafito sobre papel opalina grueso. Nuestras tres modelos estarán en forma de triángulo en medio de los caballetes. Les pido de la manera más atenta que siempre se respete a las señoritas que nos apoyan. —Rosé escucha el discurso de JooHyun y sonríe—. Dibujen a la que tengan en mejor posición, no olviden que dibujar un cuerpo humano es con la mera necesidad de plasmar arte. Cualquier mirada extra o comentario malicioso será motivo de suspensión y perderán cuarenta puntos en esta materia.

JooHyun toma aire.

—Si están listas, salgan ahora.

Los chicos y chicas que están en el salón se sienten abrumados por tanta belleza. Sus vestidos son de un tono beige y tiene transparencias, no llevan sostén y el frío de la mañana se hace presente en su piel. A Jennie se le eriza la piel y a Lisa los pezones.

Se colocan en el triángulo que mencionó JiSoo y la clase comienza.

Los minutos pasan y surgen dudas a lo largo de clase. Tres horas no son suficientes pero los alumnos se esfuerzan por lograr un avance. Jennie comienza a sudar después de la primera hora. Por el rabillo del ojo puede ver la gracia con la que Lisa posa. Sus manos estiradas hacía arriba y su rostro angelical enseñando su perfil.

No puede ver a Rosé, tiene curiosidad de ver que pose tomo. Jennie había optado por tomar su vestido con una mano y la libre la dejó al aire. Trato de lucir natural.

"Tengo hambre", escucha un murmullo de los estudiantes, eran apenas las ocho de la mañana pero todos se sentían consumidos por tanta concentración. Jennie apoyo la noción.

—Tomemos un descanso de media hora. —Jennie rompe su posición y rápidamente gira su cuerpo para ver a Rosé. No tuvo suerte pues la rubia había sido igual de rápida que ella. Se sonrojan al darse cuenta que ambas deseaban mirar.

Lisa frunce el ceño al ver las mejillas coloradas de su novia.

Jennie aprovecha y sale del salón. Llega a los casilleros y a toda velocidad saca su almuerzo, no quiere toparse con Rosé, o con Lisa. La ponen nerviosa. Devora su sandwich de pollo con velocidad en una banca del pasillo, no sabía que tenía tanta hambre.

—Eso se ve bien. —Rosé comenta y Jennie no sabe en qué momento llegó la pareja—. ¿De qué es?

Jennie mira a Lisa, esperando un tipo de aceptación para hablar con la Tailandesa. Jennie noto la mirada que les dio y no quiere causar problemas.

—Es de jamón.

La pelinegra se sienta a su lado y comienza a tomar de un termo que lleva en la mano. No hace preguntas, es mucho más callada que Rosé. Su novia se sienta al costado de Lisa y observa como pone su mano en el muslo de la contraria. Tan natural.

Caen en un silencio, no es cómodo pero tampoco es lo peor del mundo. El bullicio de la universidad rellena los espacios en blanco.

—Por Dios, Roseanne. A veces pareces una bebé. —Lisa dice mientras limpia la comisura de los labios de la mencionada. Jennie casi se ahoga cuando el dedo que uso para limpiar es llevado a los labios con lunares alrededor.

—Pero soy tu bebé. —Jennie se siente fuera de lugar ante lo que dice Rosé y se pone de pie.

—Nos vemos en un rato. —es lo que dice Jennie antes de caminar lejos de ahí.

La clase se reanuda y las tres modelos se posicionan donde mismo. Está vez, Jennie es más discreta y tarda un poco en posicionarse, observa a Rosé. Mientras que Lisa denota elegancia, Rosé denota sensualidad.

Una de sus manos sobre su frente y la otra cruzada por arriba de sus pechos. Sin querer ser descubierta de nuevo, comienza con su propia postura.

—Recuerden que todo arte comienza con papel y lápiz, con bocetos y una idea. Trabajen bien sus sombras para los volúmenes y no saturen el grafito. El arte renacentista es uno de los más famosos, pero no pierde su belleza. El plasmar de manera realista la forma del cuerpo humano es un don, pero como cualquier don: se tiene que dominar.

Jennie escucha a la maestra, da vueltas por el aula y su mirada alcanza a notar como se acerca a cada uno de sus estudiantes. Después de posar por dos horas seguidas, la clase termina.

—Dios mío, ahora me duelen los brazos. —dice Lisa mientras estira y contrae sus extremidades, tal vez no debió elegir esa posición. Sonríe cuando Rosé la envuelve en sus brazos, ella sabe en qué momento debe llegar.

Jennie come su fruta picada y después de una hora, la maestra Bae va hacía ellas. No ha podido ver a Rosé y Lisa, pero sabe que pronto entrarán al segundo taller.

—Querida, la próxima clase será al desnudo. —avisa JooHyun y después se va, como si nada.

A Jennie le entran los nervios, no solo la verán desnuda. Ella verá desnuda a la flamante pareja.

Jennie se arma de valor y entra al salón.

[ adaptación © samolovere ]

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