twenty nine
Evelyn despertó más temprano de lo común sintiendo un nuevo en su estómago. Los nervios le estaban jugando una muy mala pasada. Luego de un mes de preparativos y entrenamiento, hoy comenzaba a trabajar en el restaurante de Justin al fin. Ni siquiera había podido dormir bien, su cabeza no dejaba de imaginar escenarios negativos donde todo salía mal y terminaba arruinando todos los platillos que tendría que cocinar.
Toda su vida había soñado con trabajar en un prestigioso restaurante, y aún más en el de uno de sus cocineros favoritos como lo era Justin Bieber. Y ahora no solo trabajaría en uno de esos lugares que siempre había soñado, sino que tenía una relación preciosa llena de amor con Justin. Son cosas que nunca imaginó que pasarían, pero ahora que tenía esa gran oportunidad no podía dejar de pensar en que haría todas las cosas mal. No lo estaba disfrutando como alguna vez pensó que lo haría.
Se soltó del fuerte agarre de Justin y se volteó para luego bufar al ver que eran tan solo las cinco y veinte de la mañana. De nada serviría intentar dormir un poco, no lo lograría.
Se levantó de la cama y cubrió el cuerpo desnudo de Justin con el edredón antes de caminar hacia el baño. Tal vez una ducha lograría despejar su mente. Abrió el grifo de agua y una vez que tuvo la temperatura justa se metió. Sintió como sus músculos se relajaban al instante al sentir el agua caliente caer sobre su piel.
—¡Mierda! —se quejó en voz baja cuando la botella de shampoo cayó al suelo haciendo un gran ruido.
En su interior rogaba que el ruido no haya despertado a Justin, pero en menos de un minuto se escuchó como la puerta del baño se abrió de golpe.
—¿¡Qué sucedió!? —exclamó él exaltado.
—Estoy bien cariño, solo se me ha caído algo —respondió Evelyn avergonzada asomando su cabeza por la mampara de la ducha.
—He escuchado el ruido y al no sentirte a mi lado me he preocupado —explicó Justin mientras se adentraba en el baño—. ¿Qué haces despierta a esta hora?
—Casi no he podido pegar un ojo de los nervios y decidí levantarme antes de terminar despertándote por dar tantas vueltas —explicó, pero no obtuvo respuesta—. ¿Justin? —preguntó extrañada.
Segundos después, la mampara se abrió revelando a un Justin completamente desnudo. Se metió bajo la regadera dejando que el agua caliente lo empapara por completo.
—¿Qué haces? Vuelve a la cama Justin, aprovecha a dormir las horas que quedan —dijo Evelyn mientras pasaba las manos por sus duros pectorales.
—No me iré a dormir mientras tú estás aquí carcomiéndote la cabeza —tomó las mejillas de su novia y dejó un tierno beso en su frente—. Además, no puedo dormir si no te tengo pegada a mi cuerpo —sonrió.
—Te amo —dijo Evelyn y apoyó la cabeza sobre su pecho para luego suspirar.
—Yo te amo a ti nena —besó su frente nuevamente—. Ahora dime otra vez que está rondando por esa linda cabecita —pidió mientras masajeaba sus hombros para tranquilizarla.
Evelyn suspiró y se abrazó a él buscando la relajación que necesitaba.
—Siento que arruinaré todo y que los platillos me saldrán mal —dijo.
Justin asintió. Venía escuchando lo mismo hacía un mes y él siempre intentaba calmarla con palabras tranquilizadoras, pero sabía que la cabeza de Evelyn no dejaba de imaginar cosas negativas. De nada servía cualquier palabra de aliento que le diera.
—No lo harás nena, has mejorado muchísimo y tengo confianza en que harás todo bien. Sino no te pondría en mi cocina. Estarás allí porque te lo has ganado, así que deja de pensar esas cosas por favor —susurró en su oído.
Evelyn asintió no muy convencida. Hasta no terminar la noche no podría tranquilizarse.
—¿Puedes mostrarme una de esas sonrisas que amo? —pidió Justin haciendo que lo mirara—. Por favor —hizo un tierno morro como si fuera un niño.
Evelyn le sonrió con sinceridad, ese hombre la sentirse más animada en segundos.
—Esa es mi chica —dejó un corto beso en sus labios—. ¿Sabes con qué más puedo hacer que te relajes? —preguntó mientras descendía sus besos hasta el cuello de Evelyn.
—¿Cocinándome donas con chocolate para el desayuno? —preguntó Evelyn con una sonrisa inocente en sus labios y volvió a apoyar su cabeza en su pecho.
—No era eso lo que iba a decir, pero también te cocinaré eso —rió haciendo que su pecho vibrara bajo la cabeza de Evelyn—. ¿Quieres saber la otra forma que tengo? —preguntó.
—No lo sé, muéstrame —se hizo la desentendida.
—Voltéate.
Evelyn sonrió y lo hizo. Justin tomó el bote de shampoo y puso un poco en su mano antes de comenzar a masajear la cabeza de Evelyn con este.
—¿En serio? —preguntó Evelyn riendo.
—¿En qué estabas pensando pervertida? —masajeó el cabello de Evelyn aplicando un poco de presión para masajear.
—Oh dios —dijo sintiendo como se relajaba al instante—. Eres muy bueno con las manos, ¿te lo dije?
Justin la hizo correrse para atrás y le quitó todos los restos de shampoo.
—Miles de veces nena —mordió levemente su hombro y fue hacia su cuello—. Terminaré con tu cabello y te mostraré nuevamente lo bueno que soy. ¿De acuerdo?
Con un brazo rodeó toda la cintura de Evelyn aprisionándola contra su pecho y con su mano libre bajó hasta su vagina. Abrió sus pliegues y deslizó sus dedos entre ellos disfrutando de lo húmeda que estaba. Evelyn se sostuvo de sus brazos venosos y apoyó la cabeza sobre su hombro antes de soltar un jadeo de placer. Justin aprovechó esa posición para mordisquear su cuello.
—De acuerdo —respondió Evelyn con un hilo de voz.
Sabía que Justin haría cualquier cosa para tranquilizarla, y con lo que estaba haciendo lo lograría en pocos minutos.
{...}
Horas después, Justin estacionó su BMW en el estacionamiento del restaurante. Recién era la tarde, pero Justin siempre iba antes de tiempo para verificar que todo estuviera bien antes de abrir. Sabía que para eso estaba Susan, pero le gustaba verificar todo por su cuenta.
—¿Lista pequeña? —preguntó Justin colocando una mano sobre su pierna.
—Lista —asintió.
—¿Estás más tranquila?
—Claro que si —le guiñó un ojo.
Luego de la magnífica y larga sesión de sexo que habían tenido en la mañana, era imposible no estar más relajada.
—Pues vamos —apagó el motor y se bajó del auto.
Una vez que ayudó a bajar a Evelyn, tomó su mano y caminaron hacia la entrada trasera del restaurante.
—Buenas tardes Susan —saludó Justin cuando ingresaron y se encontró con la gerente allí.
—Hola —Saludó Evelyn con una sonrisa. En ese tiempo había descubierto que era una mujer muy agradable.
—Hola chicos —les sonrió—. ¿Estás emocionada Evelyn? —preguntó.
—Muy emocionada y asustada—asintió.
—Todo estará bien. Todos tuvimos miedo la primera vez que trabajamos con este gruñón, pero te acostumbrarás —bromeó y Justin soltó una carcajada.
Justin le permitía ese tipo de bromas por el simple hecho de que la conocía hacía años y se tenían mucha confianza.
—Te lo dije cariño, te acostumbrarás a mi —dijo Justin siguiendo la broma de Susan.
Evelyn soltó una carcajada y asintió mientras soltaba la mano de Justin.
—Les tomaré la palabra —respondió con diversión.
—En dos horas llegarán los demás cocineros. Comenzaremos a hacer las comidas que llevan más tiempo de preparación así se pueden cocinar rápido cuando abramos el restaurante —explicó Justin—. No los cocinarán ahora, en ese lugar no damos platillos recalentados ni nada por el estilo, solo comenzaremos a prepararlos con anticipación. Aquí damos platillos elegantes y de calidad, por algo he conseguido veinte estrellas Michelin en lo que llevo de trayectoria —dijo con orgullo en su pecho.
—Bájale a tu ego Bieber —respondió Susan riendo—. Iré a verificar algo afuera —avisó antes de salir.
Evelyn, mientras tanto, miraba a Justin con admiración. Él había sido y era su inspiración, amaba escucharlo hablar con tanto orgullo sobre su cocina y todo lo que había conseguido con sus tantos restaurantes.
—Aquí está tu uniforme —señaló Justin. Un uniforme de cocinera estaba perfectamente doblado y colgado en una percha frente a ellos.
—Oh dios —tapó su rostro—. ¡Es real! —exclamó.
—Claro que es real amor. En unas horas estarás aquí mismo corriendo de un lado a otro con los platillos —sonrió y la estrechó entre sus brazos mientras besaba su frente.
—Gracias —susurró emocionada. Justin sonrió feliz al oírla.
—No tienes que agradecer nada, recuerda que esto lo has logrado tú y nadie más que tú —finalizó.
Evelyn asintió emocionada y chilló sobre el pecho de Justin haciéndolo reír. Finalmente el momento había llegado, no había vuelta atrás.
{...}
Al caer la noche, la cocina ya se encontraba llena. Todos los cocineros en sus puestos ya cocinando para no tardar en entregar los pedidos, los ayudantes de cocina, los reposteros, y más personas que se encargarían de otras tareas.. Todos estaban en su posición.
A Evelyn le habían asignado ocuparse del lomo a la Wellington, así como a sus compañeros le habían asignado el resto de las comidas a cada uno. Luego de acomodar su uniforme y verificar que no tuviera ningún cabello fuera de su gorro, se acomodó en su lugar mientras veía que no le faltara nada para continuar con sus platillos. Ya estaba en marcha. Tomó una profunda respiración sintiendo como los nervios subían por todo su cuerpo. El momento había llegado.
Segundos después, Justin apareció en la gran cocina con su uniforme de Chef, llevaba unos pantalones negros, una filipina blanca que llevaba su nombre grabado y su característico gorro que demostraba el alto rango que tenía allí. A su lado estaba Alexandra, su ayudante.
—Primero que nada, quiero que le demos una bienvenida a nuestra nueva compañera de cocina, Evelyn Rosber —dijo Justin mientras le señalaba. Evelyn se ruborizó mientras todos la aplaudían dándole la bienvenida.
—Gracias —les sonrió.
Justin quiso ir y abrazarla para tranquilizarla, la conocía y sabía que su cuerpo era puro nerviosismo. Pero no podía hacer eso delante de todos, ella era una más en su cocina, así que se quedó en su lugar.
—En un minuto abrirá el restaurante. ¡A trabajar! —exclamó Justin sin dejar de caminar de un lado a otro.
En pocos minutos la cocina era un caos entre gritos y el Che ordenando que preparan cada platillo que los comensales pedían.
—¡Orden, cuatro cubiertos, mesa once. Listos para servir! ¡Dos risotto con vieira y dos lomos a la Wellington! —exclamó Justin mientras leía la lista.
—¡Si Chef! —gritaron todos al unísono.
—Las vieiras están entrando —dijo el cocinero que se encargaba de ese lugar.
—¡Orden, dos cubiertos, mesa cuatro. Listos para servir! ¡Dos filetes habilut! —volvió a gritar Justin—. ¿¡Cuánto para los Wellington!? —preguntó.
—¡Dos minutos chef! —exclamó Evelyn—. ¿¡Cuánto para el risotto?
Evelyn quitó del horno los Wellington que había estado preparando minutos antes de abrir, era un platillo que levaba varios minutos y no podían hacer esperar. Colocó la preparación sobre la bandeja con cuidado de no quemarse y cortó las cuatro rodajas del tamaño necesario antes de emplatarlas y comenzar a caminar hacia la encimera donde preparaban los platillos.
—¡Yendo con el Wellington chef! —exclamó Evelyn.
Dejó el plato delante de Justin cuando llegó hacia él.
—Bien cocinados —dijo Justin conteniendo las ganas de guiñarle un ojo allí mismo.
—Gracias chef —respondió antes de volver corriendo a su puesto.
—¡Yendo con el risotto! —gritó su compañero.
—¡Bien hecho, platillos saliendo a tiempo! —exclamó Justin.
Evelyn sonrió al ver como los platillos eran puestos en una bandeja para entregar a los comensales. Eso significaba que estaba bien y por lo tanto comenzaba a relajarse.
Los minutos pasaban y, como era de esperarse, no dejaron de ingresar pedidos tras pedidos. Pero tenían todo bajo control, hasta el momento no había quejas y, sin bien todos estaban alborotados, era llevadero.
—¿¡Cuánto para los filetes habilut!? —gritó Evelyn sintiéndose exasperada. Ya estaba retrasada para entregar.
—¡Estoy enterrado de filetes ahora mismo, necesito unos minutos más! —exclamó Aaron, su compañero.
—¡Si tienes tiempo ayúdalo! —le gritó Alexandra a Evelyn. Esta asintió y corrió para ayudar a su compañero.
Tomó otra de las sartenes donde había aceite de oliva hirviendo y colocó dos filetes ya condimentados. Su compañero tomó los que estaba haciendo y corrió hacia el chef luego de emplatarlos, volvió al lado de Evelyn una vez que Justin le dio el visto bueno.
Dos minutos después, cuando Evelyn sintió que los filetes habilut ya estaban listos para entregar, los sacó del fuego y los emplató para luego correr hacia Justin.
—Dos filetes habilut listos chef —dijo una vez que los dejó a su lado y corrió hacia su puesto nuevamente.
—¡Vuelve aquí Evelyn! —gritó Justin. Evelyn sintió como un frío le recorrió la columna vertebral.
—Apúrate haciendo más por las dudas por favor —le pidió a Aaron antes de correr hacia Justin—. ¿Si chef? —preguntó nerviosa.
—Uno de los filetes está perfecto, ¿pero qué es esto? —señaló el otro mientras lo cortaba a la mitad—. ¡Está crudo! —exclamó.
No podía tratarla mejor que al resto solo por ser su novia, así que al cometer un error tenía que ser igual de duro que ella como lo era con el resto de los cocineros. No le daría favoritismo a nadie allí, todo tenía que ser perfecto.
Evelyn sintió un cosquilleo en su estómago al ver como las venas de su cuello se resaltaba ante sus gritos haciéndolo ver aún más caliente. El Justin mandón y superior le provocaba pensamientos para nada santos. Negó con su cabeza sabiendo que ese no era el momento correcto, luego tendría toda la noche para demostrarle como la hacía sentir.
—Lo siento chef, en un minuto tendrá otro aquí —se disculpó tragando grueso y volvió con su compañero.
Su primer error de la noche, no lo había notado y no podía permitirse equivocarse otra vez. Esa no era la competencia donde era prueba y error, aquí tenía que estar todo perfecto.
—¡Apúrense! —exclamó molesto.
—¡Aquí va otro chef! —exclamó Aaron y lo dejó ante él antes de volver con Evelyn.
—Lo siento por eso —se disculpó ella avergonzada.
—No te preocupes, le puede pasar a cualquiera —le sonrió.
Desde lejos Justin notó como conversaban mientras reían. Tensó su mandíbula queriendo alejar a Aaron de su novia tomándolo por el cuello. Pero no podía hacer nada porque, en primer lugar, estaban en su cocina y debían comportarse. Y, en segundo lugar, solamente estaban conversando, no podía ponerse celoso por cualquier cosa que estuviera haciendo su novia.
—¡No dejen de cocinar! ¡Lo están haciendo bien! —exclamó Justin antes de volver a lo suyo.
Evelyn volvió a su puesto y siguió preparando los Wellington, estaba orgullosa por como le estaba saliendo eso.
—Sabes —dijo una chica a su lado. Evelyn no sabía su nombre aún—, me parece muy injusto que estés aquí acomodada solo por follarte al dueño y chef de este lugar —escupió molesta en voz baja para que solo ellas dos escucharan.
—¿Disculpa? —preguntó Evelyn sorprendida por esa repentina declaración. Dejó el platillo a un lado y se volteó para mirarla.
—Lo que digo. A todos nos ha costado llegar a este trabajo, y me enoja que tú lo hayas conseguido tan rápido solo por montarle la polla al jefe.
—Creo que me estás faltando el respeto sin conocerme. Me ofende que digas todas esas cosas sobre mi cuando yo a ti no te hic... —la voz de Justin la interrumpió.
No se habían dado cuenta, pero Justin había estado parado detrás de esa chica oyendo todo lo que había dicho sobre Evelyn y sobre él.
—¿Acaso tienes algo que decirme Sabrina? —preguntó Justin con dureza en la voz. Esta se tensó en pocos segundos, había metido la pata—. Si es así, dime en la cara todo lo que te moleste cuando hayamos cerrado el restaurante. Pero no vayas por ahí faltando el respeto como lo estás haciendo y menos con tales mentiras, no lo voy a permitir. El que está aquí es por mérito propio, no porque me tuvo que montar la polla —hizo comillas con los dedos en las últimas tres palabras—. Así que sé más educada y trata bien a tus compañeros si no quieres terminar en la calle, no permitiré más actitudes como las tuyas en mi cocina. ¿Entendido? —preguntó.
—Si —susurró Sabrina con las mejillas rojas por la vergüenza que estaba pasando.
—¿¡Entendido!? —exclamó.
—¡Si chef!
Justin asintió y le dedicó una última mirada a Evelyn antes de volver a su puesto. No era la primera vez que tenía problemas con Sabrina, pero si había una tercera vez la dejaría de patitas en la calle. Ya había bastante alboroto en su cocina como para soportar a una persona disconforme con todo.
—¡Sigan trabajando! ¡Animo, queda poco tiempo! —gritó Justin.
Evelyn sacudió su cabeza aturdida intentando comprender qué había pasado. No esperaba ese ataque verbal tan repentino, era increíble como ya tenía una enemiga en su primer día de trabajo. Pero no dejaría que las palabras de esa chica la afectaran en lo más mínimo.
{...}
Dos horas después, el restaurante había cerrado luego de una intensa jornada. Los únicos que quedaban en el lugar eran Evelyn y Justin. Este último dijo que todos se fueran tranquilos y que él iba a encargarse de cerrar todo. Quería estar a solas con su novia un momento.
—Día finalizado —dijo apareciendo nuevamente en la cocina luego de cerrar el restaurante y poner la alarma al frente.
Evelyn sonrió al ver que traía una botella de vino y dos copas en sus manos. Se levantó del taburete y corrió hacia él para envolver sus brazos alrededor de su cuello.
Justin sonrió mientras la abrazaba sin tirar las cosas.
—Te dije que lo harías bien nena, te felicito —dijo feliz por ella—. Has tenido un solo error y eso es magnífico para ser tu primer día, le puede pasar a cualquiera. Sé que no te volverá a pasar nuevamente.
—Gracias, gracias, gracias —repitió mientras repartía besos por todo el rostro de Justin.
Todos los nervios que tenían se habían esfumado, ahora era felicidad pura.
Él soltó una carcajada y capturó sus labios en un largo beso.
—Deja de agradecer tanto Ev, no repetiré nuevamente que esto te lo has ganado con tu propio esfuerzo —rió y se separó de ella.
Sirvió dos copas de vino y le tendió una a Evelyn.
—Brindo por ti y por tu magnífico primer día —dijo mientras inclinaba su copa hacia ella.
—Brindo por mi magnífico primer día, por ti y por la gran oportunidad que me diste —dijo chocando su copa con la de Justin. Sonrió cuando este entrecerró los ojos—. Oportunidad que me diste gracias a mi esfuerzo —aclaró.
—Eso quería oír —sonrió ampliamente y la tomó por la espalda para pegarla a él—. Estoy muy feliz de tenerte aquí trabajando conmigo.
—Yo igual cariño —acarició mi mejilla—. Aunque si estoy aquí es porque he montado la polla del jefe, ¿no crees? —bromeó entre risas. Justin soltó una carcajada.
—Para que sepas, al jefe le encanta que montes su polla —susurró Justin sobre sus labios.
—Me agrada oír eso —atrapó su labio inferior entre sus dientes—. ¿Qué te parece llevarnos esta botella a tu casa para festejar por este día? Tal vez te pueda enseñar lo que le hago a mi jefe —jugueteó Evelyn moviendo las cejas. Justin sonrió ampliamente.
Justin dejó su copa sobre la encimera y tomó a Evelyn por los muslos para que enredara sus piernas en su cadera. Sin esperar un segundo tomó sus labios entre los suyos sumergiéndose ahora en un beso caliente, muy caliente.
—Pues vamos a celebrar —dijo él con la respiración agitada y le dio una nalgada que resonó en todo el lugar.
Evelyn sonrió feliz sabiendo que todo su miedo había sido en vano, todo había salido de maravilla. Y por si fuera poco, cerraría esa magnífica noche bajo las sábanas de su propio Dios Griego.
{...}
Holaaa, ¿Queda alguien acá? ¿cómo están? Espero que bien.
Al fin he vuelto después de tantos días, estuve muy ocupada con la facultad y los últimos parciales, por eso no he podido aparecer. Pero al fin empecé las vacaciones y aquí estoy ❤
Si les gustó el capítulo no olviden dejar sus votos y comentarios dándome su opinión ⭐💭
Nos leemos en el próximo capítulo, natt 🖤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro