uno
Jennie llegaba a casa luego de un largo día en la universidad. Demasiados trabajos en grupo y compañeros no tan colaborativos la tenían muy estresada. Se encaminó hacia la sala, pero se extrañó al escuchar unos cuantos ruidos provenientes de la cocina. Frunció el ceño y cambió su dirección para ir por donde venían los ruidos de vasos siendo embrocados y platos chocando entre sí.
Parada en el umbral, divisó a Lisa, quien se encontraba secando y poniendo en su lugar platos y vasos.
-Maldita sea, Lisa... me asustaste. ¿Qué haces aquí? Es muy tarde -suspiró Jennie, aún un poco asustada.
-Oh, hola, Jenn -la voz de la morena provocó que la menor pegara un saltito y se diera la vuelta para encararla de inmediato-. Perdón por no avisar, pero sé dónde escondes las llaves de emergencia. El plan era sorprenderte, pero luego vi que no estabas en casa y decidí ayudarte un poco con la limpieza y los platos. Todo era un desastre.
Lisa siendo siempre tan dulce y linda con ella.
Al entrar, Jennie ni siquiera había reparado en lo ordenada que se encontraba su casa y el olor tan agradable que esta emanaba, hasta ese momento en que observó todo el aseo a su alrededor.
-Sí, lo sé. No he tenido mucho tiempo y estoy demasiado cansada. Gracias, no tenías que hacer
esto.
-Sabes que estoy bien con ayudarte cuando puedo -la rubia secó sus manos con el paño ubicado al lado de la vajilla-. ¿Estresada?
-No tienes idea -se recostó sobre la superficie plana del umbral.
Lisa apretó sus labios y observó a Jennie, notándola tan cansada. Quizá necesitaría un poco de distracción...
-Tengo una idea, ven conmigo -tendió su mano para que Jennie pudiera tomarla.
Jennie la tomó y Lisa la condujo hasta la espaciosa sala. La sentó en su cómodo sofá y le pidió que se quitara la ropa.
-¿Qué? Lisa, ¿qué harás? -la morena expandió sus ojos con sorpresa.
-Vamos, Jenn, no seas dramática. Solo te daré un masaje -Lisa rodó sus ojos y se lo pidió de nuevo.
Aún un poco insegura, Jennie quitó su blusa, seguido de su falda negra, mas no quitó su sostén y tampoco sus bragas.
Mientras eso sucedía, Lisa tomó de su cartera un pequeño bote de aceite para bebé, con un muy agradable olor. Era algo que siempre portaba consigo en caso de que necesitara humectar sus piernas debido al frío, por lo que aplicó un poco en la palma de una de sus mano y esparció el líquido con la otra. Posó sus manos sobre los hombros de la mayor, quien tenía los ojos cerrados, y comenzó con un suave masaje que bajaba hasta la mitad de sus brazos y luego volvía a sus hombros.
-¿No crees que es una posición un poco incómoda? -preguntó la mayor removiéndose un poco.
-¿Lo estás?
-La verdad, sí.
-Bien, entonces... acuéstate boca abajo. Te relajarás más -dijo la rubia, y Jennie se acomodó en el sofá de la manera indicada, olvidando que así dejaba ligeramente descubierto su trasero debido a la falda que llevaba puesta.
Lisa la observó y no pudo evitar sentir ganas de tocarlo, pues se veía tan redondo y suave.
-Ah... ¿t-te molesta si me pongo arriba? -preguntó Lisa. Jennie soltó una risa nasal, entendiendo las intenciones de la rubia y le concedió lo que pedía, siendo consciente de que el peso de Lisa no era muy diferente al de un pequeño gatito.
Lisa subió a la parte trasera de Jennie, levantando, sin querer, su falda en el proceso para tener mejor movilidad. Jennie sintió el pubis de Lisa haciendo contacto con su trasero, y a su vez sintió una punzada de excitación inevitable. Lo mismo sucedió con Lisa cuando sintió el trasero de Jennie bajo sus bragas.
Dejando eso de lado, Lisa volvió a su labor. Cosa que estaba tomando como excusa para tocar a Jennie. Y tomando un poco más de confianza, desabrochó el sostén de Jennie, permitiéndole sentir sus pechos libres de un momento a otro. Ahora Lisa movía sus manos alrededor de toda la espalda de Jennie, bajando y subiendo por toda su extensión de piel.
Sus manos se mantuvieron por un largo tiempo masajeando la zona de la espalda baja de Jennie, concentrándose en esos pequeños hoyuelos que se formaban justo ahí. Volvió a subir hasta los costados de sus pechos, en donde masajeó y bajó de nuevo.
Decir que Jennie se encontraba mojada era poco, deseaba tener a Lisa en ese momento, pero la menor cambió de posición y ahora su trasero hacía contacto con el de ella, provocándole una sensación más intensa al roce.
-Nena, solo quítate esa falda -sugirió la morena, quien quería sentir más cerca a Lisa- Y estaría mucho mejor si también desaparecieran tus bragas.
La rubia contuvo un jadeo e hizo lo que la castaña le pidió. Quitó su falda, seguido de sus ya húmedas bragas, y volvió a ponerse encima de la mayor. Empezó a mojarse más pero ahora dejando rastro de ello en el trasero de la chica bajo ella.
-Creo que alguien está empezando a emocionarse con el masaje... -comentó con coquetería la castaña, a la vez que levantaba su trasero para restregarlo contra la intimidad de la menor.
Lisa continuaba sin decir una sola palabra, porque de hacerlo, un gemido saldría vergonzosamente de sus labios, y no quería eso. Mordió su labio inferior y siguió masajeando, concentrándose ahora en las bronceadas piernas de la mayor. Sus depiladas y tonificadas piernas eran tan delgadas y suaves.
Creaba líneas rectas con sus dedos sobre esa zona que se estaba volviendo erógena para Jennie. Los largos dedos de la menor, masajeando suavemente sus muslos y bajando hasta sus pantorillas, la estaban comenzando a desesperar.
-Para ya, Lisa, por favor -pidió la mayor.
Lisa frunció el ceño y frenó el movimiento de sus manos, quitándose de encima de la mayor. Jennie volteó su cuerpo y miró en dirección a Lisa. Quitó del todo su sostén y lo tiró hacia algún lado de la sala.
Por un momento pensó que a Jennie le había disgustado lo que estaba pasando, pero luego reparó en la manera en la que sonreía traviesamente mientras jugaba con su dedo índice en la boca.
Lisa tomó el atrevimiento de tomar las bragas de la mayor por el costado y bajarlas lentamente por sus piernas, dejando así, totalmente expuesta la rosada y palpitante entrada de la castaña.
Al parecer no era la única con un problema de humedad entre sus piernas.
Jennie retomó la misma posición que tenía antes del masaje y sentó a Lisa sobre su regazo, chocando intimidades de inmediato. Ayudó a la menor a quitar su corta blusa, seguido de su sostén blanco, dejando a la vista sus pequeños y erectos pezones.
-Tan hermosa... -susurró la castaña, antes de tomar uno de los pequeños pechos de Lisa en su boca.
La boca de Jennie abarcaba casi por completo todo su seno, mientras que Lisa echaba su cabeza hacia atrás y soltaba un pequeño jadeo. La castaña jugaba a succionar ligeramente su pezón y morderlo suave, sin hacer daño, a la vez que Lisa masajeaba el otro libre con su mano.
La mayor pasó a posicionar ambas manos en el trasero de Lisa, el cual se encontraba extendido debido a la posición en la que estaban. Apretó y masajeó suavemente, hasta que dio un pequeño azote en los glúteos de la menor y ambas sonrieron lascivamente hacia la otra.
Lisa bajó del regazo de la mayor y se puso de rodillas al suelo, haciendo que Jennie le mirara sorprendida. Tomó sus piernas y las abrió, dejando a total exposición el sexo de la castaña. Se acercó hasta posicionar su rostro entre las piernas de Jennie y comenzó a darle placer a la misma.
Empezó con lentas lamidas por el costado de sus labios vaginales, luego pasó brevemente su lengua por el clítoris de la mayor, dejando leves succiones en este punto, soltando y volviendo a succionar. Poco después, introdujo su dedo índice en la rosada hendidura de la castaña y siguió succionando, jugando a penetrar con su dedo, junto con su lengua acariciándole.
Lisa metió un segundo dedo y Jennie soltó un gemido gutural, inclinando su cabeza hacia atrás por el placer que la recorría. Comenzó a mover sus dedos aún más rápido y Jennie mordisqueó el dorso de su mano para no gritar de placer.
Gracias a sus largos dedos, la menor alcanzó a estimular el punto G de la mayor, además de su lengua haciendo maravillas en su clítoris; tenía a Jennie rogando internamente por obtener su orgasmo.
-Ah... ah, Lisa, es-estoy muy cerca -apenas pudo decir entre gemidos.
Jennie tomó por el cabello a la rubia y la apegó más a su vagina, ordenándole que succionara con más fuerza. Y así lo hizo, Lisa comenzó a succionar tan fuerte su clítoris que dejaba un color rojizo sobre la zona, introduciendo ahora tres dedos con total frenesí, lo que la hizo gemir desesperadamente, con el orgasmo recorriendo su vientre.
La menor siguió haciéndolo hasta que Jennie soltó un último gemido, seguido de un jadeo exhausto. Sacó sus tres dedos del interior de la mayor y chupó dos de ellos, tragando toda la esencia que Jennie había dejado caer en sus dedos y lengua.
Acto seguido, se levantó del suelo con sus rodillas enrojecidas y marcadas, para después posicionarse en el regazo de la castaña, dándole a probar de sus propios fluidos. Jennie, con una mirada felina, lo introdujo en su boca y chupó todo hasta limpiarlo completamente.
Lisa rió avergonzada y cubrió su rostro con sus manos.
Siempre era así, al final terminaba avergonzándose cada que tenían sexo, sabiendo que había actuado de una manera totalmente diferente a como era ella en realidad. Sin embargo, a Jennie no podía parecerle más adorable tal situación.
La menor escondió su rostro en el hueco de las clavículas de Jennie e inhaló su dulce aroma, cerrando así sus ojos, al igual que la mayor, cayendo en un profundo sueño de repente, desnudas y envueltas en un cálido abrazo entre sus cuerpos.
Definitivamente eran las mejores amigas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro