catorce
Mientras Jennie se quedaba unas horas más haciéndole compañía en casa a Rosé, una rubia se encontraba afuera de la casa de Soyeon, en donde la puerta se abrió dejando ver a una señora un poco avanzada de edad, quien le sonrió amablemente y la hizo pasar a aquella gran casa.
Esperaba pacientemente en la sala de estar hasta que la chica apareció bajando incompletamente las escaleras, saludó con una sonrisa y le hizo una seña con sus manos para que la acompañara arriba.
Lisa la alcanzó justo frente a la puerta en la que la castaña estaba y ambas accedieron a la habitación, que al entrar supuso que era de Soyeon.
Los tonos blanco y negro adornaban gran parte de esta.
-Me alegra que hayas podido venir, aquí está la carpeta con tu proyecto, sano y salvo -sacó de un armario exactamente lo que había dicho, pero al ver que Lisa no reaccionaba, decidió hablar de nuevo-. ¿Sí es este, verdad?
-Sí, lo siento, es solo que... no sé cómo agradecerte. De verdad pensé que habías hecho algo malo con él por lo que sucedió anteriormente con nosotras, lo que te dije hace unos días, el problema con Jennie aquella noche, sumado a todo eso tenía muchas otras razones, así que tenía mucho miedo de que tú-
-Wow, tranquila. Dios, deberías intentar rapear alguna vez -ambas soltaron una carcajada y Soyeon siguió hablando-. Oye, no iba a hacerle nada, ¿en serio tan mala crees que soy? -el rostro de Lisa formó una mueca incrédula hacia la castaña y una sonrisa de este tipo también-. Está bien, lo acepto, sé que me pasé un poco al tomarlo y hacerte pasar por esto, pero como te dije, fui una tonta y no estuvo bien -admitió sinceramente ante la rubia-. ¿Podrías perdonarme por esa y otras idioteces que he hecho?
Una sonrisa se formó en los labios de la chica y asintió de forma grata. Jamás pensó escuchar esas palabras viniendo de Soyeon, o que al menos se mostrara tan sincera y amable con ella.
-Claro que te perdono. Y no te preocupes por lo otro, eso ya está olvidado, Soyeon. Gracias.
-¿Qué te parece si me das un beso como agradecimiento? -preguntó con una sonrisa insinuante adornando su rostro.
Lisa no dijo nada, solamente desvió su mirada hacia otra parte de la habitación, lo cual provocó que Soyeon riera y se acercara mucho a la chica.
-Hm, de hecho, yo... -estaba por decir que debía irse cuando sintió los labios de la castaña sobre los suyos, además de su cuerpo siendo empujado hacia atrás y sus manos en sus caderas haciendo presión contra la puerta del baño de la habitación.
Lisa no puso resistencia y prácticamente dejó que Soyeon le llevara de esa manera.
No podía estar dejando que esto pasara de nuevo, maldita sea.
Una mano de la castaña se guió hasta uno de los pequeños pechos de Lisa, quien contuvo un jadeo ante el leve apretón que dio en este.
En su mente aparecieron, como ya era costumbre, los recuerdos de Jennie, diciéndole que era solo suya, recordándole cuánto la quería, etc. Y por supuesto, no pudo evitar recordar cómo solamente Jennie la hace sentir, empezando a desear sus labios, su cuerpo sobre ella. Quería a Jennie, no a Soyeon.
Sin embargo, Soyeon no se veía que tuviera intenciones de parar, ya que tomó con ambas manos la cintura de la rubia y la despegó de la puerta, llevándola así hasta el borde de su cama. La delgada complexión de Lisa viéndose aprisionada contra el colchón y el pequeño cuerpo de Soyeon, quien comenzó a besar su cuello y un poco más. Llegó hasta sus pechos y besó ambos de manera hambrienta, soltando una que otra pequeña mordida juguetona.
El punto final fue cuando la castaña empezó a escalar sus intenciones, llegando a rozar y presionar con dos de sus dedos la intimidad de la rubia por encima de la ropa.
-Mmh, Jenn... -gimió más alto de lo que quiso. Provocó que la castaña se separara de golpe y saliera de entre sus piernas, provocando también que a ambas se les bajara todo sentimiento de excitación que habían podido llegar a sentir hace segundos-. Dios... Soyeon, discúlpame, yo... -musitó una disculpa no tan sincera, ya que en realidad sí deseaba estar con Jennie en esos momentos.
-No, está bien, lo entiendo perfectamente. Es solo que pensé que si te hacía sentir bien de esta manera, tal vez así me aceptarías al fin -dijo limpiando sus labios y acomodando su ropa. Lisa trató de excusarse, aunque lo único que logró fue ser interrumpida por la castaña-. Ni te molestes, en serio, sé que estás muy enamorada de esa tal Jennie, no te preocupes, no es necesario que digas nada.
Soyeon dijo que estaba bien, pero de igual manera se sentía mal por haber dicho su nombre en pleno acto previo. Aunque agradecía un poco haberlo hecho antes de haber cometido una tontería mayor, algo de lo que probablemente se iba a arrepentir luego.
Minutos después, ambas se encontraban bajando de nuevo un poco incómodas por la situación anterior.
-Oye, Lisa -soltó antes de despedirse de la rubia, quien se volteó, estando fuera de la casa ahora, y le miró-. Disculpa por lo de hace un rato, no fue mi intención incomodarte.
-Creo que la que debe disculparse soy yo, pero déjalo así. No quiero que sea incómodo para ambas, ¿sí?
-De acuerdo -sonrió-. Entonces, somos... ¿amigas?
Lisa le sonrió de vuelta y asintió, accediendo ante la duda de la castaña.
Estaba a punto de marcharse luego de haberse despedido de la chica, cuando recordó algo que ella había mencionado antes, que en realidad le pareció muy gracioso e irónico.
-Oye, por cierto... -la nombrada volvió a abrir completamente la puerta y sacó su cabeza, esperando las palabras de la rubia-, ya he intentado rapear, y no quiero presumir, pero pueda que no sea tan mala en ello.
Soyeon soltó una carcajada que contagió a Lisa y simplemente negó con su cabeza, dispuesta a olvidarse de cualquier sentimiento amoroso por esa chica, por más que le doliera.
Pues ahora eran eso, amigas. Y estaba bien para ella.
[...]
-¿Estás en casa? -preguntó cuando su llamada fue atendida por la rubia.
-Oh, disculpa por no contestar antes, el celular estaba muy lejos. Y sí estoy en casa, ¿por qué?
-Bien, llegaré pronto.
-Apresúrate, ¿sí? -su voz se escuchó como un jadeo por la línea.
-¿Pasa algo? -se preocupó.
-Mmm, sí. Te necesito... es todo -otro jadeo se escuchó y Jennie supo lo que su chica quería-. Estoy tan sola, pensando en ti.
-Ugh, estoy conduciendo a casa, no me hagas subir la velocidad.
-Conduce con calma, yo puedo esperar un poco más -afirmó con voz seductora.
Y cortó la llamada sin dejar que la castaña pudiera decir algo al respecto, aunque más bien, no tenía nada qué decir. Su cuerpo lo había dicho todo al escuchar a la chica hablarle de esa manera tan sutilmente lasciva.
Minutos después, la puerta principal fue abierta y luego cerrada de una vez. Jennie entró casi corriendo a la casa, encontrándose con Lisa solo con una camisa suya cubriendo poca parte de su cuerpo. Mientras, se inclinaba un poco sobre la mesa del comedor para poner dos platos con la cena servida, enseñando a su vez que no llevaba nada debajo de esa camisa.
-No pretendas que quiera comer antes de hacerte mía -la menor se dio la vuelta con un sonrisa provocativa en su rostro-. Me has provocado por teléfono, ¿y se supone que ahora vamos a comer?
-No veo el problema. Además, tengo mucha hambre -puchereó con sus labios mientras acariciaba su estómago.
-Entonces ven, yo me encargo de quitarte el hambre ahora mismo.
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